Zapatillas deBallet
Por Mayra Exitosa
Historia alterna con los personajes de Candy Candy
Capitulo 1 Bailando en un sueño real
Chicago Illinois, primavera de 1996.
En un salón de ballet una fila de pequeñas practicaban el lago de los cisnes, siete niñas de colores distintos y cabellos diferentes, se lucían ante la dama más sofisticada que visitaba ese lugar, una pequeña de ellas llamó la atención a la bella Priscila Andrew, los movimientos precisos, el toque que ella deseaba encontrar… en ese momento lo estaba observando con detenimiento en esa pequeña rubia de ojos verdes, que con su mirada perdida en su concentración, escuchaba la melodía sin notar a quienes la observaban desde los asientos y a la dama que dejo su lugar para acercarse y verificar quien era la pequeña bailarina.
Un jovencito desde la primera fila observaba a su madre Priscila detenidamente, al ver hacia donde dirigía su mirada, la pequeña bailarina se ganó en ese instante su admiración también, Candy levantó con toda armonía la pierna doblando la espalda, al lograrlo, brotó la sonrisa más hermosa que había visto en su vida. Para realizar los giros que la harían demostrar que todo lo que estaba realizando era mágico.
Una pequeña observaba tímida, por como Candy no había notado que Madame Andrew estaba viéndola a ella, casi salen sus lagrimas al sentir tan cerca a la mujer que representaba todos sus esfuerzos, ella era la primera bailarina de ballet con el mayor prestigio en Europa y América. Annie soltó sus lágrimas contenidas, emocionada perdió el paso e hizo tropezar a sus compañeritas detrás.
Candy por su parte, no escuchaba nada, solo la melodía que transportada a ese lago donde los cisnes lucían en todo su esplendor, cerró sus ojos girando su cuerpo, satisfecha porque se sentía flotar ante la melodía, dio el salto con toda su gracia hizo una hermosa sonrisa, sus bellos ojos se encontraron con aquel que la observaba minuciosamente. Doblo su pierna para terminar el baile sin despegar su mirada del joven, que en ese momento sin darse cuenta formó parte de su baile fantasía, al verlo sintió recibir el mayor premio de todos, la ternura y admiración de esos ojos celestes que la observaban solo a ella.
Una serie de aplausos suaves turbo su ensoñación, al notar que alguien aplaudía cerca de su rostro, era Madame Andrew quien con lagrimas emocionada, tomaba de la cintura a Candy elevándola en sus brazos y dándole tiernos besos, agradecida por el espectáculo que le había brindado.
-Pequeña, ¿Cuál es tu nombre? Una voz suave respondió antes que ella, contestando
- ¡Priscila! Ella es mi hija Candy… ¿la has olvidado? Dijo sonriendo Violeta, al ver que su hija continuaba en los brazos de Priscila.
- ¡Por Dios! Violeta… no lo puedo creer esta niña tiene la gracia de una bailarina profesional.
- Gracias. Quería que fuera enfermera como todas las mujeres de mi familia, pero su padre la consciente en todo. Y ella baila para él.
- Por eso apreció tanto a Edward, el sabe que su pequeña será quien algún día ocupe un sitio como la primera bailarina Internacional.
- Gracias Priscila, entonces no sabías que ella era mi niña, eso hace sincera tu elección.
En ese momento detrás de Priscila un jovencito alto y delgado levantaba la cabeza para ver encima del hombro de su madre a la pequeña, que era abrazada mientras las damas conversaban. Candy al notar que fue hasta ella el joven, se ruborizó por completo apenada, sorprendiendo al chico ante sus ojos, pues ambos se estaban admirando, sin que sus madres se dieran cuenta.
Sin aviso, Priscila bajo a Candy dio un par de aplausos y la música de otra pieza volvió a entonarse, Candy sonrió feliz, esa pieza era especial, de inmediato sin que nadie le dijera ella comenzó a girar y a levantar sus pequeños pies, en un movimiento gracioso y rápido al demostrar que reconocía la melodía y la sabía por completo. Las pequeñas de inmediato tomaron varios lugares alcanzando los pasos que Candy ya había memorizado, el jovencito se paro frente a ella, haciendo una caravana tomo el lugar de pareja de Candy, haciendo que ella hiciera una sonrisa efusiva, el baile continuaba y el tomaba en varias ocasiones sus manos para levantarlas y que tuviera apoyo a sus giros. Sin esperarlo, tomó su cintura y en el momento indicado la elevó en sus brazos haciendo lucir a Candy como si fuera Madame Andrew quien estuviera bailando.
Candy estaba emocionada, jamás nadie la había elevado tan alto y tan firme. Al bajar el joven la estrechó con su cuerpo y el baile terminaba con un brazo y una pierna elevada de Candy, mientras que él posaba una rodilla en el suelo y sus rostros unidos se admiraban. Fue tal el agrado para las dos damas madres de ambos, que ellas se abrazaron al terminar la pieza. Mientras que varias de las pequeñas que se encontraban ahí, mostraban tristeza en sus rostros, al no ser tomadas en cuenta.
Por la noche, los padres reunidos conversaban Edward White y William Andrew escuchaban emocionados a sus parejas, ante el descubrimiento de Priscila quien emocionada aseguraba que Candy llegaría a ser una bailarina profesional.
-Edward, tienes que decirle a Violeta que la pequeña debe dedicarse tres horas diarias al baile por las tardes, ya verás que los cuatro estaremos viendo bailar a tu hija, vestida como un ángel en el debut siendo ella la primera bailarina.
-Por supuesto Priscila, mi niña ama la música tanto como yo, estoy seguro que mi pequeña jamás dejará de escuchar la música de su corazón.
En el salón, el joven observaba a Candy sentada con sus pies flotando sin tocar el piso, ante el sillón donde estaba sentada, con una tierna sonrisa, ella estaba atenta escuchándolo porque describía todo lo que ella había realizado y su madre apreció sus movimientos.
- Escuchas Candy, dicen que serás una gran bailarina.
- Voy a poner todo lo que soy para lograrlo, ¿y tú estarás ahí?
- Por supuesto. Conmigo es con quien estarás bailando. Le guiñó un ojo muy coqueto.
- ¿De verdad? Dijo emocionada Candy
- No permitiré que nadie me gane ese lugar.
- Entonces, tampoco permitiré que nadie me lo gane a mí.
Costa de Norfolk, otoño de 1999.
"Doce personas murieron al estrellarse esta noche el jet privado del Corporativo Andrew en la costa de Norfolk al este de Inglaterra, informó BBC. La Primera Bailarina Priscila Andrew, su esposo William Andrew, sus amigos Violeta y Edward White, los pilotos Jeff Benet, Roger Byron, Eddie Colman, otros que viajaban también Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor, Lían Hilan y Duncan Edwards..."
Candy era abrazada por su Tía Luisa, quien vestida de enfermera, la llevaba al colegio después de haberse recuperado de un virus que la mantuvo en cama por semanas, lo cual fue la causa por la que no pudo viajar con sus padres. Ambas escuchaban la radio del auto, se enteraban que su familia se había estrellado en un avión. El impacto fue tal para ambas que se llenaron sus ojos de llanto y sin darse cuenta Luisa continuaba manejando por inercia, pasando un alto que ocasionó que un camión se impactara con ella, justo de su lado.
Ese día Candy fue llevada en una ambulancia al hospital, recuperándose de varicela, al ir al colegio se da cuenta de que perdió a sus padres y la única Tía que le quedaba, moría en un impacto de auto.
Un par de médicos no dejaban pasar a nadie, una enfermera llamada Verónica amiga de Luisa, tomó a Candy y la escondió, pensando que la pequeña sería llevada a un hogar para niños sin padres, ignorando todos los protocolos la escondió y la cuido ocultándola de todo, ahora que sabía que Candy se había quedado sin familia.
Verónica usaba sus recursos para proteger a la pequeña y buscaba todos los medios para que ella no sufriera más perdidas, usaba sus contactos médicos, de incapacidades y de papeleos, para asegurarse que Candy estuviera protegida y no la encontraran, mientras que todos los bienes de su familia quedaban a su nombre, con la custodia pendiente y los bienes de su Tía Luisa por igual, haciendo que Candy recibiera beneficios entre becas, estudios y seguro de forma inmediata.
En Europa, en un colegio privado entraba George Johnson, con la confirmación de la noticia para Albert, quien era abrazado por este, ante el evidente dolor tan grande. Albert en un par de meses sería mayor de edad, sin embargo sus padres lo protegieron de tal manera que nadie podía tocar la fortuna, solo él bajo la supervisión directa del administrador de la familia.
- ¿Y la hija de los White?
- Ya envíe por ella. La traerán aquí para despedir a su familia, estará contigo.
- Gracias George. Procura que no le falte nada por favor.
Pasaron los días, se daban cuenta que la familia de Candy había sufrido un accidente automovilístico y la pequeña había desaparecido de la faz de la tierra.
Chicago Illinois. Verano de 2005.
Los años habían pasado Candy regresaba y trabajaba como enfermera en Chicago, ahora vivía ya en la que fuera la casa de sus padres, su Tía Verónica tuvo que viajar a América del Sur, con su familia y ahora se hacía cargo sola de cuidarse y pagarse sus alimentos. Trabajaba por turnos, con la antigüedad y becas que su tía Luisa había dejado, cubrió su carrera como enfermera, pero en su corazón seguía la pasión por el baile, aun que la vida le había arrebatado lo que más amaba, ella continuaba practicando tres horas diarias, como si con eso pudiera conservar la esperanza de un sueño.
Candy siendo escondida y protegida, en sus fantasías conservó intacto un pequeño detalle que la hacía suspirar, tenía en su corazón un amor platónico, imposible, lejano… pero al fin solo suyo, en una puerta de su guarda ropa, estaba un poster tamaño carta de un bailarín importante, rubio de ojos celestes, alto y gallardo vestido de príncipe con una suave sonrisa ella ocultaba en su guarda ropa el gran amor que la hacía bailar, tres horas diarias… aun en turnos agotadores y con un salón de baile en su propia casa un poco maltratada por los años, pero conservada con todo el amor que ella procuraba al llegar los fines de semana, cultivar el jardín de su madre, limpiar la madera pulida del piso del salón que su padre le había acoplado en casa, con espejos alrededor como cuando iba a las clases de ballet, ella todos los días, portaba un par de zapatillas, ahora más grandes que cuando era niña, pero bastante pequeños a su cuerpo eran los pies de la enfermera Candy White, los fines de semana bailaba variedad musical, para actualizar el ritmo que su corazón indicaba, pues dentro de ella, viajaba día a día tres horas, a su propio mundo a olvidar sus penas y agrandar sus alegrías, en ese espacio mágico que creaba cada que practicaba su baile, recordaba en ocasiones a su padre, en otras a su madre y a su tía Luisa, pero había una constante en todos sus bailes, la mirada de su amor platónico y una hermosa sonrisa al finalizar las tres horas, eran su premio por lograr aun con su horario agotador, el haber practicado y llegar al final para ver en su imaginación esos hermosos ojos, y escuchar una frase "Conmigo es con quien estarás bailando".
Moscú, Rusia
En la Academia de Ballet Bolshoi, una de las más antiguas del mundo y una de las compañías de ballet más prestigiosas. Con las mejores instalaciones para la formación de danza a nivel internacional. Salía William Albert Andrew después de ofrecer una conferencia y una muestra de ballet donde demostraba porque portaba el título como el mejor bailarín profesional Internacional.
Saliendo subía a un auto y una joven bailarina con la voz sensual y bastante prepotente le daba indicaciones al chofer para salir de Rusia y viajar a Europa, semanas después viajarían a América, después de haber triunfado en la muestra de ballet donde ambos eran pareja. Con el éxito en los negocios, en su vida personal el serio y temido millonario, tomaba como placer personal el ballet que le heredara en sus venas su madre, para llegar a ser siempre el mejor.
Elisa Legan aspiraba a ser la mejor bailarina y se unía a William, engatusándolo para hacerse lucir, y que este algún día aceptara no solo como pareja de baile sino como la futura Madame Andrew de la familia, ambicionaba los papeles importantes como pareja de William y tenía un extravagante anhelo por superar a todas y que ninguna pudiera superarla.
- Elisa, bailaste precioso en Viena
- Lo sé, tú no estuviste nada mal. Lo trataba Elisa como si fuera algo simple lo que había realizado, cuando nadie podía hacer la perfección en la que sus movimientos destacaban. El solo sonrió para sí mismo y le respondió con tranquilidad un simple,
- Gracias.
Albert giraba a ver su computadora para ponerse al día con las inversiones internacionales y apoyar un poco a su grandioso amigo George, quien le daba la oportunidad de conservar la pasión del baile, mientras George vigilaba los negocios personales de William, esto lo agradecía mucho porque la hermana de su padre Elroy Andrew, se negó rotundamente a que William se dedicara al ballet internacional, cuando debería dedicarse exclusivamente a los negocios, ya que la fortuna tenía una parte invertida con otros de su familia, quienes dependían del éxito en las negociaciones.
Candy caminaba por la acera rumbo a su pequeño auto, cuando vio a Annie Britter, aquella compañera de ballet de cuando eran niñas, después de la muerte de sus padres, su Tía Verónica la escondió de todos y perdió contacto con sus antiguas amistades. Se asomó por los vitrales a el salón de baile, subió las escaleras olvidándose por unos minutos de regresar a casa, para ver que había sido de aquel que fue su salón de entrenamiento.
Seguía siendo una escuela profesional y selecta. Annie era una bailarina profesional, bailaba precioso ante los ojos de Candy y el joven que bailaba en ese momento con ella era un Bailarín de alto rango, campeón a nivel nacional en los Estados Unidos. Su maestra estiraba el rostro y daba instrucciones a ambos
- Vamos Señor Cornwall, lo hace usted perfecto, pero debe demostrarle más pasión en los detalles, ella está bailando para usted, usa toda su gracia y simpatía en los movimientos, mientras que usted no brinda ningún destello en su rostro.
- Es solo una práctica, Annie Britter es mi novia Señorita Stamford, por supuesto que valoro su gracia. Annie lo vio a los ojos con una discreta sonrisa, por fin había declarado lo que ambos tenían en secreto, y precisamente en el salón, donde todas sus compañeras estaban en ese momento, con esa idea dio un par de giros y vio a Candy vestida de enfermera tras el vidrio, se paró en seco, abrió sus ojos enormes y con sorpresa gritó
- ¡Candy!
Candy hizo una sonrisa al ser reconocida por Annie, abrió la puerta y ambas se abrazaron, al soltar el abrazo Candy le dijo
- ¡Bailas hermoso Annie! ahora ya eres una profesional.
- Candy porque te fuiste, tengo años sin saber de ti, y ¿por qué vistes de enfermera?
- Soy enfermera Annie.
- ¿Dejaste el baile?
- Eso, jamás. En el corazón siempre se lleva una melodía que te hace bailar.
Ambas se abrazaron y Archie vio con ese brillo que tanto buscaba la Srita. Stamford, esta lo vio en los ojos de Archie, por cómo se despertó algo en él, al ver a la enfermera, giro para ver porque Annie había dejado de practicar y por fin vio el rostro de aquella pequeña que durante varios años estuvo ahí como estudiante.
- ¿Candy White?
- Si. Candy levantó su rostro al escuchar su nombre, y al ver a la Srita. Stamford, hizo una hermosa sonrisa, y le dio un abrazo al reconocerse entre ellas.
- ¿Mi pequeña? Ya estas hecha toda una mujer, eres enfermera, mírate Candy.
La Srita. Stamford, tomo su mano y se hizo hacia atrás viendo su cuerpo demasiado delgado aun, agregó - Haber Candy, quítate las zapatillas. Candy apenada, se quitó sus zapatillas cerradas de enfermera, saco suavemente sus pies, en cuanto hizo esto, la maestra le hizo un movimiento a sus brazos y Candy giró, levantó su pierna alzando su falda blanca, dio dos saltos engarzados se paró en sus pies sin zapatillas dio seis giros completos, abrió sus ojos, bajo sus brazos e hizo una caravana. La Srita. Stamford, abrió sus ojos desorbitados y con un puchero en su rostro comentó - Candy White, me has cambiado por otra escuela y te han perfeccionado…
- No Srita. Stamford, me he dedicado a estudiar, me gradué de enfermera, estoy trabajando en el hospital Santa Juana aquí en Chicago, pero siempre practico mis tres horas diarias.
La cara de las que escuchaban, incluyendo a los jóvenes bailarines, era de asombro, había bailado perfectamente sin estar en una escuela profesional, recordando los pasos que guardaba con anhelo, tal como los recuerdos que atesoraba, sus pies mostraban la forma que tomaban al usar las zapatillas, todas las bailarinas que tenían pies un poco más largos, Candy por su parte conservaba sus pies tan pequeños y estilizados, bastante bien cuidados sin marcas de maltrato y de golpes, al contrario, las medias que llevaba denotaban un par de pies hermosos, tanto que el bailarín principal, la veía desde esos pequeños pies hasta su hermoso rostro, como si con ello su pecho se llenará en un suspiro.
Candy con su sencillez, colocó sus pies en las zapatillas, con una sonrisa al ver a todas aquellas personas serias, sabía que ella ya no pertenecía a ese lugar, pero al ver las bancas del fondo, recordó a su madre sentada observándola, en su mente la vio sonreírle, haciendo un ligero movimiento de su mano. Con una sonrisa y sin escuchar más, pues con sentir lo que se llevaba en su corazón, salía sin responder nada, sin hacer ningún comentario. Diciendo un simple adiós y retirándose por la escalera para dirigirse a su auto, un pequeño auto viejo que la esperaba para regresar a casa e iniciar como cada noche, sus tres horas diarias de baile.
William Albert era solicitado al teléfono, Elisa estaba encima de él porque pronto se irían a América, bailarían en un teatro de talla internacional, ahí sería el despegue principal de Elisa, ella era la que necesitaba de William para sobre salir de la incógnita en la que se encontraba, como auxiliar de baile, en la llamada insistía que podían hacerse pasar por novios, que así no lo molestarían las fans en América. Albert por su parte no sentía un gran amor pero era un caballero y acepto la petición de Elisa.
Candy leía un diario donde por fin William el hijo de madame Andrew estaría en América, por fin podría verlo y preguntar dónde quedaron los restos de sus padres, buscarlo y ver de nuevo esos ojos que había guardado para ella, si había esa química que tuvieron de niños, si acaso ella podía aspirar a algo más que un amor platónico.
- Hola Paty… si ya lo leí, al parecer vuelve por fin a América.
- Candy, ¿Lo vas a buscar?
- Paty, es el único que sabe donde están mis padres.
-Ah. Yo pensé que él era el chico por el que suspirabas.
- Por favor Paty, si éramos niños cuando lo conocí, ya debe tener novia y una vida.
- Tienes razón Candy. ¿Cuándo piensas decirme quien es ese hombre que se robó tu corazón? y no me lo quieres contar.
- Paty, ya te lo dije, es un amor imposible, no es justo comentar algo imposible.
- Y cuando piensas tener novio Candy.
- Cuando me enamore.
- Si sigues suspirando por el imposible nunca te vas a enamorar.
- Verás que si, solo que… no he conocido al adecuado.
- Bueno que te parece si salimos este fin de semana al canta bar y vemos algunos chicos.
- Paty, este fin de semana tengo guardia. En otra ocasión será.
- ¿Me lo prometes?
- Prometido.
Candy tenía un fiel amor a aquel joven que un día la hizo sentir que sus sueños tenían una liga con la realidad, pero nadie sabía que él era y seguía siendo su amor imposible, sería un amor criticado y absurdo, ella ya no tenía amistad con él, entre ellos había muchos kilómetros de distancia, y una pareja profesional inseparable, con la cual había sacado lagrimas al verlo bailar tan bello en compañía de esa joven.
William por su parte, salía solo, caminaba y se dirigió al panteón donde descansaban sus padres, en silencio conversaba con ellos, y vio hacia la tumba a un lado de sus padres, salió una lágrima, toco la pared del lugar donde descansaban los White, bajo su rostro y dijo
- No la encontré. Pero sigo buscándola.
Con eso, sentía haber una promesa de cuidar a su niña, la única sobreviviente de los White, estaba perdida, cómo pudo sobrevivir una niña de escasos diez años sola, haber huido, desaparecer, los familiares de la madre de Candy se quedaron con los bienes en protección hasta que apareciera la niña, pero eso es lo que él pensaba.
Verónica, con el poder de ser la compañera de la tía de Candy movió todo para que Candy tuviera todos los bienes de sus padres a su nombre, se hizo pasar por un familiar lejano y como en todo momento manejo el nombre de Candy en todos los papeles, ninguno de ellos se nombro a Verónica Rodríguez, sino a Candy White pero de incógnita, así nadie daba con ella, no era robada las propiedades, puesto que en cuanto apareciera todo sería de ella.
