Todos los personajes de Inuyasha, incluidos el sexy y misterioso Sesshoumaru y la bella Rin, son propiedad de la genial y talentosa Rumiko Takahashi.
Gracias a Ceci por ayudarme con el título de este fic.
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Un giro del destino - Zetus
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Capítulo 1 - Cambio de vida
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Sesshoumaru abrió los ojos y se quedó mirando el techo, sus pupilas no tenían profundidad o brillo. Su mirada, como todo su cuerpo, estaban adormecidos y abandonados en el pozo de la soledad. Parpadeando, caviló tratando de decidir si levantarse o no. Su vida parecía haber llegado al límite y se sentía todo el tiempo entumecido y sin ninguna motivación para nada. Suspirando, como para comprobar que seguía vivo, giró sobre su costado para continuar dormitando.
Un rato más tarde, cuando volvió a abrir los ojos y sin moverse de su cama, vio como la mañana avanzaba fuera de aquellas cuatro paredes que llamaba casa. Podía escuchar el ruido del ambiente, como si todo a su alrededor se burlara de su soledad y desgano por la vida. Exhalando una vez más, obligó a su mente a sacar cuentas de cuanto tiempo tenía viviendo en ese apartamento, su mente trabajó un instante, eran dos años pero parecían más.
Cansado de la monotonía del trabajo y aferrado a un amor imposible, un día decidió dejar Tokio y mudarse a un lugar donde nada le recordara su vida anterior o la tristeza que eso involucraba. Aún después de dos años, cada día era una agonía, pero era mejor que regresar al trabajo, donde todo le recordaba a su novia muerta. El trabajo dejó de motivarlo, habiendo amasado una extensa fortuna, no encontraba satisfacción en relacionarse con personas que consideraba vacías e inferiores a él.
Un rato más tarde, Sesshoumaru finalmente decidió arrastrarse fuera de la cama hasta el baño. El agua sobre su cuerpo le recordaba que aún la sangre corría por sus venas y debía vivir su realidad, por dolorosa que fuera. De pie frente al espejo, miró la cadena que colgaba de su cuello y suspiró. Llevaba los anillos de matrimonio como un recordatorio perpetuo de la boda que nunca tuvo.
Cerrando el puño alrededor de los anillos, parpadeó y apartó de su mente los recuerdos de cuando había ido a comprarlos. Abrió los ojos y se observó un instante, para luego salir del baño. Mientras se secaba y ponía ropa limpia, recordó lo diferente que había sido su vida antes. En esa época parecía tenerlo todo, trabajo fortuna y el amor de su novia Kagura.
Sin embargo, toda su felicidad se hizo añicos con la muerte de su novia, víctima de un atropello fatal, su muerte repentina lo dejó con un vacío y una tristeza demasiado profunda y agobiante. Incapaz de sobreponerse, se retiró del mundo que hasta ese momento conocía y disfrutaba. Ahora no tenía razón para sentirse feliz, pero siempre encontraba la fuerza para levantarse, bañarse y mantenerse consciente.
Una vez que terminó de vestirse, se preparó un té. Dio un vistazo dentro de la refrigeradora pero nada le despertó el apetito. Estaba consciente que había perdido peso porque toda la ropa le quedaba holgada, pero eso pertenecía a la lista de cosas que no le preocupaban. La puerta del refrigerador se mantuvo abierta un par de minutos más, Sesshoumaru cerró los ojos como si los párpados fueran de plomo y abatió la puerta cerrándola.
Al abrir los ojos, sintió la única presencia que toleraba, su perra Luna. Era una perrita negra no muy grande, con expresivos ojos grises, de temperamento alegre y jovial, que había adoptado un par de meses atrás. Al ver que su amo la miraba, la perrita movió la cola y empezó a ladrar, Sesshoumaru sabía muy bien lo que quería, así que dejó la taza en el fregadero y tomó la correa para sacarla a pasear.
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Tokio, dos años antes…
Rin era una exitosa ilustradora de libros infantiles, por lo que tenía su oficina en la casa. Sin embargo, cuando recibió la llamada del hospital, avisándole que su hermana mayor Lya estaba muy grave a causa de un atropello, su existencia se había teñido con un velo de tristeza que parecía imposible de quitar. Ese preciso momento, había sido el principio de un drástico giro en su vida.
Tomando las llaves de su automóvil, salió corriendo para poder estar con su hermana en lo que serían sus últimas horas. Mientras llegaba al hospital, su mente trataba de procesar todo lo que pasaría si Lya fallecía. Con el corazón estrujado en el pecho, lloró en su carro antes de bajarse, para mostrar una actitud fuerte y serena ante la persona que mas sufriría si la tragedia azotaba, su pequeña sobrina Ava.
Caminando por los pasillos, rezaba a Kami que su hermana saliera ilesa de este revés, pero al llegar a la habitación, sintió el corazón en la garganta. Su única familia, estaba cubierta de tubos y vendas, grabando aquella imagen en su mente para siempre. Junto a Lya, estaba una enfermera como dormitando que al notar la presencia de Rin, se levantó inmediatamente.
"Es usted la hermana?"
"Si señorita, como está ella?"
La enfermera desvió un instante la mirada y renuente le dijo que estaba muy delicada porque el golpe había sido muy fuerte, dejando órganos vitales en muy mal estado. Con la cabeza a punto de estallar, Rin sintió el piso bajo sus pies moverse y casi perdió el conocimiento, pero la enfermera la sostuvo ayudándola a sentarse.
"Su hermana la ha llamado sin cesar. Me dijeron que su hija viene en camino, alguien de la escuela la traerá. Estaré afuera si me necesita!"
Rin se aproximó hasta la camilla sin poder controlar las lágrimas, una vez sentada, tomó la mano de Lya entre las suyas llamándola suavemente por su nombre.
"Lya, Lya! Soy yo Rin, puedes escucharme?"
Lya abrió los ojos muy despacio y sonrió al ver el rostro de su hermana menor. Inclinándose sobre ella, Rin le dio un beso en la mejilla y Lya pudo sentir el frío de las lágrimas que arrasaban los ojos verdes. Con voz pausada y serena le pidió tranquilidad y entereza a la que, a partir de ahora, cuidaría su más preciado tesoro, su hija. Lya era madre soltera y fuera de Rin no tenía más familia. Ahora, a pesar de estar en el umbral de su muerte, estaba tranquila porque Ava y Rin tenían una relación estrecha y amorosa.
"Rin, no llores pequeña, necesito que a partir de ahora cuides muy bien a Ava!"
"Pero Lya, te vas a poner bien, no me pidas eso, debes luchar por recuperarte!"
Lya esbozó una sonrisa tan emotiva que Rin sintió el corazón quebrarse en su pecho. Su hermana siempre había sido una luchadora, pero también sabía enfrentar la realidad de las cosas. Ella no se salvaría y necesitaba dejar todo en orden. Abatida por la fortaleza de su hermana, le prometió cuidar de Ava, como cuando eran niñas.
"Promesa de sangre!"
"Gracias!"
Lya se desvaneció un segundo pero inmediatamente abrió los ojos para seguir hablando. Rin no se sorprendió cuando le dijo que tenía un seguro de vida y testamento; donde dejaba estipulado que, en caso de muerte, Rin era la encargada legal de Ava. Desde la muerte de sus padres, muchos años atrás, dejándolas prácticamente a su suerte; Lya se había transformado en una mujer previsora, que ahorraba y estaba preparada para lo peor, pero disfrutaba de los días soleados que la vida le regalaba.
"Rin cuídala, quiéranse mucho y recuérdenme siempre!"
Rin no pudo contestar con palabras, solo se aferró a ella y rompió en llanto, con el corazón destrozado. Como pudo y en medio de su dolor, Lya estiró la mano para acariciar a su hermanita en la cabeza, como cuando eran más jóvenes y la pequeña lloraba por extrañar a sus padres.
Dominada por el esfuerzo, Lya se volvió a desvanecer y los aparatos a su alrededor empezaron a sonar, dando la alarma. Inmediatamente, Rin reaccionó y fue en busca de la enfermera. Al salir al pasillo, la mujer ya iba hacia ella y en un santiamén Lya volvió a estar consciente.
Muy en el fondo, Rin sabía que su hermana estaba esforzándose de manera sobrehumana y que no resistiría el impacto del accidente, pero estaba aguantando para despedirse de Ava. Sacando fuerzas de su tristeza, Rin se limpió las lagrimas y esbozó su mejor sonrisa; luego decidió animar a su hermana recordando momentos felices y riendo como si todo estuviera bien.
En medio de los relatos, Lya interrumpió a Rin y le dijo que haría un magnífico trabajo con Ava y que estaba feliz de ser su hermana. Con los ojos picándole, le sonrió pero no pudo decir nada más. En ese momento, la puerta se abrió y Ava corrió al lado de su madre, completamente fuera de si.
"Okasan! Que tienes, que te pasó?…mamita!"
Ava era una hermosa niña de 7 años con pelo negro y expresivos ojos café, aunque era hija de Lya, el parecido con Rin era sorprendente y muchas veces, gente que no las conocía las confundía con madre e hija. En un rincón de la habitación, Rin lloraba silenciosamente, viendo a madre e hija abrazarse.
Rogando a Kami las fuerzas necesarias, Lya contuvo sus lágrimas y le pidió a Rin un momento a solas con su hija para despedirse. En medio de su confusión y angustia, Ava quedó impresionada con la expresión de dolor de su tía, jamás la había visto de esa forma, por lo que comprendió que algo muy malo iba a pasar en su vida. Una vez solas, Lya le habló a su hija con la suavidad y dulzura que la caracterizaban, mientras la pequeña lloraba a lágrima viva.
"Mi amor, el accidente fue muy serio y no creo que mi cuerpo lo resista…se que duele pero necesito que me prometas que tratarás de ser fuerte, a partir de ahora vivirás con Rin!"
"Mami? No quiero que te vallas, no me dejes sola por favor!"
Lya apretó los ojos y aunque trató, no pudo contener las lágrimas. El dolor de dejar a su hija era demasiado y las fuerzas la estaban abandonando. Con una sonrisa, acarició las facciones de la pequeña y le pidió que se acostara en su pecho, de la misma forma que hacían al irse a dormir.
"Ava yo siempre voy a estar cuidándote desde el cielo, recuerdas las palabras de tu abuelito?"
La pequeña recitó las palabras que su madre le había enseñado con voz quebrada y abrazándose a ella con todas sus fuerzas, porque podía sentir como su voz se debilitaba.
"Para ser feliz hay que ser fuerte!"
"Buena chica! Ahora prométeme que nunca te olvidaras de mí!"
"Prometido…promesa de sangre!"
"Cuida mucho a Rin, quiérela mucho y ayúdala a encontrar un hombre bueno para ella, alguien que las quiera a las dos"
"Si Mami!"
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Al salir del edificio Sesshoumaru no notó que un camión de mudanza se aproximaba y se alejó hacia el parque con Luna. Detrás del camión avanzaba una camioneta 4 x 4 gris oscuro, al estacionarse unos cuantos metros detrás del camión, la puerta del copiloto se abrió y Ava saltó a la acera anunciando a gritos que habían llegado a su nueva casa. El edificio era elegante y solo tenía 6 pisos, dos apartamentos en cada piso. Estaba rodeado por muchos árboles y la arquitectura no era demasiado moderna o fría, más bien agradable y cálida; justo lo que ellas necesitaban para empezar su nueva vida lejos del dolor que Tokio les había dado.
Rin bajó de la camioneta admirando el paisaje, mientras hacia un recuento de los últimos meses. Todo había sido tan difícil y emocional para ambas, que cuando Ava le propuso buscar otro lugar para vivir, Rin aceptó feliz. Encontrar aquel lugar, fue difícil. Tenía que gustarle a las dos y Rin deseaba una localidad que tuviera una buena escuela y calidad de vida. Finalmente, y gracias a la ayuda de una dedicada y amable corredora de bienes raíces, las mujeres Asakura tenían su nueva casa frente a ellas. Deseosa de ver su nueva habitación, Ava corrió escaleras arriba hasta el último piso. Rin se la quedó viendo con un suspiro atrapado en su garganta, la fortaleza de la pequeña era envidiable y sin lugar a dudas, era lo que la impulsaba a seguir adelante.
Dando un vistazo hacia el cielo azul, Rin evocó la memoria de su hermana para que las acompañara en esa nueva etapa de vida. Dándole instrucciones a los hombres de la mudanza, entró al edificio para evidenciar que la compra había sido un éxito. Tomó el ascensor seguida por uno de los hombres cargando varias cajas. El interior del ascensor era tal y como estaba en la foto de bienes raíces, lo que animó a Rin, que hasta ese momento temía encontrarse con que las fotos eran solo un anzuelo para compradoras ingenuas.
(Si el ascensor luce exactamente igual a la foto, entonces el apartamento realmente es todo lo que la vendedora nos prometió. Ella me dijo que el apartamento de enfrente está ocupado pero no sabía si era hombre o mujer!)
Al llegar al sexto piso, las puertas se abrieron a un pasillo amplio, adornado por dos palmeras grandes y muy verdes. Sentada frente a una puerta de madera oscura, Ava la esperaba impaciente.
"Este es tía, el #11!"
Rin sacó las llaves de su bolsillo sintiéndose nerviosa, era un gran cambio para las dos, pero confiaba que todo saliera bien. La llave giró sin problema y la puerta se abrió para develar un hermoso y espacioso apartamento de lujo. Ava entró corriendo, sin embargo a Rin le tomó un poco más, no podía apartar la noción de su hermana y eso le oprimía el corazón. En cuestión de minutos, Ava recorrió el apartamento y dijo que era 'super' dándole las gracias por acceder a la idea de mudarse. Ver la cara de felicidad de su sobrina fue suficiente para animarse y emocionarse con el cambio. En cuestión de pocas horas, los hombres de la mudanza armaron y pusieron todos los muebles en su lugar, dejándolas solas para que pudieran seguir con aquel ritual de vida nueva.
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El tiempo en el parque pasaba tan lento, que Sesshoumaru se sentía como en una burbuja inmune a las demás cosas a su alrededor, dándole fuerzas solo para recordar tiempos más felices. Supo que habían pasado horas, cuando el cielo sobre su cabeza, se oscureció para dar paso a un mar de estrellas titilantes. Acariciando a Luna en el lomo, le dijo que era hora de irse. A la voz de su amo, la perrita movió la cola, se levantó y saltando a la acera, empezó a caminar de regreso al apartamento. En cuanto llegaron, Sesshoumaru notó la camioneta estacionada en la calle y se preguntó si era algún visitante, ni por un momento pensó que eran sus nuevos vecinos.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, Luna salió disparada en dirección a su casa, pero se desvió a escuchar voces extrañas. Sin darle tiempo a Sesshoumaru para detenerla, la perrita entró al apartamento, olfateando el aire. Rin estaba en lo que sería su habitación, mientras Ava revisaba su colección de música sentada en el suelo, al sentir la presencia del animal, la niña dejó lo que estaba haciendo y una vez que se dio cuenta que era inofensiva, se puso hacerle cariño dejando que le chupara la cara.
"Hola preciosa como te llamas? Yo soy Ava!"
Fuera del apartamento, Sesshoumaru permanecía de pie pensando que hacer. No estaba preparado para la idea de vecinos nuevos pero tenía que recuperar a Luna. Aclarándose la voz, llamó a su mascota con voz seca, pero la perra ni se inmutó rendida a las caricias de Ava, que le rascaba la barriga y le decía que era preciosa. La segunda vez que la llamó, la voz gruesa de Sesshoumaru llegó a oídos de Rin que salió a ver que pasaba.
"Ava que sucede, quien es Luna?"
Al ver la escena, Rin se sonrió y le dijo a su sobrina que mejor se despidiera de su nueva amiga. Levantándose del piso, la niña caminó hasta la puerta y llegó al umbral justo en el momento que Sesshoumaru se asomaba dispuesto a recuperar a su mascota. Para cuando estuvo en la puerta, Rin había vuelto a su cuarto, perdiéndose el encuentro. Al ver a Ava, Sesshoumaru no dijo nada, y no fue necesario, porque la pequeña se presentó cautivando de inmediato al solitario hombre.
"Hola, soy Ava Asakura. Ella es tuya, como se llama? Es muy linda!"
"Se llama Luna!"
"Y tu como te llamas?"
"Sesshoumaru!"
"Sesshoumaru que?"
"Youkai!"
"Mucho gusto, eres nuestro vecino? Nosotros nos mudamos hoy!"
"Ya veo!"
Sesshoumaru detalló a la pequeña mientras le decía que venía de Tokio con su Tía, estaba cansada del viaje y empezaba la escuela la próxima semana. Por alguna extraña razón, aquella pequeña irradiaba algo especial e irresistible, una calidez que no había sentido en meses. Cuando Ava terminó, él respetuosamente se despidió dándole la bienvenida al edificio.
"Gracias, hasta luego Sesshoumaru!"
"Hasta luego pequeña!"
El mismo se asombró de escucharse y la sonrisa infantil le levantó el animó, lo suficiente para sentarse a comer algo mas que té. La pequeña tenía una sonrisa brillante y sincera. Una vez que Sesshoumaru desapareció tras su puerta, Ava corrió a contarle a Rin de su encuentro. Su tía la escuchó con atención, contagiada por la alegría de haber conocido a su vecino.
"Entonces tenemos un vecino que tiene una perrita que se llama Luna, como se llama el señor!"
"Sesshoumaru Youkai y tiene unos ojos muy claros como los tuyos solo que diferente color. Tía tu crees que tenga esposa o una hija para hacerme su amiga!"
"Probablemente, pero mejor le preguntas la próxima vez que lo veas!"
Ava concentró la vista en su tía que acomodaba la ropa en los estantes. A pesar de su corta edad, sabía que había dejado muchas cosas en Tokio por complacerla. Tampoco olvidaba las palabras de su madre, pidiéndole ayudar a Rin a encontrar alguien quien querer.
"Tía?"
"Dime!"
"Tu quieres tener un esposo?"
La pregunta sacó a Rin de su concentración y miró a su sobrina algo sorprendida, tomándose el tiempo para responder. Si había pensado en tener una relación amorosa, pero era a muy largo plazo. Su prioridad inmediata era cumplir la promesa de cuidar a Ava y había decidido no desviarse de esa tarea, por nada ni por nadie. Lo único importante después de su sobrina, era trabajar para así tener una existencia cómoda para ambas.
"Supongo que sí, pero será más adelante. Eso no me preocupa demasiado!"
"Porque?"
"Porque tu estás primero, eres toda mi familia!"
"Ósea que tu eres como mi mamá?"
La expresión de Rin se resquebrajó al instante y Ava se sintió morir. No le gustaba cuando su tía lucía tan desolada, porque se sentía incapaz de animarla. Tragando saliva para aguantarse las lágrimas, Rin se acercó a la niña y le dijo que podía contar con ella para todo y que nunca debía olvidar que su madre la cuidaba desde el cielo, convertida en un ángel.
"Yo sé, gracias por venir a vivir aquí!"
"No me lo agradezcas es un lugar muy bonito y sobre un esposo tiene que ser alguien muy especial que nos quiera a las dos!"
Sin decir nada, Ava abrazó a su tía muy fuerte, escuchar aquellas palabras le recordaban a su madre, haciéndola sentir segura y confiada que Rin siempre cuidaría de ella.
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Tres días transcurrieron y cada vez que Sesshoumaru regresaba de pasear a Luna se detenía a hablar con su nueva amiga. Sin darse cuenta que ansiaba ver a la pequeña para que le alegrara el día con su plática. Al tercer día y notando que la amistad entre el vecino de ojos bonitos y su sobrina florecía, Rin decidió estar cerca para cuando tuvieran su charla de la tarde. Una vez que lavó todos los platos, tomó una revista y se sentó a hojearla en el sillón de la sala, mientras que Ava miraba el reloj y dejaba la puerta abierta para Luna.
Rin estaba concentrada en un artículo de la revista, cuando el silencio se vio interrumpido por los ladridos de Luna que, como su dueño, esperaba con ansias ver a la niña. Dejando su lectura de lado, Rin se acomodó para ver al vecino, conocerlo y hacerse una idea propia, porque si se guiaba por las alabanzas de Ava, el hombre era prácticamente un dios. Al verlo de pie en la puerta Rin se asombró de lo delgado que era, aunque por lo holgado de su ropa, deducía que en otro tiempo había tenido un físico algo más robusto. Al ver a Rin, Sesshoumaru se irguió y esperó a tenerla cerca para saludarla y presentarse. Sabía que aquel encuentro era cuestión de tiempo y algo simplemente necesario. Era claro, por la forma en que Ava se expresaba de Rin, que ella se preocupaba mucho por la niña.
"Señor Youkai, mucho gusto Rin Asakura!"
"Un placer señorita Asakura!"
Rin lo detalló un instante y la incomodó la tristeza que se escondía en lo profundo de sus ojos. Era como si conocer alguien que irradiaba tanta melancolía la hiciera revivir la muerte de Lya. Intercambiaron un par de palabras, y Sesshoumaru supo que Rin trabajaba en casa. Notando como se le suavizaba la expresión al dirigir su atención hacia Ava, Rin se sintió tranquila y comprendió porque su sobrina hablaba maravillas de su amigo.
También le quedó claro que él no estaba confortable hablando con gente adulta, menos si eran mujeres. Era algo que se percibía por la forma de evitar mirarla a los ojos, como si no le importara para nada lo que ella tuviera que decirle. Sin pensar nada malo o ser prejuiciosa, Rin se excusó diciendo que tenía algo que hacer en la cocina. Sesshoumaru la miró de soslayo aliviado, desde la muerte de Kagura, cualquier mujer que no fuera su novia le resultaba indiferente y Rin no era la excepción. Aunque si hubiera dejado de lado su propia amargura, habría notado que su vecina era una mujer que guardaba una enorme tristeza en su alma.
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A/N: Gracias a la editora de ortografía, la Dra. D.
