Capitulo uno.- No mas insultos, Saotome.
El sol brillaba tenuemente en el horizonte anunciando una cálida mañana en la ciudad de Nerima que se disponía a despertar, los autos circulaban apresuradamente para llevar a sus usuarios a sus labores de inicio de semana. Un par de amas de casa con canasta en mano para las compras del día, que rumoraban el chisme del día se cruzaron en el camino de dos jóvenes quienes ensimismados en sus pensamientos se dirigían silenciosos a la escuela preparatoria.
Apenas dos días habían transcurrido desde la boda fallida entre Ranma y Akane, ambos se incorporaban a sus actividades normales, con aparente calma.
El joven de trenza caminaba al lado de una hermosa jovencita de mirada perdida, que parecía estar avanzando por inercia.
- Akane ¿te sientes bien?
- ¿Eh?... Sí, ¿por qué me lo preguntas Ranma? – El joven de la coleta, ese día no vestía sus usuales ropas rojo y azul marino, para este día su madre le había regalado una camisa china sin mangas de color negro y botonadura horizontal dorada, llevaba para combinarlo un pantalón estilo chino color blanco, una cinta dorada a la cintura y sus zapatos chinos negros, se sentía muy a gusto con la nueva muda de ropa, pero lo que él estaba sintiendo realmente en ese momento era verdadera preocupación por la chica de cabellos azulados, esa mañana su semblante durante el desayuno era totalmente apagado, sus ojos estaban perdidos en el fondo del cuenco de arroz que estaba tratando tan a duras penas comer ni siquiera noto que él la miraba detenidamente.
- Bueno es que – comenzó a rascarse una mejilla con uno de sus largos dedos – casi no desayunaste y creí que podrías sentirte mal.
- Ah, es eso. Sólo no tengo mucho apetito, tú sigues comiendo muy bien, casi como si no hubiera mañana. – aunque el comentario sonaba brusco, (inusual por supuesto en la señorita Tendo) el reproche que Akane hacía no era por la comida, no podía entender como después de lo que había pasado Ranma podía estar como si nada, actuar como siempre. Ser el mismo Ranma-baka de siempre.
Ella en cambio se sentía… realmente no sabía cómo definirlo, tal vez si tuviera conocimiento de todas las emociones podría ponerle nombre a lo que sentía, pero tenía la seguridad que la descripción que podría dar al respecto ayudaría a ponerle un nombre, pensando detenidamente en ello ella sentía como una opresión en el pecho, a modo de que dos manos invisibles estuvieran oprimiéndola, por el frente y por su espalda, su tórax por momentos sentía que esa opresión se agudizaba se volvía una punzada, como cuando por accidente te estillas un dedo pero multiplicado por cien. Se sentía decepcionada, esa era la palabra y probablemente un tanto abrumada y quizá triste, pero no quería llorar, aunque no es que no sintiera la necesidad de hacerlo, es que ni siquiera se sentía con la suficiente energía para hacerlo.
Si Akane hubiera tenido el conocimiento para establecer la definición a su emoción, esa hubiera sido apatía, tenía esas características, la apatía en sí es peor que la tristeza porque ni siquiera quedan ganas de estar triste, deambulas entre lo cotidiano y una latente depresión.
- Pues discúlpame por tener buen apetito – la respuesta de Ranma la hizo encararlo, estaba dispuesta a confrontar esa respuesta, pero cuando vio su rostro, se disipó, como el humo de un cigarrillo en el aire, su posible enojo que dio paso a la nada y después a una simple desgana.
- Me alegro por ti. – Fue la simple respuesta de Akane en un tono de voz o más bien en un sonido del que no era perceptible distinguir si esa modulación que emitía sus cuerdas vocales tenía emoción alguna simplemente era audible y clara, no hubo enojo, enfado, irritación, algo que le dijera a Ranma que al menos podría hacerla alterarse. Akane sólo era como un fantasma que había reiniciando así su marcha.
De pronto Ranma reacciono volviendo a la realidad, parpadeo incrédulo, siguiéndola segundos después. Algo extraño estaba pasando con su prometida, ella normalmente se hubiera molestado por su respuesta y más por el tono en que él se la dio, pero no ese día. Akane simplemente había ignorado su comentario, había rehusado discutir con él; pero ¿por qué, acaso estaba molesto con él? No, eso no podría ser, de estar enfada con antelación la respuesta de hacía unos instantes le hubiese asestado un fuerte golpe del maletín de colegio que llevaba la peli azul. Akane tenía otra cosa, hacía dos días que no salía a correr, que no entrenaba, que comía poco y había estado pasando el mayor tiempo que podía en su habitación, ¿quizá estaba triste?
Siguió caminando hasta llegar a la par de ella, se fijó en su rostro, quiso ver algún rastro de tristeza en él, algún indicio de lágrimas quizás, tal vez unos ojos enrojecidos o hinchados, algo que le pudiera decir si realmente estaría triste Akane. Pero si así fuera ¿cuál era el motivo? Él no recordaba haberle hecho nada para ponerla de algún modo triste. Lo último que paso entre ellos fue que la boda se cancelo. La imagen de Akane con el vestido de novia llego a su mente, no pudo evitar un sonrojo, se veía realmente bonita, pensó. Tal vez ella estaba triste por la boda, no eso no podría ser, ¿quién en su sano juicio se podía poner triste por no haberse casado con un fenómeno como él? Akane debería estar feliz, no tuvo que convertirse en la esposa de un medio hombre como él, si bien el agua de la poza del hombre ahogado estaba ahí y él se iba a convertir en todo un hombre y probablemente Akane acepto casarse con él por eso, porque él sería una persona normal y entonces podrían ser… es que acaso ella ¿estaría triste por eso, porque ya no se casaron? ¡Pero que es lo que estaba pensando estamos hablando de Akane Tendo, la chica menos romántica de todo Nerima!
- ¿A dónde vas Ranma? – Su voz lo saco de sus pensamientos, sin darse cuenta había llegado a la escuela y él estaba a punto de girar para continuar un camino a quién sabe dónde.
- ¿Eh?... No a ningún lado.
- Ahora nos dirigiremos al segundo piso, por fin pasamos a segundo año de prepa.
- Sí, aunque creí que no lo lograríamos.
Ranma y Akane iniciaban un nuevo ciclo escolar, Nabiki estaba ya en tercer año y claro seguía siendo compañera del gran Kuno Tatewaki y eso por supuesto esto seguía siendo un beneficio, siempre le podía vender fotos de su adorada Akane y de la chica de los cabellos de fuego. Ranma, Akane y el resto de sus compañeros habían pasado a segundo, aunque a duras penas. Las calificaciones de Akane no eran malas pero sus faltas le afectaron, en cambio Ranma tenía muchas inasistencias y encima malas calificaciones, pero que cuerpo de maestros hubiese querido que Ranma reprobara y tenerlo otro año entre sus filas, así que de manera muy considerada ayudaron a Ranma a pasar de grado escolar.
Las clases dieron inicio de manera habitual, Akane seguía perdida en sus pensamientos, con una mirada algo melancólica y prefería situar su vista sin prestar atención al libro que tenía sobre su pupitre. Llego el receso para el almuerzo y aún no se notaba cambio en el semblante de Akane, Ranma la veía de lejos, esto ya le preocupaba demasiado.
Sayuri y Yuka, las amigas de Akane parecieron notar el estado anímico de su amiga y se acercaron a ella.
- Akane ¿te gusta ya estar en segundo?
- ¿Eh?... Ah sí. Creo que es divertido. – respondió a la pregunta que le formulo una muy preocupada Sayuri.
- Akane no te ves muy divertida ¿qué tienes amiga? – Amiga, esa palabra saco por un instante a Akane de sus pensamientos, haciéndola razonar se pregunto realmente si podría considerar amigas a aquellas dos chicas, nunca les contaba de las locuras que vivía continuamente al lado de Ranma, mucho menos lo de la batalla contra Saffron y ni que decir de sus sentimientos y emociones acerca de la boda, una amistad se basa en confianza y sí la verdad es que Akane si confiaba en Sayuri y Yuka. Como podría no hacerlo, recordaba aquel incidente en el Ranma en estado Neko la había besado, ese había sido su primer beso, estaba traumada, molesta y hasta herida y fue gracias a sus amigas que se había animado, la frase que le dijera Sayuri en aquel momento le regreso la sonrisa: "Ranma tal vez no fue consciente del hecho de que te besara Akane, pero sin duda una parte de él quería hacerlo, creo que por eso lo hizo". Después de eso Akane recobro la sonrisa de siempre. No, no se trataba de confianza, confiaba en esas dos chicas y podía llamarlas amigas. Pero se trataba de comprensión, empatía, ellas no podrían vislumbrar lo que ella sentía, de hecho estaba segura de que nadie podría, ella vivía escondiendo sus sentimientos, sus emociones e incluso sus propios pensamientos eran apagados antes de ver alguna intensión de salir, no creía que nadie en el mundo viviera así, escondiéndose hasta de sí mismo.
- Amigas no pasa nada, creo que es un estado hormonal – era la primera vez que Akane usaba su condición de mujer para excusarse, pero de algo debía de servir tener ese periodo una vez al mes.
- ¿Estás segura Akane? – Insistió Yuka.
- Claro – Y se forzó a sonreír. Ranma vio de lejos esa sonrisa y él sabía distinguir muy bien las sonrisas de Akane y es que cuando la pequeña de los Tendo le dirigía una sonrisa sincera, cordial y hermosa, su corazón dejaba de latir o al menos así lo sentía él, y esa sonrisa que vio no le provoco eso, más bien lo acongojo.
Ranma era un tanto consciente de que la forma en que la trataba, muchas veces la molestaba simplemente porque hasta le gustaba verla enfadada aunque pudiera pagar caro eso, su forma de acercarse a ella era molestándola, era su mejor arma, sabía que era una infalible manera de captar su atención, para todos los adultos que los rodeaban era evidente que Ranma teniendo a un padre como Genma no era capaz de mostrar afecto como parte de una iniciativa propia, él era capaz de ser educado y en ocasiones extraordinarias hasta cortés y caballeroso. Los adultos como Kasumi y el Dr. Tofú que le conocían de algo lo comparaban fácilmente con un niño de primaria que jala de los cabellos a la niña que a él le gusta porque simplemente aún no tiene la madurez y la confianza en sí mismo para hacer algo dulce o tierno que demuestre su cariño para con la niña dueña de afecto; así es Ranma. Pero las cosas cambiaban cuando Akane se encontraba en peligro entonces Ranma era capaz de olvidar los miedos y defender a toda costa a su prometida, gritando a los cuatro vientos que nadie se la quitaría. Claro al paso del tiempo esto dejaría de ser suficiente para Akane, tener que esperar a un momento en el que ella estuviera en peligro para que Ranma mostrara su afecto simplemente no podría ser para siempre, tuvo que morir al menos un instante para que Ranma le dijera que la ama, ¿qué tendría que pasar para que Ranma ya no se retractara y mantuviera firmeza en sus palabras?
Pero basándonos en la lógica de un niño de seis años obviamente Ranma sólo sabía hacer una cosa, molestar a Akane y conseguir así una reacción de ella que le indicara que todo estaría bien, que después dejaría que le golpeara para recibir su castigo, pero necesitaba una respuesta que para él ya era condicionada, Akane pasaría a la normalidad después de desahogar el sentimiento del que era presa. Y con esta lógica Ranma procedió:
- ¡Hey Akane! Hace dos días que no sales a correr, ¿qué no sabes que te pondrás como una vaca y con tu cara de gorila no te ayudas? – Ranma espero la respuesta, atento a la reacción.
- Ranma eres un patán – le respondió Sayuri. Akane volvió sus ojos avellana hacía él, sólo lo vio por una decima de segundo, y no le dolió el comentario que le hizo sino que él no pudiera ver que algo le pasaba, le dolió que él no fuera capaz de preguntarle que le pasaba, ni siquiera esperaba que esa pregunta estuviera llena de preocupación, pero al menos simple curiosidad; pero era obvio que al él no le importaba, después de todo le había negado que él hubiera dicho ese te amo que ella tanto había esperado, tanto tiempo para que se esfumara como sus ilusiones, el cabeza dura de Saotome ni quiera se imaginaba que el vestido que llevaba puesto era el que su madre uso en su boda, ella en verdad se había sentido con el valor de usarlo, de casarse con él y ese tonto para lo único que le hablaba era para molestarla, sintió como su sangre hirvió, su aura de batalla comenzaba a encenderse, pero Akane no le vio ningún sentido a responderle, sólo sería volver a lo mismo de siempre así que de pronto dejo de sentir, su aura se apagó, su furia se esfumo y de pronto no quedó nada.
- No importa Sayuri déjalo que diga lo que quiera, realmente no me importa.
- Akane – dijo en un susurro Sayuri que vio oscurecer de nuevo el semblante de su amiga, ahora más que antes. Ranma quién escucho la respuesta atino a reaccionar y no a pensar como siempre lo hacía.
- ¡Pues debería importarte o te volverás más flácida de lo que ya estas! – Y justo al terminar la frase un lápiz fue lanzado justo a la cabeza de Ranma sin que este pudiera evitar que chocara contra él.
- ¡Pero qué vulgar eres! ¿Cómo te atreves a tratar así a una mujer? – la frase que provenía a espaldas de Akane en dirección a la puerta del aula, misma trayectoria de donde se lanzó el lápiz había sido dicha por un chico muy atractivo y los murmullos no se hicieron esperar se escuchaban entre los alumnos "¡Oh que guapo!", "¡Pero qué atractivo!", "Y defendió a Akane". Ranma volvió hacia el tipo que le había hablado.
- "Demonios ni quiera sentí cuando lanzo el lápiz, no es tipo ordinario" – pensó Ranma, y con justa razón, Ranma es un artista marcial no sentir un objeto acercarse a él era prácticamente un insulto.
- ¡¿Quién te crees para lanzarme un lápiz?! – dijo Saotome bastante molesto, encarando al tipo con una mirada que echaba chispas.
- ¿Quién te crees tú para ofender así dama? – le respondió ingresando al salón de clases aquel desconocido de complexión atlética, rubia cabellera, ojos azul verdaseos, una estatura imponente y una voz ronca pero sin ser molesta sino más bien tersa, le sostuvo la mirada pero esta no era de confrontación sino de desprecio como quién está viendo al peor ser humano existente.
- ¿Y a ti quién te metió en esto? – le increpo nuevamente Ranma visiblemente molesto, retorciendo su puño en el aire, haciendo crujir sus nudillos.
- ¡Pero que ser tan ordinario eres! Me llamo Tenou Haruka y no soporto que patanes como tú vayan por el mundo y traten así a una señorita – y caminando hacia Akane se acercó suavemente para situar su cara frente a la suya pero a una distancia prudente para no ser impertinente con ella, añadió – y menos si es una mujer tan hermosa – y sonrió, su sonrisa fue al mismo tiempo cálida y seductora.
Akane por su parte se había sentido completamente molesta cuando alguien intento defenderla, ella es demasiado independiente como para necesitar que la defiendan y menos algún tipo arrogante que se siente príncipe azul, pero antes de que siquiera pudiera decir algo, el chico que recién había aparecido en el aula ya se encontraba discutiendo con Ranma y aunque quería simplemente callar a ambos se detuvo, había algo en ese muchacho que simplemente le había borrado las ganas de discutir, tal vez porque tampoco ella pudo detectar el lápiz al ser lanzado, pero más que eso el joven desconocido decía sentir molestia ante Ranma por su actitud, sin embargo nada en su aura indicaba que estaba molesto, al contrario parecía tener un completo control sobre sus emociones, y cuando este se acercó a ella supo mantener la distancia y aun así ella pudo observar ese torrente enérgico que se dibujaba en sus ojos, su mirada tenía el color de un bosque, nunca antes se había sentido así ante ningún hombre, era como ver a un hermano que se había ausentado por mucho tiempo, con solo verle pudo sentir esa confianza que te regalan los años; era algo en su energía que le transmitía empatía, seguridad y esa extraña calma, algo parecido a lo que le sucedía cuando estaba cerca del doctor Tofú.
- Gracias…- respondió Akane en un susurro, Ranma inmediatamente volteo a verla.
- "A Akane no le molesta que este tipo la haya defendido" – pensó.
- ¡Pero no necesito que me defiendas! – soltó Akane de pronto – pero te lo agradezco y le sonrió, una sonrisa dulce y cálida de las que derretían a Ranma y a las que solo podía aspirar de vez en cuando y a este tipo le había regalado una de esas sonrisas tan especiales simplemente porque sí.
- Lo siento mucho, discúlpame – comento Haruka incorporándose – no pretendía molestar, me alegra saber que eres una chica independiente que no necesita que un desconocido como yo se entrometa en sus asuntos.
- Akane no necesita que nadie la defienda y yo no necesito que un completo imbécil venga a decirme como tratar a mi prometida, ¿te quedó claro? – reaccionó de pronto Ranma recordando que también él puede hablar – porque para empezar me tiene a mí. Akane volteo a verle, un claro sonido de la voz en su cabeza hacia resonar "Ranma" en sus pensamientos, le vio una mirada firme y aguerrida para confrontar al recién llegado.
- ¿Ah sí? y dime ¿quién la protege de la amenaza que eres cuando usas tus agresivas, soeces y estúpidas palabras para insultarla? – el balde invisible de agua fría que significo esa pregunta le cayó encima a Ranma, no podía ser verdad que Akane necesitara quién la protegiera de él, sí la ofendía constantemente pero nunca pensó o imaginó siquiera que alguien pudiera creer algunas de las tantas tonterías que solía gritarle a la peli azul. No, él no era una amenaza para ella, eso era poco probable al fin y al cabo Akane devolvía las agresiones, era parte de su trato diario, una forma poco convencional de comunicarse, estaba seguro que Akane sabía ver a través de cada palabra, cada ofensa, cada insulto; como él podía ver a través de sus golpes, él sabía que se los merecía por eso dejaba pegarse ¿pero y si Akane no lo hacía, si ella no veía que lo que él decía eran sólo tonterías? No, él no podía ponerse a pensar en eso ahora y menos delante de ese tipejo. Akane era hermosa a simple vista cualquiera podía notarlo y era fuerte, decidida, independiente, seguro que ella sabía que él sólo la molestaba porque era algo que ambos hacia muy bien al estar juntos, para las parejas normales seria a algo parecido a una charla telefónica. No, absolutamente nadie que no fueran ellos dos podían entender su modo de convivir, ¿pero y si Akane nunca lo había visto así? No, no eso no podía ser. Además ¿quién se creía ese idiota para interferir? Es más si alguien debía proteger a Akane ese sería solamente él, como tantas veces había hecho, porque ante el peligro ninguno había dudado en protegerse mutuamente. Ranma lo sabía para Akane él tenía que significar algo, porque una persona jamás se arriesgaría como ella lo había hecho durante el tiempo que llevan viviendo bajo el mismo techo, si estaban dispuestos a morir por el otro, era lógico que Akane entendiera su forma de convivencia habitual.
Akane quién había quedo impávida viendo al rubio joven, nunca sintió que pudiera necesitar ayuda para defenderse de los agravios de Ranma para ella era la forma normal de tratarlo, a estas alturas los insultos se había convertido en una nueva forma de comunicación, sino se agredían daban por sentado que algo andaba mal. Pero es cierto no es que necesite a alguien que la defienda pero la realidad es que no se puede llevar una relación ni siquiera de amistad sino existe el respeto y ella sabía muy bien que Ranma no la respetaba, ni como amiga, ni como prometida y mucho menos como artista marcial; tal vez Ranma pudiera protegerla de enemigos fuertes, incluso la arrancó de los brazos de la muerte; pero quien puede librarte de las palabras, quien puede protegerte de las frases, ella misma se había sentido herida muchas veces por lo que decía Ranma, había llorado incluso más de una vez por alguna cosa que Ranma hubiera dicho y era la primera vez que podría sentir que necesitaba un escudo contra todos esos insultos, en este momento ella se encontraba vulnerable y lo requería, requería urgentemente de ese escudo contra Ranma.
- No eres nadie para juzgar la relación que llevo con Akane – le respondió Ranma - ¡y si no quieres que te de una paliza más vale que te calles de una vez!
- ¡Ranma basta! – le respondió Akane – no todo se arregla a golpes o insultos - Akane le mira molesta realmente – y a ti, ¿te llamas Tenou, cierto? – el chico aludido asintió – pues bien agradezco tu interés pero no te conozco te agradecería que por favor te retiraras.
Ranma vio satisfecho a su prometida, esa era su Akane, lo que dijo le confirmo que ella sabía que esos insultos no eran nada, que ella entendía.
- Veras preciosa – pronuncio Haruka mientras colocaba su brazo extendido y su palma abierta para apoyarse en la mesa y quedar a la altura del rostro de Akane, acción que lo había inclinado al menos unos 30 centímetros – eso es algo que no puedo hacer, esta es mi nueva escuela y este mi nuevo salón de clases.
Más de uno se quedo boquiabierto con la declaración, pero Akane se sorprendió por otro motivo, la inclinación que había hecho Haruka para sostenerse en la banca había abierto sin querer aunque ligeramente la camisa del uniforme la cual no llevaba abrochada hasta el cuello como debería usarse y esto permitió a Akane una vista escasa pero esclarecedora de los pechos de la chica que ahora sabía tenía enfrente. Inmediatamente Haruka se incorporó al notar la sorpresa en los ojos de Akane, que claramente vieron a su pecho y con mirada asustada le devolvió a la mirada Akane suplicando silenciosamente que no la delatara.
- Muy bien Don Juan de pacotilla si tengo que soportarte en esta aula al menos no trates de defenderme nunca más y tú Ranma ¿a quién crees que llamas flácida? – y de quién sabe dónde Akane sacaba un enorme mazo que mandaba a volar al chico de la trenza de un fuerte golpe.
Haruka quedo sorprendida con la acción viendo entre asustada y extasiada lo que Akane acababa de hacer y no es que avalara la violencia pero le sorprendía sobremanera que ella conociera la técnica del arma oculta y cual mago hiciera aparecer de esa manera su mazo, ella no era una chica normal y definitivamente a ella le gustaban las chicas fuera de lo común, además le debía una por no delatarla.
Sin más las clases dieron comienzo nuevamente, el profesor presento al nuevo alumno, un famoso corredor de autos y motocross profesional, estaría temporalmente en el curso mientras se llevaba a cabo un torneo de motocross a las afueras de Nerima, además de que estaría pasado sus vacaciones en aquella ciudad. Ranma quien ya había vuelto de su viaje cortesía de Akane, había estado viendo de soslayo al nuevo integrante del grupo F. No le gustaba nada el tipo. Akane por su parte no prestaba atención a nada a su alrededor, había vuelto a encerrarse en esa burbuja de pensamientos e imágenes que alborotaban su mente, que la tenían divagando entre la nada, sin llegar a ningún lado.
Las clases llegaron a su fin y cada alumno se disponía a ir de regreso a su respectivo hogar.
- Disculpa señorita Tendo ¿cierto?, ¿puedo hablar con usted? – comento Haruka acercándose a Akane - ¿podría hablarle un momento por favor? A solas.
- Tenemos que irnos Akane – respondió Ranma, apretando los puños pero disimulando la reacción, ya había tenido suficiente por un día. Mientras tanto Akane vio los ojos de Haruka, era una mujer leyendo la mirada de otra y supo que lo que la corredora quería decirle era algo que le preocupaba mucho.
- Lo siento mucho Ranma, podrías decirle a Kasumi que llegare tarde a cenar. Te veo en la casa.
- Pero Akane… - cerró los ojos en señal de frustración y al abrirlos nuevamente dijo – como quieras Tendo – Ranma se dio media vuelta sin esperar respuesta y se fue saltado los techos.
- Lo siento sé que esto le ocasionara problemas – comenzó diciéndole Haruka – pero tengo que hablar que hablar con usted.
- No me hables de usted, llámame Akane y no te preocupes, ¿nos vamos? – Akane le sonrió con completa normalidad, aunque no le había gustado la reacción de Ranma, sentía que había hecho bien, el rostro de Haruka era un contracción de miedo, preocupación e inseguridad que simplemente no pudo decirle que no, era evidente que quería asegurarse de que Akane no la delatara y Akane sintió que era necesario darle esa seguridad.
Sin más Haruka y Akane se condujeron al estacionamiento del Furinkan donde un fabuloso Ferrari Convertible Amarillo, impresionaba que un auto así circulara por Nerima, a pesar de ser un distrito de Tokio las calles no solían verse transitadas por autos de este tipo, sino más bien por autos familiares.
- Sube preciosa – decía Tenou mientras le abría la puerta.
- ¿Cómo puedes pagar un auto así? – decía Akane mientras subía.
- La realidad es que los patrocinadores son muy generosos conmigo. – le respondió con una gran sonrisa. Subió al asiento del conductor, le indico a Akane que abrochara su cinturón de seguridad mientras ella hacía lo mismo. – sujétate preciosa – se le escucho decir mientras metía el acelerador a fondo. Sin duda es una gran corredora, todo un prodigio.
Haruka conducía en silencio por las calles de Nerima, sólo el viento en su rostro y la velocidad podían contener y calmar sus emociones y llenar sus sentidos de paz, se introdujo por calles que apenas había visto, Nerima no es un distrito muy grande, pero lo suficiente para recorrerlo a alta velocidad e irse perdiendo, pronto se encontraron subiendo una montaña. Akane veía atenta los ojos de la corredora, no perdía concentración al contrario poco a poco su semblante se relajaba e iba adoptando una postura de seguridad que rayaba en la arrogancia, tomaba las curvas a gran velocidad sin perder el control, el viento revolvía los cabellos de la rubia y los de ella misma, entonces entendió que lo que la rubia hacía era su manera de relajarse, como cuando ella misma apilaba tabiques para romperlos una y otra vez. Llegaron a la cima para vislumbrar la hermosa Nerima bañada en tonos rosas, naranjas y amarillos, el auto se detuvo, pero la corredora no parecía reaccionar aún, así que Akane tomo la palabra.
- Y bien ¿qué es lo que querías decirme?
- ¿Ah? – Akane había logrado sacarla de improviso de sus pensamientos, viéndola por el rabillo del ojo, antes de contestar apagó el auto y sin atreverse a verla directamente a los ojos le comentó – ¿lo viste verdad?
- ¿El qué?
- Te diste cuenta de que soy mujer – afirmó.
- ¡Ah, eso! Sí di me cuenta, pero no te preocupes no pienso decirle nada a nadie, ¿aunque me intriga saber porque lo haces?
- Es sencillo preciosa, vivo en un mundo controlado por hombres, necesito enfrentarme a ellos, amo mi condición femenina pero no fue hasta que deje un tanto de lado mi femineidad que comencé a ser notada en las carreras de autos, es duro llegar al nivel que estoy, pocos conocen que soy mujer, pero necesito mantener una popularidad y esta es la mejor forma, parece que escogí el camino fácil; pero no es así, estaba sola, mis padres no querían saber de mí por mis aficiones y bueno por… bueno es poco difícil de decir, pero a mí me gustan las chicas… y bueno eso no iba con el parámetro conservador de la familia Tenou, soy menor de edad así que no me pude quitar el apellido, al menos como hombre no mancho deliberadamente el nombre de mi familia y bueno una cosa llevo a la otra. Mantener este secreto no me ha sido fácil.
- No te juzgo y agradezco la confianza que has depositado en mí, prometo no fallarte, por alguna extraña razón siento que puedo confiar en ti y quiero hacerlo.
- Gracias Akane-chan – le respondió con cordialidad Haruka - ¿te apetece un helado?
- ¿Tomas helado a pesar que eres un chico?
- Sí eso que tiene que ver, no me siento menos "hombre" por comer vainilla con chocolate jajaja… - rieron juntos.
Mientras tanto por diversos caminos de la ciudad Ranma brincaba de un lado a otro tratando de seguir ese maldito auto amarillo, no entendía porque los seguía, estaba bien Akane se había ido con ese chico por su gusto pero ¿si trataba de propasarse con ella? Él no era un chico normal y Akane era muy torpe ¿y si le pasaba algo y Soun se enteraba? No, no quería ni pensarlo, ver la cabeza gigante de Soun no le apetecía ni tantito. Busco todas las justificaciones que pudo para armarse de ellas si era descubierto, pero hurgando en su interior sentía sólo una cosa, celos. Ranma hervía de celos.
Al fin el auto se detuvo habían recorrido casi toda la ciudad, los vio ascender por esa montaña y sintió aún más ira, ¿porque la había llevado a un lugar tan apartado? Se sentía algo agitado, y apenas estaba recobrando el aliento cuando vio que el auto descendía, se escondió rápidamente entre los arbustos y tuvo que reanudar la marcha para seguirlos de nuevo, por suerte no fue muy lejos. El maldito granuja se bajaba del auto para abrirle la puerta a Akane y extenderle la mano, lo veía y no lo creía, ella parecía contenta. Una opresión en su pecho comenzó a sentirse, quería ir corriendo hacia donde estaba ella, tomarla en sus brazos y romperle la cara al idiota ese… pero se contuvo, no entendiendo muy bien porque él se había convertido de pronto en un espía, estaba espiado a su prometida que estaba saliendo con un idiota al que acaba de conocer. No, él no estaba espiando a nadie, él estaba protegiendo la integridad de su prometida, a cierta distancia, pero protegiéndola.
- Akane eres en verdad muy amable, gracias por guardar mi secreto – le dijo Haruka mientras entraban a la heladería, caminando hacía una mesa apartada se sentaron. La mesera saludo y con un sonrojo en las mejillas tomo la orden para ambos. Y es que verlos caminar era para tenerles envidia, Akane estaba tan relajada con la compañía de Haruka que sus movimientos se volvieron gráciles y delicados, mientras el guapo chico que todos veían que acompañaba a la peliazul era como un fuerte guardián, como un príncipe de cuentos occidentales, verlos caminar sonriéndose mutuamente era como situarse en una de esas escenas románticas idealistas que nos vende la industria del cine Hollywoodense. Parecían una pareja ciertamente hermosa.
- Realmente no tienes nada que agradecer – le respondió Akane una vez que se fuera la mesera. – como te dije hace un momento siento que puedo confiar en ti.
- ¿Entonces quiero suponer que ya me dirás que es lo que te tiene triste? – Akane respingo en su lugar ante tal cuestionamiento.
- ¿Triste yo? No para nada.
- ¡Oh vamos Akane! No tienes que fingir, al fin y al cabo somos dos chicas, a punto de tomar un helado, puedes contarme lo que quieras, es más te prometo una cosa preciosa, podrás hacerme las preguntas que quieras si tan sólo respondes la que acabo de hacerte – le dijo mientras deslizaba una de sus manos para posarla sobre la de ella, en un gesto para generarle confianza, Akane no retiro la mano pues el contacto lejos de sobrecogerla la reconforto y le dio la pausa para hablar.
- Ranma es mi prometido desde hace año y ocho meses exactamente, mi vida era completamente normal y predecible antes de que el apareciera, ¡él y todos los locos que le persiguen! – sintió un apretón en la mano, Akane volvió su mirada a los ojos verdosos que se iluminaban tenuemente con el sol del ocaso, le parecieron encantadores, más que encantadores, en el aula su mirada era como ver un paisaje cubierto por un frondoso bosque, pero con el color cálido del sol muriendo en sus ojos ese bosque se había transformado en una hermosa selva, totalmente verde y llena de vida – nuestros padres decidieron el compromiso, cuando él llego a mi vida yo estaba enamorada de alguien más, pero era sólo una ilusión y yo no tenía esperanzas con esta persona, Ranma de alguna manera me reconfortó por mi corazón roto y el comenzó a sanarlo, desgraciadamente no soy la única prometida.
- ¡Cof.. cof! – Haruka comenzó a ahogarse con su helado - ¿En serio? Digo a ti te comprometieron con él, pero que haya otra que se haya prometido con él y por su propia voluntad… bueno debe estar loca.
- De hecho lo están, una de ellas es una amazona china, una gran guerrera, hermosa, con un cuerpo formidable, que quiere a Ranma a toda costa y para tenerlo es capaz de todo, de todo. La otra es una tipa loca de una familia rica, pero es excelente cocinera y también una artista marcial muy buena y la última es una amiga de la infancia de Ranma, hermosa, excelente cocinera y artista marcial, yo frente a ellas nunca me vi con esperanzas de conquistarlo o siquiera ganas de intentarlo, pero cada una de ellas lo perseguía, lo acosaba, lo veían, lo ven como a un premio, un simple trofeo. Ranma es más que eso, él es un formidable artista marcial, él mejor que he conocido, capaz de desarrollar técnicas o aprender milenarias tácticas para derrotar a sus enemigos y nunca ha dudado en proteger a los que lo rodean, en ocasiones puede ser verdaderamente tierno, creo que por eso él merece una mujer que lo ame y lo acepte por quién es.
- ¿Y tú quieres ser esa persona, verdad?
- Hace dos días íbamos a casarnos…
- ¡Cof.. cof! – comentó Haruka mientras se atragantaba de nuevo - ¿En serio? ¿Y qué paso?
- Habíamos tenido una batalla realmente dura contra un tipo loco en China, y yo por unos… por unos segundos deje de vivir…
- ¡Coooff..aaawww cof cof cof! ¡¿En serio?!
- Sí, él me regreso de la muerte, aún no sé cómo lo hizo, pero en ese momento yo escuche que Ranma me había gritado "Te amo, Akane" y por eso yo acepté casarme con él y después él me dijo que no había dicho esas palabras… después todos los demás, sus prometidas, otras personas aparecieron y terminaron con la boda antes de que si quiera empezara, yo estaba segura de lo que él había dicho, pero Ranma me lo negó…
- Akane ¿estas segura de que Ranma dijo esas palabras o es que acaso tú querías oírlas tanto que en ese momento las imaginaste?
- No lo sé, ya no sé – el semblante de Akane se entristeció realmente, porque sabía que lo que le decía Haruka podría ser verdad y que ella hubiera anhelado tanto oír esas palabras que sólo las hubiera soñado, al fin de al cabo nadie se las había confirmado, parecía que nadie más las había oído.
Ranma por su parte había conseguido, vestido de chica por supuesto, ingresar al local, como no llevaba dinero, le había dicho a la mesera que esperaba a su novio y que mientras tanto tomaría un vaso con agua, pero para cuando Ranma pudo entrar al local después de conseguir la peluca y el vestido para no ser reconocido se había perdido lo que realmente valía la pena escuchar de la plática anterior y lo peor es que cuando entró al lugar las mesas cerca de donde estaba Akane con ese imbécil, como lo llamaba Ranma, estaban ocupadas, así que tendría que resignarse con verlos sí cerca, pero sin poder oírlos.
- Vamos Akane no te pongas triste, lo que trato es que reflexiones acerca de lo que te sucedió, por ejemplo el día de hoy él te insulto realmente horrible ¿siempre es así?
- Sí, pero yo no me dejo, le respondo y golpeo a ese – Akane es reprendida con una mirada reprobatoria y calmada por una mano que aprieta con fuerza la suya.
- Sinceramente respóndeme ¿eso te parece sanó, qué él te insulte y que tú lo golpees? – Akane sólo movió negativamente la cabeza. Pero para un tercero que los observaba eso fue suficiente, Ranma ardió en cólera y se lanzó contra Haruka.
- ¡Haruka mi amoooorrr! – gritó una chica de pequeña figura, que vestía un horrible vestido rosa con vuelos y moños en color crema y un cabello rizado largo en color negro, un sombrero igualmente feo y unos lentes grandes, se colgó del cuello de la corredora restregándose en su torso. - ¿pero qué haces en este lugar y con una chica tan fea?
Haruka por toda respuesta, se levantó inmediatamente, se quitó del cuello los brazos de la chica que literalmente había quedado colgada a la corredora dada la estatura de esta y la vio fijamente a los ojos.
- ¡No vuelvas a tocarme, yo jamás podría fijarme en una mujer tan vulgar y con tan horrible gusto para vestir! – y agachándose para quedar a la altura de la chica añadió – ¡y que te quedé clara una cosa, si vuelves a llamar fea a Akane, te partiré la cara Ranma!
Para este momento tanto Akane como Ranma se había quedado muy sorprendidos, ni ella había notado que era Ranma disfrazado.
- Veo que no tengo necesidad de ocultarme más – dijo Ranma quitándose el disfraz dejando al descubierto su ropa china que había portado en el colegio – definitivamente no eres alguien ordinario Haruka ¿cómo te diste cuenta?
- Es fácil detectar el aura de una persona como tú, sigues siendo muy impulsivo y por ello es fácil seguir tu rastro.
- Ranma ¿se puede saber qué haces siguiéndome? – intervino de pronto Akane – no tienes ningún derecho de estar espiándome.
- ¿Quién está espiándote? Yo sólo quería asegurarme que este tipejo no se aprovechara de una boba como tú.
- ¡Plaaasss! – hizo eco la bofetada dada por Akane - ¡Deja de insultarme Saotome! – Sus ojos se llenaron de lágrimas, el corredor presuroso, sacó su cartera y sacó un billete de 1000 yenes que depósito en la mesa, la chica de la coleta sentía su cara arder y eso dejó de doler cuando vio los ojos de Akane llenarse de lágrimas, que él había provocado - ¡No vuelvas a insultarme más Saotome, no tienes derecho a ofenderme! – volvió su mirada hacía la corredora a la que no le hizo falta más para entender lo que su muda suplica decía "sácame de aquí" y así lo hizo. Haruka Tenou tomó de la mano a la joven Tendo y comenzó a caminar hacia la puerta…
- ¡Akane espera! – grito desesperada la pelirroja - ¡No te vayas!
Akane no respondió y tampoco volteo a verle, se dirigió a la salida decidida a una cosa, no recibir más insultos ni de Ranma ni de nadie.
Fin del Capitulo uno.
Notas de la autora: Gracias a todos y todas aquellas personas que se tomaron la molestia de leer hasta aquí. Haruka Tenou es uno de mis personas favoritos en el mundo del anime, pero esta ocasión su aparición tiene poco que ver con el universo de Sailor Moon, es decir que no se transformara en Sailor Uranus.
