Nueva histo que se me ocurrió de la nada. Espero que os guste e intentaré continuar lo antes posible con las otras dos que tengo pendientes (y una nueva en mente) ya que a The Softer Side y The Notebook le queda poco... Y no tengo mejor relax después de escribir guiones que ponerme con fics :)
Intentó contener el bostezo lo máximo que pudo, sin embargo, tras más de ocho horas trabajando, una larga dosis de café que al parecer había sido insuficiente y un montón de papeleo que se amontonaba en sus brazos le era imposible contenerse.
Ella sólo quería llegar a casa y dormir. Dormir por tres o cuatro días sin ser molestada.
Pero aquello no era posible. Aun le quedaba trabajo.
Abrió la puerta de su pequeñísimo estudio en la quinta y última planta del edificio en Bedford que hacía esquina con la avenida Grove en el mismísimo Greenwhich village y cerró la puerta con el pie ya que seguía con las manos ocupadas.
Miró a su alrededor y sonrió.
Aquello era del tamaño de una caja de zapatos, pero no podía quejarse, era el único lugar decente que había conseguido gracias a su sueldo de recién ascendida a detective de homicidios en el departamento de policía de Nueva York.
Y a decir verdad, tampoco necesitaba más, con una única habitación, una minúscula cocina separada por una barra de un salón en el que apenas había un ventanal, un sofá y una estantería con sus libros y un cuarto de baño tenía suficiente para ella y Christopher.
Su gato.
Dejó los cuadernos sobre el sofá mientras sonreía recordando cada vez que le hablaba de Christopher a alguien.
Todo el mundo pensaba que era su pareja.
Nada que ver con la realidad. Christopher era una bolita de pelo gris y ojos azules que le hacía compañía… Chris había sido desde hacía tres años el único que compartía cama con ella siéndole fiel… A diferencia de la bastante completa lista de relaciones fallidas que cargaba a sus espaldas.
Pero no le importaba. Ahora ella era feliz tal cual estaba. No necesitaba ninguna relación…
Tenía salud, a pesar de que en ese momento le dolía la espalda.
Tenía un buen trabajo, porque aunque se tiraba horas fuera de casa para arriba y para abajo, ser detective era lo que más le gustaba.
Podía decir que tenía amigos, pocos pero de buena calidad, suficiente para hacerle feliz…
También contaba con su gato. Miró a Chris y éste estaba más entretenido en los cordones de sus botas que en ella misma… Aun así adoraba a esa bolita de pelo.
Y tenía ese estudio… Algo que podía llamar Hogar.
Un lugar para ella sola… Si, era pequeño, pero después de pasarse hasta los quince años recorriendo con sus padres lugares del mundo donde apenas tenían para comer, tener un lugar propio, algo de ella, aunque fuera enano, algo que se había ganado con su esfuerzo, le hacía realmente feliz.
Y a su tía Teresa, claro.
Su único pariente vivo.
Su tía Teresa, era para ella su segunda madre.
Sus padres, médicos de profesión y aventureros de corazón, habían recorrido mundo desde que se habían conocido en África en una experiencia única salvando vidas.
Siempre se lo recordaban y le contaban todo tipo de historias durante las noches, justo antes de dormir…
Kate soñaba con cada historia sobre cómo habían seguido viajando durante su noviazgo y su matrimonio y como no habían dejado de hacerlo con el nacimiento de su primera y única hija.
Kate adoraba aquello, sus padres la habían arrastrado alrededor del mundo desde que era un bebé y a ella le encantaba conocer gente y sus nuevas culturas, ayudar a los más necesitados, aprender nuevos idiomas… Sin embargo todo cambió cuando sus padres fallecieron en un accidente.
Con quince años su vida dio un giro al tener que adaptarse a la gran manzana, junto con su tía Teresa.
Acostumbrada a vivir con diferentes personas no le fue difícil adaptarse a su tía Tess- Como a ella le gustaba llamarla para molestarla- Sin embargo Kate estaba resentida con sus padres, con la sociedad, con el mundo en general.
Después de todo, era una adolescente…
Su etapa rebelde duró varios meses mientras que tía Teresa había conseguido con paciencia sacar lo mejor de ella.
Hasta que la defraudó entrando en la academia de policía, yendo en contra de los principios pacifistas, religiosos y espirituales de su tía.
Por más que la mujer se hubiera quejado, Kate se había graduado con honores y le había llevado a esa vida… La de llevarse papeleo a casa por las noches.
Suspiró y estiró su cuerpo con la necesidad de crujir todos sus huesos y de intentar despegar su camiseta de algodón que se ceñía a su cuerpo gracias al horrible y húmedo calor que azotaba Manhattan incluso a esas horas del atardecer en verano.
Y su aparato de aire acondicionado estaba roto. Miró su móvil en busca de algún mensaje, a ser posible del técnico, pero nada. En teoría tenían que ir al día siguiente a arreglarlo… Pero ella sabía que aquello sería una incógnita.
Christopher saltó sobre el sofá acercándose a su dueña y golpeó su pierna con su cabeza en busca de algún mimo.
Tras una suave caricia al felino, se acercó hasta su habitación y dejó el arma y la placa en el cajón de la mesita junto con un colgante. Se deshizo de la ropa rápidamente tirándola al suelo y se metió en la ducha.
Unos minutos después, aún con el cabello goteando en su espalda, salió ataviada con un pijama de short y camiseta de tirantes de gatitos y asaltó la cocina.
Sobras de la pizza del día anterior y una coca cola. Lo agarró todo como pudo y se sentó en el suelo con la espalda tocando el sofá y los miles de papeles relacionados con el caso frente a ella.
Su primer caso importante.
Había trabajado duro para conseguir una oportunidad así y no pensaba desaprovecharla. Después de graduarse y pasar semanas en tráfico y ascender poco a poco hasta conseguir ese puesto…
No podía estar más orgullosa de sí misma.
Se abanicó con una de las carpetas intentando aplacar el pegajoso, agobiante, sudoroso, húmedo y jodido calor.
Encendió la televisión dejando un canal de noticias veinticuatro horas de fondo y siguió leyendo frase por frase en busca de alguna pista que hubiera pasado por alto.
Su capitán había confiado en sus aptitudes para dirigir esa operación, estando ella al mando del pequeño equipo que constituían ella, Kevin Ryan y Javier Esposito.
Sus compañeros y mejores amigos.
No pensaba defraudar al capitán.
Llevaban casi un mes detrás de un enrevesado caso que tras semanas le habían llevado a otro caso que colaboraba el FBI y tenía que ver con varias desapariciones durante años y un posible caso de tráfico de personas.
No obstante, ese día Kate tenía un presentimiento.
No solía dejarse guiar por corazonadas…Su trabajo no consistía en eso a pesar que su tía la instaba a ser más sensitiva y creyente, pero ella tenía la sensación que algo ocurriría con el caso.
Seguramente todo tenía que ver con las ganas que tenía de cerrarlo, salir a celebrar con un par de cervezas y dormir durante cuatro días en unas sabanas limpias y frescas y sin tener calor.
Bufó sintiendo como su espalda se pegaba al sofá debido a la humedad y volvió a bostezar.
Se fijó en una de las frases y la remarcó con subrayador verde. Tenía que llamar a Espo para que le confirmara un detalle.
Miró su reloj.
Era tarde, sin embargo sabía que Javi estaría despierto. Javi, era casi más trabajador que ella.
Incluso pasando por alto las muchas amenazas que Lanie, su mujer y mejor amiga de Kate, solía hacer sobre divorciarse.
Si, él estaría despierto a diferencia de Ryan que, aun siendo el más inteligente de los tres y seguramente el que más experiencias había tenido al no llevar una vida fácil, era el que siempre desaparecía primero, incluso siendo el recién llegado al equipo.
Kate miró una de las fotos entre los archivos.
Si, todas las pistas conducían a ese viejo edificio abandonado la lado del muelle del East River.
Agarró su móvil para llamar a Espo, pero se detuvo con el aparato en la mano, sintiendo como le temblaba levemente.
No podía tomárselo todo a la ligera e ir directa allí… Sobre todo sin refuerzos. Y pedir refuerzos era tener las cosas claras y ella no las tenía.
Si fallaba…Alguien podía salir herido.
Se mordió el labio intentando calmar sus nervios y se apartó el flequillo que se pegaba a su frente para poder masajearla.
Ella adoraba los casos raros. Los divertidos, siniestros, incluso los que a veces llegaban a ser inquietantes. Qué demonios, ella adoraba hasta los casos rápidos y aburridos que le permitían tener más tiempo libre para disfrutar en su hobbie más secreto, la jardinería.
Pasar una planta de una maceta a otra, enredar con la tierra húmeda, todo aquello era algo que le relajaba.
Pero también le relajaba encerrar entre rejas a "los malos". Y ella necesitaba encerrar a "este malo" antes de que su capitán Victoria Gates, le llamara la atención, ya que ahora ella no disfrutaba de los casos como parte del equipo, si no que estaba al mando.
Dejó el móvil en la mesita de nuevo en el mismo instante que éste empezó a sonar y vibrar haciendo que Christopher saliera corriendo despavorido.
Contestó con escueto 'Beckett' sin siquiera mirar la pantalla y relajó su tono al escuchar a su tía al otro lado.
-¿Cómo estás tía Teresa?
-Querida, por fin te encuentro…- Kate sonrió mientras separa brevemente el teléfono al escuchar la verborrea de su tía- Hace días que no hablamos, y me tenías preocupada sales ahí con el arma y escucho sirenas y…
-Estoy bien, tía-interrumpió Kate.-He tenido mucho trabajo, se me olvidó llamarte.
Ese era un ritual. Llamar o recibir una llamada de su tía, dos o tres días por semana pasase lo que pasase. Hiciera sol o nevara.
Aquella había sido una de las condiciones para dejar a Kate independizarse con su novio, Sean, un compañero de la universidad y varios amigos.
Beckett había estudiado durante varios meses en la faculta de medicina de la universidad de Columbia, sin embargo, aquello no era para ella. Aquello sólo le traía recuerdos de sus padres.
Por lo que había dejado los estudios tras una charla con su tía y había decidido empezar una nueva vida.
Y mientras ella trabajaba en una cafetería día tras día cada vez sintiéndose más agobiada mientras intentaba decidir su futuro, Sean también estudiaba anatomía, pero con Karen.
Su tía le había dicho que podía regresar a casa con ella y sus tres gatos después de su ruptura y dejar ese apartamento compartido con varios estudiantes, ya que al fin y al cabo les había prometido a sus padres que cuidaría de ella, pero se negó.
Simplemente cambió de residencia a otro lugar más pequeño para ella sola pero siguió cumpliendo con la condición de una llamada semanal…
Otra de las condiciones era, que le dejara leerle el horóscopo aunque fuera por teléfono.
Siempre… Desde los quince años, su tía le leía una vez por semana el horóscopo… Aunque eso supusiera asaltar su habitación.
Y ahí estaba, bien entrada la noche, leyéndole el horóscopo semanal vía telefónica.
-¿Cariño? ¿Me estas escuchando?-La voz divertida de Teresa sobresaltó a Kate, quien se había perdido mirando la televisión y el titular que rezaba en las noticias "Ultima hora: Edificio abandonado con situación de rehenes. Posiblemente relacionado con trata de humanos".
Kate entrecerró los ojos mirando el edificio detrás de la reportera y la voz de su tía volvió a hacerle saltar.
-Perdona, ¿Qué?
-El horóscopo, querida. Te lo leo, aquí dice: Escorpio, Alguien inesperado irrumpirá en tu vida. Le dará un giro, es lo que necesitas.
-Tía Teresa, seguro… ¿Tú no te inventas estas cosas para mi, verdad?
- Como piensas… ¡El horóscopo es sagrado, Katie!
Beckett sonrió. Sabía que su tía iba a decir esa frase… Como muchas veces en otras ocasiones le había repetido. Si algo era sagrado para su tía era el horóscopo. Además del té, el yoga, el budismo, el equilibrio de los chacras, sus plantas medicinales, su bisutería, el tarot, el ying y el yang y vivir la vida en paz, tal cual uno quiera.
Simplemente, su tía era genial.
-No sé, es que….-hizo una pausa- Ya sabes que yo no…-Quiso decirle una vez más que ella no creía en todo eso, ni en el destino, en alienígenas, religión, en santa o en los leprechauns. Algo que Ryan siempre le echaba en cara. Sin embargo no dijo nada. Y su tía siguió hablando.
Ella intentaba concentrarse en la conversación y al mismo tiempo en la televisión. Al ser un noticiero veinticuatro horas pasaban las noticias más rápido de lo habitual, y esperaba volver a ver ese edificio, con la foto del edificio que estaban vigilando en la mano.
-"Éxito laboral y estabilidad, Katie… Aquí dice que tú día Top será miércoles… -Su tía soltó un gritito de alegría- Hoy es miércoles, cariño, y aun no termina el día… Algo sucederá, vas a ver.
Beckett suspiró.
Tal y como la vez que le dijo palabras parecidas y Danny, su último novio, le había dejado dos semanas antes de su boda.
-Debes hacerle caso, Katherine. –Beckett no dijo nada.-Encontrarás lo que necesitas.
Y justo lo había encontrado cambiando de canal a otro canal de noticias donde otra reportera igual que la anterior informaba del suceso, hablando sobre el lugar donde la policía estaba a punto de intervenir.
-¿Cómo demonios se han enterado?-alzó la voz Kate, olvidándose que estaba al teléfono con su tía-¡Mierda!-masculló.
Escuchó como al otro lado su tía se quejaba de esa palabra malsonante. Ella no solía blasfemar. Tampoco solía preocuparse de los horarios, mucho menos desde que Kate era independiente, vivía sin prisas.
-Tía, tengo que dejarte. Te quiero-colgó antes de que le diera tiempo a la mujer para responderle y se levantó como un resorte, casi tropezando por las prisas.
Debía llamar a Espo e ir al muelle, pero sobretodo, alguien tenía que detener a la prensa o acabarían por arruinar todo el trabajo de semanas, perdiendo así la oportunidad de sorprenderles.
Sintió como una gota de sudor resbalaba desde su frente por su sien hasta traspasar su mejilla y deslizarse por su cuello. Se pasó una mano tratando de secársela y se recogió mejor su cabello mientras estaba en cuclillas, detrás de una pared de hormigón.
En treinta minutos había llamado a la doce, había reunido un buen equipo, había llamado a Sorenson, el agente del FBI que colaboraba con ellos y se habían presentado en el muelle.
Su capitán –así le gustaba ser llamada, nada de señora o capitana- se había encargado de deshacerse de la prensa.
Le hizo una seña a Javi y éste avanzo seguido de varios agentes, ataviados con chalecos anti balas y armas de asalto.
Todos se movieron en perfecta sincronización y sin hacer el mayor ruido entrando en el edificio.
Kate miró al cielo y en lo alto del edificio de al lado vio varios francotiradores.
Se hablaron en código por el pequeño micro y receptor que todos llevaban. Todo estaba saliendo a la perfección.
Escuchó el cargador de Ryan detrás suyo.
-Siento haberte hecho salir de la cama, Kev.
Ryan sonrío. Sus ojos azules brillaban de emoción. Él adoraba esos momentos previos a asaltar. Cargó su arma y asintió con su cabeza en un gesto.
Kate se giró y avanzó lo más rápido posible hacia la otra puerta. Miró a lo lejos y vio como Espo y su grupo entraban.
Miró detrás de ella, Ryan le cubría su espalda. Detrás de él un grupo como el de Espo entre policías y FBI la seguían.
Se movió y dejaron paso a los últimos mientras se cubrían unos a otros en un movimiento sincronizado, casi como una coreografía para entrar al edificio, oscuro y desierto.
Kate se fio del primer oficial que iba con casco y gafas para ver en la oscuridad.
-Adelante. Está todo listo-susurró.
Un ruido les alertó, lo siguiente pasó demasiado rápido. Luces, destellos, un par de disparos, unos cuantos gritos y más de diez personas implicadas y detenidas, de rodillas y siendo esposados por la fuerza policial.
Kate caminaba por el que seguramente había sido una sala grande e importante en aquel edificio. El suelo de cemento estaba cubierto por una capa de tierra que ensuciaba sus botas.
Todo el lugar estaba lleno de cadenas, hierros, columnas, un par de salas con puertas medio rotas, bastantes pintadas y cristales rotos…. Apestaba a abandono. Había demasiada humedad y algunas paredes estaban plagadas de moho mientras que otras estaban medio destruidas.
-Limpio-gritó uno- No hay nadie.
Kate abrió varias puertas, encontrándose habitaciones vacías. Quería echar un último vistazo para cerciorarse que no había nadie, peinar la zona antes de que llegara el CSU para trasladar los cadáveres.
Entró a la última puerta. Una oficina donde aún había unos cuantos papeles cubiertos de polvo y unas cuantas sillas y mesas. Nada raro.
Se quedó mirando una marca en la pared y otra en el suelo. Pateó un poco el polvo.
-Todo despejado-gritó Espo en la otra punta del edificio haciendo eco y distrayéndola, mientras los arrestados se quejaban y gritaban siendo trasladados a los coches policiales sin ningún cuidado.
La unidad de secuestros y otra brigada que había trabajado en el caso junto con el FBI les leían sus derechos.
Salió de la oficina, quedando frente a la puerta y sonrió viendo como Sorenson pateaba el trasero de uno de ellos.
El FBI había llegado con toda la caballería inspeccionando la zona y sus grandes coches aparcados a fuera iluminaban todo con sus luces azules y rojas.
Kate se quedó mirando hacia las ambulancias donde descansaban las personas que habían logrado sobrevivir al cautiverio y le daban unas primeras curas.
Aquello debía haber sido un infierno, pero ya había terminado todo.
-¿Kate?-preguntó Ryan detrás suyo y ella se giró-Cuando quieras… Esto ya está todo hecho, Gates quiere hablar contigo.
Kate asintió.
-Eh Ryan.
-¿mmm?
-Buen trabajo, Bro.
Kevin rió y chocó el puño con Kate. Ambos echaron a caminar hacia la salida cruzándose con Espo. Ya nadie quedaba en el interior del edificio.
Kate se quedó parada cuando detrás suyo escuchó un ruido en la sala que había salido.
-¿Kate?
Beckett se quedó paralizada tratándose de concentrar en el sonido. Tal vez era una vieja tubería.
Dio dos pasos cuando el sonido fue más constante.
-¿Lo estas…?-Kevin asintió.
Kate se dio la vuelta entrando en la oficina y empezó a mover la mesa y las sillas ayudada por Ryan.
Todo se llenó de polvo haciéndoles toser y manchándose completamente sin importarles.
-Beckett-exclamó Ryan cuando con su pie notó un doble suelo bajo sus pies. Apartó los cartones y los papeles sucios. No era otra cosa que la puerta a una trampilla.-Aquí.
Kate se acercó y ambos tiraron con fuerza pero claramente estaba asegurada para lo que fuera que hubiera abajo no escapara.
Ryan llevó su mano a la boca, tenía el micro en la muñeca y llamó a Espo avisándole de lo sucedido que enseguida tras su llamada llegó armado con unas tijeras hidráulicas y abrió la trampilla casi sin esfuerzo.
Al otro lado de la trampilla, todo estaba oscuro. Kate sacó su linterna y alumbró.
Se tapó la nariz por el olor y suspiró. Sus ojos se adaptaron a la semi oscuridad y saltó, colándose abajo mientras Ryan y Espo le cubrían la espalda.
Alumbró a un lado y a otro. Todo parecía vacío hasta hasta que dio con el causante del ruido.
Hecho un ovillo en una esquina, cubierto por una capa de mugre de su cuerpo desnudo y encadenado en ambas extremidades… yacía una persona.
Sus greñas enredadas en una cabellera sucia de color castaño igual que la frondosa barba cubría su rostro.
Una víctima más de la trata de humanos que tenían organizada en ese edificio… Sin embargo, por lo visto, él… había sufrido mucho más. Él estaba encerrado en una trampilla, sucio, desnutrido y seguramente deshidratado hasta límites que hacían temer por su vida.
Tenía algunas cicatrices en el cuerpo, estaba tan delgado que se le marcaban las costillas y unos ojos hundidos de un azul tan intenso que jamás había visto, reflejando el miedo que le hacía temblar y moverse contra la pared, alejándose de Kate.
El hombre, la miró asustado y sin decir nada.
-Chicos-dijo bajito para no asustarlo más- Necesitamos ayuda ya.
Kate escuchó como Ryan y Espo se alejaban en busca de ayuda sanitaria.
-Me llamo Kate-susurró.
El hombre se movió más contra la pared y gruñó.
Kate tragó saliva y se mordió el labio. ¿Qué demonios habría hecho este misterioso hombre de ojos azules en su vida anterior para estar torturado de esa forma en la actual? Movió la cabeza pensando que esa frase sería algo que hubiera dicho su tía… y se centró en intentar ganarse la confianza de él mientras su mente trabajaba a toda prisa para saber cómo solucionar esa situación.
Continuará...
Opiniones?
