Sinopsis: Un viaje sin límites está por comenzar par a Jacob, cuando él y sus amigos tienen que enfrentar una amenaza que los persigue desde un pasado distante. ¿Qué ocurrirá con Jacob y los Lobos cuando enfrenten este peligro?

La Gran Aventura de Jacob

A mi hermana María

Los personajes son de Stephanie Meyer. El personaje de Luna es mío.

CAPÍTULO UNO

Era un caluroso verano, no había una nube en el cielo, y nadie imaginaba el terrible peligro que se extendía sobre Forks. El viento corría como un fantasma que apenas si se anuncia al pasar junto a alguien, los caminos esperaban intactos y ardientes, el sol calentaba sobre las hojas caídas de los árboles, cuando de pronto, dos enormes lobos pasaron corriendo velozmente, removiendo el espacio como dos ráfagas de color rojo y gris.

Eran Jacob y Jared que jugaban una carrera de 6 vueltas alrededor de los límites del bosque, corrían tan rápido como podían, y no habían empezado la carrera cuando ya les faltaba poco para concluir. Así que Jared, que se iba quedando un poco atrás, se arrojó a morder a su oponente, volviendo así más entretenido el encuentro.

Los dos bajaron dando vueltas por un empinado sendero mientras se mordían el uno al otro, fuera de la ruta que tenían trazada para su carrera. Un nuevo juego había empezado, y así como el anterior, había terminado casi un momento después de su inicio. Finalmente Jacob tenía a Jared por el cuello, vencido contra una roca.

—Viejo, eres una bestia— dijo Jared cuando volvieron a su forma humana.

—No, sólo tengo talento—, contestó el vencedor, con una sencilla sonrisa.

Dejaron atrás aquella roca, y aquél momento de entretenimiento, y los dos amigos, que siempre se estaban enfrentando, caminaron rumbo a la guarida de los lobos. En la mañana les habían anunciado la reunión que tendría lugar esa misma noche; se celebraría a la luz de la fogata en la casa de Emily y sólo asistirían los lobos. Esto no ocurría siempre, 'debía ser algo importante', 'algo secreto'.

Parecía un día como cualquier otro; pero no había nada más lejos de la verdad.

—¿Sam, estás bien? —, le había preguntado su mujer a lo largo del día. Sam no contestó. Sentado, en el mismo lugar, esperó la llegada de la noche mirando al vacío y pensando. Inmóvil, distante, 'Qué pasa', pensó ella. 'Hay algo…' Él solamente huía de su mirada y trataba de respirar profundamente, '… que no quiere decirme' la luz del día se fue apagando por la ventana, y poco a poco dejó de proyectar la sombra de su presencia sobre el sillón. Su mujer se escondía, no podía hacer más, llevaba sus manos a la cara y se preguntaba: 'Algo, pero qué'.

Finalmente llegó la hora de la reunión. Todos los de la manada se sentaron alrededor de la fogata y bajo la luna llena. Una luz anaranjada relucía en sus ojos, solían ser muy juguetones, pero en esta ocasión su instinto, a diferencia de las demás veces, les pedía permanecer firmes, leales y pacientes, como los lobos cazadores de la estepa. El fuego bailaba incansable entre ellos, quienes apretaban los colmillos impacientes, en espera de las palabras de su líder.

Sam llegó. No fue para mirar los ojos de sus compañeros. Se quedó fuera del círculo, a un lado de ellos, casi dándoles la espalda y comenzó a decir:

—Nosotros protegemos nuestro territorio. Matamos vampiros, es lo que hacemos.

—Malditos chupasangre, dijo Quil.

—Es nuestro deber.

—¡Nuestro deber! Repitió Quil. Jacob tomó del hombro fuertemente a su impetuoso amigo y le lanzó una mirada amenazadora.

—¡Vete a casa Seth!, dijo Sam y todos los demás quedaron sorprendidos. Al instante el más pequeño de la manada, soltó una sonrisa, lanzó una mirada despreocupada a su hermana, dio media vuelta y se fue corriendo entre los árboles.

El líder siguió hablando:

—Voy a contarles algo muy importante. Hubo una antigua pareja de asesinos, nada famosos, nunca dejaron testigos ni alardeaban de sus víctimas. Pero tenían un sello característico, dejaban intacta una mano de la víctima, que siempre era encontrada con una marca roja parecida al pico de un ave. Él se llamaba Baron y ella Luna. Eran vampiros. En épocas ancestrales y casi mitológicas, allá en el tiempo en que se creía en la magia oscura, eran fuertes entre los fuertes y envidiados entre los envidiados —Sam había estado preparando estas palabras el día entero— en una ocasión, cansados de la vida eterna entraron en un profundo sueño con la intención de dormir durante años hasta que llegara el momento de volver a vivir, comer y conquistar.

'Como en las películas' pensó Quil, quien tenía prohibido, por los nudillos de Jacob, interrumpir.

—Un fuerte y sabio antepasado nuestro llamado Lucas los había estado buscando en el mundo entero, ya que su hija un día había huido de casa, y otro día, el viejo se había enterado de que su única hija había sido asesinada por ellos. Gracias a su olfato los rastreó, y los encontró en un poblado de Inglaterra. Estaba ahí, en una choza de la campiña el escondite de Baron, y mientras dormía, el viejo Lucas convertido en lobo lo destruyó. Pero jamás encontró el escondite de Luna… ella juró vengarse exterminando al viejo Lucas y a todos los lobos de su manada.

Tras haber escuchado esta historia a la luz de la fogata nadie sabía qué pensar o hacer.

Luna es muy fuerte, tiene poderes inimaginables —dijo Sam, esta vez dirigiendo la mirada a sus amigos—, poderes antiguos —concluyó agachando la cabeza.

—Y eso qué, intervino Embry.

Sam titubeó —Y… — entró a la casa y sacó algo envuelto en una manta. Quitó la manta y una mano mutilada y marcada con forma roja de pico de ave calló al piso —ella está aquí, vino a vengarse.

—Luna había vivido bajo el nombre de Liese Rothschild en Alemania, Lida Doyle en Inglaterra, Luce Ranone en Italia, Léa Vial en Francia. ¡Había vivido tanto!, Pintora, bailarina, cantante, homicida por supuesto, estaba furiosa al descubrir la muerte de su compañero 'siempre es difícil con los vampiros, viven tanto que con el tiempo pierden la razón', 'quiere un pedazo de nosotros, que venga' Todas estas cosas les había contado Sam en la fogata a lo largo de la noche, Sam insistió en que Seth tenía que huir mientras que los demás debían prepararse para enfrentar el peligro; pero lo que no sabía era que Seth lo escuchaba todo oculto entre las ramas de los árboles, y que nunca se había marchado como él le ordenó. Jacob se preguntaba por qué Sam se encontraba tan preocupado, jamás lo había visto tan aterrado como ahora, y al instante Sam despejó sus dudas 'Dicen que es el mismo demonio, y yo lo creo, mi cuerpo se estremece… mi sangre hierve' Le dijo a Jacob por separado.

Aquella noche terminó, todos hicieron un salto juntos por el acantilado, el mar cantó y cantó. Leah, Jared, Paul, Embry, Quil, todos preparaban su corazón para el ataque como guerreros que van a la batalla, Jacob no se explicaba por qué sentía tanta furia, ansiaba encontrarse frente al peligro y encajar sus colmillos en su cuello; pero no sabía lo que le esperaba, como no se sabe cada noche si es que iremos a mirar un día más la luz del día.

1, 2, 3, 4, una más, una más, se decía Seth a sí mismo. ¡Tienes que ser más fuerte! 5, 6, 7. ¡Sigue así, sigue así! —¿Qué estás haciendo Seth?.

—Me preparo para la batalla.

—¿Comiendo Muffins?

—Ya llevo 8, dijo Seth con la boca llena.

—Eres un tonto, le dijo Leah, pero en realidad de esa extraña manera le decía que lo quería.

En casa ya no había comida, en los caminos de Forks ya no había espacio que recorrer, y se sentía como si no hubiera aire que respirar tampoco. Jared, Jacob, Paul y Embry, trotaban juntos por los alrededores del pueblo bajo su forma humana, como lo hacen los lobos durante la caza en las tierras lejanas del norte, trotar y trotar por horas, en ocasiones por días completos, hasta encontrar una presa, hasta encontrar el momento para atacar. Los autos iban y venían, las voces lejanas de la gente que pasaba no les importaba nada. Sólo trotaban, respirando profundamente.

Emily tenía a Sam entre los brazos, bajo el pórtico de casa, pronto se acercaría la despedida, ella lo tenía aprisionado y él no intentaba escapar de esta prisión. Emily sentía el calor de su cuerpo ¡ardiente como el mismo infierno!, sentía el golpear de su corazón, ese corazón que era suyo mientras latiera, mientras viviera, era suyo ¡para siempre!

Pasaba el día y la manada trataba de tomarlo todo a la ligera. Pero a las 4 de la tarde, mientras ellos paseaban de un lado al otro, voltearon a ver el bosque de la reserva La Push, y lo encontraron invadido por una espesa niebla. Todos, desde distintos puntos dirigieron sus miradas hacia aquella espesa bruma, y rápidamente, sin dudar ni esperar un segundo se dirigieron hacia su destino. Una vez penetrando en la bruma y estuvieron cubiertos por su espesura y por los árboles, todos y cada uno se convirtieron en lobos, 7 fieros lobos que rondaron por el bosque mientras gruñían y observaban alertas cada rincón del bosque.

Pasó una hora y nada, pasaron dos, y nada. Dieron vueltas, olfatearon, esperaron, corrieron y calló la noche. Luego, todos se reunieron entre la bruma, hartos de buscar, volvieron a su forma humana y comenzaron a discutir:

—Ya me cansé de esperar Sam, me siento como un tonto.

—Eres como un tonto Embry, dijo Leah.

A penas si podían mirarse entre la niebla.

—Cállense ya, gritó Jacob ¿No lo sienten..?

Sam asintió —Jacob…

Un gran estruendo hizo temblar el suelo y una tremenda risa resonó por todas partes.

«Descendientes de la sangre» Se escuchó una voz de mujer. «También manchados por la culpa»

La manada de un salto formó un círculo cubriéndose entre todos las espaldas, y volvieron a transformarse gruñendo amenazantes.

«Culpables, también son culpables» Jacob respondió a estas palabras con un tremendo rugido.

Los árboles comenzaron a mecerse, el suelo tembló, y la neblina se fue concentrando en un solo lugar, luego frente a los ojos de todos, la neblina fue formando la silueta de una mujer fantasmal que flotaba suspendida en el aire.

—Buenas noches señores, y señorita— dijo Luna inclinándose como en presencia de un rey.

Los lobos tenían aquella imagen centrada en sus ojos, 'Ese era el motivo…' pensaron, ella los miró a cada uno de los 7 tratando de conocerles los pensamientos, 'sus ojos brillaban…' ellos permanecían, bajo órdenes de Sam, quietos y pacientes 'ese era el motivo…', quietos, aunque Jacob casi rompía esa quietud 'los ojos le brillaban del color de la luna, ese era el motivo por el que la llamaban así'. Jacob enterró las patas en tierra tratando de contener su furia.

—Pero si son unos cachorros, concluyó Luna después de mirarlos, y luego fue pasando las manos sobre la falda de su vestido para quitarle las arrugas.

'Esperen' repitió Sam mientras se agitaba su respiración. 'Esperen…' El rostro de Jacob se transformó en el de una fiera salvaje, no pudo contenerse más y se abalanzó sobre Luna, '¡ataquen!' finalmente. Uno tras otro, Rojo, Negro, Gris, Oscuros todos bajo la luna fueron a arrojarse los 7 hacia la intrusa, y uno tras otro los fue esquivando con movimientos parecidos a los de un baile, dejando tras de sí la imagen apenas visible de su velocidad, una risa aguda y el ambiente estremecido. Algunos de los lobos tocaron ágilmente el suelo con las patas al caer, los troncos de los árboles y las rocas; otros, fueron a darse un golpe contra los árboles y el relieve. Luna se alejó fuera del alcance de la manada y bajó del aire tocando suavemente el piso con sus pies desnudos.

—Vine a buscar al viejo ¿aun sigue con vida?— Jared no esperó más y se arrojó sobre ella a una velocidad impresionante, nadie tuvo tiempo de advertirle del peligro. Justo antes de que el enorme lobo gris alcanzara a la vampiresa cuyos ojos refulgían con brillos del color de la luna, ella alcanzó a sujetar a Jared con una mano por debajo del hocico, luego con una fuerza impresionante y tomando impulso con las piernas dio un salto y lo elevó varios metros en el aire, por encima de las copas de los árboles. Jared chilló como un perro por el dolor y luego Luna lo arrojó contra un árbol con tal fuerza que en cuestión de un instante Jared y el árbol ya estaban en el suelo, el árbol hecho astillas y el lobo sin poder levantarse. Leah y Sam fueron en defensa del caído, Jacob sólo se enfureció más. —Así que el viejo está muerto, qué lástima, vine a agradecerle— dijo Luna mientras descendía lentamente del aire. Paul, Embry, Quil y Jacob rodearon a Luna. Ella una vez tocando el piso los fue señalando uno a uno con el índice. —Uno, dos, tres y cuatro— los fue contando.

Miren esto fijamente cachorros, es una antigua arte de los vampiros — Luna se quitó el cabello de la cara y se hincó entre las hojas, puso la palma de la mano en la tierra y sus ojos volvieron a iluminarse. Los lobos, el bosque, la luna llena, la noche, todo permaneció en suspenso.

Un sonido, el sonido de las hojas, el sonido del viento, un sonido, como el temblar de la tierra, como el bailar de la yerba, se escuchó alrededor de todos, cada vez más y más fuerte, hasta casi volverse ensordecedor. El viento corrió alrededor de Luna, haciendo bailar su cabello y hondear su vestido, luego, una luz nació entre la yerba, de la corteza de los árboles, nació debajo de las garras de los lobos y frente a sus ojos sorprendidos, ellos miraron de un lado al otro como centellas de luz se separaban de la tierra y de los árboles, y luego, corrían hacia Luna. Ella estaba rodeada de centellas de luz. Una risa aguda se escapó de sus labios mientras las pequeñas luces caían sobre su piel y la rodeaban, luces del color de sus ojos.

—El juego comienza cachorritos, los destruiré con la energía de su propio bosque— Quil se arrojó a morder el brazo de Luna, lo atrapó con sus colmillos con la intención de destrozarla, Embry se rápidamente se le acercó por la espalda y le mordió la pierna. Estaban seguros de haber encajado sus colmillos pero la verdad fue otra. La energía que rodeaba a Luna se desató de un solo golpe quemándoles el hocico a sus atacantes, que terminaron por regresar, arrojados y gimiendo a sus lugares originales, sus colmillos les dolían mucho. Ella utilizó nuevamente la energía que había recogido de la tierra, en soltar un tremendo golpe con el puño en el vientre de Quil —esto es un regalo de tus ancestros— dijo, la energía luminosa estalló en su cuerpo y Quil cayó vencido, suavemente vencido en el mismo lugar en el que fue golpeado. Jacob y Paul se arrojaron sobre la vampiresa, Embry iba al frente de ellos, —Todavía queda un poco cachorrito ¡Esto es por morder mi vestido!— y Luna hizo fluir a través de su pierna nuevamente la energía y de una patada arrojó a Embry pasmado de dolor encima de Paul y Jacob, hasta impactar con un árbol. Esto hizo enfurecer todavía más a Jacob, quien a lo largo del encuentro tenía el pelaje erizado de puro enojo.

—Parece que eso era todo— dijo Luna cuando la última luz de energía se desvaneció de la palma de su mano. —Creo, que es hora de correr— continuó diciendo mirando sobre el hombro a Sam y Leah. Luego, en cuestión de un segundo pasó lo imposible. El vestido de Luna desapareció como lo había hecho la niebla y ella se convirtió… en un perro. Un perro, no tan grande como los lobos de la manada. Su pelaje era blanco del vientre, pasaba por el gris en el resto del cuerpo y se vestía profúndamente de negro en la cabeza. Un perro. 'Tras ella' les dijo con el pensamiento Sam. Luna, convertida en perro, salió corriendo, pero había decidido, para hacer el juego más divertido, nunca tocar el pasto, y corría de un lado a otro sobre las rocas y los árboles, impulsándose entre las ramas velozmente.

Paul, Leah y Sam fueron tras Luna, Jacob se adelantó para acompañarlos pero '¡Quédate a cuidar a los heridos! ¡Jacob!' le ordenó Sam. '¡No!', 'Obedece'. Sam y los demás se perdieron en la oscuridad entre los árboles. Aquél lobo pelirrojo arrojó su enojo al aire a través de un tremendo aullido. Jacob se quedó en aquél claro del bosque, alumbrado por la luna llena, con los heridos. Enojado. Realmente enojado, volvió a su forma humana y temblando bajo las sombras, fue reuniendo a sus amigos caídos. Jared, Embry y Quil. Embry seguía penosamente herido bajo la forma de lobo, inconsciente. Jared, bajo su forma humana, prefería permanecer sentado y se sujetaba un costado del vientre. Y Quil no podía hablar, le dolía el abdomen tanto que respirar era una tortura. —No se preocupen— les dijo Jacob —pagará por esto, la haré pagar por esto—.

Mientras tanto en lo profundo del bosque, Leah, Sam y Paul perseguían a aquel perro de pelaje negro, gris y blanco, perseguían a Luna, pero ella era tan veloz, que no solamente jugaba a saltar de un lado al otro sin tocar el suelo, también aprovechaba para saltar sobre sus perseguidores y sobre las copas de los árboles con una maestría y suavidad, que ni siquiera derribaba una hoja de cada árbol. En cambio los lobos, en su desesperación, iban rompiendo las ramas, abriendo el suelo, rasgando las piedras. Sam no lo decía a los otros, pero ellos podían notarlo, estaba asustado, tenía miedo, temía cada paso que daba. Parecía estarse volviendo lento, parecía estar perdiendo el coraje, y no vio cuando su presa se volvió cazador y aprovechó para morder fuertemente una de las patas del lobo más rezagado, Paul. Luego de morder, Luna huyó como los animales salvajes hacen para conseguir su presa; mientras que Paul cayó dando vueltas y golpeando contra el relieve hostil de este lado del bosque. Luna aprovechó su velocidad, y antes de que Sam y Leah, notaran la caída de su amigo, ella se arrojó sobre él y mordió su cuello; Paul se defendió devolviendo una mordida que alcanzó a rosar la piel de Luna, luego ella se apoyó en el cuerpo del lobo y dio un salto lejos de aquél lugar. Paul se incorporó cojeando de una pata, su cuello sangraba, subió una pequeña cuesta y calló en tierra desfalleciendo.

Al poco tiempo Sam y Leah se encontraron solos en la oscuridad. El perro apareció en un montecito entre los árboles. Nueva bruma nubló el ambiente, en el interior de aquella niebla Luna recobró su verdadera forma, y nuevamente la bruma confeccionó su vestido.

—Ven, perrito perrito perrito, ven perrito— Luna bajaba la mano como llamando a un cachorro. Fue en ese momento cuando la furia de Sam venció al miedo y se arrojó hacia ella con sus pasos pesados. Leah, temiendo por su seguridad hizo lo mismo. Cada uno de los lobos mordió cada mano de Luna, quien sangró abundantemente y de un salto se puso a salvo. Pero en lugar de llorar Luna reía, Sam y Leah la miraron rugiendo ferozmente. Luna sacudió cada una de sus manos arrojando su sangre a los pies de Sam y Leah. 'Qué está haciendo' se preguntó Leah, mientras que Sam se preparó para el ataque.

Las hojas secas en el piso comenzaron a despedir humo, poco a poco, la hojas se encendieron y finalmente una candente llama se encendió frente a los lobos y se fue extendiendo. Sam corrió hacia Luna y ella, se desvaneció. Apareció nuevamente pero detrás de Leah y dejó caer su sangre sobre el pelaje gris de la loba. Leah ardió en llamas, en cuestión de instantes, quiso quemar junto con ella a Luna y la golpeó con un costado de su cuerpo en llamas —Quemarás mi vestido—. También volvió a morderla, Luna soltó un grito de dolor. Sam también atacó. Leah terminó arrojándose por el acantilado hacia el mar para apagar el fuego y quedó flotando sobre el agua dentro del mar. Mientras tanto, Luna había evadido el ataque de Sam, montando sobre él. —Arre cachorro—.

'Maldita sea' pensó Sam 'Esta bruja, esta maldita bruja'. En la oscuridad, se escuchó un aullido, y el grito femenino de una mujer ¿de una mujer?, de una bruja, de un demonio, una vampiresa.

En el claro de los heridos, Jacob miraba el humo del incendio y se preguntaba qué estaría pasando. No tardó mucho en despejar su duda, cuando por el mismo lugar por el que había partido Sam regresó, pero de la mano de Luna, que lo llevaba arrastrando, y arrojó el cuerpo inconsciente del lobo frente a los heridos. Luna sangraba del hombro y las manos, tenía el vestido quemado y rasgado.

—Ay, no me acuerdo cuándo fue la última vez que lastimaron de esta manera— dijo acariciándose el hombro. Jacob sintió que su alma se partía por la mitad cuando vio a Sam lastimado como el resto de sus amigos, Jared también sentía angustia.

—Mira esto guapo— las manos de Luna comenzaron a despedir luz y calor, las pasó sobre sus heridas, y las heridas sanaron. —Ay, pero ya estoy muy cansada.

—¡Maldita! ¡Pagarás!— Jacob se transformó en lobo.

—Espera— dijo Jared —quiero preguntarle algo a esa loca.

—A tu servicio, dijo Luna inclinándose.

—No pareces una mujer a la que le han robado el sentido de vivir.

—Ah…— el semblante de Luna se volvió sombrío y desvió la mirada, sus ojos dejaron de destellar y se volvieron negros. 'Es muy hermosa' pensaron Jacob y Jared.

—Así era yo entonces…

Jared continuó cuestionando a Luna y Jacob esperaba el momento de explotar su furia alrededor de aquél pálido cuello —Baron está muerto, Lucas está muerto, dime, ¿realmente a qué has venido?

—El viejo Lucas, ese tonto...

Luna comenzó a decir —Alguien tiene que pagar, alguien tiene que pagar por mi desgracia.

Amé a un hombre que era un asesino y me convirtió también en asesina, traicioné a otro que me dio la vida entera y me fui con aquél que me la quitó, los odio a los dos. Odio a los dos, los odio a todos, todos deben pagar…

—No lo entiendo Luna— Jared se estremeció por el dolor en su cuerpo —Lucas pudo haberte enfrentado, pudiste haber saldado tu cuenta con él… si tan sólo te hubiera encontrado.

En el silencio se escuchó la voz suave y femenina de aquél demonio: —Me encontró.

—Qué dijiste.

—Me encontró, Lucas me encontró, Baron y yo siempre dormíamos juntos.

—Entonces, por qué no terminó contigo como con Baron.

—Porque yo era su hija idiotas— gritó Luna —por eso no me mató; lo odio, los odio a todos ¡Descendientes de la sangre! ¡Culpables también! ¡Tan culpables como yo!

Luna quiso terminar con Jared, pero Jacob la atrapó entre sus garras y la sacó de su alcancé.

—Véncela Jacob.

Los dos se alejaron peleando ferozmente, Luna no había tenido tiempo ni de secar sus lágrimas cuando ya tenía nuevas heridas que curar. Un golpe aquí, un rasguño allá, una mordida aquí, una patada allá. Los ojos de lobo estaban encendidos, los ojos de Luna también, gruñidos y gritos de esfuerzo y de dolor iban y venían entre los árboles.

—¿Sabes guapo? Yo crecí en este bosque, lo conozco todo— dijo luna antes de azotar a su oponente contra una roca. —¿Conoces las viejas leyendas? ¿Sabes por qué nuestros antepasados decidieron vivir aquí?— Ella detuvo una de las mordidas de Jacob con su antebrazo —Cuentan que este bosque, y esta playa con forma de luna en cuarto menguante es el centro del mundo…

Luna no le dio importancia a sus heridas, parecía estar confiada —Seres como nosotros no pertenecemos a este mundo, vivir aquí tarde o temprano nos hará infelices, te haré un favor muchacho—.

La vampiresa loca salió huyendo y el lobo pelirrojo corrió detrás de ella. Así recorrieron el bosque hasta llegar al acantilado. El mar bailaba y cantaba, la luna alumbraba, Forks descansaba en la medianoche, y Jaicob marchaba rumbo a su destino. Ella lo esperaba al borde del acantilado. El lobo rojo corrió como nunca, se arrojó hacia ella con la intención de desprender el bello rostro de Luna del resto de su cuerpo, terminando así con la batalla.

La vampiresa, en ese momento convocó fuerzas antiguas y desconocidas. «Llévame, llévame a tu lado, gran señor de la tierra, señor del tiempo» Cantaba Luna con los ojos cerrados «Llévame, llévame entre las sombras, entre la luz, a una tierra lejana» El mar rugía cada vez con más fuerza, y se revolvía con violencia. «Llévame…» seguía cantando. El reflejo de la luna en el agua, se extendió iluminando toda la costa de la media luna. Jacob recordó a Sam, tirado en el suelo, a Leah y Paul desaparecidos, a Jared, Quil y Embry mal heridos, y recordó su promesa "pagará", "pagará", juntó todas sus fuerzas y le hincó los dientes a Luna mientras ella cantaba con los ojos cerrados. Él fue haciendo fuerza y más fuerza, el mar se fue revolviendo más y más, y Luna, resistiendo el dolor, la respiración y la fuerza de los colmillos que amenazaban con terminar con su vida, se fue elevando más y más en el aire, llevando al lobo rojo prendido de su cuello hacia lo alto, sobre el agua de la media luna. Y cantaba «…entre las sombras, entre la luz, a una tierra lejana, señor del tiempo…» Y pensaba '¡Descendientes de la sangre! ¡Culpables también! ¡Tan culpables como yo!'

Luna abrió los ojos, sujetó a Jacob con sus dos manos y haciendo uso de todas sus fuerzas lo arrojó hacia el agua. El cuello se rasgó, la sangre corrió, Jacob cayó y cayó, su cuerpo se hundió justo en el agua que lo recibió en su luminosidad, un torbellino envolvió el cuerpo del lobo, y la oscuridad los cegó a ambos.

Nada. No se veía nada. No se sabía nada. La historia había quedado en aquél momento en que no hay manera de entender qué es lo que ha pasado, ni a dónde nos llevará la suerte. De pronto, frío, mucho frío, mucho frío… Dolor como de cuchillos cortando. Aire, falta el aire. —No puedo respirar, no puedo— Jacob había despertado, en un yermo frío. Usó sus brazos, brazos y no garras, para abrirse paso en aquella oscuridad, hasta que salió a la intemperie y pudo ver el sol.

Vio el sol, nuevamente pudo respirar. Se encontraba en un lugar extraño, repleto de nieve, él mismo había salido de entre la nieve, en el horizonte había montañas, grandes, alargadas y nevadas, tantas y tan altas como nunca en la vida había visto Jacob, y como nunca hubiera podido imaginar. ¿Qué lugar es este? Se dijo ¿dónde están todos? ¿Dónde estoy? Se llenó de terror. Una enorme águila, cubrió el sol y los ojos de Jacob lo supieron. Ya no se encontraba en Forks, ya no se encontraba en el mundo que él conocía.

No pudo hacer nada, sino sentir su soledad endemoniada. Tomó su forma de lobo, en mitad de aquella tierra extraña, sobre la nieve y el hielo, aulló, aulló, y aulló debajo de aquél extraño cielo, y fue acompañado por el canto de una majestuosa águila real que cubría el sol con sus alas.

FIN DEL CAPÍTULO UNO