Los personajes son de Rumiko Takagashi.

Siempre a tu lado.

Recostado en la enorme cama matrimonial, Sesshomaru a sus cuarenta y cinco años, miro con ternura a su hermosa esposa, que se acurrucó más en su amplio y fuerte pecho, tenía una expresión cansada.

-!Por favor¡-rogó Ahome angustiada.-ve al hospital.

-No,-replicó acariciando el suave pelo negro de ella.-sabes muy bien que no iré.

Su suave mirada, detallaba cada centímetro de ella, porque teniendo treinta y ocho años ella aún le parecía la mujer más bella e igual que cuando la conoció.

-Hazlo por mi.-pidió.

-Basta Ahome,-susurro, delineando el labio inferior con el pulgar.-no insistas. No iré.

-¿Porque no?

-No lo necesito.

-¡Claro que si!-exclamó exasperada.-estas enfermo.- el dolor era inmenso, una rebelde lágrima escapó y las otras no tardaron en acompañarlas.

-¿Y qué hay con eso?-preguntó sin alterarse limpiándole las lagrimas.

-¿Como que hay con eso?-estalló, alzó su rostro lloroso y mirándolo suplicante.-¿Que hago yo si tu mueres? ¿Eh?

Esbozo una pequeña sonrisa, la amaba cada vez que ella se mostraba tan preocupada por el.

-Nada.-le dijo en un tono bajo.-seguir viviendo.

Beso su frente.

-Sabes muy bien que si te mueres yo me muero de tristeza.-señaló.

Frunció el ceño.

-¿Y nuestro hijo?-pregunto.-¿lo dejaras solo?

-¿Y tu nos dejas a nosotros?-le respondió con otra pregunta.

-Mi hora llegó.-respondió sabiamente.-y nada en el mundo lo puede frenar.

-!No¡-estalló con amargura.-!Mentiroso¡ !Solo tienes cuarenta y cinco¡ te falta mucho por que vivir.-susurro lo ultimo como intentando autoconvencerse.

-Ya se, ya se.-intento calmarla.-pero ya no hay nada que hacer.

-Claro que sí,-protesto vehemente.-si vas al médico...

-No hay cura.-la interrumpió y una sombra cruzó por su rostro.

-¿Como lo sabes?

-Soy medico.-se mofo.-¿Se te olvido?

-No, pero podrías...-no alcanzo a terminar, él la calló poniendo con un dedo en la boca.

-Créeme que si, se podría hacer algo lo haría, pequeña.

Bajo su cabeza.-Si, lo se... pero... yo...-balbuceo.-!No quiero que mueras¡

-!Shhh¡-susurró besando todo su rostro con ternura.-No llores, aprovechemos todo el tiempo que podamos.

-No por mucho,-reprocho.-al fin de cuentas me abandonaras...

Tomó la delgada mano de ella entre la suya enorme y dio un apretón algo fuerte.

-!Cállate¡-reto.-nunca te abandonare. ¿Acaso ya te olvidaste nuestra promesa.?-añadió enojado.

-No, no la olvide.-lo abrazó con más fuerza.-recuerdo que estábamos sentados bajo un árbol cuando te dije que estaba embarazada y...-no pudo seguir.

-Y tu madre quería que nos casemos lo antes posible-continuó-yo me negué. Ese contrato era hasta que la muerte nos separe. Nunca lo permitiré, por más que yo muera seguiré a tu lado.

-Igual que yo.-corroboró ella.-te seguiré hasta el final.

-Incluso después haber muerto, son seguiremos amando. Recordaremos y nos encontraremos.-recordaron los dos.

-Te amo, Sessh.-clavo sus tristes ojos castaños en los ámbares y brillaron con amor.

-Hummm... y yo.-murmuró antes de tomar su boca en un beso lento y lleno de sentimientos encontrados. Se abrazaron, intentando aferrarse al otro con desespero. No era un sentimental, ella era la excepción y por esa razón le susurro palabras tiernas.

Finalmente Ahome cayó dormida, en su pecho donde tantas veces lo hizo. El solo se limitó a mirarla con todo tipo de sentimientos, porque en ese momento se permitió expresarlo. Disfruto cada segundo de tener ese cálido cuerpo entre sus brazos. Posó sus labios cálidos en su frente y cerró sus ojos por un segundo.

-Te amo...-susurro débilmente por primera vez. Sintió un nudo en su garganta.-promesa es una promesa, pequeña-

La beso y estrecho contra el. Un minuto después cerró sus ojos y dejo de respirar.

Sesshomaru Taisho murió.

A la mañana siguiente, Ahome despertó inquieta con un terrible dolor en el pecho. Abrió lentamente los ojos, temiendo, miró a su esposo pálido. Algo se removió en su interior.

-Sessh...-lo llamo con pánico.-Cariño... despierta-beso esos labios finos y los sintió fríos. Rompió en un desconsolado llanto. Ya no estaba el. Lo abrazó intentando retenerlo en vano.-¿porque? ¿porque?-repitió.-lo sabías... lo sabías... -susurró entre lágrimas.-Te amo.

El funeral fue al otro día, con su hijo de veinte años, tan igual a su Sesshomaru pero con su carácter hasta que pierde el genio. El la abrazaba dejando que llore, se mantuvo firme a pesar que el dolor era insoportable.

Ambos dejaron una flor, ella una rosa roja y una última palabras de adiós.

Ahome, salió de su trabajo taciturna y sombría. Esos castaños ojos llenos de vida ahora estaba apagados y trágicos. Solo un mes, pasó desde la muerte de su amado. Tenía la fuerza suficiente para trabajar y cocinar a su hijo. Después, se encerraba en su habitación a dormir para encontrarse en sus sueños con el. Bajo a la acera, sin mirar con sus pensamientos dolorosos y no vio el auto que iba a velocidad rápida. La bocina la sobresaltó. Un cálido agarre en su brazo, le recordó algo familiar, se volteo buscando a la persona pero no había nadie. Se tocó el brazo, suavemente, antes de retomar su camino.

Sentía que alguien siempre la observaba todas las noches y la seguía donde quiera que vaya. No sentía miedo sino a salvo.

Llegó a su casa, estaba vacía su hijo aún trabajaba. Le preparo la comida que le gustaba y le dejó una nota junto al plato. Se baño y puso el pijama antes de acostarse y dejarse vencer por el sueño, sollozando. Deseaba con desespero soñar con él, lo necesitaba.

-¿Cuánto tiempo seguirás así? -pensó escuchar una voz familiar con un matiz molesto.

En dos meses, su salud se deterioró notablemente por su falta de apetito y dormir la mayor parte del día. Koga, su jefe, entró en su pequeña oficina, inundandolo de sus alegría y esa sonrisa en su rostro. Le pareció odioso.

-!Buenos días¡-saludo animado.

-Buenos...-su saludo fue apagado. No despegó su vista de la laptop.

-!Uhhh¡-murmuro perdiendo un poco los ánimos.-que humor tenemos.-se burlo cariñosamente.

-¿Qué necesitas?-pregunto seca y fría. No estaba de humor de chistes ni burlas. Ya no quería reír.

La laptop se cerró con fuerza. Miro esa mano enorme y morena en el aparato. Koga, sabía perfectamente que Ahome se encerró en sí misma por la muerte de su esposo pero esta situación estaba llegando a extremos insoportables.

-Mírame-ordenó firme.

Obedeció renuente. -¿Qué sucede?

-Quería saber si quieres cenar esta noche conmigo.-propuso suavizando su tono.

-No gracias.-rechazó nuevamente la oferta.

-¿Porque no?-quiso saber exasperado.-Mira como estas, pareces una muerta viviente. No es vida trabajar y ir a tu casa.-regaño.

-Lastima, porque esa es mi vida.

-No es bueno para salud.

-¿Y?

-!Puedes morir¡-exclamó perdiendo el control.

-Tonterías.-desprecio.

-!Claro que no¡-grito angustioso. -Yo no quiero que mueras.-

Eso fue un deja-vu para la morocha.

-¿Porque no quieres eso, Koga?

-Te amo.-confesó sin vergüenza.-lo sabes muy bien. Te lo confesé cuando te conocí. Me rechazaste ya estabas casada con Sesshomaru pero el ahora esta muerto y no pienso dejarte morir así. Quiero tu corazón, protegerte y hacerte feliz.

Esbozo una sonrisa tristes. Sentía lástima por el.

-Lo lamento, Koga-susurro. Le dolía recordar que Sesshomaru estaba muerto.-cuando el murió también lo hizo mi corazón. Lo ame, lo amo y lo amare siempre aunque muera.- sin más se abandonó la oficina y el edificio, dejando atrás a un hombre herido que la miraba con amor y dolor. No le pertenecía a él y no lo haría nunca, esa verdad lo destrozó. !Maldito Sesshomaru¡

No podía explicar cómo, sintió un alivio al rechazar a Koga. Era como, si Sesshomaru estuviera a su lado y quisiera matar al hombre, esa sensación de furia y luego de alivio. Tan raro. Suspiro.

-!Terca¡-regaño su hijo. Miró a su madre, pálida y débil en la cama. Solo un mes, bastó para dejarla sin fuerzas. -!Tonta¡ no puedes dejarte estar así, debes cuidarte.

-Un día, encontraras alguien para amar.-le dijo suavemente.-y me comprenderás.

Esbozó una débil sonrisa.

-Tal vez, -acepto-pero eso no quita lo terca que eres. Te quiero.-soltó muy débil, como si fuera un delito admitirlo.

Ahome sonrió, eran tan parecido a el. Acaricio la mejilla bronceada de su hijo y después la dejo caer. Finalmente su corazón se detuvo. Ahora le tocó a ella.

Miró a su madre, en menos de cuatro meses perdió a sus padre. Se sentía amargado y vacío pero le consolaba saber que ahora estarán juntos. Ahora le toca armar otro funeral.

Ahome terminó en un lugar desconocido. Primero su cuerpo se sintió pesado y dejo de sentir. No vio más nada que a su hijo y después una luz la cegó. Se sentía liviana como si flotara. Cuando se recupero, siguió el camino hasta salir a un jardín.

El hombre fornido y alto que la esperaba, le provocó una reacción que creyó perder. Sonrió. De espalda a ella, se volteo y miro a su pequeña. !Por fin¡ !Por fin¡ corrió literalmente a su encuentro y lo abrazo.

-!Por fin¡-dijo entre sollozos y risas.-por fin... Sesshomaru.

-!Estúpida¡-la insultó. Pero no pudo resistirse y la besó con pasión. -caprichosa.

-Te amo.-le dijo Ahome besando esa boca. Y él, sonrió mirándola con intensidad y el mismo sentimiento.

Veinte años, se les permitió estar juntos en ese lugar hasta que él desapareció dejándola nuevamente sola y a las dos semanas ella tambien desaparecio.

19 años después:

Caminaba por las calles frías de Tokio, irritado, pasó sus dedos por su corto pelo negro. El presentimiento que lo embargo hace dos semanas, lo torturaba, sentía que algo pasaría que la cambiaría la vida.

-!Lo lamento¡-se disculpó la joven de pelo rizado y ojos marrones cuando se tropezó con el.

-Más cuidad.-mascullo y siguió su camino.

-Ahhh...-lo miró sorprendida mientras él caminaba. Retomó su camino cuando lo perdió de vista.

El caprichoso destino, quiso que se encontrarán continuamente. Finalmente el cedió a su deseo y la invitó a tomar un café.

-¿Como te llamas?-le pregunto educado pero frío.

-Kagome.-respondió.-¿Y tu?

-Sexshumaru.

La tarde paso rápido, hablaron a menos como si se conocieron desde siempre. Estaban cómodos con sus presencias. En un momento dado, el no aguanto más y la beso. Algo se lo pedía a gritos en su interior. Fue tan familiar y natural. Ambos corazones latieron alocados. Cada beso dado, le regalaban imágenes de personas muy parecidas a ellos, en situaciones nunca vividas, como ese hombre le daba un beso por primera vez y como ambos hicieron el amor. Y la promesa.

-Mmmm hummmm-murmuró lánguido.-Ahora sos Kagome.-se burlo.

-!Cállate¡-protesto entre risas.-el tuyo es peor. -lo abrazó con más fuerzas.

-No importa. Ahora estamos juntos de nuevo. -esbozo una sonrisa orgullosa.-le ganamos a la misma muerte.

-Sí, cariño.-acepto alegre.
La besó con más ímpetu y amor como solía hacer en su vida pasada y ella respondió de la misma forma. Y se amaron sin límites, tan obsesivo y fuerte.

Fin.