[ Highschool AU ] Porque tambien, ya era necesario.

Tras toda una vida en Noruega, Emil y su familia deben vivir ahora en Castle Hill. En su nueva escuela conocerá a un peculiar grupo de estudiantes y se verá envuelto en el drama, los malentendidos, los enredos y las subidas y bajadas de un romance adolescente un tanto fuera de lo común

Nombres-nombres

Emil Steilsson- Iceland | Leon Kirkland- Hong Kong | Marcelo- Seborga | Leopold- Kugelmugel | Yvette- Monaco | Hyung Soo - Corea del Norte* |


Esto es entre los dos

Capitulo uno

— Mi nombre es Emil Steilsson, vengo de Noruega pero nací en Islandia, éste es mi primer año escolar en una escuela local y espero que no sea como las junglas de la televisión.

Todos le miraron atónitos ante semejante introducción. Usualmente cuando alguien nuevo llegaba no solía presentarse con esa extraña determinación para aclarar sus orígenes y de paso, atascar un dejo de ironía al salvajismo televisivo que las películas americanas se habían encargado de esparcir – aunque la realidad era mucho peor.

De pronto y desde el fondo del aula, un alumno alzó la mano, su cabello castaño y expresión alegre le daban un toque infantil aunado a su cabello que le hacía parecer recién levantado.

— ¿Si, Marcelo? — La profesora de ciencias le dirigió la palabra, a su lado, Emil aun esperaba que le dieran el mentado permiso de ir a sentarse.

— Nada. – Respondió Marcelo — Sólo quería preguntarle a Emil si todos en su país tienen el pelo así.

Hubo un suspiro colectivo, quizás algunos consideraban que la curiosidad de Marcelo pecaba de idiota y que podía considerarse ofensiva. Para Emil, en cambio, le resultó estúpidamente divertida. Le recordaba a cierto amigo suyo y de su hermano quien solía pensar tan afuera de la caja que difícilmente la gente le tomaba en serio.

Emil se quedó en silencio unos minutos — Algunos islandeses son muy, muy, muy rubios... sin embargo, yo lo soy más.

Ante esto varios de los presentes echaron a reír, Marcelo incluido y Emil supo que estaba dentro. Así pues, con la autorización de la profesora, Emil tomó su lugar en un asiento desocupado, listo para iniciar la preparatoria – a medio curso- en ese nuevo mundo.

Era Enero, el año recién empezaba; el cambio había sido demasiado súbito para él y su familia, pero no había habido de otra, si querían comer –o seguir con su decente nivel de vida- se tenían que mudar para acoplarse al nuevo trabajo de papá. Él había trabajado un largo tiempo en la industria farmacéutica Noruega, pero desde luego que la compra de la empresa por una grande no se hizo esperar y papá había terminado por ser trasladado con todo y sus cosas –y familia- hacia un pueblo al norte de América, donde había nieve y esas cosas en invierno, para que se sintieran como en casa.

Si como no.

Atrás habían quedado no sólo los pocos amigos que Emil y su hermano habían logrado hacer – siendo Mikkel Densen el más memorable de ellos- sino la comodidad de su casa propia (ahora vivirían pagando una hipoteca, pero bueno, al menos seria de ellos pronto) y atrás había quedado también su hogar.

Años atrás, Aurora, su madre le había llenado la cabeza con las ideas de lo triste que era cambiarse de casa a otro país. Ella había nacido y crecido en Islandia, su hijo Emil, también hasta los dos años, después de que su padre decidió que quería quedarse con el hijo de su difunta ex esposa. Hermoso. Y ahora Emil se enfrentaba a eso. Al no saberse donde se está parado, en un mundo nuevo lleno de otra cultura completamente ajena – y salvaje. Al menos podía estudiar de las películas americanas de bajo presupuesto, algo se le habría de pegar.

Pssst – Alguien le llamó desde la silla junto a la suya. Apenas voltear Emil se encontró con un chico asiático, cabello un tanto castaño y ojos vibrantes. — La clase ya terminó y te quedaste atrapando moscas.

— ¡Ah!... me quedé pensando…- Emil sacudió levemente la cabeza y se levantó para tomar sus cosas al notar que el aula estaba ya medio vacía.

— Ah, si no me dices no me doy cuenta – replicó el otro chico quien se apresuró a tomar sus cosas y abandonar el aula.

¿Qué había sido todo aquello? Emil le miró extrañado mientras aquél cruzaba por el marco de la puerta, después prosiguió guardando sus útiles en su bolsa de lana, se cubrió las manos con unos guantes del mismo material y se ajustó el abrigo. El frio en Castle Hill, el pueblo en el que ahora vivía, no era medianamente comparado al frio de Noruega en invierno, pero frio era frio después de todo.

De pronto, y justo cuando Emil dio un paso para salir del aula, chocó de lleno contra el otro chico que recién había salido y que había regresado al salón.

ouch — Emil cerró los ojos con fuerza sin ver siquiera con quien había chocado – lo siento... – dijo frotándose la nariz.

— No bueno, sí que eres despistado. Ya van dos veces que te atrapo pero si bien perdido — el chico asiático se cruzó de brazos, su expresión sin embargo, no era severa.

— Uh, ¿Lo siento? – Alzó una ceja.

Nah, de hecho había venido a invitarte a que pasaras con nosotros el almuerzo, o sea, no es nada cool andar por ahí solo sin conocer a nadie el primer día de clases ¿no?

— ¿Me estás haciendo el favor? – le miró extrañado.

— Puedes negarte o...— el chico se quedó pensando, golpeando sus delgados labios con la punta de sus dedos — nope, no puedes.

Ahora fue Emil quien se cruzó de brazos. ¿Quién se creía ese chico? No es que Emil hubiese pensado en decir "no" pero senda actitud le daba la tentación. — ¿Ah no? ¿Y porque no?

El otro chico se encogió de hombros — Digamos que así es como me pagarás haber chocado conmigo. ¿Ok?

Emil suspiró. — Vale, de todos modos no tengo nadie más con quien juntarme...

— Hecho –replicó sonriendo levemente- Te va a gustar Castle Hill. ¡Oh! Faltan como dos horas para el almuerzo, pero te veremos en la cafetería. ¿Ok?

— Mmh. Tu... ¿Y quiénes más?

— Unos primos y amigos – respondió moviendo la mano como dándole poca importancia- ya te los presentaré más tarde.

— Hecho. – Emil asintió levemente y ajustó su back pack de lana con motivos de copos de nieve y se apresuró a salir del aula, pero de repente recordó que tenía que preguntar un último detalle, así que se dio la vuelta casi chocando de nuevo con el mismo chico quien le miraba atónito, y que le había sostenido por los hombros para evitar otro impacto.

¡Wow!

— ¡No digas nada! - fue la autodefensa de Emil, el otro chico rio levemente, divertido.

— ¡Ok! Ni una palabra – selló sus labios con un movimiento de manos.

Tras otro suspiro Emil habló. — ¿Cuál es tu nombre? Digo, si no te veo en la cafetería no podría gritar tu nombre...

— Leon. – respondió simplemente.

— Oh, vaya. — Es un nombre "cool" pensó. - Es un...buen nombre.

Leon asintió — Lo sé.

—…Bien...entonces ahora sí, me voy a mi siguiente clase. – se despidió con una mano, y giró sobre sus talones para perderse entre los pasillos.

Lo siguiente que Emil Steilsson aprendió en su nueva escuela no fue tanto la lección de literatura que la maestra pretendía hacerles entrar a la fuerza, sino que Leon, el chico de su clase anterior y el mismo con el que se juntaría a almorzar gozaba de una extraña popularidad en el lugar. Castle Hill no era una localidad muy grande por lo que los grupos eran reducidos, aproximadamente dos grupos por materia por cada grado, no era de sorprenderse que muchos de los alumnos conocieran a otros aun si no compartían clase, aunque de nuevo, eso era poco probable, al menos se tenían que cruzar entre todos en algún punto de la agenda escolar. Pero el caso de Leon, cuyo apellido era Kirkland - como Emil aprendió ese mismo día- era algo desorbitante; no sólo era conocido con los del décimo grado (Su grado, donde la mayoría tenía 15-16 años de edad) sino que incluso los estudiantes de onceavo y doceavo le admiraban. Era extraño, pero podía jurar que rozaba en lo ridículo. Incluso los estudiantes de secundaria sabían quién era Leon Kirkland. Aunque claro, al ser Castle Hill una localidad con apenas más de 1500 habitantes, la secundaría se encontraba en el mismo sitio, sólo con diferentes horarios.

Aun así resultaba extraño y un tanto risible.

«Club de Fans de Leon Kirkland»

Emil miró la no tan pequeña pancarta que una de las compañeras en su clase de literatura ostentaba, al parecer ese sería el nuevo banner de su estupidez. Suspiró y rodó los ojos. La profesora se encontraba afuera y de manera inmediata todos los alumnos habían comenzado a charlar, algunos habían intentado acercarse más a él, siendo tan pocos, se tiene que ser amigable, pensó Emil y así se puso a charlar con dos de los chicos de ahí. Uno llamado Feliks, de aspecto amanerado y otro llamado Leopold, cuyo cabello dicho sea de paso, le recordaba al propio, de no ser por que él mismo había admitido haberlo pintado. Sus ojos, sin embargo también destellaban un tono violáceo en el profundo azul muy parecido al efecto violeta que Emil mismo tenía en sus ojos, fuera de ello, estaba el asunto de que Leopold lucía infinitamente más joven, pero Emil decidió dejar de lado todos los misterios de Leopold.

Castle Hill es tan, tan, tan, tan, tan, tan, aburrido, que o sea, ¡no te culpo si extrañas el polo norte! ¡Seguro los osos polares son más interesantes que esto!

Feliks comentaba abiertamente haciendo gala de cuanta insensatez podría salirle de los labios, y decidiendo que corregirle sería ir en círculos, Emil se encogió de hombros. — Al menos aquí hay más máquinas expendedoras de soda.

Aquello hizo que Feliks soltase una risotada descarada. ¿Por qué? Emil decidió no preguntárselo.

— Y hablando de máquinas expendedoras – Leopold retomó un tema — ¿Dónde andarás a la hora del almuerzo? ¿Por qué no te juntas con nosotros?

— Oh – Emil reflexionó en el instante- me gustaría pero no puedo, ya quedé con otro de mis compañeros.

— ¿En serio? ¿Tan rápido? ¿Quién? — Feliks soltó más preguntas de las que Emil podría responder en tan poco tiempo. Su acento era determinadamente veloz que era difícil seguir la idea de lo que estaba diciendo. Quizá era la cercanía a Nueva York.

— SI bueno, ése chico, Leon, me dijo que me esperaba en la cafetería.

Todos se quedaron en silencio y Emil pensó que la profesora había regresado por lo que acató inmediata compostura tan solo para darse cuenta de que todos los compañeros le estaban viendo a él. Tragó saliva reconociendo del peso de sus palabras.

— ¿Leon? ¿Leon Kirkland? — Feliks preguntaba ahora un doscientos por ciento más interesado en lo que fuese que saliese de los labios del chico.

— Si bueno, fue un acto de amabilidad al ser yo nuevo, supongo.

—Oh si — otro de los compañeros asintió — Leon tiende a ser muy amable.

Emil se encogió de hombros, su amabilidad era extraña entonces. — Pero nos podemos sentar juntos mañana, ¿cierto?

A eso, Feliks sonrió divertidamente — Ya veremos, ya veremos. — Luego susurró- Leon y su grupo no invitan a cualquiera, son amables, sí, pero desde que hubo ciertos incidentes se han cerrado un poco a invitar gente a su grupo.

Eso último captó la atención de Emil, pero justamente en aquel momento la profesora regresó gritando para todos ellos y de pronto todos los alumnos se encontraron con la nariz metida entre el libro de texto que pretendían analizar. Sin embargo un sentimiento poco cómodo empezaba a invadir a Emil. Estaría así a la menos otra hora, pues la clase de literatura los lunes, era doble.

Para cuando llegó el turno del almuerzo, Emil sentía que el alma se le escaba del cuerpo del puro aburrimiento. No es que en sí a él le molestase leer, incluso él mismo se consideraba un ratón de biblioteca. El problema radicaba en que la profesora se empecinaba en hacer todo de modo soporífero. Pero al fin la campana había sonado y aun con una larga lista de tareas al respecto, todos abandonaron de inmediato el lugar camino a la cafetería u otros lugares para juntarse con sus amigos y compañeros. Emil no fue la excepción y así pronto se encontró con el amplio espacio con las extensas mesas retacadas de estudiantes que parecían estar acomodados por nombre de especie –y tipo de veneno- como si National Geographic hubiese predispuesto los asientos.

Alguien en el centro alzó la mano haciéndose notar de entre todos los alumnos. La algarabía y el alboroto se apagaron de inmediato junto con las charlas de los estudiantes, todos a la expectativa de ver a quien, Leon Kirkland, le acababa de llamar con la mano. Él no lo solía hacer, su grupo ya sabía cuál era su mesa, ya sabía dónde se sentaban, como si todos los alumnos ya supiesen donde correspondían. Si Leon agitaba la mano, era para mostrarle el camino a alguien nuevo.

Ese nuevo había resultado ser Emil, que ahora era observado por la multitud de estudiantes. Le escrutaban fijamente como si pretendiesen memorizar sus rasgos. ¿Quién era? ¿Por qué Leon Kirkland le hablaba? ¿Qué tenía de especial? Todos estaban curiosos y ciertamente, no podían esperar a averiguarlo.

Cuando Emil sintió las miradas de todos, se sintió expuesto, como si estuviese viviendo en el ojo del huracán, tan observado como analizado, como si se tratase de un objeto extraños en una tienda de antigüedades. No pudo evitar sonrojarse de oreja a oreja y agachar la mirada antes de caminar entre las mesas rumbo a la del centro, donde Leon le llamaba. Cuando hubo llegado, Leon le saludó amigablemente y luego miró alrededor obligando a que todos los demás estudiantes se encargaran de sus propios asuntos.

— Si llegaste. Debo admitir que pensé que te negarías.

Emil arqueó la ceja, Leon se hizo a un lado dándole espacio para que se sentara a su lado y así lo hizo, logrando, probablemente, la envidia de las chicas del plantel.

— ¿Por qué habría de negarme?

— Quien sabe, igual y escuchaste cosas- Leon se encogió de hombros.

Emil lo observó y pudo entender –quizás- el por qué, él era tan popular entre las chicas. Leon Kirkland era, ciertamente atractivo, aunque eso sería un eufemismo que poca justicia le hacía. Era más que atractivo, sus ojos eran rasgados color ámbar, brillantes y enmarcados en espesas pestañas negras que hacían contraste con la piel suave, lisa y levemente color miel tostada que le daba un aspecto radiante, sus cabellos alborotados y oscuros le daban un toque salvaje; sus labios, su nariz; su rostro entero parecía tener las medidas perfectas para existir en armonía. Emil se preguntó por qué Leon no se estaba dedicando a una próspera carrera en el modelaje en lugar de perder sus días en la escuela de Castle Hill.

— Escuché que tienes tu club de fans, si lo pienso bien, resulta interesante tratar de averiguar de qué se trata todo éste asunto.

Los otros presentes en la mesa rieron levemente. A Excepción de uno.

— Primero, te presento a los demás. — Leon entonces, apuntó con un palillo chino— Ella es Mei, y como puedes ver, es mi prima.

Mei le sonrió amistosamente, de no ser por la distancia entre ambos, hubiera podido saludarle de beso, de manera cuasi latina, pero ella más bien por beneficio propio.

— Hola Mei.

Leon después continuó — Ella es Lien, también mi prima. A su lado está Yong Soo, quien es un idiota pero también es familia.

Emil los saludó y no pudo reparar en fijarse en Yong Soo y en el chico sentado a su lado. Eran gemelos. Yong Soo le dedicó una sonrisa mientras que el gemelo solo asintió levemente.

— Él es Hyung Soo – Leon añadió refiriéndose al chico- ...y bueno, aja. También es mi primo. Obvio.

Emil no pudo evitar notar el descontento en la voz de Leon, pero al ser nuevo, decidió omitir el comentario. Pero se dedicó a observar. A diferencia de lo vivaz de su hermano gemelo, Hyung Soo parecía ser más bien del tipo taciturno. Cuando Emil le había saludado cortésmente, Hyung Soo había respondido con un «hola» y Emil supo de inmediato, que Hyung se encontraba poco cómodo de estar ahí, como si no encajase para nada.

— Ella - Leon captó de nuevo la atención de Emil – Ella es Yvette y es una de mis mejores amigas. Chicos, él es Emil, es nuevo, viene de... Noruega creo y desde hoy estará con nosotros.

Ella sonrió a Emil — ¡Hola! – Los demás rieron y saludaron de nuevo divertidos con un «Hola Emil» Todos menos Hyung que a pesar de todo, no le quitaba la mirada de encima haciéndolo sentir un tanto incomodo, pero sin querer hacer las cosas más complicadas, lo dejó pasar.

Hacia el final del almuerzo, Emil había aprendido otras cosas acerca del grupo con el que ahora se juntaba y del que -aun no terminaba de entender cómo- era parte. En un principio había creído incluso que se trataría de una broma pesada, pero de inmediato desechó la idea; aun así no entendía el por qué, un grupo de chicos con semejante popularidad (Todos ellos tenían un club de fans, aunque el de Leon seguía siendo el de más miembros) había decidido hacerlo parte de un almuerzo con ellos, de invitarlo a otros más y cobijarle cómo uno más de ellos. Más aún, no entendía el por qué, tantos, seguían las ordenes de Leon.

A eso último, su análisis de la fauna del grupo le había llevado a pensar en Hyung. Probablemente el único que no seguía al pie de la letra todo cuanto Leon dijera, y que, probablemente ése era el motivo por el cual, aparentemente, entre los dos había cierta tensión. Hyung parecía tener un carácter fuerte y decisivo, dominante e impulsivo y quizás para su desgracia, Leon también lo era. ¿Se trataba de un caso de envidia? Emil no lo sabía, pero el hecho de que alguien como Hyung estuviese celoso de la popularidad de su primo lo hacía poco probable. Cual fuese, tal como Feliks había dicho, aquel lunes no sería la única vez que Emil se sentase entre ellos, el grupo más popular de la Castle Hill High School, invitado por Leon Kirkland, el aparentemente, rey de la comarca de salvajes adolescentes locales.

Fin del Capitulo uno


¡Gracias por tomarse la molestia de leer!

Ya tenía mucho queriendo escribir un high school AU lleno de más situaciones entre adolescentes *risa malvada* ¡Espero les guste!