Hola queridos lectores. ¿Sabéis cuando una idea se os mete en la cabeza y no se os va hasta que le empezáis a dar forma? Pues exactamente eso me ha pasado con la nueva historia que os traigo. Llevaba más de un año con ella en mi inquieta mente y al final he decidido escribirla y publicarla. Así, los que seguís la saga de "Sin Salida" podréis entreteneros mientras me da tiempo a escribir su continuación.
En serio, me alegraría que le dierais una oportunidad porque además de ser original y un poco loca dentro del mundo de Mentes Criminales, estoy segura de que os gustará, porque es una buena mezcla de drama, comedia y el romance.
Aclaración: La trama se ambienta después de la décima temporada. JJ ya ha tenido a Michael y Callahan ha dejado el equipo, pero no voy a tener en cuenta los eventos de la 11ª temporada por lo que Tara no aparece.
DISCLAIMER: Los personajes de Mentes Criminales no me pertenecen, son propiedad de CBS.
Capítulo 1: La muerte de un amigo
Los Angeles, California.
Había algo en aquel caso que inquietaba al Agente Hotchner. Aún no sabía que era, pero tras dar el perfil y mandar al resto del equipo para detener al principal sospechoso de los asesinatos de once prostitutas, le embargaba una sensación que no había tenido nunca. Analizó de nuevo el expediente de Angus Slater por si había algo que se le escapara, pero lo cierto es que todo estaba bien: su ubicación, el pasado conflictivo, el abandono de su madre y el abuso de unos padres de acogida durante años. Era él, no cabía duda, y Hotch había mandado al resto del equipo a detenerle. A priori no era una detención problemática, sin embargo, se sentía ansioso. Era como si su instinto le estuviera avisando de que algo malo estaba a punto de pasar.
-¿A dónde va? -Le preguntó uno de los oficiales al ver que se ponía el chaleco antibalas.
-Con mi equipo.
-Pero a estas alturas ya deben de haber efectuado la detención.
-Si no viene conmigo le pediré a otro agente que me lleve. -El oficial le acompañó a regañadientes.
Afortunadamente el tráfico no perjudicó su avance y no tardaron mucho en llegar al piso donde vivía el SUDES.
Al salir del coche se percató de que algo no andaba bien. La calurosa brisa de la ciudad angelina le sacudió junto al silencio que reinaba en la calle. Los curiosos se agolpaban en las inmediaciones mientras los agentes les decían que no podían estar allí, las luces de los coches patrulla revoloteaban llamando la atención de los vecinos que se asomaban con precaución por las ventanas, los agentes locales bajaban la cabeza ante su llegada y el silencio le parecía más turbador que muchas de las escenas de crímenes que había visto en innumerables ocasiones, pese a no haber sangre, vísceras o miembros mutilados.
Hotch alcanzó a ver al oficial al mando, salía del edificio con un niño en brazos cuando la sirena de una ambulancia se acercaba a su posición. Todavía no había visto a nadie de su equipo hasta que una figura familiar se paraba delante de la puerta principal. Morgan agarró su teléfono móvil sin percatarse de su presencia y tras marcar se llevó el aparato al oído.
Cuando su subordinado levantó la cabeza pudo ver su expresión abatida, desoladora. Sintió el móvil vibrar, pero no se atrevió a cogerlo. Dejó de sonar cuando Morgan al fin se fijó en él y le mantuvo la mirada.
Parecía que el tiempo se había detenido en la célebre ciudad de Los Angeles. Hotch notaba como le pesaban las piernas paso tras paso, le estaba costando un gran esfuerzo cruzar esa distancia de apenas diez metros.
-Hotch… -La mirada de su subordinado solo la había visto en una ocasión. Morgan negó con la cabeza intentando contener las lágrimas que empezaban a amontonarse en sus ojos.
-¿Qué ha pasado? -Se atrevió a preguntar conteniendo el aliento.
-Es Rossi… -Y ya no hacía falta que le dijera nada más, se precipitó por aquellos inmundos pasillos, subió las quebradizas escaleras y finalmente llegó hasta el apartamento de Slater.
El lugar emanaba un desagradable olor a podrido, era como si no hubiesen sacado la basura en semanas. Pasó junto al cuerpo sin vida de Slater. Una bala se alojaba en su cabeza y otras dos en su torso; Sin embargo, no era el cuerpo de Slater el que estaba rodeado por JJ y Reid.
David Rossi yacía en aquel sucio suelo de madera con dos heridas de bala en el pecho. Habían ido directas a su único punto débil.
-Lo siento. -Dijo JJ entre lágrimas. -Se interpuso en la trayectoria para que no diera al hijo de Lucy. El chaleco solo paró una bala.
Eso no lo había predicho. Los chalecos podían fallar, pero no era habitual. La última víctima, Lucy Hyland, tenía un hijo de apenas cinco años y el SUDES se lo había llevado justo después de matarla. Lucy era la víctima número doce, Rossi se convirtió en la número trece al interponerse para salvar a aquel niño.
-Todo pasó muy rápido... Le abatimos en seguida, pero no pudimos salvar a Rossi. -Explicó Reid con la voz rota.
Las lágrimas se escaparon de sus ojos al ver la cara de su viejo amigo, que esbozaba una extraña sonrisa de aceptación y una expresión de serenidad. Alcanzó su mano todavía caliente y tras comprobar que no tenía pulso la apretó con fuerza, como si se estuviera despidiendo.
-Adiós, Dave.
No hay sensación más dolorosa que perder a alguien a quien quieres, Hotch lo sabía muy bien. Cuando muere un buen amigo pierdes el equilibrio y precisamente así se sentía él, devastado y perdido porque su mejor amigo estaba muerto. Ya no volvería a verle sonreír de esa manera tan rematadamente encantadora, ya no volvería a hablar con él ni a charlar con un vaso de whiskey en las manos a altas horas de la noche. La sincera mirada de Dave se había apagado para siempre.
Tenerle que darle esa dolorosa noticia a Joy le resultó devastador, así que se levantó del sofá y se secó las lágrimas que había derramado durante aquella conversación telefónica. No era justo que su amigo estuviera muerto ahora que acababa de conocer a su hija y su nieto… Y sin embargo murió orgulloso, con una sonrisa en su rostro.
-¿Estás bien? -La voz de Garcia hizo que se diera la vuelta para ocultar su estado.
-Acabo de hablar con la hija de Rossi. -Dijo mirándola tras tratar de recomponerse.
-Oh… -Garcia se acercó a él y le dio un torpe abrazo. -Tiene que haber sido muy duro darle la noticia. -Hotch asintió dándole un par de toques en la espalda. -Si quieres yo me encargo de avisar a Emily y Alex. -Había olvidado por completo que tenía que darle esa triste noticia a más gente.
-Lo cierto es que te lo agradecería, todavía me queda decírselo a Jack… -Confesó con un deje de tristeza. Garcia rompió el abrazo y se alejó.
-Todos le echaremos mucho de menos. -Dijo antes de irse a punto de romper a llorar.
-"Bueno, no es para tanto…" -Hotch suspiró pensando en lo presente que permanecía Dave en la UAC todavía. Era como si pudiera sentir su presencia todavía, como si pudiera escuchar sus comentarios jocosos. Incluso le pareció ver su reflejo al mirar por la cristalera.
"Debería irme a casa, ya es tarde y hace demasiadas horas que no duermo."
Las pesadillas asaltaron los sueños de Hotch y apenas pudo dormir pensando en su amigo. Aquel mismo domingo era el funeral, dos días después de la muerte de Dave. Aaron ya le había contado a Jack lo sucedido. El niño ya era lo suficientemente mayor como para entender lo que significaba, al contrario que lo que sucedió con la muerte de su madre. Por supuesto, el chico estaba triste, pero parecía estar más centrado en los sentimientos de su padre que en los suyos.
Tras ducharse se afeitó y empezó a vestirse. No podía evitar pensar en los comentarios que haría Dave acerca de su corbata o sus zapatos.
-"Siempre tuviste peor gusto para los zapatos que para los trajes…" Hotch se sobresaltó al oír aquella voz. Miró a su alrededor y al no encontrar nada asomó la cabeza por la puerta.
-¿Jack? ¿Dijiste algo?
-Sí, ¿Me ducho y luego desayunamos? -Emitió un suspiro de alivio al oír su voz desde el salón y se sentó en la cama para abrocharse el zapato que le quedaba.
-"Deberías hacer tortitas, me encantan las tortitas…" -Al levantar la cabeza Hotch se encontró con la figura de David Rossi. Era como si estuviera vivo, allí, en su dormitorio.
Su ritmo cardíaco se aceleró estrepitosamente. Parecía tan real que por un momento pensó que todo había sido una broma pesada, algo así como una venganza por fingir la muerte de Prentiss, para que sintiera lo que era perder a un amigo que en realidad estaba vivo. Evidentemente ese pensamiento fue muy fugaz. A Dave nunca se le ocurriría hacer algo así.
-No puede ser. -Hotch cerró los ojos intentando calmarse. Cuando los abrió, la figura de David Rossi seguía ahí plantada, mirándole con un aire de preocupación.
-"¿Cómo lo llevas?"
-¡Ah! -Hotch nunca había gritado de miedo, pero aquella ocasión era excepcional. -Esto debe de ser el síndrome postraumático. -Se sentó en la cama para calmarse.
-Papá, ¿Estás bien? -Jack apareció al otro lado de la puerta. Rossi se giró para mirarle.
-"La verdad es que sabe llevar un traje tan bien como su padre."
-Sí, no ha sido nada. -Hotch se percató de que Jack no era consciente de la presencia de su viejo amigo. -Oye, ¿Ves algo raro en esta habitación? -Preguntó haciendo que Dave arqueara las cejas.
-Ehm… No… -El niño estaba confuso.
-"Creo que eres el único que puede verme y escucharme."
-Está bien, ve a ducharte. -El pequeño desapareció.
Hotch se levantó y observó con detenimiento al hombre que tenía delante.
-¿Qué significa esto?
-"Eso me gustaría saber a mí. Lo último que recuerdo es que ese cabrón de Slater me disparó. Y bueno, lo que pasó después… simplemente lo supe…"
-¿Quieres decir que eres un fantasma?
-"Eso parece... ¿No crees que es una locura?" -Preguntó con su sonrisa de medio lado.
-Esto no puede estar pasando. ¡Los fantasmas no existen! -Intentó bajar el tono para no llamar la atención de su hijo.
-"Yo también lo pensaba, pero mira." -Dijo señalándose. -"Aunque todavía no sé volar ni hacer cosas de fantasmas." -Explicó entrecomillando con los dedos las tres últimas palabras. -"Ya sabes, lo de travesar paredes, hacer que los objetos se muevan, poner cara de zombie y asustar a la gente."
-Esto tiene que ser producto de mi imaginación...
-"El escéptico con estos temas siempre lo fui yo, no me vas a quitar ese papel aunque haya muerto." -Hotch no pudo evitar mirarle apenado.
-Dave… yo…
-"No se te ocurra disculparte, ambos sabemos que no es culpa nada más que del SUDES." -Hizo una pausa. -"Y en todo caso del chaleco antibalas. Seguro que Reid te daría una estadística real acerca de la probabilidad que hay de que una bala atraviese un chaleco. Hace poco leí que es inferior a 1 entre 500."
Hotch no podía quitar la expresión de sorpresa de su rostro. Lo que estaba presenciando era cosa de locos. De hecho, estaba seguro de que si lo contaba no le creerían o acabaría ingresado en una institución mental. Dave empezó a inspeccionar sus trajes y zapatos, comentando lo que le parecían.
-"No tienes mal gusto, pero está claro que no tienes mi estilo." -En ese punto decidió ignorarle, pensando que tal vez así desaparecería aquella alucinación. El timbre sonó. -"¿Esperas a alguien?" -Hotch ignoró su pregunta y fue al recibidor para abrir la puerta.
Lo único que no esperaba Aaron Hotchner era que el fantasma de Dave se presentara ante él, Dios sabe para qué...
N/A: Actualizaré la historia todos los lunes. No olvidéis dejar un review para saber qué os ha parecido.
Saludos!
