La tarde caía por fin sobre la escuela preparatoria de Karakura, vacía en su mayor parte, salvo por unos cuantos estudiantes que se tomaban demasiado en serio los exámenes que se aproximaban al final del semestre.

Un exhausto Uryuu Ishida bajaba las escaleras del instituto con andares lentos y, una ves frente a la puerta principal que da por fin a la calle, estiró sus brazos y su espalda, ligeramente atrofiados después de largas horas de inmovilidad en la biblioteca. Sus pulmones se llenaron de lo que quedaba del aire cálido del día y echó a andar con dirección a su casa.

Hace buen tiempo: calor y una refrescante briza, sin embargo en las calles había poca gente, Ishida pensó en sus habitudes poco comunes de estudio, nadie a esa hora en una tarde como esa estaría en ningún lugar próximo a una escuela. Esta idea hiso sonreír al Ishida, que se acomodó la mochila al hombro y continuó con su ruta, giró en una esquina y se metió a una estrecha calle, con andares despreocupados; no fue hasta casi el final de la calle que lo olió venir: "lo olió" porque lo primero que delató su presencia fue su característico perfume corporal. Ishida, que contaba con un excelente sentido del olfato, lo detectó de inmediato. No se trataba de ninguna loción particular, era el simple aroma de su piel, que podía hacer sentir a Ishida un vacío en el estomago, como si estuviera cayendo.

Se acercó por atrás y, a pesar de estar prevenido no tuvo tiempo de reaccionar, en un par de segundos Ichigo ya había aprisionado sus manos firmemente detrás de su espalda con una mano, mientas con la otra lo tenía firmemente del cuello.

- hola Ishida - lo saludo el pelirrojo con una leve sonrisa y los labios pegados a la oreja del Quincy.

- Kurosaki - dijo este a modo de respuesta - cuando diablos piensas dejar de saltarme así por la espalda? - reprochó, usando el tono mas tranquilo que fue capaz de sacar.

- cuando diablos te vas a volver mas rápido? - le devolvió de modo burlón, acercando aun mas sus labios a la oreja del moreno, que se esforzó por reprimir un suspiro, no le iba a dar la satisfacción.

- vete al diablo Shinigami - le espetó, intentando librarse, sin exito.

- solo si tu vienes con migo - susurró el pelirrojo bajando su mano libre y deslizándola por el muslo del Quincy con intenciones muy escandalosas. Este no pudo evitar tragar saliva. - ¿nervioso?

El moreno respondió con una risa seca.

- No te hagas ilusiones Kurosaki.

Ichigo estampó sus labios en la nuca de Ishida y la mordió con suavidad, enseguida pudo sentir con placer como este se estremecía bajo su cuerpo.

- tienes huevos para hacer esto aquí...

- No sería la primera vez - le recordó el pelirrojo, separando brevemente los labios de su nuca.

- se esta haciendo mala costumbre...

- me encanta como hueles.

Ishida dejó escapar una sonrisa torcida. Cuando se le metía una idea en la cabeza a ese zopenco imposible razonar con él, había que ser mas inteligente, lo cual era su lado mas fuerte. Cuando sintió como la mano del Sinigami subía peligrosamente por su pierna se decidió a actuar.

-si vas a hacer eso tienes que besarme primero.

Ichigo soltó una carcajada.

- se me olvidaba que eres el tipo cursi. -se burló, escondiendo sus propias ganas.

El chico pudo por fin darse la vuelta para quedar frente al otro, sin embargo cuando Ichigo se inclinó para besarlo Ishida logró escabullirse bajo el brazo del Shinigami.

- eh! - rezongo Ichigo - a donde crees que vas?

- no se tu, pero yo estoy exhausto - mintió Uryuu - me voy a mi casa, naturalmente – dijo con tono casual, pero sonriendo internamente ante el aire perplejo que se reflejaba en la cara del pelirrojo.

- no juegues con migo Ishida, no puedes irte así!

El nombrado dejo escapar otra risa seca.

- si tantas ganas tienes de verme no tienes mas que pasar por mi casa - le espetó ya caminando para marcharse - tenemos un asunto pendiente...

- Ishida - dijo Ichigo entre dientes - me las vas a pagar...

Uryuu se marcho sonriendo, dejando tras de si un chico confundido y calentado, sin la menor idea que sería el quien se las iba a pagar. Hizo un gesto con la mano y se despidió sin voltearse.

Recordaba muy bien la primera ves que lo había tomado por sorpresa, no había reaccionado absolutamente de la misma manera. Desde ese entonces había tenido la costumbre se atacarlo por sorpresa cada ves que lo encontraba solo por algún lado, esa vez en particular había sido en la biblioteca, de manera muy similar a la de hace rato...

- FLASH BACK -

Era ya bien entrada la tarde, la biblioteca de Karakura estaba iluminada únicamente por el sol que amenazaba por esconderse en el horizonte de un momento al otro y el lugar estaba completamente vacío salvo por un terco estudiante que se negaba a irse a su casa.

Uryuu Ishida se resignó por fin, después de unas cuantas horas de estudio intensivo, cerró el libro que había estado leyendo y se levantó para poder estirar su espalda alzando los brazos con un suspiro de alivio. Ya iba siendo hora de irse a su casa, así que se dispuso a guardar sus cosas y se dirigió a guardar el libro que había tomado prestado. El rayón de matemáticas era uno de los más aislados de la biblioteca, suspiró con tedió y se dirigió a uno de los últimos pasillos del lugar.

Nunca lo hubiera imaginado, apenas puso el libro en el estante que le correspondía sintió un rianzu que salió de la nada. No tubo tiempo ni de voltearse cuando unas fuertes manos lo tomaron de las muñecas y lo obligaron a colocar las manos en las repisas de libros frente a él al tiempo que un fuerte cuerpo lo aprisionaba contra el estante.

- Hola Ishida.

Era la voz de Ichigo, podía sentir los labios del Shinigami pegados a su oreja hablándole con una voz suave, que le puso los vellos de punta.

- Qu… que haces Kurosaki? – preguntó el moreno con una voz alterada por la sorpresa.

- Que parece que estoy haciendo? – preguntó irónico el pelirrojo, presionando mas su cuerpo contra el estante. Ishida abrió grandes los ojos al sentir en su espalda baja la entrepierna endurecida de su compañero, un poco mas de presión y este dejó escapar un respingo, estaba demasiado confundido entre la sorpresa, la vergüenza y la excitación para poder reaccionar ante lo que estaba pasando.

- K… Kurosaki… -apenas llegó a tartamudear con torpeza, aferrándose con fuerza al estante frente a él – s… suéltame… ah!

Ichigo ignoró toda petición y atacó con sus labios la nuca del arquero. Él tenía una extraña fijación por esta zona, Ishida lo sabía bien ahora, pero esa vez sus labios hicieron en efecto de una bomba. No logró contener ni un gemido al tiempo que sintió un escalofrió recorriendo su espalda baja.

- ¿te gusta? – preguntó un Ichigo sonriente al Quincy que respiraba aceleradamente.

Ishida se odio a si mismo, se sentía como paralizado, hipnotizado, completamente incapaz de reaccionar. El Shinigami ejercía sobre el un poder absoluto: sus manos le temblaban, su voz se negaba a salir de su garganta, sus rodillas se sentían flaquear y sentía como sus pantalones se encogían dolorosamente sin nada que pudiera hacer al respecto. Vio con pánico como la mano derecha de su acosador dejaba la suya para bajar deslizándose por su pecho, tocándolo descaradamente, bajaba por su abdomen y su cintura hasta posarse en su entrepierna con firmeza, su mano izquierda lo tomó por el cuello.

- Veo que si… - sonrió el pelirrojo, poniendo más presión con su mano derecha.

Ishida se quedó paralizado cuando el Shinigami comenzó a desabrochar su cinturón.

- E… espera… - susurro, aunque en el fondo sabía que era inútil, no que pudiera o que quisiera realmente detenerlo. Ichigo se deshizo de su pantalón en un nada de tiempo y comenzó a tocarlo con suavidad, Ishida, aun fuertemente aferrado al estante apretó los dientes y cerró fuertemente los ojos, todo pensamiento se detuvo en seco para dar lugar a un placer inesperado, su única preocupación fueron sus rodillas, amenazando con flaquearle en cualquier momento.

- Ku.. ro… saki – jadeo intentando recobrar la compostura – no… espera…

Intentó decirse que por más que estuviera disfrutando, hacer algo como eso en un lugar público estaba fuera de cuestión… o por lo menos eso creía, hasta que el ruido metálico que hace un cierre de pantalón al bajarse lo hizo desmentirse.

Ishida abrió grandes los ojos, sintió entre sus nalgas el miembro cálido del otro, hubiera podido gritar de placer y sintió por fin como había sido vencido.

- Quieres que me detenga? – preguntó Ichigo con malicia.

Ishida sintió ira por dentro, el idiota Shinigami sabía como tomarlo con sorpresa y en que momento.

- Te pregunto que si quieres que pare… - repitió presionando ligeramente su entrada con la punta humedecida de su glande.

Hubiera querido cualquier cosa menos que parase, no podía dejarlo.

- No – respondió por fin, con la garganta seca.

- ¿ya cambiaste de opinión tan rápido?

El Quincy apretó de nuevo la mandíbula, hubiera querido golpearlo en plana cara, en vez de eso abrió ligeramente las piernas.

- Solo hazlo Kurosaki! – rugió, sorprendiéndose incluso a si mismo.

- Tzk… si tanto lo quieres…

Ichigo presionó ligeramente, Ishida pego la cara al estante de libros.

En la biblioteca desierta bañada apenas por la luz del ocaso solo se escuchaba el sonido rítmico de dos cuerpos chocando fuertemente contra si, acompañado de roncos gemidos y palabras altisonantes. De un lado del estante número diecisiete violentos golpes hacían que los libros cayeran de sus repisas al suelo, mientras del otro lado un adolecente de cabello naranja embestía con fuerza a uno de cabello negro, que se mordía la mano para no gritar.

- Me encantas Ishida…

Las palabras de Ichigo tuvieron el efecto de un afrodisiaco con Uryuu. Nunca había sentido tal adrenalina ni tal placer, ni siquiera supo como contuvo el impulso casi irresistible de decirle que lo amaba. Fue así, con el corazón latiéndole a mil por hora y la cara estampada a un grueso volumen de algebra que alcanzó el clímax: sintió la eyaculación del pelirrojo llenarlo por dentro y la suya propia explotando sobre una enciclopedia de historia.

Los gemidos en la biblioteca llegaron a un punto culminante, particularmente ruidoso antes de parar por completo, siendo remplazados por respiraciones que luchaban por calmarse.

Ishida temblaba de pies a cabeza, sus rodillas terminaron finalmente por flaquear, pero Ichigo llegó a sostenerlo por los brazos.

- Ishida! – dijo Ichigo con preocupación.

El arquero se tomo unos momentos para calmar su respiración.

- Maldito… Kurosaki – articuló a duras penas entre jadeos. Odiando sus piernas, que no eran capases de sostener el peso de su cuerpo.

Ichigo sonrió y se puso de rodillas junto a él. Por mas que lo intentaba no lograba respirar normalmente.

Ishida enfrentó su mirada, su corazón latía más fuerte que nunca. Hubiera podido decirle que lo amaba, que amaba como lo cogía, como olía, como se movía, que amaba su cara y su cuerpo. Se sentía eufórico, se limitó a tomarlo con fuerza del cuello de la camisa y a besarlo con un hambre infinita.

Ambos se separaron después de unos momentos, Ishida aun agarrándolo del cuello de la camisa lo miraba con furia.

- Maldito Kurosaki… - repitió.

El nombrado se limitó a sonreír, lo tomó del mentón y lo besó dulcemente.

- Lo siento Ishida. – se disculpó, Ishida lo miró aun más desafiante.

- Idiota – dijo furioso el otro, tomándolo de la nuca lo atrajo hacia si con violencia y lo beso de nuevo con rudeza… incluso lo amaba cuando decía estupideces.

- FIN DEL FLASH BACK -

Ishida Uryuu caminaba con una ligera sonrisa en los labios, desde aquel día el zopenco Shinigami había agarrado la costumbre de sorprenderlo cada ves que lo encontraba solo en algún lugar. Cada ves que lograba acorralarlo en alguna esquina solitaria o aprisionarlo contra un muro o un árbol, el desenlace era siempre mas o menos el mismo. La fuerza de Kurosaki era mayor, así como su determinación, sin embargó Uryuu contaba con algo que el Shinigami no tenía, lo que le resultaría en una gran desventaja.

Tal como lo había previsto, su teléfono no tardó en sonar poco después del encuentro que habían tenido minutos antes en el callejón. Ishida leyó un mensaje con satisfacción y se limitó a escribir como respuesta la dirección de su casa y una hora determinada.

- Me las vas a pagar todas… Kurosaki.

FIN DEL CAPITULO UNO.