Fairy Tail no me pertenece, es obra del gran troll y cofcofpervertidocofcof Hiro Mashima. La imagen de avatar tampoco me pertenece.
Esto está escrito sin ánimos de lucro pero si hay algún review me va a molar cantidad.
Los prompts son siete y pertenecen a la edición del 2014.
Mensaje personal: Si lees esto Makinetis debo decirte que lo siento. Algún día subiré el OS Sasusaku que te prometí. Pero hoy no es ese día.
Capítulo I: Storm.
Estaban jodidos. Completa e irremediablemente jodidos. Lucy lo sabía y sabía que no había nada que pudiera hacer para que la situación mejorara, ni aunque fuera un poco. No es que fuera pesimista, pero siendo lógicos y analizando la situación con frialdad y objetividad la conclusión era que estaba irremediable y absolutamente jodida.
Había unos cuantos puntos que la hacían llegar a esa fabulosa y deprimente conclusión.
Primero, llovía, a mares, con fuerza, con viento, con odio divino. Segundo, estaba perdida con su compañero de misión en mitad del bosque. Tercero, a pesar de haber completado la misión con éxito (¡Yuju!) una vez más había resultado ser una carga para su amigo. Cuarto, era débil. Quinto, era débil y no podía ayudar a su nakama ni salir de ese puñetero bosque.
Las lágrimas de impotencia empezaron a rodar por sus mejillas. Normal que Natsu la hubiera dejado atrás. Era débil y patética. No servía como maga. No tenía ninguna habilidad. Siempre se metía en problemas y debía ser rescatada. Era un lastre.
— Lo siento… —dijo entre jadeos—. Lo siento, Laxus.
Se mordió el labio y sorbió por la nariz. Él no la escuchaba, estaba inconsciente en el suelo. Había utilizado mucha de su energía mágica para protegerla y de paso cumplir su misión. Era su culpa que él no pudiera moverse. Se limpió las lágrimas con el borde de sus mangas, no era momento para llorar, era momento de proteger a su nakama.
— ¡Ábrete puerta del toro! ¡Taurus!
— ¡A tus mourdenes, Lucy!
— Necesito que cargues a Laxus mientras nos movemos por el bosque buscando un refugio.
Taurus asintió y con cuidado cogió al hombre entre sus brazos levantándolo del suelo. Con un asentimiento cogió una llave plateada y llamó a Pyxis para que con su brújula les encontrara un lugar donde guarecerse de la tormenta.
— ¡Ábrete puerta de la portadora del agua! ¡Aquarius!
Con esas palabras su atuendo cambió y el tatuaje distintivo de Aquarius se hizo presente en su piel. Aún no dominaba del todo los poderes de la portadora del agua, pero debía evitar que la lluvia siguiera cayendo sobre ellos. Laxus estaba demasiado débil, no podía permitir que enfermara.
Inspiró hondo y sintió como la magia se extendía por todo su cuerpo y su piel empezaba a hormiguearle. Exhaló y empezó a mover sus brazos por encima de su cabeza en amplios círculos. Era sencillo, sólo debía crear una cúpula de agua con las gotas de la lluvia, así se protegerían.
Siguió en silencio a su espíritu sin dejar caer la barrera ni un segundo. No supo durante cuánto tiempo caminaron ni hacía dónde lo hacían, sólo sentía cómo su energía la abandonaba por momentos y los músculos de sus brazos agarrotarse. Sólo un poco más, ya falta menos, se repetía incansablemente, por Laxus.
— ¡Lucy-sama ya hemos llegado! —Pyxis saltó delante de ella moviendo sus alas—. Usted y su amigo pueden refugiarse en esa cabaña.
— Gracias Pyxis —dijo asintiendo—. Ahora puedes volver.
El ave desapareció en un suave plof y ella sintió cómo se libraba de la carga de mantener una puerta abierta durante tanto tiempo. Entró rápido al edificio cerrando la puerta de Aquarius y volviendo a su anterior atuendo. Comprobó que a pesar de estar medio en ruinas parte del techo se aguantaba y éste evitaría que se mojaran. Inspeccionó rápido su alrededor y vio que había un par de mantas encima de lo que parecía una cama. Las sacudió con cuidado de no mojarlas y comprobó que ésta estaba rota y por tanto era inservible.
— Taurus —llamó a su espíritu—. Sácale la ropa mojada con cuidado.
— Necesitaré ayuda, mou —dijo el toro.
Ella asintió y estiró una de las mantas en el suelo. A duras penas cogió el cuerpo del hombre sujetándolo por detrás y pasando sus manos por delante de su musculoso cuerpo. Por Mavis, sus manos no se tocaban. Sin mirar y con la cara roja de vergüenza escuchó como Taurus le quitaba las botas, los calcetines y los pantalones.
— No le quites la ropa interior —murmuró en un susurro rápido.
— Mou Lucy-sama… No lleva ropa interior—Lucy se sonrojó aún más ante esas palabras.
— Vale —tragó saliva e intentó calmarse—. Ayúdame a quitarle la camiseta y después a tumbarlo ahí encima.
Su espíritu obedeció y con mucho cuidado acabaron de desvestirlo y lo tumbaron encima de la manta. Lucy respiró tranquila cuando la otra manta cubrió el cuerpo completamente desnudo de Laxus. Mandó a Tauro de vuelta y se apresuró a encender un fuego.
La madera estaba muy húmeda y no prendió bien. Pero eso era mejor que nada. Irritada se pasó las manos por la cara, cogió una silla que encontró e intentó secarla, puso la ropa del hombre en el respaldo y la acercó al fuego para que se secara.
No había nada más que pudiera hacer. Sus efectos personales estaban en un campamento que habían montado a vete tú a saber dónde. Se acercó a su nakama y puso su mano en su frente. No estaba caliente, pero estaba muy frío, tenía que hacerlo entrar en calor rápido. Intentó avivar el fuego pero consiguió más humo que otra cosa, ella no podía crear fuego con su magia, tampoco tenía un espíritu celestial que pudiera crearla. Sólo le quedaba una opción.
— Vale, Lucy, puedes hacerlo. Es por tu nakama. Hazlo por él. Piensa en que esto lo ayudará.
Hablaba consigo misma mientras se quitaba la ropa. Sabía que Laxus necesitaba calor humano, y ella era la única que podía dárselo en esos momentos. Decidió quitarse el sujetador y las bragas ya que estaban completamente empapadas. Se secó tan bien como pudo y despacio se estiró a su lado y lo abrazó.
— Por el Rey Espíritu Celestial, que no se despierte ahora y me fulmine con un rayo.
Al principio permaneció tensa y a la espera de ser atacada por un montón de descargas eléctricas. Pero al ver que el tiempo transcurría y su compañero no se movía empezó a relajarse. Notó como el cuerpo masculino empezaba a entrar en calor y sus mejillas se coloreaban debido a la sangre que volvía a fluir por su sistema.
— Lucy…
La aludida pegó un bote y alzó la cabeza encontrándose con los azules iris del Dragon Slayer del Trueno.
— ¿Estás… bien? —hablaba en un susurro y parecía estar haciendo un esfuerzo por no volver a dormirse.
— Sí.
Ante esas palabras él esbozó una débil sonrisa.
— Siento haberme desmayado como una nenaza —se disculpó—. No he debido dejarte sola…
— No —lo interrumpió ella—. La culpa es mía. Perdón por ser un lastre, por haberte causado tantos problemas —sintió como las lágrimas de culpabilidad se acumulaban en sus ojos pero no las dejó salir—. Siento no ser más fuerte.
— Eres más fuerte de lo que crees —ante esas palabras la rubia abrió los ojos sorprendida y lo escuchó con atención—. No todo se basa en la fuerza y en ganar peleas. Hay muchos aspectos que hacen a una persona fuerte. Tú tienes un montón a tu favor: inteligencia, rápida reacción ante los problemas, eres analítica y siempre piensas en tus nakamas ¿Que no eres fuerte físicamente? Bueno, todos tenemos puntos débiles. A mí no se me da bien eso de tener nakamas. Pero para eso estamos, para ayudarnos y hacernos más fuertes supliendo nuestras debilidades con la fuerza de los demás, y viceversa.
Ella sonrió y no pudo evitar que un cálido sentimiento de agradecimiento se extendiera por todo su cuerpo.
— Entonces descansa Laxus, déjame ser tu fuerza hasta que estés mejor.
Él sonrió y asintió cansado.
— Gracias por acostarte conmigo y darme calor, Lucy.
El rubio cerró los ojos y pronto volvió a sumirse en el mundo de los sueños. Lucy suspiró tranquila y dejó escapar una risita nerviosa. Suerte que Laxus no se había dado cuenta de que estaban desnudos. Suspiró y decidió que no le vendría mal echarse una cabezadita. Sólo tenía que asegurarse de levantarse antes que Laxus y vestirse decentemente. Sí, todo estaba bajo control.
