Gone


En llamas me acosté, en un lento degradé. Supe que te perdí.

La espera me agotó, no sé nada de vos; dejaste tanto en mí.

¿Qué otra cosa puedo hacer? Si no olvido, moriré, y otro crimen quedará sin resolver.

Crimen – Gustavo Cerati.


#

Cómo pudo haber malinterpretado, cómo fue tan ingenua. Cómo le pasa lo mismo una y otra vez, y cada vez peor. Porque fue la primera vez que se atrevió a expresar sus sentimientos; pero todo quedó en nada. Como para darle a entender lo que aprendió de todo esto de la forma más clara: nunca, nunca más, va a volver a decir te quiero. A nadie le sirvió, mucho menos a ella, y no pretende volver a sentir ese vacío de nuevo.

Esa sensación de que la persona que más te ha gustado en toda tu vida parece aborrecer incomprensiblemente – las acciones, o la falta de ellas, en este caso, hablan por sí solas- el amor que inevitablemente irradias hacia ella.

Pilika sabía que Lyserg tenía a Jeanne; el problema fue que él nunca le habló lo suficiente de ella, nunca le mencionó que su vida dependía de Jeanne. Era Jeanne. Y ahora lo entiende, sin necesidad de haberlo escuchado una sola vez. Porque si Lyserg le dijo tantas cosas bonitas a ella – nunca te voy a dejar sola-, pero sigue con Jeanne, tiene que ser su culpa, ¿o no? Ella - Pilika- fue la idiota que malinterpretó todo, demasiado propensa a la recepción de cualquier tipo de afecto. Tan patéticamente vulnerable, emocionalmente fácil.

Y ahora, ahora da lo mismo. Ellos siguen igual que antes, y ella perdió ese no sé qué que tenía cada minuto que pasaba con Lyserg, el amigo y no Lyserg, el chico al que creí poder gustarle, quien creí que era mi alma gemela porque, rayos, creo que jamás sentí algo parecido con nadie.

No es que no le hayan gustado otros, antes. Pero era distinto. Estaban la amistad, las sonrisas, los minutos juntos, las cosas en común y la capacidad de hablar durante horas y horas, hasta la madrugada, con un ligero temor a dormirse durante alguna clase al día siguiente o a que su madre la riñera.

Pero todo eso se fue. Pilika se atrevió, osó explicarle a Lyserg que sentía cosas por él, que era algo más fuerte que ella , y que, en cierto modo, lo lamentaba un poco… y todo se fue al demonio. Ya no hubo más palabras lindas, no más de esa dulzura excesiva que le hacía tener la estúpida esperanza de que efectivamente, sí había un ser humano en la Tierra con un corazón suficientemente grande como para querer a una chica como ella. Adiós, autoestima.

Adiós, Lyserg. Te extrañaré, vaya que sí.

#


Uf. Más sinceridad, por favor. ¿Que no queda? Ah, OK, estamos bien.

Creo que me expresé lo mejor que pude. Nada como la mezcla perfecta entre despecho, dolor y resignación. Y dos gotas de dulzura; somos muy dulces.

Estoy desvariando un poco. Ah, por cierto, mañana viajo a Santiago. No me esperen xD ni a mí ni a mis fics, quiero decir.

Gracias por leer. Bye.