-¿Dicen que quieren oir sobre mi primer amor? –dijo la joven con una sonrisa a sus compañeras de asiento en el vuelo 983 de la aerolínea International Airlines con destino a Nueva York, una adolescente pelirroja y otra de cabello oscuro el cual tenía un brillo violeta a la luz.
-Sí –dijo la pelirroja mirándola con sus ojos color turquesa-, supongo que tienes una historia muy interesante que contar. Después de todo, acabas de mencionar que es por el que vienes en este avión.
-Además, nos queda bastante trecho para llegar a Nueva York –comentó la muchacha del cabello oscuro.
Rebecca Spencer Ashford tomó aire, miró por la ventana las nubes pasajeras y sonrió al recordar. Era una muchacha alta y pálida de ojos celestes, con una cabellera rubia la cual teñía de negro constantemente desde que cumplió los dieciséis años.
-Mi madre era la famosa actriz de Broadway Victoria Ashford, por lo cual desde que puedo recordar, gran parte de mi infancia transcurrió en los teatros y grandes escenarios. Mi mamá decía que el teatro era su gran amor…
-¿Y tu papá? –inquirió la pelirroja mientras la otra chica le propinaba un codazo por imprudente.
-Mi papá fue el otro gran amor de mi mamá –sonrió Rebecca-. Ellos habían tenido varios problemas en su relación y se separaron por un tiempo, ella estaba devastada y fue entonces que volcó todo su sentir en el teatro, ella dice que de no haber sido por ello, habría perdido la razón. Tiempo después mi padre y ella se volvieron a juntar, de ahí nací yo. Pero en pocos meses papá murió dejando a mi mamá inconsolable. Ella nunca quiso volver a casarse y se dedicó únicamente al teatro y a mí.
-¡Qué triste! –dijo la pelirroja.
Rebecca, recordaba a su madre perfectamente, era una mujer alta, rubia de ojos grises, con un porte elegante y un rostro de tal inocencia y pureza, que a sus treinta y cuatro años, aún podía interpretar a una adolescente, parecía que por Victoria Ashford no pasaban los años.
-Cuando tenía unos nueve años –continuó Rebecca-, mi mamá estaba ensayando y preparándose ya que iban a presentar una nueva temporada de la puesta en escena que la había llevado a la fama junto con varios otros actores: "Alcanzando el pasado". Todos los actores que habían participado en la original, saltaron a la fama con esta puesta en escena y regresaron a interpretarla. Aún recuerdo que mamá ensayaba uno de los números musicales más difíciles de la obra… la canción se llamaba "Marcha Triunfal", si mi memoria no me falla. Yo en ese momento me encontraba en el camerino de mamá dibujando cuando escuché ruidos extraños provenientes del baño… Me levanté molesta y abrí la puerta del baño
-¡Mike, Martha! –Grité molesta- ¡Ya dejen de ensayar sus líneas en el baño de mi mamá, váyanse a su propio baño!
En ese momento ví una cosa amorfa color naranja que parecía estarse mirando en el espejo… aterrada grité y la extraña criatura me miró y gritó igual, entonces abrió su boca y pude ver sus enormes y afilados dientes enmarcados por unos labios que parecían pintados de negro y acto seguido, se abalanzó sobre mí. Como pude salí huyendo y pidiendo ayuda de ahí buscando a mi mamá. Llegué corriendo al escenario donde se hallaba mi madre interrumpiendo así el ensayo.
La directora, visiblemente molesta, se dirigió a mí con intención de regañarme, pero no le di tiempo ya que les dije lo que me había ocurrido en el camerino.
Muchos pensaron que solo era un juego, que solo trataba de llamar la atención, pero mi madre me creyó, ella siempre confió en mí, y sugirió ponerle remedio a la situación.
La directora no quería detener el ensayo, pero mi madre exigió que si no se hacía nada al respecto, dejaría la puesta de escena. Algunos de los empleados del teatro y varios otros actores hablaron a mi favor diciendo que ocurrían cosas extrañas: Cosas desaparecían, luces titilaban, objetos que se caían inexplicablemente, así como camerinos que amanecían hechos un caos y algunos sonidos extraños provenientes de los baños.
-Rebecca tiene razón –mencionó Rosie Wellington, una de las cantantes solistas-. Recuerde mi perfume que se perdió hace días. Es posible que haya sido el fantasma.
La directora, convencida decidió recurrir a los únicos que podían hacer algo…
Y en estos casos ¿A quién van a llamar? ¡Pues a Los Cazafantasmas!
-¿Los Cazafantasmas? –Dijo la pelirroja sorprendida.
-Hemos escuchado de ellos –dijo la chica de cabello oscuro-. Se dedican a atender fenómenos paranormales principalmente en Nueva york, aunque pueden llamarlos de otros lugares.
Rebecca asintió y continuó su narración:
-Al poco tiempo llegaron al teatro cuatro hombres jóvenes: Uno era alto, rubio con un peinado extraño y anteojos, otro era muy guapo y algo arrogante de cabello oscuro, otro de ellos era alto, negro, bien parecido y de actitud tranquila… y el último de ellos tenía un ligero sobrepeso, cabello castaño rojizo y una sonrisa amable –una dulce sonrisa se dibujó en el rostro de Rebecca- . Nunca había conocido a un hombre con una expresión tan tierna en su rostro…
Los cuatro se presentaron mostraron credenciales con sus nombres, Dr. Egon Spengler, Dr. Peter Venkman, Winston Zeddemore y… Dr. Raymond Stantz.
Egon sacó un extraño aparato y comenzó a registrar todo el teatro acompañado por Winston mientras el resto del equipo se quedó haciéndonos unas preguntas.
-¿Quién de ustedes vio el espectro? –preguntó Winston.
-Yo –respondí levantando mi mano.
En ese momento, Raymond Stantz me miró, se inclinó hacia mí y sonrió amablemente.
-¿Cómo te llamas, linda? –me preguntó.
-Rebecca Spencer Ashford –respondí.
-Un bonito nombre para una niña tan linda –dijo él, yo reí-. Dime algo, preciosa, ¿Dónde fue que viste el fantasma? Cuéntame…
-Estaba yo haciendo mi tarea y escuché ruidos en el baño del camerino de mi mamá…. Yo pensé que se trataba de Mike y Martha que estaban jugando al Doctor -en ese momento Mike y Martha tosieron con fuerza por mi comentario-. Pero al abrir la puerta vi una cosa fea color naranja con unos dientes enormes.
Peter se volvió hacia el sujeto rubio de lentes.
-Egon, hay que ir a checar los camerinos –dijo Peter.
Los cazafantasmas fueron al área de camerinos seguidos por mi madre y todo el elenco y staff de la obra y yo. Egon comenzó a registrar con su aparato cuando de este surgían sonidos de "bips"
-Efectivamente, capto energía psicokinética en ésta área –dijo Egon observando el medidor- una manifestación incorpórea clase 6, aunque también hay al menos tres poltergeists.
De pronto los ruidos comenzaron a escucharse y los cuatro valerosos hombres que habían contratado, sacaron sus armas de protones y comenzaron a apuntar. Justo en ese instante apareció el fantasma anaranjado acompañado por otros cuatro seres extraños ante el terror y el asombro del equipo de producción, técnicos y actores curiosos. Los cazafantasmas dispararon inútilmente a las extrañas criaturas.
-Hay qué separarnos –dijo Egon a sus compañeros para después dirigirse a todos los curiosos-. Todos ustedes, permanezcan juntos.
-Vayan a las butacas –dijo el negrito-, es suficientemente grande.
Todos se fueron, menos yo… en verdad quería ver cómo capturaban a esos fantasmas. Los seguí un rato mientras buscaban el área de los camerinos de los bailarines y cantantes cuando de pronto, el cazafantasmas que había hablado conmigo antes notó mi presencia.
-Rebecca, ¿Qué haces aquí? –dijo- Ve con tu mamá, es peligroso que andes aquí.
Como si hubiera sido invocado, el fantasma anaranjado salió de una pared y comenzó a causar destrozos por los pasillos tumbando varias cosas y azotando las puertas como un viento endemoniado, el hombre me abrazó de manera protectora… yo me aferré a él temblando y él me sujetaba con más fuerza, lo cual me hacía sentir mucho más segura.
-No tengas miedo, linda –me dijo-. En un momento te llevo con tu mamá.
El fantasma voló hacia nosotros, y el, en el momento preciso se arrojó al suelo cubriéndome para esquivarlo. El cazafantasmas se levantó solo para constatar que el espectro se había pasado de largo, entonces me miró.
-¿Estás bien, pequeña? –me preguntó mientras me ayudaba a levantarme.
-Sí –contesté.
-Vamos a donde está tu mamá –Dijo mientras me tomaba de la mano y me llevaba de regreso al escenario. Al llegar, nos encontramos con mi mamá quien corrió hacia mí y me abrazó.
-Becky, ¡Gracias al cielo estás bien! –dijo mientras me estrechaba.
-La niña se quedó en los camerinos, por suerte me di cuenta de que estaba ahí, y la traje para que estuviera segura –dijo el cazafantasmas.
-Muchísimas gracias, Dr. Stantz.
-No hay de qué, señorita Ashford –Dijo amablemente y entonces se inclinó hacia mí y sonrió-. Quédate con tu mamá, nena –dijo mientras acariciaba paternalmente mi rostro-. Nosotros nos encargaremos de que esos fantasmas no vuelvan a molestarte.
El se fue dejándome con mi mamá quien se sentó junto a mí a la orilla del escenario.
-No le pasará nada malo al Dr. Stantz –le pregunté a mi madre mientras recostaba mi cabeza en su regazo- ¿Verdad?
-No, mi amor –respondió ella con su hermosa sonrisa-. Es su trabajo, además ¡Se han enfrentado a cosas mucho peores!
Una amiga de mi mamá que también era actriz en la obra, Bianca Romanelli, se acercó a nosotros.
-¿Estás bien, Rebecca? –me preguntó preocupada, yo asentí.
-Oye, al parecer le agradaste a ese cazafantasmas –me dijo alegremente, yo sonreí.
-El Dr. Stantz ha sido muy amable con mi niña, el se tomó la molestia de traerla para acá –comentó mi mamá.
-Pues no sé, yo solo noté que el Dr. Venkman te lanzaba ojitos a cada rato, perra del mal… ¡Con lo guapo que está!
-Cálmate Bianca, ¡Que tu eres papa casada! –dijo mi mamá riendo.
-Yo soy papa casada, pero tú no, Vicky –replicó Bianca-. Deberías cuando menos, salir con el y darle la oportunidad, aunque sea por publicidad, así salen beneficiados los dos… un romancito no te caería mal.
Mi mamá se quedó callada unos minutos y entonces miró a su amiga con una cierta tristeza en sus ojos grises.
-Sí, lo sé, es bastante atractivo –dijo mi mamá-. Pero no se…
-Aunque sea para divertirte un poco y distraerte… lo necesitas –insistió Bianca-. Lo necesitamos todos aquí.
Yo me alejé un rato de la plática y me puse a dar vueltas en el escenario, mi mamá se fue a sentar a las butacas de primera fila, y me indicó que podía jugar siempre y cuando ella pudiera verme.
De pronto, dos aparecieron en el escenario seguidos por dos tres de los cazafantasmas, quienes comenzaron a dispararles con sus rayos de protones armando un espectáculo de luces. Yo me observaba la escena sin alejarme, era impresionante ver el trabajo de esos valerosos hombres. De pronto, escuché a mi mamá gritando desesperadamente y entonces alcancé a ver uno de los fantasmas que faltaban a un palmo de mí, cuando súbitamente, sentí que alguien se me arrojaba quitándome del camino del espectro. Caímos al suelo y rodó conmigo abrazada; yo me sujetaba de su ropa temblando, pude percibir perfectamente su aroma a colonia de hombre con un poquito de sudor debido a la actividad física al correr tras el fantasma… era un aroma tan varonil, y agradable. Voltee a ver a mi salvador encontrándome con el rostro de Raymond Stantz.
-¿Estás bien? –me preguntó.
-Perfectamente – respondí mientras el me ayudaba a levantarme-. Gracias de nuevo, Dr. Stantz.
-Llámame Ray –dijo el sonriendo-. Es peligroso que te vayas en este momento, lo mejor será que te pongas detrás de mi y sostente, y no te me separes, y corras con tu mamá hasta que yo te diga.
Asentí y me coloqué tras de el abrazándolo firmemente de la cintura mientras el apuntaba al fantasma que se había atrevido a atacarme.
-¡Oye tu! –le gritó al fantasma captando su atención- ¡Nadie se mete con esta pequeña!
Dicho esto le disparó. Noté que Peter Venkman llegó corriendo con la trampa en mano.
-¡Ya atrapé a uno! –dijo en tono triunfal.
-Pues ayúdanos con estos –dijo Winston, el negrito.
-Sigan disparando, ya los tenemos –dijo Egon-. Ray, ¡La trampa!
Ray sacó la trampa y la lanzó, entonces me miró y guiñó el ojo.
-Ahora verás cómo atrapamos a estos fantasmas, pon atención –me dijo.
El accionó la trampa y al abrirse comenzó a succionar a los fantasmas dentro de ella. Entonces la trampa se cerró. Los fantasmas habían desaparecido. Ray recogió la trampa, que aún humeaba y me la mostró.
-¿Ves? Ya no tienes nada que temer –me dijo- Ya no volverán a molestarte.
Mi mamá corrió hacia mí y me abrazó. La directora de la obra llegó con ellos seguida por todo el elenco y staff.
-¿Cuánto va a ser? –les preguntó
-Serían unos 6000 dólares –dijo Peter-.
-Tú lo vas a pagar –le advirtió la directora a mi madre mientras se alejaba-. Después de todo, tú exigiste el servicio.
-En ese caso –corrigió Peter, quien lucía molesto por el comentario de la directora (Y también porque quería quedar bien con mi mamá)-, si es para usted, señorita Ashford, son 3000 dólares y que me acepte una invitación a salir.
-Lo haría –dijo mi madre apenada-, de hecho mañana tenemos libre, es solo que… no tengo con quien dejar a mi hija…
-Eso no es problema, yo puedo conseguir fácilmente a alguien de mi total confianza.
-¿En serio?
-Sí, es más –entonces Venkman se dirigió a Ray-. ¿Ray, tienes algún compromiso mañana?
-Nada en especial –respondió Stantz.
-¿Podrías cuidar mañana de la hija de la señorita Ashford?
-Sí, ¿Por qué no? –respondió el y se dirigió a mi mamá- Lo haría con mucho gusto. A menos que usted tenga un inconveniente.
-Mi mamá me miró y luego miró a Venkman.
-No te preocupes, Vicky ¿Puedo llamarte así verdad? –Dijo el cazafantasmas de cabello oscuro-, Ray es un buen hombre, no tiene gustos raros ni nada por el estilo. Es alguien completamente digno de confianza. Podemos salir desde las 12, ¿Te parece, Vicky?
-Pero mi hija tiene escuela mañana –dijo mi mamá algo sorprendida de la extroversión del sujeto.
-Ray irá por ella en el, ¿Verdad colega? –dijo palmeando a su compañero.
-Sí… seguro –dijo Ray.
Al día siguiente, fui a la escuela, como siempre nadie se acercaba a jugar conmigo… nunca fui muy popular entre personas de mi edad, ni siquiera cuando era niña. Y es que trataba de ser lo menos latosa, o escandalosa posible. Al ser mi madre sola, me vi forzada a madurar demasiado pronto, al menos en algunos aspectos. Eso dificultaba un poco el relacionarme con la mayoría de los niños y aún más con las niñas.
Al sonar la campana a recreo… vi a Ray Stantz sentado sobre uno de los juegos infantiles. No llevaba su uniforme de cazafantasmas, por lo cual los niños no parecían reconocerlo, o darle demasiada importancia. Me acerqué a el, y al verme sonrió. Le respondí con otra sonrisa y me senté junto a él. Nunca supe cómo obtuvo permiso de entrar a la escuela, pero él estaba ahí. Me senté junto a él y le pregunté qué hacía en la escuela. El me explicó que Peter lo había traído para cerciorarse de que no se equivocaría de escuela. El miró a los demás niños que jugaban y notó que ninguno se acercaba a mí.
-¿Y tus amigos? –me preguntó.
-¿Cuáles? –respondí.
El se quedó mirándome sin comprender cómo es que no parecía relacionarme con mis compañeros.
-Pues… los que juegan contigo en el recreo –atinó a responder.
-Ah, nadie juega conmigo –respondí-. Sólo Dani y ella no vino.
Me miró largamente y de repente sonrió.
-¡Pues qué bueno que no vino porque así podremos tu y yo jugar a gusto!
Recuerdo que estaba sorprendida, nunca antes un adulto había tenido la iniciativa de jugar conmigo sin que yo se lo pidiera. Sin pensarlo asentí. Recuerdo que jugamos a que yo era Tarzán y me arrojaba de los árboles y el me cachaba, cosa que normalmente no habría hecho, yo era una niña muy quieta, más bien yo controlaba demasiado mis impulsos de niña inquieta que era en realidad, pero por alguna razón, con Ray me sentía libre. Jugamos un poco en los columpios, el me empujaba y en lo más alto pude presumirle mi gran salto. Luego me comí mi almuerzo y lo compartí con el.
Los otros niños nos miraban asombrados.
Fue el mejor recreo de mi niñez.
Pero lo bueno dura poco y el timbre sonó anunciando la hora de entrar de nuevo a clases. Ray notó mi rostro un poco triste y me dio una suave palmadita en la cabeza asegurándome que vendría por mí con una sorpresa.
Al salir de la escuela, ví a varios niños congregarse a la puerta de la escuela y entre el montón de niños, se encontraba el, con su uniforme de cazafantasmas puesto. El me miró y se abrió paso entre los niños viniendo hacia mí.
-Señorita Rebecca Spencer Ashford, he venido por usted –dijo sonriendo mientras me tomaba la mano y me conducía al Ecto-1. Me ayudó a subirme y…
-¡Momeeento, momeeento! –Exclamó la pelirroja interrumpiendo la narración de Rebecca- ¿Qué chingados es el Ecto-1?
-No seas mensa, Sara –dijo la chica de cabello oscuro-. Es el famoso auto de los cazafantasmas… ya sabes ese blanco con rojo…
-¡Órale! –Replicó la pelirroja- No sabía que se llamara así. Síguele, Rebecca.
-Como dije: Me subí al Ecto-1, y haciendo sonar la sirena me llevó dejando a los demás niños de la escuela, y haciéndome sentir importante.
-Bien, señorita Ashford –me dijo- ¿A dónde le gustaría ir a comer? Supongo que debe estar hambrienta…
-A donde sea –dije yo.
Ray se quedó pensando un momento hasta que una idea cruzó por su cabeza.
-¿Qué prefieres? –Preguntó- ¿Pizza o hamburguesa?
Era una decisión difícil, ambas me gustaban…
-Lo que tú quieras –respondí.
-Bueno, una hamburguesa sale mas rápido –comentó-. Hagamos esto: Compramos unas hamburguesas para llevar y unas cuantas golosinas y te llevo a conocer nuestro cuartel y ahí vemos unas películas. Me imagino que te gusta ver dibujos animados. Si no, podremos jugar a algo.
Yo asentí emocionada, nunca antes había estado con una persona tan entusiasta de ver dibujos animados conmigo, y menos siendo un adulto. Compramos unas hamburguesas con aros de cebolla y refrescos. Yo pedí un sprite, (odio el refresco de cola) y Ray se estacionó cerca de un parque.
-Será mejor que comamos aquí –me dijo dándome la bolsa de papel que contenía mi comida-, si nos esperamos, capaz y nuestra comida desaparece misteriosamente.
-Bueno –dije.
Ray y yo comimos muy a gusto en ese rato, la brisa se sentía agradable y en verdad me gustaba su compañía. Al terminar, fuimos a un supermercado donde Ray compró una cantidad superlativa de golosinas y de ahí nos dirigimos al cuartel de los Cazafantasmas. Al llegar, saludamos a una pelirroja muy guapa, su nombre era Janine, ella era la secretaria de los cazafantasmas.
-¿Y quien es esta adorable jovencita, Ray? –Dijo Janine sonriendo.
-Mi nombre es Rebecca Spencer Ashford –dije mientras la saludaba de mano.
-Ella es la hija de Victoria Ashford –mencionó el cazafantasmas.
-¿De Victoria Ashford? –Exclamó ella sorprendida y entonces se dirigió a mí- Soy una gran admiradora de tu mamá- De hecho, yo fui a verla cuando salió en "Amor en Rojo" hace dos años… lucía fantástica.
-Gracias –recuerdo que dije algo apenada.
-Janine, voy a mostrarle a esta señorita el cuartel –explicó Ray- Nos vemos.
Ray me llevó a conocer cada rincón de la central de los cazafantasmas, conocí la Unidad Contenedora, donde almacenaban a todos los fantasmas que capturaban, los locker donde guardaban sus uniformes, el baño, la sala de estar… al llegar a la cocina, vi un fantasma verde comiendo como loco.
-¡PEGAJOSO! –exclamó Ray- ¿Otra vez comiéndote las golosinas de Peter?
Sintiéndose descubierto, el fantasma miró a Ray y puso cara de "yo no fui"
-Al menos invítanos –dijo el cazafantasmas-. Ven, Pegajoso, te quiero presentar a alguien.
El fantasma se acercó a nosotros y me miró de arriba abajo.
-Esta niña tan bonita, se llama Rebecca, y pasará esta tarde con nosotros –le explicó Ray, quien al verme un tanto sorprendida, me explicó sobre ese extraño personaje-. Rebecca, te presento a Pegajoso, el es un fantasma y vive con nosotros. Es completamente inofensivo.
-Hola pegajoso –dije un poco nerviosa y le dí la mano.
El fantasma me saludó y medió un beso en la mejilla llenándome de… gelatina.
-No te preocupes, eso pasa todo el tiempo –me explicó mi amigo cazafantasmas-. Ven, Vamos al laboratorio con Egon y Winston.
Fuimos a una habitación llena de extraños aparatos donde Egon se encontraba realizando algún extraño experimento junto con Winston.
-Miren a quien tenemos aquí –dijo Winston-. Es Rebecca… ¿Cómo estás pequeña?
-Bien –recuerdo que respondí-, aunque un poquito babeada…
-De seguro ese fue Pegajoso –comentó Egon mientras se acercaba a mí y me saludaba de mano.
-Si –le dije-. Pegajoso es tan… pegajoso…
Los tres rieron… en verdad me sentía muy a gusto ahí con esas personas tan cálidas… Inclusive Egon, siendo alguien tan cerebral mostraba algo de calidez en sus maneras.
Esa tarde fué muy divertida, pasamos la tarde viendo caricaturas y jugando con Pegajoso. Ray me mostró su colección de historietas del Capitán Acero, y en la noche, Ray, Pegajoso y yo vimos una película de terror. En algún momento me quedé dormida junto con Ray. No supe en qué instante llegó mi mamá por mí, solo recuerdo que al día siguiente desperté en mi cama. Me levanté y busqué a mi mamá… un delicioso aroma de Hot Cakes inundaba el ambiente.
-Becky, mi amor –dijo ella sonriendo- ¿Cómo amaneciste, preciosa?
-Bien, mamá –le respondí- ¿A qué horas me fuiste a recoger o me trajeron? No me dí cuenta…
-Estabas bien dormida –dijo ella sonriendo mientras me servía hot cakes-. De hecho tu y el Dr. Stantz estaban dormidos, Peter despertó al Dr. Stantz y el te trajo en brazos con nosotros.
Mamá se quedó un rato mirándome y sonrió.
-¿Cómo te la pasaste, chiquita? –me preguntó.
-¡Me la pasé súper! –Le respondí entusiasmada- Tienen un fantasma bueno viviendo ahí, y se llama Pegajoso y deja babas verdes por todos lados… Y la secretaria de ellos es muy bonita, se llama Janine. Tienen un laboratorio enorme y una unidad contenedora donde guardan todos los fantasmas que atrapan y… y…
Le conté a mi mamá con pelos y señales todo lo que había visto y hecho en compañía de Ray. Mi mamá me escuchaba con atención analizando cada movimiento. Nunca me había visto tan entusiasmada.
-Me alegro que te hayas divertido tanto… y que te hayan cuidado bien –me miró y sonrió- De hecho, les agradas mucho a todos, en especial al Dr. Stantz. Tanto, que el mismo me dijo que cuando necesitara que alguien cuidara de ti, el con mucho gusto lo haría y si el necesitaba ir a cazar algún fantasma, la señorita Melnitz encantada te cuidaría. En fin… que ahí tenías un segundo hogar.
-¿De verdad mamá? –Pregunté con el rostro iluminado de felicidad- ¿Podré volver a ver a Ray cuando quiera?
-De eso quería hablar contigo, Becky –me dijo mi mamá un poco más seria-. Sabes, desde que tú naciste siempre te he querido tener conmigo todo el tiempo… He procurado llevarte conmigo a todos los lugares a donde voy y no dejarte sola… Nunca he querido que sintieras que yo de algún modo te he abandonado y quiero que por sobre todas las cosas confíes en mí. Por otro lado, siento que no es bueno para ti que estés todo el tiempo en el teatro, limitada, sin poder ver tele, comiendo a las carreras por tener yo que entrar a escena… Cuando tu papá vivía era más fácil porque él te cuidaba y te atendía mientras yo ensayaba… Y sabes que hay días en que de plano estoy tan ocupada que difícilmente te puedo atender… Por eso, quiero pedirte tu opinión, Becky.
-¿De qué, mami?
-Mira, el Dr. Stantz me dijo que podías pasar las tardes con ellos siempre que quisieras o que fuera necesario –explicó-. Y quisiera saber en caso de que yo lo permitiera ¿Te sentirías abandonada por mí? Es decir, tú sabes cómo es mi trabajo y a veces y podría llegar a ser muy frecuente. Incluso demasiado seguido. Otras veces no será tan necesario… Y yo no tengo demasiado problema con ello… pero necesito saber cómo te sientes al respecto para poder tomar una decisión; es decir, no quiero que termines reprochándome un abandono o algo así. Tu eres una niña muy inteligente y sé que entiendes, y también sé que si algo llegara a pasar me lo dirías ¿Verdad?
-Claro mamá –le respondí-. Además, ellos son muy buenos, y me gusta mucho estar con Ray… y no tendré qué escuchar los gritos de la coreógrafa cuando fallan en los bailes… ¿Por qué todos los coreógrafos son tan gritones?
-No sé –dijo mi mamá riendo.
-Oye mamá ¿Y seguirás saliendo con el Dr. Venkman? –le pregunté.
-Peter es muy agradable –me respondió-. Y es guapo… mientras no quiera casarse conmigo, todo está bien.
Desde entonces, llegué a pasar mucho tiempo con ellos. Incluso fines de semana, cuando mi mamá no los tenía libres, claro está. Así pude conocer mejor a cada uno de ellos. Así fue como me dí cuenta de la mente tan brillante de Egon Spengler, del carisma de Peter Venkman, de la serenidad y sentido práctico de Winston Zeddemore y el optimismo e idealismo de Raymond Stantz, quien tenía un corazón tan puro como el de un niño, acompañados por la eficiencia de Janine Melnitz, y la glotonería de Pegajoso. Todos aunque diferentes, tenían algo en común… Un corazón de oro.
Pude darme cuenta, del amor que Janine sentía por Egon y que este parecía no darse cuenta de su existencia.
Hubo una ocasión en que me hicieron una fiesta sorpresa en el cuartel, para celebrar mi décimo cumpleaños… Janine me dijo que Ray fue el de la idea.
-¡Vaya! –Dijo Sara, la pelirroja- Me imagino que pasaron mucho tiempo ustedes juntos.
-De hecho –replicó Rebecca-, y pues mi mamá los apreciaba mucho por las atenciones que tenían conmigo, tanto, que ella misma se ofreció gratis para que ella y yo grabáramos un comercial para ellos. Mi mamá confiaba tanto en ellos que me llegó a dejar quedarme varios días con ellos ya que en una ocasión mi madre tuvo que irse a presentar la obra "Amor en Rojo" a Chicago, y los muchachos se ofrecieron a cuidarme todo ese tiempo. La mayor parte de las noches, me iba a dormir al departamento de Janine. Hubo dos o tres veces que me quedaba con los muchachos y dormía en el sofá. Ray siempre se quedaba conmigo hasta que me quedaba dormida. Toda esa época fue la más feliz de mi vida… Lo tenía todo: Tenía a mi mamá, tenía una segunda familia… y tenía a Ray…
-Por todo lo que has dicho –dijo la muchacha de cabello oscuro- Me imagino que Ray es la persona de la que estabas enamorada.
-Así es, Azalie –respondió Rebecca sonrojada.
-Es que cuando hablas de él, tu semblante cambia, se te ilumina el rostro –agregó Sara.
-Sí –reconoció la joven neoyorkina-. Verás, al crecer entre puros adultos, siempre me vi obligada a subirme al nivel de ellos… Y sin embargo ahí estaba ese hombre que por el contrario de todos los que conocía, el se bajaba a mi nivel sin esfuerzo. Con él podía comportarme como la niña que era, podía corretear, ser libre… Podía ser niña. Y él era como un niño, muchas de sus actitudes eran las de un niño, tanto, que se me olvidaba que era un adulto con quien estaba jugando, por eso nunca lo pude ver como una figura paterna, como tal vez mucha gente creía. Todos eran una figura paterna para mí, menos él. Ray era como un amigo, del cual me enamoré.
-¿Y alguien más sabía de lo que sentías por Ray? –inquirió Azalie.
-Se lo conté a Janine –contestó Rebecca.
Lo recordaba perfectamente… en esa ocasión, los cazafantasmas habían salido a capturar un espectro que aterrorizaba en la casa de un Productor de Broadway que estaba en Queens; por alguna razón, Pegajoso fue con ellos. Janine y Rebecca se habían quedado solas en el cuartel. Janine decidió que harían algo "de chicas" mientras los muchachos llegaban. La joven secretaria y ella se estaban pintando las uñas.
-Oye Janine –dijo la niña mientras se pintaba la uña del dedo meñique- Tu estás enamorada de Egon, ¿Verdad?
Janine se veía algo sorprendida por la agudeza de la pequeña rubia.
-¿Y tu cómo sabes? –preguntó la secretaria.
-Por la forma en que lo miras –replicó Rebecca-. Porque así miramos a la persona a quien amamos.
-Pues sí –respondió Janine-. Pero dudo que me haga caso.
-Yo creo que si te quiere –comentó la pequeña mientras soplaba a las uñas de su mano derecha-. Solo que es tímido.
-Pues ojalá y así sea –dijo Janine suspirando y entonces miró a Rebecca-. ¿Y tu Rebecca?
La niña se sonrojó.
-¿De quién estás enamorada? –Insistió Janine- ¿Algún chico lindo de la escuela?
-N-no, nadie de la escuela –respondió titubeante.
-¿Entonces quien? ¡Vamos! Puedes decirle a Janine quien es ese a quien quieres.
-Pero no le vayas a decir a nadie, y mucho menos a él –suplicó la niña.
-¡Ah! ¿Eso significa que lo conozco? No te preocupes, no le diré nada.
La niña la miró largamente y desviando la mirada dijo el nombre de aquel que le gustaba.
-Me gusta Ray –dijo sonrojada.
-¿Ray? –dijo Janine, quien ya esperaba la respuesta- ¿Ray Stantz?
-Sí –afirmó Rebecca-. Pero probablemente yo no le guste porque aun soy una niña.
-Bueno –dijo Janine sonriendo-. Pero no serás una niña para siempre. Y si por alguna razón al crecer Ray no te hace caso, igual conocerás a alguien más y seas tú la que no le haga caso a Ray.
La niña miró en dirección al locker donde Ray guardaba su uniforme. Entonces miró a la secretaria.
-Janine… si yo fuera una mujer adulta ¿Ray se fijaría en mí?
-Sería un tonto si no fuera así –respondió Janine-. Tal vez la única razón por la cual no se acerca a ti con intención de ser tu novio es el hecho de que aún eres una niña.
-Es probable que así haya sido –dijo Azalie mirando a Rebecca directamente a los ojos-. Después de todo, eran muy afines.
-De hecho –comentó Sara mientras se reclinaba en su asiento-. No dudo que el tipo haya pensado en algún momento: "Si tan solo fuera mayor de edad…" Y a todo esto… ¿Por qué se separaron?
Rebecca lanzó un suspiro y se recargó en su asiento. No le gustaba recordar esa parte… Sin embargo, procedió a contar cómo su mundo se colapsó.
