Mision sea
Y te preguntas que tan salado estas como un recordatorio de la cosita que se remoja en la bañera de tu cuarto de hotel.
El chapoteo del agua te hace voltear hacia la puerta del baño, de donde distingues las puntas de una aleta de pez y una voz demasiado armónica para ser humana.
Toc toc
Tocan a tu puerta. Te acercas al baño y cierras la puerta colocando toallas por debajo para evitar a toda costa que el sonido de eso escape.
Cuando abres descubres a una chica del servicio que al mirarte te coquetea descaradamente.
-el servicio a la habitación que ordeno señor- su tono, que trata de ser seductor, te fastidia.
Aun sigues frente a la puerta bloqueando el paso; te preguntas de qué se trata si tú nunca has pedido el servicio, hasta que tu mente conecta y recuerdas que es así como el cliente enviaría el pago por la misión. Tomas el carrito, lo introduces a la habitación y le cierras la puerta en la cara a esa chica ridícula.
Con precaución levantas la campana del plato y, como fue pactado, encuentras tu tan ansiada paga sobre el.
Con la paga en tus manos es hora de abandonar el lugar. Con todas tus cosas en tu maleta y a punto de salir recuerdas que tú salado asunto sigue en la bañera entonando una melodía muy seguramente.
Te diriges al baño, abras la puerta y te recargas en el marco.
Admirándolo mientras piensas cómo sacarlo sin que te descubran le ves con una revista en las manos, que no sabes de dónde diablos salió.
-¿acaso sabes leer?- preguntas con sorna, en irónica malicia.
-te sorprendería saber qué cosas puedo hacer-
Deja de prestarte atención, y tú con la cara pasmada (como un idiota crónico) lo miras seguir leyendo.
Bueno. Al menos sabes que puede comunicarse y con unas cuantas respuestas podrás deshacerte más fácilmente de él.
