Trio de drabbles protagonizados por los tres Hiccup originales de los libros y su paso por la historia del Archipiélago.
— COSAS DE VIKINGOS —
Hiccup I
Él tuvo la buena fortuna de no ser hijo de ningún jefe. Él tuvo la mala fortuna de ser el primer jefe.
El Rey.
Hiccup era inteligente, más que cualquier otro, pero nunca supo llevar bien su puesto, lo admitía. Pero sus vikingos tenían la culpa por nombrar rey a un niño que lo único que hizó fue encontrar un buen lugar para construir el Reino Vikingo.
Un lugar infestado de Dragones... ¡¿y él qué podía saber?! Era solo un niño y su puesto (y desdichada vida) se lo podría haber quedado cualquier otro.
Sí no fuera por esa maldita profecía de ¿cómo era? Oh, sí.
El más débil de todos será quien conduzca a los más fuertes a la victoria.
¡Maldito Odin! ¿Por qué tuvo que nacer precisamente él con los bracitos tan cortos y casi en los huesos?
Menos mal que "los más fuertes" siempre se contentaban con terreno para pelear, comida en abundancia y poco más, si no habría muerto hace mucho.
Los más fuertes... menos su padre. Y es que la mala suerte hizo que esa mole de vikingo que era su progenitor fuera en otro tiempo un general romano.
Oh, como amaba la disciplina ese hombre cuyo nombre fue olvidado. Oh, como la odiaba Hiccup.
Un rey no se comporta así en la mesa.
Un rey no manda a paseo a sus consejeros cuando dicen algo inapropiado.
Un rey es el más poderoso de todos ¡comportate como tal!
Jovencito, un rey no le enseña el dedo medio a su padre.
Un rey...
Un rey...
Un rey...
¡AJJJJJJJ! Le daba migraña solo recordarlo.
¿Y para qué querían los Vikingos un rey? Creía que todos los ex romanos y ex piratas que formaban el Reino solo pensaron en una cosa al hacerlo: Anarquía.
Y bien que lo demostraban. Y bien que a Hiccup le venía de perlas ese detalle cuando quería pasar desapercibido.
Recordaba cuando, de adolescente, días después de volver con los barcos con la comida necesaria para pasar el invierno se le ocurrió la feliz idea de salir del castillo a andar solo por un tiempo.
Fue en ese día, recordaba, que conoció a Wodesfang, su querido Wodesfang... medio muerto entre las ramas de un árbol.
Oh, mucho le valió su inteligencia para curar a esa noble bestia.
Y mucho le valió ese dragón, SU dragón, para llevar una vida mejor.
Costo bastante.
La vida de muchos valientes, tanto vikingos como dragones.
Muchos enfrentamientos contra la Reina Dragón. Muerte Verde. Ese bicho tenía malas pulgas, sin duda.
La reducción de un Reino Vikingo entero a una aldea llamada Berk, que pronto desencadenaria en otras.
Pero los dragones los hicieron más fuertes. Los hicieron el terror de Romanos y Piratas.
Y una cabaña como cualquier otra, tuvo que admitir Hiccup, fue mucha mejor casa que un inútil castillo.
Algunos decían tenersela jurada, algunos decían odiarle por estos cambios.
Pero la profecía se cumplió.
Las quejas a su jefe al final se quedaron en:
cosas de vikingos.
