Finalmente, ya estoy aquí con mi nueva historia. Tenéis que perdonarme por tardar tanto pero estuve muy liada con los exámenes y no pude escribir. Antes de nada, decir que este fanfic no tiene nada que ver con el anterior que escribir. Es una historia completamente diferente. Nada más. Espero que disfrutéis.
FIREBREATH
1º capítulo: Persecución.
Lanzó un largo suspiro y cerró los ojos. Se movió para cambiar de postura a una más cómoda sobre la rama de un alto árbol de un bosque que había encontrado en su carrera supersónica. Escuchó con atención. Oía toda clase de ruidos. Desde los sutiles cantares de los bichos hasta el piar dulce de un ruiseñor escondido en alguna parte de aquel paisaje. Volvió a suspirar. Había cosas más interesantes que escuchar simples ruiditos de un bosque. Pero en ese momento no podía hacer nada. Las cosas estaban demasiado tranquilas, pensaba Sonic. Su archienemigo acérrimo, el Dr. Eggman, estaba tardando demasiado en atacar, concretamente dos meses exactos. Sonic había realizado él mismo largas expediciones para encontrarlo pero todas inútiles. No había rastro del malvado. Estaba planeando algo, de eso el erizo estaba seguro pero no podía hacer nada si no tenía una prueba clara de eso.
Gruñó y bajó del árbol a regañadientes. Decidió regresar al laboratorio de Tails e irse con el Tornado a alguna otra parte pero recordó que el zorro se lo había llevado para hacer unas pruebas y no volvería hasta el anochecer. Rugió. Lo único que le quedaba era seguir corriendo y corriendo. Corriendo hasta que sus pies se separaran del suelo y pudiera desplazarse por el aire usando el viento de carretera. Sonic lamentó que no hubiera nada divertido que hacer ¿seguiría así para siempre?
Jadeaba. Ella estaba al límite de sus fuerzas pero tenía que protegerlo porque era la última esperanza para salvar Mobius. Pero ¿qué quería ese hombre? ¿Por qué se adentró en el templo y robó el huevo negro? ¿Saldría la cría ante él o la obligaría a salir? Ahora sólo quedaba escapar de los disparos que aquel hombre le lanzaba desde su aparato volador. Bordeó una amenazante roca colocada en el medio del camino que recorría y se adentró en el siniestro bosque. Entonces, se olvidó de todo y corrió como no lo había hecho nunca. Sin preocuparle ni ella misma. Su misión fue desde que nació protegerlo y ahora no fallaría. Ni aunque muriera.
Siguió avanzando con el mismo ritmo aunque ya no oyera al hombre perseguirla. Estaba demasiado asustada para parar. Aferraba la bolsa de cuero entre sus brazos y la apretaba contra su pecho fuertemente. En ese momento lo único que quería era alejarse de ese lugar y esconderse pero todavía era inseguro detenerse. Completamente agotada, sin aire y sin fuerzas su cuerpo le obligó a descansar pero ella se limitó a ir trotando. No podía pararse. De vez en cuando le echaba una ojeada a la bolsa. No parecía que tuviera algo malo. Más tranquila empezó a aminorar el paso pero estaba atenta a cualquier ruido o movimiento que percibiera. Seguía cerca de ella. Lo notaba aunque no pudiera verle.
Unos minutos después, la luz del sol brilló a la salida del bosque. Ella sonrió aliviada y corrió hacia ella. Había perdido de vista a su enemigo ya que en ningún momento la había atacado. Fue a dar a una maravillosa e impresionante catarata de aguas puras y cristalinas. La columna de líquido transparente iba a caer a un caudaloso río a muchos metros por debajo de donde estaba ella. Miró a su alrededor buscando un camino a seguir. El único trayecto que podía realizar era el de rodear la catarata y seguir recto. Eso haría. Pero entonces, como si le hubiese inundado un barril de agua fría, una presión sumamente poderosa la sorprendió y la envió a pocos centímetros del acantilado por donde caía la cascada. Dio dos botes en el suelo antes de abrir los ojos con un dolor punzante en la espalda. Se levantó con gran esfuerzo a pesar de las quejas de sus articulaciones. La había encontrado. Tenía que salir de ahí. Inconscientemente, había protegido la bolsa de cuero con su cuerpo y eso le había costado caro. Ahora se mantenía en pie pero totalmente encorvada y apretaba los dientes en un signo de dolor. Creía haberse roto algunas costillas. Sin embargo, gimió, no de dolor sino porque enfrente suya levitaba el vehículo del hombre enemigo. Era alto, gordo e iba vestido con ropas rojas. No se le veían sus ojos porque llevaba gafas y un bigote enorme de color marrón le tapaba la boca.
Su enemigo se acercó unos centímetros a ella, con una mano extendida. La otra reposaba en el gatillo de un lanzamisiles. Ella retrocedió sin soltar la bolsa que abrazaba contra su pecho. Una costilla protestó ante el movimiento y envió un pinchazo insoportable.
-Dámelo y vivirás- le dijo el hombre. Al parecer no escuchó el gemido que salió de la boca de la chica.
-N...no. No dejaré que Mobius caiga en tu desgracia- se estiró tanto como pudo- Deja el huevo aquí. No sabes que significa y que puede llegar a hacerte la cría cuando se acabe de desarrollar- hablaba con gran esfuerzo. El dolor aumentaba a cada poco y su visión se empezaba a nublar.
-La cría que contiene el huevo me hará amo del universo. He escuchado las leyendas y si poseo lo que estás protegiendo tendré en mis manos el poder absoluto ¡Entrégamelo!
-¡No! ¡Es mío!
El hombre transmitió su ira con un rugido. La joven retrocedió dos pasos y de pronto se agachó agarrándose con la mano libre el torso mientras emitía un nuevo gemido de sufrimiento. Otro nuevo impacto la arroyó y se sintió suspendida en el aire durante unos minutos a medida que su conciencia se apagaba por cada segundo. Aún así, se negaba a soltar la bolsa. Por nada del mundo la soltaría...Un torrente frío y líquido la despertó por un segundo de su trance pero enseguida cayó en un siniestro letargo en el que podría refugiarse de su dolor.
El hombre seguía gritando desde arriba en el acantilado. Maldecía con todas sus fuerzas haber perdido aquel objeto valioso que la chica portaba. Pero no podía ir tras ella. El huevo requería atenciones para que eclosionara.
Sonic se proponía entrar por la puerta trasera del laboratorio pero vio que las luces estaban encendidas así que se dirigió a la pista de despegue del Tornado. La compuerta que daba al hangar del avión estaba abierta. Tails se acababa de bajar del vehículo y se proponía a limpiarlo. Sonic llegó hasta su lado en medio segundo de tiempo y le saludó amigablemente.
-Hola, Sonic- se giró un momento para coger la manguera que reposaba en el suelo- Siento no poder haber estado contigo. Ya sabías que tenía que probar las mejoras del Tornado.
El erizo le echó una ojeada a la manguera que Tails se disponía a abrir y después, de un tirón, se la quitó de las manos. La balanceó al son de su muñeca y después la dejó caer al suelo.
-¿Por qué hiciste eso?- le preguntó el zorrito, incrédulo.
-No lo limpies todavía. Hace una noche maravillosa y el lago estará precioso. Cojamos el Tornado y volemos hacia allí- le explicó el erizo.
-Es casi medianoche, Sonic- Tails le miró con un aire que expresaba lo obvio de la situación.
Sonic dio un pequeño saltito y se encogió de hombros a la vez que curvaba los brazos.
-¿Cuantas veces te has acostado a las tres de la mañana? ¡Vamos, si no es la primera vez que trasnocharemos!
Tails murmuró indeciso. Echó unas cuantas miraditas al erizo impaciente antes de decidirse. Por último, miró el Tornado. Una sonrisa se dibujó en su boca y entonces saltó al asiento del piloto mientras Sonic lanzaba una risotada de victoria y brincaba a las metálicas alas del avión.
Una brisita refrescante agitó las púas de Sonic. El erizo se estremeció de placer y se acomodó sobre la cálida hierba. Clavó sus ojos en Tails. El zorro estaba con la cabeza echada a un lado y respiraba profundamente. Sonic sonrió. Vio normal que Tails se quedara dormido. El canto de los grillos, el sonido de las ondas que navegaban en el lago y el transcurrir del río que daba a él provocaba un efecto adormecedor increíble al que el erizo no pudo resistirse. Gimió al encontrarse sumido a una atmósfera de paz. Poco a poco, su sentido de la realidad fue desvaneciéndose a la vez que se sumergía al profundo mar de los sueños. No hizo nada por resistirse. No era le primera vez que dormía a la intemperie. Dejó de sentir la hierba bajo su cuerpo, ahora sólo notaba el imaginario viento que le golpeaba la cara mientras zigzagueaba velozmente entre un bosque de rocas.
Un chapoteo sumamente sonoro le despertó de su sueño. Provenía del lago. Sonic miró a su alrededor totalmente sobresaltado ¿habría alguien lanzado una piedra? No se veía a nadie por la zona. Un pez tampoco podría haber hecho semejante ruido. Miró un momento a su derecha y se sorprendió al ver el lecho de Tails vacío. La hierba estaba aplastada y dibujaba la figura del zorro tumbado. Se relajó al verle en la orilla del lago, aparentemente inspeccionándolo ¿habría oído también aquel chapoteo?
Avanzó hasta ponerse a su lado. Su amigo estaba totalmente pensativo y estudiaba toda la superficie del lago. Estaba claro que buscaba el origen del ruido.
-¿Tú también lo has oído?- le preguntó el erizo observando como las ondas del agua del lago se acercaban a él y después se rompían al llegar a la orilla.
-Sí y me parece que lo ha producido una persona. Mira las ondas- Tails las señaló con el dedo índice aunque Sonic ya las estaba mirando- son más grandes de lo normal. Más grandes que las que se hubieran formado si hubiera sido una piedra o un pez.
-Pero "esa persona" no salió del agua. A menos que...
-¡A menos que se esté ahogando!- la cara reflexiva de Tails se transformó en horror casi inmediatamente.
Sonic se cruzó de brazos y los dos amigos quedaron mirándose. Tails hacía algún tipo de gesto al erizo pero este no le comprendía. Pasaron unos minutos en el que Sonic se puso a silbar pacientemente. El zorro parecía indignado ya que había sustituido su extrema palidez por un rojo intenso en sus mejillas.
-¡Sonic!- exclamó con una voz tan potente que Sonic brincó asustado.
-¿Qué?- preguntó con aire de indiferencia, como si no entendiera la situación.
-¡Tienes que hacer algo! ¡Una persona puede estar ahogándose!
El erizo relajó los brazos y parpadeó dos veces.
-Yo no puedo hacer nada. Tienes que ir tú- señaló el lago- No sé nadar ¿recuerdas? Le tengo pánico al agua.
Tails se llevó una mano a la frente avergonzándose de su olvido ante el mayor problema de Sonic. Agitó la cabeza intentando ignorar ese hecho pero parecía que aquella situación divertía a Sonic. Molesto por la actitud despreocupada del erizo, se dio la vuelta dándole la espalda y se zambulló al lago. Se dejó hundir un metro bajo el agua y después salió a la superficie. Respiró aire y agitó los brazos en el líquido. El agua no estaba fría, más bien estaba templada. Lamentó no haberse dado antes un chapuzón pero ahora eso no importaba. Debía asegurarse si había alguien en peligro.
Pataleó hasta coger velocidad y después se dispuso a avanzar moviendo sus dos colas, como si se tratara de una lancha y sus rabos el motor. La noche era demasiado oscura para que Tails pudiera distinguir algo bajo el agua así que se valía de su sentido del tacto para guiarse. A veces, despertaba a los peces y llegaba a tocar sus pequeños cuerpos escamados pero aparte de eso no notaba nada más. Dio tres vueltas al lago y cuando por fin se dio por vencido y decidió que debió de ser un pedrusco demasiado grande, percibió en la oscuridad un bulto ondeándose en el centro de la charca. Se aproximó hasta él. Justo cuando estaba a pocos metros de aquella "cosa", se dio cuenta de que era una persona, un pájaro humanoide para ser exactos ya que un pico curvado sobresalía de su mentón Alarmado, Tails se apresuró a comprobar si respiraba. Lo hacía pero débilmente. A continuación fue en busca del pulso. El zorro llevó dos dedos a los extremos del cuello del individuo y apretó en aquella zona. Bien, latía de forma normal. Finalmente, buscaría si tenía alguna lesión importante. La ropa le suponía un estorbo pero por nada del mundo lo desnudaría. Palpó con ligera fuerza todo el cuerpo del personaje y cuando llegó al tronco notó aquellas zonas. Era una mujer. Tails apresuradamente apartó las manos de esa parte del tórax y las llevó al torso. Realizó una mueca de dolor al sentir una masa de huesos desordenados bajo la piel de la chica.
-Tiene unas cuantas costillas rotas. Necesita cuidados urgentemente- pensó Tails para si mismo.
Con extremo cuidado, el zorro pasó sus delgados brazos alrededor de la cadera de la pájara. Lo hizo muy lentamente para no causarle ninguna molestia. Cuando se hubo asegurado de que la tenía bien agarrada, volvió a mover sus dos colas para echar a volar y regresar con Sonic hasta la orilla. Tenían que volver al laboratorio y atender a la mujer. Si no le ponían una venda en la cadera su lesión podría empeorar y si no la secaban podría coger una hipotermia...
Sonic se recostó sobre el sillón y miró el reloj que colgaba de la pared. Las dos y cuarto de la mañana. Demasiado tarde para que Sonic pudiera permanecer despierto pero estaba bastante preocupado por aquella chica que Tails rescató del lago. Ojalá estuviera bien. Sonic se encontraba en la parte trasera del laboratorio, parte que correspondía a la casa de él y de Tails, ellos le llamaban la zona hogar. Estaba esperando en el salón a que su amigo saliera de la habitación para informarle sobre la chica. Cuando se la llevó dentro, dijo que necesitaría vendas, toallas...y tiempo. El erizo le ayudó como pudo pero ahora sólo podía esperar.
Se despertó cuando oyó la voz de Tails al lado suya. Abrió los ojos lentamente y los cerró de golpe al percibir la luz del sol que entraba por las ventanas. Ya es de día, pensó. Se fue incorporando sobre el sillón en el que había esperado el día anterior. Su espalda tenía sutiles molestias debido a la mala postura en la que había dormido. Miró la hora. Doce y media de la mañana.
-Buenos días, Tails- le saludó Sonic con voz ronca a causa del atontamiento que aún reinaba en él.
-Buenos días, Sonic- Tails respondió con demasiada energía.
-¿Estuviste despierto toda la noche?- le preguntó mientras se frotaba la espalda para aliviar el dolor que aquella mala postura le había provocado.
-No. Después de atender a la chica y comprobar que dormía plácidamente me fui a la cama. No te llamé porque no quería despertarte. Te habías quedado dormido.
A Sonic no le sorprendió ese hecho. Recordaba que se encontraba muy cansado y que se le caían los párpados. No debió de poder aguantar más.
-¿Qué tal esta la chica?
Tails miró un segundo hacia su habitación, donde en esos momentos se encontraba la mujer.
-Ha estado durmiendo toda la noche. Puedes pasar a verla si quieres.
El erizo se olvidó de su molestia y se levantó de golpe ignorando el castigo de su espalda. Después inclinó todo el cuerpo hacia delante hasta que su columna vertebral dio un chasquido audible. Entonces se incorporó para comprobar si le seguía doliendo. Nada. Estaba perfectamente.
-Eso haré- le contestó mientras caminaba hacia la puerta.
Abrió con mucho cuidado la puerta. Temía despertar a la chica en su sueño. Sólo la abrió lo suficiente para que pudiera pasar su cuerpo y el de Tails. La habitación estaba a oscuras y en aquella penumbra sólo se escuchaba la respiración profunda de la pájara. El erizo se dirigió a la ventana de la habitación y corrió ligeramente las cortinas. Un haz de luz se deslizó desde el cristal e iluminó el rostro de la mujer dormida. Sonic la estudió a fondo. La pájara tenía el plumaje azul intenso, las de la zona de su cara eran blancas y unas ondas de color gris le recorrían la cabeza. Era bastante joven. Tenía un pequeño pico huesudo por boca que se curvaba y terminaba en punta. Una textura marrón rodeaba sus orificios nasales. Sonic gruñó al descubrir que clase de animal humanoide era. Una periquita.
Inspeccionó la estancia. Como si no se fiara de la periquita que descansaba tranquilamente en la cama. En una silla cercana al lecho de la pájara reposaba una descuidada bolsa de cuero. Sonic se acercó a ella cuando Tails le dijo que era de la chica. No le gustaba invadir la intimidad de otros pero tenía que averiguar que clase de mujer era y porqué estaba desmayada en el lago la noche anterior. Palpó el bulto que se formaba en el interior. Era grande y duro. Metió las manos en el interior y sacó aquel objeto. Se sorprendió al ver que era. Era un objeto con forma ovoide, del tamaño de una caja mediana. Su color era de un dorado realmente resplandeciente. Agitó aquella cosa de arriba a abajo. Algo golpeó en su interior y luego se escuchó como una especie de chillido en su interior. Sonic se quedó escuchando por si se repetía. Al ver que no se volvía a producir, levantó un puño y golpeó la superficie levemente. Sonaba a hueco. El chillido se repitió.
-Sería eso un...
Metió aquel extraño objeto de nuevo en la bolsa y después miró a la periquita ¿qué era eso que portaba con ella y por qué lo poseía? Realmente debía de ser importante. Tails le había dicho que tenía signos de agresión y alguna leve quemadura. Señales de que alguien iba tras aquel objeto y ella lo había estado protegiendo.
Una mano agarró súbitamente el brazo desnudo de Sonic y lo apretó dolorosamente bajo sus dedos. El erizo no se quejó del dolor pero sí lanzó una exclamación de sorpresa. De un tirón supersónico, se desprendió de aquella repentina tenaza y miró con ojos furiosos a su agresor. La periquita estaba sentada sobre la cama, completamente despierta. Sus ojos, verdes esmeraldas un poco más oscuros que los de Sonic, taladraban amenazantemente al erizo. Su expresión mostraba una hostilidad claramente protectora ¿era por ese objeto? Sonic decidió quedarse quieto mientras la chica se inclinaba para coger la bolsa de cuero de la silla. La periquita comprobó si su preciado objeto seguía ahí dentro y cuando confirmó aquello, se relajó y calmó su mirada hacia el erizo.
