Presagio
Declimer: Los personajes no me pertenecen le pertenecen a CLAMP, pero la historia es completamente mía, no busco ningún lucro con esto, ahora si les dejo con la historia.
Tomoeda, ahora mismo se ve como un lugar bastante tranquilo cubierto por el manto nocturno, sus calles solitarias ponen en evidencia lo tarde que era. El viento soplaba sin dar tregua, aun con esto las enormes nubes no se inclinaban por llorar. Un rayo aclaró el lugar cerca de una hermosa y antigua casa amarilla mientras una luz resplandecía dentro del último cuarto, la pequeña lámpara postrada en la alcoba chispeaba de vez en cuando.
El silencio en esa habitación era totalmente abrumador y dentro de la cama verde yacía una joven castaña, mantenía el ceño fruncido y las manos empuñadas, pasó un tiempo antes de que sus pequeñas manos deshicieran esos puños, el movimiento fue tan lento, pareciendo que alguien le ayudaba mientras ella pretendía dejarlas en esa posición. Las horas pasaron hasta que llegó nuevamente el día.
La chica con un poco de pereza optó por levantarse, se sentó bastante tiempo en la orilla de su cama mientras movía de un lado al otro su cabeza, suspiró.
—Por lo menos fue una pesadilla.- dijo levantándose. Se miró frente al espejo, ya había pasado bastante tiempo desde una, aquellas ojeras hacía tiempo que habían desaparecido. Dio bastantes pasos hasta llegar al baño para prepararse.
Cuando estuvo lista, se puso los audífonos y caminó en silencio hacia la escuela. La universidad estaba llena de jóvenes sonrientes que caminaban junto a sus amigos, bastante grande a decir verdad repleta de jardines inmensos que la adornaban. Las clases corrían a su forma como era normalmente.
—Sakura, nos ha tocado el siguiente tema, ¿te parece exponer la segunda parte?- pregunta una chica de cabellos largos- la castaña se pone de pie y asiente antes de salir del salón.
—Por qué intentas hablarle Tomoyo, es evidente que prefiere estar sola- comenta una chica de anteojos a la aludida, mientras sigue con la mirada la puerta donde ha salido la castaña.
Llega a su casa cansada, el trabajo de medio tiempo ha estado más movido que de costumbre.
—Es tiempo de dormir Kero- dice mientras toma entre sus manos a un pequeño muñeco alado, deposita un pequeño beso y lo deja en su lugar antes de recostarse. —Buenas noches-
En poco tiempo la noche se vuelve más obscura, dentro de la habitación la castaña forma una sonrisa entre sueños, probablemente un buen sueño pasaba en este momento. Dormía en una posición extraña y hasta cierto punto incomoda. Sin embargo su muñeca recargada en su pecho, es levantada lentamente hasta dejarla descansar a un lado de su cuerpo, si alguien pudiera verlo fácilmente sabrían que no fue un movimiento voluntario, pero quien podría hacerlo si nadie vivía a su lado. Sus dos padre habían muerto hace bastante tiempo y su hermano… él se encontraba en extranjero.
La luz del día nuevamente apareció, la chica se levantó con una sonrisa, había soñado con flores, y caballos blancos, mismo que significaban pureza. Se levantó también hace mucho que no tenía un hermoso sueño, ¿debería preocuparse?, se preguntó muchas veces mientras comía. Durante todo este tiempo se había mantenido al margen de personas a su alrededor, por muy cobarde que pareciera ya no quería que otros sufriera, no quería tener que verlos sufrir.
Desde que tenía memoria, sus sueños eran en su mayoría pesadillas, luchó mucho cuando niña por tenerlos, sin embargo más tarde entendió que sus sueños hermosos eran aterradores.
—Hora de irnos- caminó hacia la puerta de salida. Debiera prepararse para algo malo, no sabía que podría ser, eso nunca le era revelado.
Sus pasos se movían con rapidez por la calles, mientras evitaba a las personas que caminaban a su alrededor. Alzó los ojos un momento, en el cual una chica de ojos azules le sonrió, basto tan solo 5 minutos para que por su mente pasaran visiones, las imagen se movían rápidamente en su cabeza, aquella chica tirada en el piso, junto con varios autos involucrados, adultos, ancianos, jóvenes y niños muertos. Bajo la mirada y decidió alejarse.
No debía involucrase en el destino, su madre se lo había dicho varias veces. Detuvo sus pasos. Pero a veces no podía ignorar esas voces escuchadas en su cabeza ayuda corrió rápidamente hacia la chica.
—No vayas hacia ese lugar, no por hoy, no puedo decirte más pero no lo hagas.- pero las personas siempre quiere saber más.
—Por qué, tengo una entrevista, necesito ir.-Dijo como respuesta y avanzó sus pasos.
—No vayas- dijo firmemente, pero la chica ya caminaba a su destino, en un intento desesperado caminó detrás y cuando estuvo a punto de cruzar la calle, cuando alguien la jaló de la mano, se giró para ver quién era más no encontró a nadie.
—Gracias- se atrevió a decirle a la nada, momento justo en que la tragedia ocurrió, el grito de aquella mujer y las colisiones llamaron su atención, varias personas se acercaban para ver el suceso. Suspiró profundamente, sacó su celular y dio llamado a una ambulancia mientras se alejaba del lugar. Subió al metro y sentó en el asiento más lejano que encontró, junto a la ventana. Su mirada estaba perdida, trataba de no pensar en lo sucedido pero las visiones anteriores regresaban una y otra vez, rostros llenos de angustia, de dolor, de tristeza llegaban hacia ella. Fuera de eso, hoy se había atrevido a agradecer a lo que fuera que la ayudó, era la primera vez en toda su vida que se armaba de valor para hacerlo, sabía que desde hacía un tiempo alguien estaba a su lado y la ayudaba en numerosas ocasiones. No sabía que era, no podía verlo, pero muchas veces podía sentirlo.
Era constantemente repetitivo, la presencia de la obscuridad, un factor bastante usual dentro de ellos, cubría todo el horizonte, flamas azules brillaban y alumbraban los senderos, caminaba tranquilamente como en cada sueño, sin temor, debido a sus constantes pesadillas, estas ya no tenían el mismo efecto.
El aire estaba totalmente congelado y podía sentir como las mejías le ardían, simplemente seguía su camino sin interrupción, sin embargo durante su transcurso apareció, aquel mostro con forma de reptil, no era gigante, pero rebasaba su altura, sus ojos eran amarillos y por su boca salía humo negro, retrocedió pasos mientras él se acercaba. En cualquier momento debía de despertar, sin embargo su pesar se estaba demorando más de la cuenta.
Ha decir verdad jamás ninguna de sus pesadillas le contaban el final, siempre despertaba. Se armó de un poco de valor y dio un paso al frente. Estaba en un sueño, ¿qué podía perder?, si lo que importaba ya no estaba más con ella.
La bestia pareció enfurecerle su osadía y comenzó a destilar fuego por la nariz, alzó sus garrar para golpearla, ella cerró los ojos y esperó… para cuando abrió los ojos algo blanco estaba frente a ella, o mejor dicho estaba dándole la espalda.
—No puedes rendirte eres un mensajero de los dioses.- dijo mientras ella regresaba de nuevo a la realidad.
