Capítulo 1: Caminos solitarios
Las calles oscuras le rodeaban. Un viento imponente revolvía sus cabellos y levantaba tanto polvo que le dificultaba la vista.
Frente a él, una imponente figura se divisaba. Esa mirada rojiza se fruncía mientras su negro cabello revoloteaba.
Las oscuras alas de ambos se desplegaron. Tener a semejante ser enfrente era como verse a si mismo en un espejo…
¿Qué significaba todo eso?
-Chrno "el pecador". Colaboró con la orden de Magdalena entre 1922 y 1925 siendo un demonio bajo Contrato al servicio de Rosette Christopher. Tras un incidente en San Diego, se dio la orden de ejecutarlo, y fue Ewan Reminghton el encargado de hacerlo.
Este militante llevó como prueba de su labor el cabello del susodicho demonio; desde entonces todo registro lo considera muerto… interesante- sonrió un chico de cabello rubio mientras cerraba el libro que leía y lo entregaba al bibliotecario para que este se encargara del proceso que implicaba llevárselo.
Con paso decidido salió de la biblioteca. Una sonrisa de autosatisfacción se formó en su fino y blanco rostro mientras sus azules ojos, ocultos tras unos lentes bastante gruesos, contemplaban el libro.
Realmente le daba gusto haber encontrado tal información.
-pareces niño con juguete nuevo- soltó una voz detrás de él. La conocía tan perfectamente que ni siquiera se inmutaba al oírla de improviso. –Veo que has encontrado un libro interesante Daniel Christopher ¿de que trata esta vez?- preguntó la dueña de tan privilegiada y fina voz, una chica castaña con traje de militante, haciendo una notoria pausa al pronunciar el nombre del chico.
-simplemente sigo con la investigación, Melissa- el militante rubio le respondió sonriendo ampliamente e imitando la pausa antes del nombre
-si esa persona a la que buscas siguiera viva ¿no crees que la orden se hubiera percatado hace mucho? Han pasado ya ochenta años desde eso.-
-un demonio es capaz de vivir más de doscientos años ¿lo sabias?- el chico cambió su sonrisa por una mirada seria y continuó caminando por los pasillos de la orden.
¿Que nunca la encontraría? Eso estaba por verse.
La ciudad de Nueva York, un coloso de las grandes construcciones y el mayor ejemplo de los alcances de urbanización. Una ciudad que definitivamente había atravesado muchos cambios para llegar a lo que era en esos momentos.
A pesar de tanta grandeza y tantos cambios, el solo pisar ese sitio le traía gratos recuerdos. Recuerdos de una época en la que todavía podía vivir con sus seres queridos.
Una época muy alejada del actual año dos mil seis en el que estaba viviendo.
Cómo extrañaba el tener compañía de gente como su amada Rosette.
Siempre que caminaba entre la gente había alguien que le miraba como a un bicho raro, como a un fenómeno insignificante. Nunca tenía un destino fijo, iba a donde sus pies le llevaban. A Veces se detenía a descansar, otras para trabajar en lo que pudiera y así comprar comida, pero la mayor parte del tiempo solamente andaba.
Lo único que lo mantenía vivo era aquella promesa de proteger a las personas con sueños y esperanzas como Rosette; gente que aunque existente, escaseaba. Y al no tener un propósito fijo, ni el deseo de morir, lo único que resta es andar y vivir la vida.
Su caminata de ese día lo llevó a central park. Otro lugar dentro de sus recuerdos.
-hacía tiempo que no pasaba por aquí- esbozó una sonrisa y se sentó en una banca para ver la gente pasar y los niños correr. Siempre le llenaba de cierta calidez el ver ese panorama tan tranquilo.
Pero, de un momento a otro, toda esa tranquilidad se vio sustituida por una gran sensación de alerta. Sus músculos se fueron tensando y su piel se erizó al tiempo que la gente comenzaba a correr y gritar despavoridamente.
Él conocía esa sensación… ese nerviosismo solo era provocado por sus instintos indicándole que uno de su raza estaba cerca.
Una gran cantidad de energía emanaba de un punto al norte del parque. Ese monto de poder solo podía expulsarlo un demonio al desatar todo su poder y enfurecerse.
Sin pensarlo dos veces ni darse cuenta, se trasladó hacia el origen del desastre.
Una imponente figura alta y demoníaca estaba de pie frente a una delicada joven en plan de atacarla. Sacó sus garras y se lanzó contra la dama, pero un brazo le detuvo inmediatamente arrojándolo hacia atrás.
Daniel Christopher, mientras tanto, leía con detenimiento el libro que había tomado prestado. Nada en el mundo le interesaba cuando ponía sus ojos en una información, pero si llegaba Melissa azotando la puerta y lanzándole una pistola y municiones a la cara, entonces debía despegar su vista del libro.
-¿qué es lo que ocurre?- preguntó sin perder la calma en lo absoluto
-tenemos trabajo que hacer- resumió ella con determinación. Él suspiró resignando.
Este fanfic está dedicado a todas mis amigas que me han apoyado y animado en su realización, como podrán notar, está basado en el manga de Chrno Crusade. Estoy muy entusiasmada por poder escribir este nuevo fanfic para ustedes, y espero que lo disfruten.
Y porfavor, dejenme un review aunque sea para regañarme. Un fanfic con review es un fanfic feliz.
Atte: Hikari Hye
