FUNDIRNOS
1. El principio del camino
- Es sólo una niña, no la pueden sacrificar así como así, ¡hay que esconderla!
- Ya han asesinado a su madre por traer al mundo a un monstruo y el padre está a punto de ser aniquilado. Ella acabará corriendo la misma suerte me temo.
- Tienes que hacer algo Gorrot, ¡es sólo una cría! Mírala, es inofensiva.
Una niña de ojos oscuros, muy oscuros, dormía intranquila sobre la hierba, al cobijo de una roca, mientras los dos adultos susurraban a unos metros de ella. El hombre meditó unos minutos mirando a las estrellas. Resopló.
- Sólo se me ocurre una cosa, querida Kandy, y es esconderla entre las montañas, hasta que se acabe todo este revuelo de los asesinos de gente con poderes. Ahí estará segura. Conozco una cabaña algo lejos de aquí que tal vez esté abandonada ahora, puedes vivir ahí con ella. Yo iré a visitaros cada vez que pueda, me encargaré de que aprenda a manejar sus poderes, y cuando crezca suficiente me la llevaré donde yo vaya para que aprenda cosas y vea el mundo.
- Me parece buena idea. – la mujer sollozó. – Todavía no me puedo creer que les hayan hecho esto a sus padres, eran buenos. Los he visto crecer, y ahora estaba viendo crecer a su hija. Esto no es justo. Los poderes de la pequeña Sei nunca han hecho daño a nadie, al contrario, los hace divertidos, juega con ellos, y de todos modos no alardea de ellos. No entiendo a qué viene esté afán de "liberar al mundo de la brujería".
- Siempre han existido núcleos que luchan en contra de cualquier rasgo que se salga de la norma. No se sabe cómo usarán los poderes en el futuro las personas que nacen con ellos, supongo que eso les da miedo. No es nada común nacer con magia. A propósito…me han llegado noticias de un extraño cambio en el Reino de Arendelle, están ocurriendo cosas extrañas últimamente.
- Por suerte está lejos de aquí. Pero esperemos que no tenga nada que ver con las hijas tan adorables que tienen los Reyes de Arendelle.
- Tendré que investigar el asunto con la Compañía…- dijo Gorrot, y se acercó a despertar a la niña.- Bueno pequeña, nos espera un paseo hasta un nuevo hogar.
- ¿Y papá y mamá? Había unos hombres malos dando golpes fuertes en la puerta de casa. He oído a mamá gritar mucho, pero papá me ha sacado de allí y no sé qué más ha pasado. – relató Sei con toda su inocencia. Frunció el ceño. - ¡Quiero ir con ellos, no voy a dejar que hagan gritar a mi madre así! Les lanzaré chispas a los ojos.
Gorrot observó lo convencida que se encontraba la pequeña de ir a ayudar a sus padres. "Valiente gesto, pero eres demasiado pequeña, y es demasiado tarde…" pensó entristecido.
Se pusieron los tres en camino hacia las altas montañas, y mientras tanto, trataron de explicarle a Sei con toda la delicadeza que pudieron que no podía volver a casa, que sus padres ya no estaban, que no los volvería a ver nunca más.
13 AÑOS MÁS TARDE
- ¡Me voy Kandy! Es la hora. – Sei se acercó al rincón en el que estaban jugando los nietos de la mujer y les revolvió el pelo a los dos.- Bueno pequeños, nos vemos dentro de un tiempo. Os traeré algo de recuerdo. – Les guiñó un ojo.
- ¿Ya te vas a Arendelle? – Preguntó la niña con los ojos como platos.- ¡Vas a conocer a una princesa y una reina de verdad!
- Bueno ya conozco a algunas.
- Pero esas son especiales. Dicen que la reina tiene magia y puede hacer todos los muñecos de nieve que quiera, ¡y puede hacer que nieve! Sus poderes son mejores que los tuyos – se burló el niño.
Sei rio.
- Eso ya lo veremos. Derretiré su hielo. Le diré que conozco a dos pequeñajos que son muy admiradores suyos y que quieren un muñeco de nieve.
- ¡Sí, sí, sí, sí! – Gritaron al unísono.
- También cuentan que son dos hermanas muy hermosas. – dijo Kandy entrando por la puerta y yendo a abrazar a Sei. – Ya nos contarás tus aventuras a la vuelta, a ver si son tan emocionantes como algunas de tus aventuras anteriores.
- Os traeré todo lujo de detalles, no os preocupéis.
Se despidió de los tres y salió de la cabaña a la luz del sol, a encontrarse con sus compañeros de viaje. Decidieron ir en barco, así que zarparon en cuanto llegaron a los muelles. Les esperaban unos cuantos días de viaje.
El paisaje que se les presentaba a final de trayecto era realmente sobrecogedor. Las imponentes montañas nevadas brillaban bajo la luz del sol. Al parecer, los picos de esas montañas permanecían nevados siempre, fuese la época del año que fuese, debía de hacer un frío horrible ahí arriba. Al pie de sus laderas empezaban a surgir praderas verdes, adornadas por grandes árboles y coloridas flores, propias de la época primaveral en la que se encontraban. A la orilla del inmenso y reluciente lago se encontraba un pueblo que a simple vista parecía entrañable, custodiado por un elegante castillo. Ese castillo era su destino.
El barco atracó justo antes de la hora de comer. Esperaban un buen recibimiento al respecto. El grupo lo componían Gorrot, ya entrado en años pero que se defendía bien con el arco, y todavía mejor con las palabras; Rásgar un joven fortachón cuya gran habilidad era la espada; Riuna, una pícara mujer que usaba lo que hiciese falta para defenderse o atacar; y Sei, la más joven, que prefería ir despojada de cosas que le impidiesen moverse con soltura.
- Ya hemos llegado. Recordad siempre cuál es nuestro cometido en este reino: investigar quién es el supuesto infiltrado en Arendelle que está tramando una rebelión contra la reina. – Decía Gorrot mientras se acercaban a las puertas del palacio. - Así pues, tendremos que estar pendientes de ella en todo momento.
- Está bien, primero llenemos los estómagos y luego repartamos las tareas y tracemos nuestro plan de acción. – apoyó Rásgar.
- ¿Y la gente aquí es agradable o es fría como el hielo que se supone que lanza su reina..? – preguntó Sei mirando despreocupadamente hacia las ventanas del castillo.
- Está claro que es tu primera vez en estos lares…- dijo Riuna poniendo los ojos en blanco.- Para empezar, deberías saber y no sólo suponer que la reina de Arendelle SÍ tiene poderes reales. Como tú, solo que vuestros poderes son opuestos.
- Por no hablar de lo buena que…¡auch! – Riuna le dio un codazo a Rásgar antes de que terminase su comentario subido de tono.
- Para seguir, la gente de aquí tiene fama de ser muy amable y acogedora. Pero pronto lo comprobaremos por nosotros mismos.
Les abrieron las puertas del palacio. Apareció ante ellos un hombre que parecía ser el mayordomo o algo así.
- Bienvenidos a Arendelle. Vosotros debéis de ser la Compañía de Misterios, ¿no es así?
- Así es. Con la Compañía basta, señor. – respondió Gorrot educadamente.
- Pasad por favor. Os acompañaré a vuestros aposentos y luego asistiréis a la comida con la reina y sus consejeros.
A Sei le pareció que solo el hall ya era grandioso, ampliamente iluminado y elegante. Recorrieron el palacio hasta llegar al pasillo en el que se encontraban sus respectivas habitaciones, una para cada uno.
"Wow, muy espaciosa. – Pensó Sei – debe de ser realmente grande este sitio para darnos una habitación a cada uno". Se asomó a la ventana. Eso era algo imprescindible para ella. Primero porque ese sería a partir de ahora el cuartel general del que tendrían que vigilar movimientos externos, y segundo porque le encantaba contemplar el atardecer siempre que pudiese.
El mayordomo les esperaba en el pasillo. Estaban ya casi en el gran comedor cuando oyeron los gritos alegres de una chica detrás de ellos.
- Princesa Anna, ¿ocurre algo?- Preguntó el mayordomo a la joven pelirroja que se acercó a ellos.
- No, Kai, ¡simplemente que mi cumpleaños se acerca! Estoy deseando saber qué me regalarán. Puede que Kristoff me haga algo romántico, y puede que Elsa prepare algo especial, aunque creo que tendré que recordárselo a Olaf para que pueda…ah, ¡hola! – De repente se percató de la presencia del grupo y siguió hablando eufóricamente. – Perdón por no presentarme, soy Anna, no sé quiénes sois, no tenía ni idea de que llegarían invitados estos días. No paro de pensar en mi fiesta de cumpleaños.
Anna rio algo nerviosa. Y de repente se fijó en los profundos ojos oscuros de Sei. En seguida apartó la mirada. "¡Es un torbellino andante!" pensó Sei divertida.
- No se preocupe, princesa, su hermana le informará de las nuevas visitas. Y tampoco se preocupe por su cumpleaños, todo saldrá bien. – contestó Kai.
- Vale, vale. Bueno yo hoy no como aquí así que ya nos presentaremos más formalmente. Me espera Kristoff ahí fuera ¿verdad, Kai? - El hombre asintió. – Muy bien, ¡hasta pronto!
Se fue igual de sonriente que cuando llegó.
Eran los primeros en entrar al Gran Comedor, tomaron asiento y esperaron unos minutos a que llegasen el resto de comensales.
"Ahora veremos si todas las leyendas son ciertas."
