Veneno

En el templo de Escorpio se escucha "Poison" de Alice Cooper. Porque le recuerda a ella.
Milo, en la cama de su templo. Es de noche y piensa en ella. Han pasado veinticuatro horas desde la última vez que se acostaron.

En la cabaña de Shaina se escucha "Poison" de Alice Cooper. Porque le recuerda a él.
Shaina, en la cama de su cabaña. Es de noche y piensa en él. Han pasado veinticuatro horas desde la última vez que se acostaron.

Y los dos piensan, en voz alta, por todo aquello que están pasando.
No importa quién diga cada párrafo, decídelo tú, lector. Está escrito para que se confunda el género.

No quiero verte más. No puedo hacerlo. Si continúo por este camino me perderé en un laberinto de locura por ti. Y no quiero.

No te amo. Tampoco te quiero. Pero es imposible que me pases desapercibido. Siento tus ojos atravesando mi armadura, derritiendo el metal y dejando mi piel al descubierto de tu irrefrenable lujuria. Sin quererlo caigo a tus pies y bebo de tu boca como si hubiera cruzado por un desierto de soledad. Y apareces tú, como un oasis, ante mi, haciéndote desear. Y yo deseando no desearte, pero al final…te deseo.

Arañas mi piel, abriendo grietas en lo más profundo de mi ser, sin piedad. No te importa clavarme las garras, aún sabiendo que esas manos ansían otra carne. Y yo me dejo. ¿Por qué? No lo sé. Quizás es mi forma de hacerte pagar el desdén que me brindas cuando rozo tu cuerpo en nuestras encarnizadas luchas. Me odias, y me alimento de ese odio.

Otra vez revolcándome contigo, en tu cama. Entre las sábanas negras que terminarán blancas y húmedas. Eres cruel al hacerme partícipe de una unión que me lastima y creo que eres masoquista, al aceptarlo. Puesto que a ti también te duele.

Cada vez que sujeto las cadenas que te atan a mi cama, no te rebelas. Luchas unos segundos, pero tu respiración agitada me indica que te excita esa sensación de sentirte en una prisión.
No pienso liberarte, porque cuando acaricio con la yema de mi índice tu piel, ésta se eriza.

Tus manos. Fuente de tu poder. No serías nada si te las cortara. Pero no tengo intención de ello. No soy afín al sadismo, aunque pienses que sí. Admito que adoro la expresión de tu rostro al alcanzar el clímax, y que sólo por verte así, sería capaz de afiliarme al sadismo. No. Anoche no quería eso. Anoche quería más de ti.

Sí. Lo noté. Anoche cuando vagaba mi lengua sin rumbo por tu entrepierna, lo noté. Me deseabas con ansia. Nunca antes me habías deseado y anoche lo hiciste. No querías que abandonara tu lecho. Tus súplicas aceleraban mi ritmo, oírte pedir es un bálsamo para mi.

Y bebiste ¡Por todos los dioses del Olimpo! Hubiera deseado fundirme contigo en esa cama.

Nos alimentamos mutuamente con la lujuria. Quién sabe a qué puerto llegaremos.

Tus mordiscos me envenenan la sangre. Tu veneno corriendo por mis venas.

Tus arañazos me envenenan el alma. Tu veneno quemándome por dentro.

Quiero verte.

Quiero besarte.

Ven a mi cama.

Ven a mí.