Notas del autor:
N/A:
¡Hola de nuevo! He vuelto (je,je. Suena a amenaza... ) Este
fic lo escribí para hacer un regalo a mi querida amiga Kada, y
como era para ella tuve que esforzarme para hacer mi primer
Harry-Draco. Pero si habéis leído mis otras historias
supongo que me conoceréis bastante como para saber que no iba
a renunciar a los cachorros tan fácilmente. Así que,
aunque básicamente era un Harry-Draco, acabó siendo
esencialmente un Sirius-Remus. Bueno, en realidad acabó siendo
un Harry-Draco con bastantes alusiones a Sirius y Remus y… Bueno,
mejor lo leéis y sacáis vuestras propias
conclusiones. Bueno, os dejo con la historia, espero que os
guste y si es así, ya sabéis, los reviews son siempre
bienvenidos. ¡Hasta pronto!
ADVERTENCIAS: Este fic contiene slash, relación chico-chico. Si sabes que no te va a gustar no lo leas. Si decides seguir adelante, espero que disfrutes con la lectura
DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling. (Por si alguien no lo sabía) Yo sólo me limito a escribir sobre ellos.
RESUMEN: Harry pregunta a Sirius sobre el amor y otros sin sentido. Sirius le responde como mejor sabe: con preguntas.
Quien
menos te esperas 1. La confesión
Sirius soltó un suspiro de satisfacción y se dejó caer sobre la almohada.
-Maravilloso –murmuró.
Mientras se limpiaba el sudor de la frente, una cabeza de pelo castaño y alborotado surgió de entre las sábanas.
-La próxima vez te toca a ti –dijo mientras se inclinaba para besar sus labios enrojecidos.
-Eso, querido Moony, dependerá de quién pierda la próxima partida de ajedrez, ¿no te parece?
Remus se mordió los labios y aparentó estar molesto.
-No es justo –protestó-. Estoy seguro de que hiciste trampa.
-Pero no puedes demostrarlo, ¿verdad?
-No –gruñó.
Sirius soltó una estruendosa carcajada al ver su expresión de fingido enfado.
-Me encanta cuando pones esa cara –dijo divertido, acariciándole cariñosamente la mejilla.
Remus se acomodó entre sus brazos con una sonrisa y un suspiro. Pero la tranquilidad no duró mucho.
-Oye, Padfoot.
-¿Hmm?
-He estado pensando –los ojos abiertos de su amante lo invitaron a continuar-… Creo que Harry tiene derecho a saberlo.
Sirius se sobresaltó y se incorporó en la cama, provocando un pequeño "¡Ey!" de protesta en su compañero.
-Ya lo hemos hablado, Remus.
Remus. Mal comienzo.
-Sí, lo sé, pero…
-Ya te he dicho lo que pienso sobre eso.
-Pero es que…
-Harry es muy joven para saber algo así.
-¡Joven! –Remus se levantó también, sentándose frente a él en la cama, con las piernas cruzadas-. ¡A su edad tú y yo ya éramos pareja!
-Sí, bueno… Pero eran otros tiempos –Sirius trataba de concentrarse en la conversación, y no en el cuerpo desnudo que había ante él, pálido y cuajado de cicatrices… ¡Hmmm!
-Otros tiempos –repitió con ironía.
-Y Harry aún es un niño inocente.
Remus alzó las cejas completamente sorprendido.
-¿Perdón?
-¡Ya sabes a lo que me refiero! –se acaloró el animago-. No podemos abordarlo así, de buenas a primeras, y decirle: Oye, Harry, je, ¿adivinas? Soy homosexual y me acuesto con tu profesor.
Remus se había quedado pálido.
-¿A eso se reduce todo? –preguntó con un tono de voz bastante peligroso-. ¿A… acostarte conmigo?
-No es eso, Remus…
-¡Eso espero! Porque, ¿recuerdas? Me arriesgué por estar contigo. Te elegí a ti de entre todas las personas. ¡Y no me gustaría descubrir después de tanto tiempo que sólo he sido una aventura más! ¡Que sólo… te acostabas conmigo!
-¡Por Merlín, espero que no pienses de verdad lo que estás diciendo! ¡Sabes que te quiero, que lo eres todo para mí! ¿Acaso no te lo he demostrado cientos… miles de veces? Tú eres mi lobito –terminó con voz melosa.
-Pues entonces no entiendo por qué te cuesta tanto admitirlo. Comprendo que quisieras llevar lo nuestro en secreto cuando éramos niños, pero ahora…
-No lo entenderá –se obstinó el animago-. Lo único que verá será a dos hombres haciendo cosas… que se supone que no deberían hacer. No verá a dos personas que se aman, sino a dos… Bueno, pues eso… ¡Tú ya me entiendes! ¡Recuerda cómo reaccionó Peter!
Remus bajó la mirada y Sirius sintió ganas de abrazarlo con fuerza. Allí, desnudo y encogido sobre la cama revuelta parecía la viva imagen de la desolación.
-No menciones a Peter –murmuró con voz dolida.
-Lo siento.
-¿Y por qué no recuerdas la reacción de James y Lily en lugar de la de ese traidor? Ellos lo aceptaron. Nos apoyaron desde el principio… o casi. Desde que se recuperaron de la sorpresa y recobraron el habla.
Sirius suspiró.
-Mira, no digo que no se lo digamos. Lo haremos. Pero tenemos que hacerlo poco a poco. No de golpe. No podemos soltárselo a la cara sin más.
-¡Bien! –Remus se volvió a acostar, dándole la espalda y tirando de la sábana para cubrirse con ella-. Entonces, cuando estés decidido a darle la primera pista me avisas. Sólo espero que sea antes de que nazcan sus hijos, porque si no tendremos que esperar a que éstos sean lo suficientemente mayores... para no escandalizar a unos pobres niños inocentes con nuestras malditas perversiones.
Sirius se rascó la cabeza preocupado. ¡Él no quería que Remus se enfadara con él! Pero sonrió un poco al ver su actitud infantil. Le había dado la espalda, pero al menos no había escapado de su cama. Aún tenía una oportunidad de arreglar la situación. Despacio, se inclinó sobre su hombro desnudo y lo besó. Notó un ligero estremecimiento que lo decidió a seguir adelante. Apartó un poco el cabello castaño de la nuca y se hundió en su cuello.
-¡Sirius, estoy enfadado!
Pero el animago no le hizo caso y siguió repartiendo besos por su cuello.
Remus no quería rendirse tan pronto, pero cuando la boca húmeda de Sirius se clavó en su clavícula no pudo evitar un gemido ahogado. Se maldijo interiormente por ser tan débil, pero bueno, no en vano Sirius había sido su amante desde los dieciocho años. Sabía muy bien cómo conseguir que se derritiera en sus brazos. Mientras el moreno seguía lamiendo y mordiendo aquel punto de su cuello, giró con suavidad hasta quedar boca arriba. Lo obligó a separarse para poder atrapar su boca con la suya y lo besó con pasión durante unos minutos. Cuando se separaron tenía las mejillas sonrojadas y la respiración entrecortada.
-Recuérdame por qué sigo haciendo esto.
Sirius enseñó la más hermosa y grande de sus sonrisas.
-¿Porque soy maravilloso y estás locamente enamorado de mí?
Remus quería protestar, pero sencillamente no podía. No cuando Sirius empezaba a colocarse sobre él, torturándolo con suaves mordiscos en la garganta.
-¿Sabes? –dijo el moreno con picardía-. He pensado que en la próxima partida de ajedrez te dejaré ganar. ¿Por qué no lo celebramos ahora?
Y recorriendo un camino de besos por su torso fue bajando hasta desaparecer bajo las sábanas…
Remus contuvo un gemido cuando sintió la lengua cálida acariciar su torso desnudo. No importaba las veces que Sirius le hiciera el amor, cada vez parecía más maravillosa y perfecta que la anterior.
Gimió cuando los besos, cortos y ardientes, se detuvieron en el hueco de su ombligo.
-Prepárate, lobito, porque te voy a llevar al cielo.
El licántropo sonrió mientras arqueaba la espalda como un gato y separaba un poco las piernas, preparando el camino a la boca ansiosa que parecía querer devorarlo entero.
-Sirius... –jadeó.
-¿Qué? –preguntó una voz ronca bajo las sábanas.
Y casi al instante la parte más excitada de su cuerpo recibió la caricia que había estado esperando.
-Te quiero… -murmuró con los dientes apretados.
Sirius no contestó. No porque no sintiera lo mismo, sino porque su boca estaba muy, muy ocupada en aquel momento.
Remus estiró los brazos sobre la cabeza, buscando el cabecero de la cama para agarrarse cuando un golpe en la puerta lo sobresaltó. La caricia cesó de golpe, de forma tan abrupta que un gritito de protesta escapó de sus labios mientras Sirius asomaba la cabeza, con una expresión aterrada en sus brillantes ojos grises. ¡Se suponía que no había nadie en casa!
-¿Quién es? –preguntó en susurros. Remus se encogió de hombros.
-¿Sirius? –la voz al otro lado de la puerta cerrada confirmó sus peores sospechas-. Sirius, ¿estás ahí? ¿Puedo pasar?
-¡Un momento, Harry! –con movimientos nerviosos se separó de Remus y trató de levantarse de la cama, pero quedó atrapado entre las sábanas y acabó cayendo al suelo-. ¿Qué demonios hace aquí? ¿No se suponía que había ido al cine con sus amigos? ¿Por qué vuelve tan pronto?
-Se fueron hace casi cuatro horas, mon cher. ¿Necesitas ayuda? ¿Le digo a Harry que entre?
-¡NO!
El animago consiguió ponerse en pie y Remus soltó un suspiro.
-Lo suponía.
-Vamos, Moony, Harry no puede verte aquí.
Remus se movía despacio. Su actitud tranquila contrastaba con los movimientos nerviosos de su amante, que había empezado a vestirse con rapidez-. ¡Y haz el favor de ponerte algo encima!
Con una mano, Remus cogió al vuelo la ropa interior que le lanzó desde el otro lado de la cama.
-¿Y dónde quieres que me esconda esta vez? ¿Tras la cortina? ¿Debajo de la cama? –preguntó con voz aburrida.
-¿Sirius?
-¡VOY, HARRY! ¡Vamos!
Sirius le empujó hacia el armario sin ningún tipo de miramientos.
-Sí, claro, debí imaginarlo. El armario.
-Y por favor, Remus, no hagas ruido.
-Seré una tumba. Aunque no sé, Sirius. Si me meto ahí es posible que luego no me dejes salir.
Sirius no comprendió el chiste, así que le dio un beso rápido en la boca y cerró la puerta. Remus suspiró. Esperaba no tener que pasar mucho rato allí encerrado. Era irónico: se había escondido precisamente en el sitio que quería abandonar a toda costa. El armario. Miró a su alrededor buscando algo con lo que entretenerse en el caso de que la conversación de fuera se prolongara. Cuando metía la mano en el bolsillo de una túnica arrugada en busca de algún galeón olvidado, escuchó la puerta de la habitación abrirse y la voz falsamente relajada de Sirius.
-¡Harry, qué sorpresa! Lo siento, estaba…, estaba… ¿Qué es lo que quieres?
-Hablar.
-Perfecto –Sirius colocó una mano en su hombro y le empujó suavemente hacia el pasillo-. Vamos abajo.
-No, mejor nos quedamos aquí. Ron y Hermione están en el salón.
Sirius quiso protestar, pero Harry ya se había soltado y había entrado en la habitación. El hombre lo siguió preocupado, buscando posibles pistas que delataran lo que en realidad había estado haciendo minutos antes. La cama estaba revuelta, pero afortunadamente le había dado tiempo a esconder la ropa de Remus debajo. Además, el olor del sexo era evidente en el aire, pero esperaba que Harry no fuera tan perceptivo. Lanzó una mirada rápida al armario y cuando se giró de nuevo hacia Harry vio que éste le miraba con asombro.
-¿Estabas acostado tan temprano? ¿Te he despertado?
-¡No! Eh… sí. No estaba dormido, sólo estaba… descansando.
-Ah.
El chico se sentó en el borde de la cama y Sirius, nervioso, fue a su lado. Entonces se dio cuenta de que la varita de Remus estaba sobre la mesilla y rezó para que el muchacho no se diera cuenta.
-¿Y bien? ¿De qué querías hablar?
Harry clavó la mirada en el suelo, como si allí hubiera algo muy interesante que reclamara toda su atención.
-Bueno… Quería preguntarte… En realidad es una pregunta bastante tonta…
Sirius Black no era precisamente paciente, y menos cuando tenía algo que ocultar.
-¿Vas a soltarlo?
-¿Te has enamorado alguna vez?
Su padrino hizo una mueca, claramente sorprendido por la pregunta.
-¿A qué viene eso ahora?
-Sólo quería saber si te has enamorado de alguien alguna vez. Sólo eso. ¿Y bien?
-Pues claro. ¿Por quién me tomas?
-¿Cuándo?
Vaya, el chico iba directo al grano. Pero no había ninguna razón para no responder sus preguntas. Sirius se rascó la cabeza.
-A ver… Tenía dieciséis años. Casi diecisiete…
-¿Diecisiete? ¡Creí que salías con chicas desde los quince!
-Y lo hacía. Pero tú me has preguntado cuándo me enamoré.
-Oh. ¿Saliste con chicas sin estar enamorado de ellas?
-¡No es eso! –se defendió al ver la mirada sorprendida y algo acusadora de su ahijado-. Verás, ellas me gustaban. Eran guapas y simpáticas, y yo creía que las quería. Pero luego comprendí que estaba equivocado. No se debe confundir la amistad con el amor.
Sí, eso era precisamente lo que Harry quería averiguar: cómo podía diferenciarlos.
-¿Y cómo lo supiste? –preguntó en voz baja.
-Era una persona especial, Harry. Al principio, durante mucho tiempo creí que sólo éramos amigos. ¡Hacíamos tantas cosas juntos! Estudiábamos, comíamos e íbamos a las mismas clases. Incluso le hablaba de mis otras citas y de mis conquistas.
-¡Pero, Sirius! ¿Por qué?
-Entonces yo no sabía lo que sentía –se disculpó-. Fue una relación muy complicada, Harry, no puedes imaginar los problemas que tuvimos que superar.
-¿Problemas?
-Los demás pensaban que no hacíamos buena pareja, que nuestra relación no tenía futuro. Pero superamos todos los obstáculos y logramos estar juntos. Tenía los ojos más preciosos que he visto en mi vida –añadió con voz enamorada-: hermosos y tristes.
Remus intentaba escuchar la conversación y para ello había pegado la oreja a la madera de la puerta, pero Sirius hablaba en voz baja, seguramente intentando que él no entendiera sus palabras… Pero no en vano era un licántropo. Se había sobresaltado cuando oyó a Sirius confesar que había estado enamorado por primera vez a los dieciséis. ¡Ellos empezaron a salir a finales de séptimo! No pudo evitar ponerse triste cuando su voz llena de ternura describió los ojos que añoraba. Unos ojos que no eran los suyos. ¿Cómo podía haber sido tan iluso? Había pensado que Sirius sólo lo quería a él. Que había vuelto a su lado porque no había conseguido olvidarlo. Pero acababa de descubrir que no era con él con quien soñaba por las noches. Que, después de todo, él no había sido su primer amor.
¡Y el muy sinvergüenza lo confesaba sabiendo que él estaba allí y podía escucharlo todo!
-Debías de quererla mucho.
La respuesta revolvió el estómago del licántropo.
-Con toda mi alma.
Apretó los labios con fuerza y se acercó más a la diminuta rendija que abrió para poder escuchar mejor. Al hacerlo, sus pies descalzos tropezaron con unas botas que había a su lado y todo el peso de su cuerpo cayó sobre la puerta del viejo armario.
¡Mierda!
-¿Y qué pasó? Si la querías tanto, ¿por qué os separasteis?
-Ya conoces la historia, Harry –explicó con voz tensa-. Todos pensaron que era un traidor y… no podía hacer gran cosa encerrado en Azkaban, ¿no te parece?
Harry iba a contestar. Iba a decir que ahora ya no estaba en la cárcel, que podría buscar a esa persona y confesarle lo que sentía por ella, pero un golpe sordo los interrumpió.
La puerta del armario se abrió de repente y Remus Lupin cayó al suelo, enredado en un par de túnicas oscuras. Harry dio un salto, sorprendido de ver allí a su ex profesor, pero fue Sirius quien exclamó:
-¡Remus!
Continuará…
N/A: ¿Qué pensará Harry cuando vea a su profesor salir del armario en ropa interior? XD Lo dejo a vuestra imaginación hasta el siguiente capítulo.
(Reviews, pelase! -)
DAIA BLACK
M.O.S.
