Luz X Sombra

Luz X Sombra

"Existe una leyenda que data desde siglos atrás, una de las familias más poderosas de un reino obtendrá poder absoluto de un continente o la paz eterna para su tierra y gente. La leyenda será llevada a cabo por una de las hijas de una prestigiosa familia de los reinos."

-es una niña- afirmo encantada una de las ayudantes que asistía al parto.

"La familia más poderosa de ese entonces, la familia que proseguía a la del rey. La posibilidad de que esta leyenda fuera real se hacía cada vez más evidente. En ese entonces todos los embarazos resultaban en hermosas y encantadoras niñas, cada una diferente y hermosa a su manera."

-hay algo extraño- pronuncio angustiada la partera- la pequeña no llora-susurro, asegurándose de que la madre no escuchara.

-este bebe es ciertamente diferente- irrumpió en la habitación uno de los grandes sabios que había enviado el rey al escuchar que estaba a punto de llegar al mundo la cuarta hija de la familia Walker-ella es la niña de la leyenda- se anticipó a los hechos al observar a la criatura adormilada en su cuna.

-¿Qué quiere decir?- pregunto una chica de la servidumbre- ella es igual a sus hermanas, con su cabellera rubia, como la del señor- intento excusar su intromisión.

-es hermosa, digna de la familia Walker- suspiro molesto- pero…- hizo una pausa- este bebe esta maldito- concluyo despreocupado.

-¿Cómo se atreve a decir eso de mi hija?- pregunto la madre sentándose en la cama- que sea uno de los grandes sabios, no tiene derecho… a… decir eso de mi hija- jadeo la madre agotada.

-solo digo lo que hemos visto los grandes sabios- respondió el anciano utilizando su posición para excusar su mala educación- esta chica llevara a la guerra y miseria a este reino- concluyo anticipadamente.

-ella es solo una bebe, no puede hacerle daño a nadie- negó rotundamente la madre.

-él tiene razón cariño- apareció el padre entre la escolta del rey- esta niña esta maldita-concluyo avergonzado.

-no, eso no es cierto- siguió negando la madre, rechazaba todo pensamiento de que la recién nacida atrajera la desgracia al reino.

-no hay otra opción, la niña debe ser aniquilada en este preciso instante- concluyo el anciano, desvaino una daga y se acercó a la cuna junto a la cama-todo sea por el reino del gran señor- alzo los brazos con la daga sostenida firmemente.

-¡DETENGASE!- grito desconsolada la madre. El anciano se detuvo, asesinar a un bebe no era algo sencillo.

-hay otra opción, no es segura, pero podría funcionar- irrumpió en la habitación un segundo sabio con mas poder y edad sobre él que el primero- este bebe, su aura es algo confuso, como si no fuera una sola niña. Después de todo la leyenda dice que traerá paz o guerra, por lo que se podría decir que son dos niñas…- hizo una pausa acercándose a la cuna- y no una, dos niñas en un mismo cuerpo- sonrío encantado- lo que quiere decir que la mejor opción que tenemos es separar la paz de la guerra- el anciano coloco las manos sobre la recién nacida, pronunciando un par de frases en un idioma extraño y moviendo sus manos alrededor de la cuna separo a la luz de la oscuridad, a la prosperidad de la desgracia.

-la bebe…- cayo uno de la escolta del rey al piso- ya no es una… son… son… dos- observo horrorizado como la bebe se partía en dos.

-imposible- se acercó el padre a la cuna encontrándose con dos pequeñas, una de cabellera blanca y ojos color verde claro, al igual que el zafiro, sonriente observaba la habitación rebosante de alegría. Y otra pequeña a su lado, sollozando e inquieta, cabello negro oscuro y ojos azules apretados con fuerza.

-hay tienen, la luz y la oscuridad en su forma humana- concluyo el poderoso sabio abandonando la habitación llevándose al padre para hablar.

-son preciosas- exclamaron las sirvientas luego que recuperaran el aliento.

-como el gran sabio dijo…- hizo una pausa una sirvienta dudando de lo que estaba a punto de decir- son… la paz y la guerra encarnadas en su forma humana- concluyo tranquila al observar a la pequeña de cabello blanco sonreír.

-ESO NO ES VERDAD…- grito la madre rechazando aun la palabra del gran sabio- ellas no son la paz ni la guerra- apretó las sabanas entre sus dedos- son mis hijas… Y ESO NADIE LO VA A CAMBIAR- grito con lagrimas en los ojos- no me importa lo que digan, ellas no serán juzgadas por nadie en este mundo- se acercó hasta la cuna tomando a la pequeña de cabello negro en sus brazos- no tienes por qué llorar, aunque tu cabello sea negro y no inspires tranquilidad no significas que traerás la desgracia- acurruco a la bebe en sus brazos. Mientras que las sirvientas sonreían encantadas con la bebe de cabello blanco.

-no dejare que una leyenda marque la vida de mis hijas- abrazo cariñosamente a la bebe rechazada.

"Esa noche, contra toda probabilidad y rechazos de la madre a la idea de que sus hijas fueran la encarnación de una leyenda, se cumplió lo presupuestado, dando paso a una nueva era que seria llevada por una de sus dos hijas"

La familia Walker, pasó a ser una de las más admiradas por el nacimiento de una leyenda entre sus siete hijas. Se les llamo a la pequeña de cabello blanco "Ada" en honor a la tranquilidad que emanaba. Y a la pequeña de cabello oscuro como el cielo en una noche estrellada, se le nombro "Emilie" por su inquietud e intranquilidad o más bien por la "E" de "evil".

Se guiaron por el color de sus cabellos y personalidades para encasillarlas. A la pequeña Ada, se le nombro como "la luz de la nueva era" la pequeña que traería la prosperidad al pueblo. Como era de esperarse, era amada y defendida por todos. Y a su lado, la pequeña Emilie, catalogada como una "amenaza" para el reino y su gente, odiada incluso por su padre y destinada a permanecer tras la sombra de su contraparte, alimentándose de las migajas y bondades de su joven madre y hermanas.

I.- Contrastes:

-Ada… Ada- repetí jadeando- no deberías huir de tus obligaciones- le regañe al verla en el jardín, jugando con las flores.

-¿Emilie?- pronuncio girando hacia mi- solo quiero descansar, no me gusta que todos digan que debo ser la buena y tu la mala, esas palabras no me gustan nada- refunfuño cortando una rosa blanca del jardín.

-no deberías tomarte a pecho lo que dicen un par de viejos buenos para nada- pronuncie molesta, tome cuidadosamente mi vestido negro para bajar los escalones hacia el jardín.

-hermana, para ti es fácil, no debes lidiar con ellos- exclamo haciendo un puchero. Tomo la roza y la añadió a su hermoso vestido blanco. Es verdad, no tengo que lidiar con ellos, ya que a mi me enseña la servidumbre, pero debo lidiar con lo que dice la gente del pueblo.

-aunque sea difícil- le tome de la mano al llegar a su lado- si estas junto a mi, no debes preocuparte por lo que digan, tú solo debes creer en ti, Ada- le sonreí inocentemente.

-es verdad- apretó mi mano- estando juntas, seremos una sola al final- sonrío reanimada.

-así se habla, ahora apresúrate antes de que te encuentren en este lugar- le empuje cuidadosamente hacia las escaleras.

-eso no importa- suspiro al instante- después de todo, Emilie es la única que me puede encontrar- sonrío y corrió por las escaleras entrando a la mansión.

-Mañana cumplimos seis años- sonreí acercándome a las rosas- seis años de haber llegado a este mundo- acaricie los pétalos de una rosa floreciente.

Aunque nuestros rostros son similares y nos encanta estar una al lado de la otra, somos tratadas y vestidas de manera diferente. Mientras Ada es recibida siempre con una sonrisa y perdonada por cada una de sus travesuras, yo soy mirada como los cuervos que atacan las cosechas de maíz por el verano. Cuando vamos de la mano por los pasillos, la servidumbre nos obliga a caminar por separado y siempre detrás de Ada. No es que le tenga envidia ni que la odie, es solo que en ocasiones me gustaría que las personas me sonrieran y vieran como a Ada.

-Mamá, mamá- abrí la puerta de la habitación de mis padres- ¿estás despierta?- pregunte acercándome a la cama- Adele, me dijo que estabas enferma- (Adele: sirvienta a cargo del cuidado y educación de Emilie)- es por que te quedaste despierta hasta tarde conmigo, ¿fui la culpable de que enfermaras?- pregunte subiendo los pies a la cama. Mamá tomo de mi brazo cubriéndome con el cubrecama, ocultándome junto a ella.

-¿pero que cosas dices?- sonrío cariñosamente- mi amada Emi no puede haber sido la culpable de mi malestar- me abrazo con dulzura- esto es a causa de mi imprudencia- me acurruco junto a ella- solo necesito dormir un poco- cerro los ojos respirando tranquilamente. Cerré los ojos después de mamá, conciliando el sueño junto a ella.

Desperté sola en la habitación, mamá ya se ha levantado, acaricie mis ojos y estire mis brazos sobre la cabeza. ¿Dónde puede haber ido?

-señorita Emilie- abrió de golpe la puerta Adele asustándome- ya es hora de que valla a la biblioteca a estudiar junto con la señorita Ada- concluyo cerrando la puerta de golpe.

-así que nos dejaran estar juntar hoy- susurre bajando de la cama- debería apresurarme- arregle mi vestido y cabello. Corrí por los pasillos en dirección a la biblioteca, que bien, podre estar con Ada sin que nadie nos regañe.

-voy a entrar- avise antes de abrir la puerta. Al observar me encontré con el joven Anthony leyendo un libro para Ada, que se encontraba sobre su regazo. Baje la cabeza al verlo y camine rápidamente para sentarme en una silla junto a la ventana, lo más lejos de Anthony y Ada. Tome un libro y comencé a leerlo desde donde había quedado la ultima vez.

-bien, sigamos desde donde nos habíamos quedado- pronuncio Anthony volviendo a su lectura.

-si- sonrío Ada encantada. Los observe luego de unos minutos, se veían tan alegres los dos, juntos. El joven Anthony ya tiene 10 años de edad y ya es todo un prodigio para su familia, es tan solo un honor para la nuestra que nos venga a visitar de vez en cuando. Su cabello es negro al igual que el mio, pero la gente no huye cuando lo ve llegar, es totalmente injusto. Sus ojos son verde esmeralda, por lo que les resulta llamativo a las personas. Siempre que nos visita esta junto a Ada o mis otras hermanas. No me le es permitido acercármele o hablarle. Por lo que siempre evito los lugares donde él se encuentra.

-achisss- estornudo Ada un poco mareada.

-señorita Ada, ¿se encuentra bien?- pregunto Anthony preocupado.

-tengo frio- se quejo Ada acercándosele.

-¿Por qué no lo dijo antes?- Anthony la abrazo cálidamente- su ropa es muy delgada- le susurro con dulzura. Mire a mi alrededor, mis ojos se posaron en una manta sobre la silla del escritorio. Me apresure a llevársela a Ada. La cubrí con ella, estoy preocupada, Ada siempre ha sido enfermiza. Ada me observo sonriente y luego afirmo la chaqueta de Anthony. Ella… esta fingiendo. Solo quiere estar cerca de él. Baje la vista, tome mi libro y deje la biblioteca. No sabía… no sabia que a Ada le gustara el joven Anthony, aunque también puede ser un capricho.

Ya de noche, me acosté primero y espere despierta a que Ada llegara a la habitación. Después de unos minutos ella se adentro en la habitación recostándose sobre su cama.

-lo siento, Ada- me levante de inmediato- no sabia que Anthony te gustara, lo que hice fue innecesario- me disculpe afectada por mi falta de sentido común.

-no me gusta- contesto Ada.

-¿Eh?- ¿Pero que…?- ¿entonces por qué finges ante él?- pregunte avergonzada.

-me parece divertido- contesto sonriente- quería saber porque todas las niñas del pueblo les gusta- sonrío poniéndose la pijama.

-para ser la buena- susurre- eres demasiado caprichosa- la observe fijamente.

-tienes razón- me dio la espalda. Di la vuelta y regrese a mi cama. O tal vez, solo le tengo envidia. Abrace mi almohada y cerré los ojos lentamente.

En otra parte de la casa…

-mañana nuestras pequeñas cumplirán seis años- celebro la madre encantada con la idea de que sus hijas estuvieran creciendo saludablemente- tendremos una hermosa fiesta- le aviso a su esposo.

-un año menos para que Ada se convierta en la luz para el pueblo- dijo el padre tomando una copa de vino.

-cierto, cierto, lo hará cuando cumpla dieciocho- sonrío tranquilamente la madre- cuando ella lo haga, Emilie podrá tener una vida fuera de la sombra de su contraparte- celebro encantada.

-Hmm…- contesto el hombre de cabellera rubia y ojos verdes.

-¿Qué es eso de Hmmm…?- pregunto la mujer de cabellera castaña y mirada cariñosa-¿me estas ocultando algo?- pregunto insatisfecha.

-Emilie…- hizo una pausa el hombre tomando aire- ella… no llegara a esa edad- concluyo avergonzado.

-¿Qué quieres decir con eso?- pregunto la mujer temblorosa-¿de qué hablas con que ella… no llegara a esa edad?- pregunto horrorizada.

-la única forma que Ada pueda ser feliz, es que Emilie sea infeliz- intento explicar el padre- si Emilie llora, Ada sonríe. Si ella se enferma, Ada goza de una buena salud. Por lo que si Emilie deja de existir, Ada podrá vivir sin problemas- concluyo apartando la mirada.

-dices, ¿Qué debemos sacrificar a Emilie por el bien de Ada?-pregunto demandante a lo que el hombre asintió- ni de broma, no dejare que una de ellas muera solo porque los viejos dicen que ellas pertenecen a la leyenda- se levanto la madre precipitadamente- y lo mismo va para las otras cinco- se precipito a la puerta y cerro de golpe.

-no dejare que ellos decidan el futuro de mis hijas- pensaba la mujer mientras recorría los pasillos en dirección a la habitación de Ada y Emilie- esto es verdaderamente injusto, decidir la vida de una niñas solo por una estúpida leyenda- se adentro en la habitación, se sentó entre las dos camas y observo a sus hijas dormir angelicalmente- impediré que hagan con Ada lo que les conviene y que terminen con la vida de Emilie. Se los prometo, no dejare que nadie ponga una mano sobre ustedes- prometió en la oscuridad de la mansión ya dormida…

-ashiss- sentí a Ada estornudar, se cubrió el rostro con el cubrecama. La observe preocupada, en realidad está enferma. ¿Qué debo hacer?

-¿Ada? ¿Te encuentras bien?- pregunte en voz baja, ella no me respondió- siento no haberte creído, creo que estaba un poco celosa de la forma en que todos te protegen- comente débilmente.

-¿Por qué?- pregunto Ada sin entender- si Emilie es mi hermana, creí que Emilie me conocía mejor que nadie- me acerque a su lado.

-lo siento, Ada- me disculpe sentándome sobre su cama. Ada se levanto precipitada y me golpeo en el rostro.

-Emilie, debería ser la única que cree en Ada- sollozo-Ada no es nada sin Emilie- alzo la voz, con los ojos llenos de lagrimas.

-Ada, perdóname- la abrase fuertemente, mi mejilla duele. Ada, lo siento.

-Emilie, quédate conmigo- me abrazo con fuerza, apretando mi pijama con sus dedos- no quiero que me separen de ti- sollozo débilmente, hasta que se quedo profundamente dormida.

Recosté a Ada a mi lado, la cubrí con la sabana. Acaricie su mejilla con delicadeza, esta hirviendo. Lo siento, Ada no volveré a desconfiar de ti nunca más, no importa quién sea la luz o la sombra, para mí siempre serás simplemente Ada, mi hermana gemela. Me mantuve toda la noche cuidando de Ada, abrazándola dulcemente.

-Ada, Emilie- sentí gritar a Adele, abrí los ojos lentamente, pose la mano en la mejilla de Ada aun durmiendo, que bien, ya no tiene fiebre.

-Emilie, si su padre la encuentra junto a su hermana, será castigada- me recordó.

-lo sé, pero Ada tenía fiebre- le avise.

-¿fiebre?- se apresuró a tocar la frente de Ada- ¿se ha enfermado justo el día de su cumpleaños?- pregunto tomándole la temperatura.

-no, Emilie cuido de Ada toda la noche- le aviso Ada aun adormilada.

-¿eso es verdad?- me pregunto Adele. Asentí avergonzada, después de todo Adele da miedo.

-bien, es mejor que se vallan a desayunar y luego se terminen sus deberes antes de la fiesta de esta noche- nos ordeno Adele.

-bien- conteste animada- me voy primero- avise quitándome la pijama y vistiendo del negro habitual. Corrí por los pasillos hasta el jardín, corte una margarita y se la lleve a mamá aun dormida en su cama. Tome mi libro favorito de la biblioteca y corrí sonriente hasta el comedor a desayunar.

-buenos días- le sonreí a mis hermanas.

-buenos días- respondieron las mayores.

-Wow… estas muy animada hoy- se burlo Amelia (hermana mayor)- ¿Por qué será?- pregunto ocultando algo.

-bueno, era una sorpresa para a noche, pero no podemos esperar- comento ansiosa Lise- vamos, están en el jardín- me tomo de la mano antes que lograra morder mi pan.

-¿una sorpresa?- pregunte extrañada- ¿solo para mí?- pregunte extrañada.

-no, Sara y Helena fueron por Ada- me avisaron- ahora corre, ellos no se quedaran en el mismo sitio por siempre- ¿ellos?

Al llegar al jardín, me cubrieron los ojos.

-ven toca esto y dime que es…- tomo mi mano posándola sobre una piel, cabello sedoso y suave, es pequeño.

-es un animalito- dije segura.

-correcto- me destaparon los ojos al instante. Una especie de perros, más parecidos a un zorro. Con pelo café claro y algunas líneas negras en el cuello y sus dos colas.

-¿Qué son?- acaricie a uno de los cuatro zorritos.

-son acompañantes- sonrío Amelia- como los que acompañan a la escolta del rey, ellos las acompañaran a las dos- tome a uno y lo levante en dos pies.

-son lindos- sonreí. Los acompañantes, son criaturas amaestradas para cuidar y proteger a la escolta del rey. No son animales ni tampoco bestias. Pueden cambiar de forma en ocasiones y responden solo a las órdenes de sus amos. Eso quiere decir que ya no estaré sola. Sonríe dulcemente al sonido que hizo uno de ellos al acercárseme.

-Vaya, parece que ya no es sorpresa- comento jadeando Sara junto a Ada y Helena.

-Ada, mira, son acompañantes- le sonreí cariñosamente enseñándole a uno de los pequeños zorritos.

-ya veo- comento algo desanimada.

-tócalo, es realmente suave- sonreí. Ada contesto a mi petición y alzo la mano hasta el pequeño zorrito. En el momento en que su mano estuvo cerca, el pequeño zorrito le gruño y rasguño evitando que se acercara.

-Ada- Helena se le acerco preocupada- ¿estas bien?- pregunto observando la herida en su mano.

-no, no… no los quiero- sollozo Ada entre lágrimas.

-creo que fue una mala idea- comento papá desde la terraza- habrá que deshacerse de ellos- comento sin expresión.

-no- le grite- yo los quiero- me dirigí hacia papá- déjame quedarme con ellos- le rogué. Ya había ocurrido antes, por alguna razón los animales no quieren a Ada. Papá se ha deshecho de muchos porque han lastimado a Ada.

-¿Por qué debería dártelos?- pregunto papá en tono frio- no mereces conservarlos- lo observe tímidamente, al lado de papá estaba Anthony y su padre.

-yo… yo… obedeceré en todo- le intente convencer- nunca te he pedido nada- le recordé- solo déjame encargarme de ellos- baje la vista por respeto- te prometo no molestar- me arrodille. Papá ¿Por qué eres tan frio conmigo? ¿Por qué no me miras como a Ada?

-no tienes nada que yo quiera- papá dio la vuelta, dándome la espalda.

-los conservara- interrumpió mamá- ese es mi regalo para ella- se dirigió a papá- Emilie ese será tu único regalo de cumpleaños- sonrío mamá- de todas formas, tú no quieres nada mas- concluyo dándome una dulce mirada.

-gracias- pronuncie aliviada.

-date prisa y dales un nombre a cada uno- me animo mamá.

-si- asentí reanimada. Debo pensar en cuatro nombres, elegir unos dignos para ustedes. Tome en brazos a los cuatro zorritos y corrí hacia la mi habitación.

-¿Emilie, no vas a desayunar?- me detuvo Adele a mitad del camino.

-no tengo hambre- la evadí al pasar- bien- cerré la puerta de la habitación con el picaporte-ya lo decidí- coloque a los cuatro zorritos sobre mi cama- se llamaran Joseph, Edgar, Christopher y Louis. Al igual que los antiguos reyes de este reino- reí dulcemente- hoy es mi fiesta de cumpleaños, así que tendré que darles un baño- los afirme evitando que escaparan y me encerré en el baño.

-es una niña- afirmo encantada una de las ayudantes que asistía al parto.

"La familia más poderosa de ese entonces, la familia que proseguía a la del rey.

La posibilidad de que esta leyenda fuera real se hacía cada vez más evidente. En ese entonces todos los embarazos resultaban en hermosas y encantadoras niñas, cada una diferente y hermosa a su manera."

-hay algo extraño- pronuncio angustiada la partera- la pequeña no llora-susurro, asegurándose de que la madre no escuchara.

-este bebe es ciertamente diferente- irrumpió en la habitación uno de los grandes sabios que había enviado el rey al escuchar que estaba a punto de llegar al mundo la cuarta hija de la familia Walker-ella es la niña de la leyenda- se anticipó a los hechos al observar a la criatura adormilada en su cuna.

-¿Qué quiere decir?- pregunto una chica de la servidumbre- ella es igual a sus hermanas, con su cabellera rubia, como la del señor- intento excusar su intromisión.

-es hermosa, digna de la familia Walker- suspiro molesto- pero…- hizo una pausa- este bebe esta maldito- concluyo despreocupado.

-¿Cómo se atreve a decir eso de mi hija?- pregunto la madre sentándose en la cama- que sea uno de los grandes sabios, no tiene derecho… a… decir eso de mi hija- jadeo la madre agotada.

-solo digo lo que hemos visto los grandes sabios- respondió el anciano utilizando su posición para excusar su mala educación- esta chica llevara a la guerra y miseria a este reino- concluyo anticipadamente.

-ella es solo una bebe, no puede hacerle daño a nadie- negó rotundamente la madre.

-él tiene razón cariño- apareció el padre entre la escolta del rey- esta niña esta maldita-concluyo avergonzado.

-no, eso no es cierto- siguió negando la madre, rechazaba todo pensamiento de que la recién nacida atrajera la desgracia al reino.

-no hay otra opción, la niña debe ser aniquilada en este preciso instante- concluyo el anciano, desvaino una daga y se acercó a la cuna junto a la cama-todo sea por el reino del gran señor- alzo los brazos con la daga sostenida firmemente.

-¡DETENGASE!- grito desconsolada la madre. El anciano se detuvo, asesinar a un bebe no era algo sencillo.

-hay otra opción, no es segura, pero podría funcionar- irrumpió en la habitación un segundo sabio con mas poder y edad sobre él que el primero- este bebe, su aura es algo confuso, como si no fuera una sola niña. Después de todo la leyenda dice que traerá paz o guerra, por lo que se podría decir que son dos niñas…- hizo una pausa acercándose a la cuna- y no una, dos niñas en un mismo cuerpo- sonrío encantado- lo que quiere decir que la mejor opción que tenemos es separar la paz de la guerra- el anciano coloco las manos sobre la recién nacida, pronunciando un par de frases en un idioma extraño y moviendo sus manos alrededor de la cuna separo a la luz de la oscuridad, a la prosperidad de la desgracia.

-la bebe…- cayo uno de la escolta del rey al piso- ya no es una… son… son… dos- observo horrorizado como la bebe se partía en dos.

-imposible- se acercó el padre a la cuna encontrándose con dos pequeñas, una de cabellera blanca y ojos color verde claro, al igual que el zafiro, sonriente observaba la habitación rebosante de alegría. Y otra pequeña a su lado, sollozando e inquieta, cabello negro oscuro y ojos azules apretados con fuerza.

-hay tienen, la luz y la oscuridad en su forma humana- concluyo el poderoso sabio abandonando la habitación llevándose al padre para hablar.

-son preciosas- exclamaron las sirvientas luego que recuperaran el aliento.

-como el gran sabio dijo…- hizo una pausa una sirvienta dudando de lo que estaba a punto de decir- son… la paz y la guerra encarnadas en su forma humana- concluyo tranquila al observar a la pequeña de cabello blanco sonreír.

-ESO NO ES VERDAD…- grito la madre rechazando aun la palabra del gran sabio- ellas no son la paz ni la guerra- apretó las sabanas entre sus dedos- son mis hijas… Y ESO NADIE LO VA A CAMBIAR- grito con lagrimas en los ojos- no me importa lo que digan, ellas no serán juzgadas por nadie en este mundo- se acercó hasta la cuna tomando a la pequeña de cabello negro en sus brazos- no tienes por qué llorar, aunque tu cabello sea negro y no inspires tranquilidad no significas que traerás la desgracia- acurruco a la bebe en sus brazos. Mientras que las sirvientas sonreían encantadas con la bebe de cabello blanco.

-no dejare que una leyenda marque la vida de mis hijas- abrazo cariñosamente a la bebe rechazada.

"Esa noche, contra toda probabilidad y rechazos de la madre a la idea de que sus hijas fueran la encarnación de una leyenda, se cumplió lo presupuestado, dando paso a una nueva era que seria llevada por una de sus dos hijas"

La familia Walker, pasó a ser una de las más admiradas por el nacimiento de una leyenda entre sus siete hijas. Se les llamo a la pequeña de cabello blanco "Ada" en honor a la tranquilidad que emanaba. Y a la pequeña de cabello oscuro como el cielo en una noche estrellada, se le nombro "Emilie" por su inquietud e intranquilidad o más bien por la "E" de "evil".

Se guiaron por el color de sus cabellos y personalidades para encasillarlas. A la pequeña Ada, se le nombro como "la luz de la nueva era" la pequeña que traería la prosperidad al pueblo. Como era de esperarse, era amada y defendida por todos. Y a su lado, la pequeña Emilie, catalogada como una "amenaza" para el reino y su gente, odiada incluso por su padre y destinada a permanecer tras la sombra de su contraparte, alimentándose de las migajas y bondades de su joven madre y hermanas.

I.- Contrastes:

-Ada… Ada- repetí jadeando- no deberías huir de tus obligaciones- le regañe al verla en el jardín, jugando con las flores.

-¿Emilie?- pronuncio girando hacia mi- solo quiero descansar, no me gusta que todos digan que debo ser la buena y tu la mala, esas palabras no me gustan nada- refunfuño cortando una rosa blanca del jardín.

-no deberías tomarte a pecho lo que dicen un par de viejos buenos para nada- pronuncie molesta, tome cuidadosamente mi vestido negro para bajar los escalones hacia el jardín.

-hermana, para ti es fácil, no debes lidiar con ellos- exclamo haciendo un puchero. Tomo la roza y la añadió a su hermoso vestido blanco. Es verdad, no tengo que lidiar con ellos, ya que a mi me enseña la servidumbre, pero debo lidiar con lo que dice la gente del pueblo.

-aunque sea difícil- le tome de la mano al llegar a su lado- si estas junto a mi, no debes preocuparte por lo que digan, tú solo debes creer en ti, Ada- le sonreí inocentemente.

-es verdad- apretó mi mano- estando juntas, seremos una sola al final- sonrío reanimada.

-así se habla, ahora apresúrate antes de que te encuentren en este lugar- le empuje cuidadosamente hacia las escaleras.

-eso no importa- suspiro al instante- después de todo, Emilie es la única que me puede encontrar- sonrío y corrió por las escaleras entrando a la mansión.

-Mañana cumplimos seis años- sonreí acercándome a las rosas- seis años de haber llegado a este mundo- acaricie los pétalos de una rosa floreciente.

Aunque nuestros rostros son similares y nos encanta estar una al lado de la otra, somos tratadas y vestidas de manera diferente. Mientras Ada es recibida siempre con una sonrisa y perdonada por cada una de sus travesuras, yo soy mirada como los cuervos que atacan las cosechas de maíz por el verano. Cuando vamos de la mano por los pasillos, la servidumbre nos obliga a caminar por separado y siempre detrás de Ada. No es que le tenga envidia ni que la odie, es solo que en ocasiones me gustaría que las personas me sonrieran y vieran como a Ada.

-Mamá, mamá- abrí la puerta de la habitación de mis padres- ¿estás despierta?- pregunte acercándome a la cama- Adele, me dijo que estabas enferma- (Adele: sirvienta a cargo del cuidado y educación de Emilie)- es por que te quedaste despierta hasta tarde conmigo, ¿fui la culpable de que enfermaras?- pregunte subiendo los pies a la cama. Mamá tomo de mi brazo cubriéndome con el cubrecama, ocultándome junto a ella.

-¿pero que cosas dices?- sonrío cariñosamente- mi amada Emi no puede haber sido la culpable de mi malestar- me abrazo con dulzura- esto es a causa de mi imprudencia- me acurruco junto a ella- solo necesito dormir un poco- cerro los ojos respirando tranquilamente. Cerré los ojos después de mamá, conciliando el sueño junto a ella.

Desperté sola en la habitación, mamá ya se ha levantado, acaricie mis ojos y estire mis brazos sobre la cabeza. ¿Dónde puede haber ido?

-señorita Emilie- abrió de golpe la puerta Adele asustándome- ya es hora de que valla a la biblioteca a estudiar junto con la señorita Ada- concluyo cerrando la puerta de golpe.

-así que nos dejaran estar juntar hoy- susurre bajando de la cama- debería apresurarme- arregle mi vestido y cabello. Corrí por los pasillos en dirección a la biblioteca, que bien, podre estar con Ada sin que nadie nos regañe.

-voy a entrar- avise antes de abrir la puerta. Al observar me encontré con el joven Anthony leyendo un libro para Ada, que se encontraba sobre su regazo. Baje la cabeza al verlo y camine rápidamente para sentarme en una silla junto a la ventana, lo más lejos de Anthony y Ada. Tome un libro y comencé a leerlo desde donde había quedado la ultima vez.

-bien, sigamos desde donde nos habíamos quedado- pronuncio Anthony volviendo a su lectura.

-si- sonrío Ada encantada. Los observe luego de unos minutos, se veían tan alegres los dos, juntos. El joven Anthony ya tiene 10 años de edad y ya es todo un prodigio para su familia, es tan solo un honor para la nuestra que nos venga a visitar de vez en cuando. Su cabello es negro al igual que el mio, pero la gente no huye cuando lo ve llegar, es totalmente injusto. Sus ojos son verde esmeralda, por lo que les resulta llamativo a las personas. Siempre que nos visita esta junto a Ada o mis otras hermanas. No me le es permitido acercármele o hablarle. Por lo que siempre evito los lugares donde él se encuentra.

-achisss- estornudo Ada un poco mareada.

-señorita Ada, ¿se encuentra bien?- pregunto Anthony preocupado.

-tengo frio- se quejo Ada acercándosele.

-¿Por qué no lo dijo antes?- Anthony la abrazo cálidamente- su ropa es muy delgada- le susurro con dulzura. Mire a mi alrededor, mis ojos se posaron en una manta sobre la silla del escritorio. Me apresure a llevársela a Ada. La cubrí con ella, estoy preocupada, Ada siempre ha sido enfermiza. Ada me observo sonriente y luego afirmo la chaqueta de Anthony. Ella… esta fingiendo. Solo quiere estar cerca de él. Baje la vista, tome mi libro y deje la biblioteca. No sabía… no sabia que a Ada le gustara el joven Anthony, aunque también puede ser un capricho.

Ya de noche, me acosté primero y espere despierta a que Ada llegara a la habitación. Después de unos minutos ella se adentro en la habitación recostándose sobre su cama.

-lo siento, Ada- me levante de inmediato- no sabia que Anthony te gustara, lo que hice fue innecesario- me disculpe afectada por mi falta de sentido común.

-no me gusta- contesto Ada.

-¿Eh?- ¿Pero que…?- ¿entonces por qué finges ante él?- pregunte avergonzada.

-me parece divertido- contesto sonriente- quería saber porque todas las niñas del pueblo les gusta- sonrío poniéndose la pijama.

-para ser la buena- susurre- eres demasiado caprichosa- la observe fijamente.

-tienes razón- me dio la espalda. Di la vuelta y regrese a mi cama. O tal vez, solo le tengo envidia. Abrace mi almohada y cerré los ojos lentamente.

En otra parte de la casa…

-mañana nuestras pequeñas cumplirán seis años- celebro la madre encantada con la idea de que sus hijas estuvieran creciendo saludablemente- tendremos una hermosa fiesta- le aviso a su esposo.

-un año menos para que Ada se convierta en la luz para el pueblo- dijo el padre tomando una copa de vino.

-cierto, cierto, lo hará cuando cumpla dieciocho- sonrío tranquilamente la madre- cuando ella lo haga, Emilie podrá tener una vida fuera de la sombra de su contraparte- celebro encantada.

-Hmm…- contesto el hombre de cabellera rubia y ojos verdes.

-¿Qué es eso de Hmmm…?- pregunto la mujer de cabellera castaña y mirada cariñosa-¿me estas ocultando algo?- pregunto insatisfecha.

-Emilie…- hizo una pausa el hombre tomando aire- ella… no llegara a esa edad- concluyo avergonzado.

-¿Qué quieres decir con eso?- pregunto la mujer temblorosa-¿de qué hablas con que ella… no llegara a esa edad?- pregunto horrorizada.

-la única forma que Ada pueda ser feliz, es que Emilie sea infeliz- intento explicar el padre- si Emilie llora, Ada sonríe. Si ella se enferma, Ada goza de una buena salud. Por lo que si Emilie deja de existir, Ada podrá vivir sin problemas- concluyo apartando la mirada.

-dices, ¿Qué debemos sacrificar a Emilie por el bien de Ada?-pregunto demandante a lo que el hombre asintió- ni de broma, no dejare que una de ellas muera solo porque los viejos dicen que ellas pertenecen a la leyenda- se levanto la madre precipitadamente- y lo mismo va para las otras cinco- se precipito a la puerta y cerro de golpe.

-no dejare que ellos decidan el futuro de mis hijas- pensaba la mujer mientras recorría los pasillos en dirección a la habitación de Ada y Emilie- esto es verdaderamente injusto, decidir la vida de una niñas solo por una estúpida leyenda- se adentro en la habitación, se sentó entre las dos camas y observo a sus hijas dormir angelicalmente- impediré que hagan con Ada lo que les conviene y que terminen con la vida de Emilie. Se los prometo, no dejare que nadie ponga una mano sobre ustedes- prometió en la oscuridad de la mansión ya dormida…

-ashiss- sentí a Ada estornudar, se cubrió el rostro con el cubrecama. La observe preocupada, en realidad está enferma. ¿Qué debo hacer?

-¿Ada? ¿Te encuentras bien?- pregunte en voz baja, ella no me respondió- siento no haberte creído, creo que estaba un poco celosa de la forma en que todos te protegen- comente débilmente.

-¿Por qué?- pregunto Ada sin entender- si Emilie es mi hermana, creí que Emilie me conocía mejor que nadie- me acerque a su lado.

-lo siento, Ada- me disculpe sentándome sobre su cama. Ada se levanto precipitada y me golpeo en el rostro.

-Emilie, debería ser la única que cree en Ada- sollozo-Ada no es nada sin Emilie- alzo la voz, con los ojos llenos de lagrimas.

-Ada, perdóname- la abrase fuertemente, mi mejilla duele. Ada, lo siento.

-Emilie, quédate conmigo- me abrazo con fuerza, apretando mi pijama con sus dedos- no quiero que me separen de ti- sollozo débilmente, hasta que se quedo profundamente dormida.

Recosté a Ada a mi lado, la cubrí con la sabana. Acaricie su mejilla con delicadeza, esta hirviendo. Lo siento, Ada no volveré a desconfiar de ti nunca más, no importa quién sea la luz o la sombra, para mí siempre serás simplemente Ada, mi hermana gemela. Me mantuve toda la noche cuidando de Ada, abrazándola dulcemente.

-Ada, Emilie- sentí gritar a Adele, abrí los ojos lentamente, pose la mano en la mejilla de Ada aun durmiendo, que bien, ya no tiene fiebre.

-Emilie, si su padre la encuentra junto a su hermana, será castigada- me recordó.

-lo sé, pero Ada tenía fiebre- le avise.

-¿fiebre?- se apresuró a tocar la frente de Ada- ¿se ha enfermado justo el día de su cumpleaños?- pregunto tomándole la temperatura.

-no, Emilie cuido de Ada toda la noche- le aviso Ada aun adormilada.

-¿eso es verdad?- me pregunto Adele. Asentí avergonzada, después de todo Adele da miedo.

-bien, es mejor que se vallan a desayunar y luego se terminen sus deberes antes de la fiesta de esta noche- nos ordeno Adele.

-bien- conteste animada- me voy primero- avise quitándome la pijama y vistiendo del negro habitual. Corrí por los pasillos hasta el jardín, corte una margarita y se la lleve a mamá aun dormida en su cama. Tome mi libro favorito de la biblioteca y corrí sonriente hasta el comedor a desayunar.

-buenos días- le sonreí a mis hermanas.

-buenos días- respondieron las mayores.

-Wow… estas muy animada hoy- se burlo Amelia (hermana mayor)- ¿Por qué será?- pregunto ocultando algo.

-bueno, era una sorpresa para a noche, pero no podemos esperar- comento ansiosa Lise- vamos, están en el jardín- me tomo de la mano antes que lograra morder mi pan.

-¿una sorpresa?- pregunte extrañada- ¿solo para mí?- pregunte extrañada.

-no, Sara y Helena fueron por Ada- me avisaron- ahora corre, ellos no se quedaran en el mismo sitio por siempre- ¿ellos?

Al llegar al jardín, me cubrieron los ojos.

-ven toca esto y dime que es…- tomo mi mano posándola sobre una piel, cabello sedoso y suave, es pequeño.

-es un animalito- dije segura.

-correcto- me destaparon los ojos al instante. Una especie de perros, más parecidos a un zorro. Con pelo café claro y algunas líneas negras en el cuello y sus dos colas.

-¿Qué son?- acaricie a uno de los cuatro zorritos.

-son acompañantes- sonrío Amelia- como los que acompañan a la escolta del rey, ellos las acompañaran a las dos- tome a uno y lo levante en dos pies.

-son lindos- sonreí. Los acompañantes, son criaturas amaestradas para cuidar y proteger a la escolta del rey. No son animales ni tampoco bestias. Pueden cambiar de forma en ocasiones y responden solo a las órdenes de sus amos. Eso quiere decir que ya no estaré sola. Sonríe dulcemente al sonido que hizo uno de ellos al acercárseme.

-Vaya, parece que ya no es sorpresa- comento jadeando Sara junto a Ada y Helena.

-Ada, mira, son acompañantes- le sonreí cariñosamente enseñándole a uno de los pequeños zorritos.

-ya veo- comento algo desanimada.

-tócalo, es realmente suave- sonreí. Ada contesto a mi petición y alzo la mano hasta el pequeño zorrito. En el momento en que su mano estuvo cerca, el pequeño zorrito le gruño y rasguño evitando que se acercara.

-Ada- Helena se le acerco preocupada- ¿estas bien?- pregunto observando la herida en su mano.

-no, no… no los quiero- sollozo Ada entre lágrimas.

-creo que fue una mala idea- comento papá desde la terraza- habrá que deshacerse de ellos- comento sin expresión.

-no- le grite- yo los quiero- me dirigí hacia papá- déjame quedarme con ellos- le rogué. Ya había ocurrido antes, por alguna razón los animales no quieren a Ada. Papá se ha deshecho de muchos porque han lastimado a Ada.

-¿Por qué debería dártelos?- pregunto papá en tono frio- no mereces conservarlos- lo observe tímidamente, al lado de papá estaba Anthony y su padre.

-yo… yo… obedeceré en todo- le intente convencer- nunca te he pedido nada- le recordé- solo déjame encargarme de ellos- baje la vista por respeto- te prometo no molestar- me arrodille. Papá ¿Por qué eres tan frio conmigo? ¿Por qué no me miras como a Ada?

-no tienes nada que yo quiera- papá dio la vuelta, dándome la espalda.

-los conservara- interrumpió mamá- ese es mi regalo para ella- se dirigió a papá- Emilie ese será tu único regalo de cumpleaños- sonrío mamá- de todas formas, tú no quieres nada mas- concluyo dándome una dulce mirada.

-gracias- pronuncie aliviada.

-date prisa y dales un nombre a cada uno- me animo mamá.

-si- asentí reanimada. Debo pensar en cuatro nombres, elegir unos dignos para ustedes. Tome en brazos a los cuatro zorritos y corrí hacia la mi habitación.

-¿Emilie, no vas a desayunar?- me detuvo Adele a mitad del camino.

-no tengo hambre- la evadí al pasar- bien- cerré la puerta de la habitación con el picaporte-ya lo decidí- coloque a los cuatro zorritos sobre mi cama- se llamaran Joseph, Edgar, Christopher y Louis. Al igual que los antiguos reyes de este reino- reí dulcemente- hoy es mi fiesta de cumpleaños, así que tendré que darles un baño- los afirme evitando que escaparan y me encerré en el baño.