Las plantas de sus pies desnudos tocaron el piso helado. La sensación le erizó la piel. Movió su cabeza de un lado a otro, acomodando las vértebras cervicales con un sonoro crack. Se quedó sentada, pasando los ojos por la habitación desordenada. Ropa en las esquinas. Colillas de cigarrillo. Armas. Municiones. Botellas de alcohol, el espejo roto, el mapa de la ciudad con infinidad de puntos marcados con alfileres de color.

Trabajos. De los dos.

Él aún dormía a su lado. La claridad acariciaba las cicatrices de su piel con la misma suavidad con la que ella lo hace a veces. Nunca, en todos estos años, dejó de preguntarse cómo terminó en esta situación. Era completamente improbable hace varias décadas atrás.

Pero ahí estaban. Durmiendo juntos. Refugiados en el otro, en un mundo hostil contra su raza.

En una ciudad que los quiere muertos.

La misma ciudad que por debajo de la mesa les da de comer. Que paga por sus servicios.

Lo intentó. Intentó ser cómo los demás, servir a la sociedad, desde el anonimato que nunca pudo dejar...pero no lo logró. Su cerebro, casi mecánico, no entendía las contrariedades de los humanos. Su constante inconformidad. Su odio hacia ella, hacia los suyos.

Entonces huyó de la Mansión. Cuando su padre, el hombre que permitió su creación, decidió abandonarla sin mediar palabra, ella huyó de allí. Vagó por el mundo como el alma errante que es, como el animal salvaje que ruge en su interior...le gustaba esa vida, no ser nadie, ser un fantasma que mata para vivir. Nació para eso. Y una vez que pudo abrazar su verdadero yo, todo un mundo se abrió ante ella.

Entonces volvió a encontrarse con él. En Alemania. Y por pura casualidad. Su olor era inconfundible...tóxico, errante.

Poco a poco se unieron. Ambos andaban el mismo camino sin andar juntos...ironías de la vida, se unió a uno de los hombres que quiso matar a Logan más de una vez.

Vio en Wade una forma de entender el mundo más simple. Buscó respuestas a los interrogantes que la marcaron durante mucho tiempo.

Se permitió, luego de varios años, un compañero.

-Cierra la puta cortina nena, se buena.-murmuró Deadpool, con la cabeza hundida en la almohada.

Laura se levantó y caminó hacia la ventana. Cerró las cortinas lentamente, mientras sentía el calor del Sol débil de invierno.

Fugaz, Logan se cruzó en su mente, y apretó los dientes. Solía aparecerse en sus recuerdos, ahora cada vez menos, pero no lograba olvidarlo del todo. Supuso que jamás lo haría.

En silencio volvió a la cama, no sin antes encender un cigarro.

Ya habría tiempo para levantarse. De todos modos...ahora o en un rato, el mundo seguiría siendo una mierda.