CALÉ CNA.


Capítulo 1:

La decisión.

Era una noche en la que solo podía escucharse la lluvia torrencial, los relámpagos y truenos azotaban en el castillo del gran Lord del Oeste.

Una pequeña niña de nueve años de edad se encontraba tapada de pies a cabeza por una manta bastante gruesa.

No hacía más que llorar e implorar en voz alta que nada malo suceda. Pero… ¿Qué cosas malas podían pasar? ¿Acaso creía que unas simples gotas de agua y unos truenos podrían atravesar las gruesas murallas y paredes del castillo y matarla? Eso no estaba del todo claro… lo único que ella sabía es que las tormentas le generaban miedo a tal punto que creía que iba a morir.

Al lado de su habitación se encontraba la habitación de su nana. Esa youkai agraciada, elegante, hermosa que cuidó de Rin desde que se llegó al castillo hacía dos años atrás.

Sora la había cuidado, y casi adoptado como hija propia. Estaba pendiente de sus comidas, sus horarios, las cosas que hacía, sus pensamientos y absolutamente todo lo que podría pasar en la vida de esa pequeña humana.

La niña no resistía más, no paraba de llorar y su nana se había percatado de eso debido a su aguda audición. Decidió levantarse y ponerse una bata atándola por la cintura, pero al salir de su habitación vio como la pequeña Rin salía de la suya gritando y corriendo a toda la velocidad que le permitían sus pequeñas piernas.

—¡Amo Sesshomaru! —Lloró desconsoladamente y gritó más fuerte—. ¡AMO SESSHOMARU!

Sin dejar de observarla esperando a ver hacia donde se dirigía la pequeña, se sorprendió cuando giró a la izquierda, en dirección hacia el Ala Este del castillo, donde se encontraba la habitación del Lord.

Se preocupó de sobremanera por la desesperación que emanaba la niña y mucho más por la actitud que había adoptado corriendo en medio de la oscuridad del inmenso castillo llamando a su protector.

Sora, sin vacilar ni medio segundo, comenzó a correr tras ella y a preocuparse mucho más al pensar en lo que podría llegar a hacer o decir el Lord ante la actitud tan exagerada de la pequeña y ante todo ese alboroto por solo una lluvia. Ella sabía que no le gustaban las tormentas, les tenía terror, pero su amo no estaba enterado de eso.

Él, desde sus aposentos, la había escuchado desde un extremo a otro ya cuando ella empezó a llorar en su cama. Pudo percibir el llanto incontrolable de su protegida.

Cuando el comenzó a escuchar cada vez más fuerte y más cerca los llamados de súplica de la niña, decidió levantarse y amarrarse con suavidad las tiras de su pantalón para dormir. Salió de la habitación a paso elegante, con un semblante tranquilo y sereno, como siempre.

A medida que iba acercándose a su protegida, pudo percibir la presencia de la niña dirigiéndose hacia él. Se agachó arrodillando una pierna en el piso y esperó. Luego de unos segundos, Rin lo divisó por la claridad que se filtraba por el ventanal que estaba a espaldas, y se estampo contra él abrazándolo por el cuello.

—Sesshomaru-sama, tengo mucho miedo —dijo la pequeña, apretando fuertemente sus brazos.

—Rin, es solo una tormenta.

Rodeo con su brazo izquierdo la diminuta cintura haciendo que la niña se pegue más a él.

El Lord olió la presencia de Sora acercándose a ellos, quien en cuestión de segundos apareció frente a él.

—Sesshomaru. —Sora sonrió—. Cuanto lo siento. Ella le teme mucho a las tormentas.

Sesshomaru escucho a Sora hablar, sin embargo, no respondió. Sintió a Rin temblar contra él al divisar un rayo que ilumino el ventanal.

—Puedo llevármela a su habitación nuevamente.

—Rin. —Ella separó su cara del cuello del youkai y lo miró—. Sujétate fuerte.

El príncipe se levantó y cargó consigo a la niña. Giró sobre sus talones y dio media vuelta, dirigiéndose al Ala Este nuevamente, llevándose a Rin con él.

Al llegar a su habitación, el príncipe vio como la niña se quedaba encandilada mirando la grandeza del lugar.

—Amo. Su habitación es enorme. —Esbozó una sonrisa y agarro al Lord de la mano, llevándolo hasta un enorme sillón.

El solo la siguió con su semblante serio y sereno, expectante de que podría llegar a hacer la niña.

Se sentó, y ella se subió en su regazo. Se acurruco contra su pecho y se dispuso a dormir. El príncipe, por su parte, pudo conciliar el sueño tan pronto noto que ella ya estaba descansando. La sensación que sentía al tenerla tan cerca a la pequeña le daba… ¿Ternura? ¿Inocencia? Él no lo admitía, pero la protegía más que a su vida.

Esa noche fue la primera vez que Rin durmió junto a él.

Después de esa ocasión, a la pequeña se le ocurrió ir a dormir a la habitación de él cada vez que se le antojaba. Sesshomaru no se lo negaba ni hacia ademan de desagrado. Una vez que llegaba a la habitación, lo saludaba, se sentaba en la cama y comenzaba a contarle todo lo sucedió en el día. Él solo se limitaba a leer unos pergaminos que tenía en un escritorio colocado en una de las esquinas de la enorme habitación, y aunque no le dirigía la mirada ni le respondía absolutamente nada, ella sabía que él la escuchaba atentamente.

Cuando ella terminaba de contar todas sus anécdotas diarias, él se levantaba y se dirigía hacia el sofá sentándose muy tranquilamente y mirándola fijamente a Rin. Después de tres años, se volvió una costumbre para Rin hacer eso todas las noches, independientemente de si había tormentas o llovía. Los sirvientes ya estaban acostumbrados a llevarle el desayuno todas las mañanas a la habitación de él.

En todo ese tiempo, Rin había crecido considerablemente, convirtiéndose en una hermosa jovencita. A sus doce años de edad, su cuerpo empezaba a dar señales de estar transformando a Rin en una bella señorita. Su cabello había crecido, sus ojos verdosos e intensificados brillaban diariamente, debido a la inmensa alegría que tenía ella todos los días.

Una noche, como todas las demás, Rin se dirigió al comedor para poder cenar junto a Jaken y Sesshomaru. Al ingresar, hizo una reverencia y saludo cordialmente.

—Que mocosa más irrespetuosa, hace siglos que te estamos esperando para cenar Rin. —Se molestó Jaken.

—Hay abuelo Jaken, lo siento. Es que me tuve que volver a bañarme. —Rin tomo el palillo con su mano derecha y empezó a revolver el arroz de su tazón.

—¿Qué anduviste haciendo por ahí, pequeña desastrosa? Te he dicho mil veces que no ingreses al jardín del Ala Oeste, todavía no ha sido limpiado y podría haber víboras o algún insecto y…

—Silencio. —Sentenció el Lord.

La cena continúo sumida en silencio. Hasta que a Rin se le ocurrió hablar.

—Amo… —se aventuró Rin—. Hoy dormiré con usted. ¿Cierto?

—No.

Jacken, desde su asiento, observó incrédulo la pregunta tan insolente de Rin.

—¿Por qué no? —Rin soltó su palillo y lo miró, sorprendida.

Sesshomaru siguió mirando su tazón. —Tienes tu propia habitación Rin. No eres más una niña.

—Es por lo que dijo Sora… ¿No es así? —Rin elevó su tono de voz—. Pero no es cierto, no sé por qué dijo eso. Yo no tengo olor, ¡Me baño dos veces al día!

—Calla de una vez Rin. No me contradigas.

Sesshomaru miró a la jovencita, enojado por su insolencia. ¿Desde cuándo Rin lo cuestionaba?

Una vez terminada la cena, cada uno se dirigió a su habitación, Incluida Rin, quien corrió a la suya, ubicada en el Ala Sur. Lloró desconsoladamente, pensando en que tan malo podría ser eso de lo que hablaba su nana acerca del cambio en su cuerpo.

Sesshomaru no soportó más el llanto y, sin pensarlo, llegó hasta la habitación de la joven, con toda la intención de llevársela a dormir con él.

—No lo hagas, Sesshomaru. —Sora habló a sus espaldas.

—No me des órdenes —respondió ácidamente.

—No permitiré que hagas esto. —Sora avanzó dos pasos hacia él—. Tu sabes que Rin está creciendo. Dentro de poco iniciara su periodo humano, lo cual significa que dejara de ser una niña.

Sesshomaru miró a la youkai que alguna vez también había sido su nodriza, cumpliendo las tareas que Irasue se negaba a realizar como madre.

—Rin está llorando, mujer.

—Pues entonces vete del castillo, niño. —Sora lo miró con compasión, sabiendo lo que significaba Rin para él—. Vete cada vez que hay tormenta, vete cada vez que la escuches llorar… Es por el bien de ella. Unos años más y su olor será difícil de soportar para ti.

Sesshomaru la miro, totalmente indignado.

—Ella no me atrae, es humana.

La youkai lo miró, sonriente y se alejó de él, caminando en dirección opuesta.

—Cuando tú has ido Sesshomaru, yo ya he ido y vuelto muchas más veces.

Él pudo escucharla, a medida que se alejaba y entendía a la perfección lo que intentaba decirle con aquella frase.

Mantendría sus instintos fuera de Rin. Así eso implicara pasar menos tiempo con ella.