Capítulo 1.

Era un día soleado en el colegio Hogwarts de magia y hechicería.

Los alumnos se dirigían al gran comedor a desayunar.

Era miércoles, ya hacía dos meses y medio que habían comenzado las clases y los merodeadores estaban en su séptimo año.

En el gran comedor los estudiantes disfrutaban ya de sus desayunos.

En la mesa de Gryffindor, los conocidos merodeadores, estaban armando alboroto como siempre.

Sirius Black, un chico alto, musculoso, de pelo negro azulado y ojos grises miraba con amor a su pareja desde hace seis meses Remus Lupin.

Ese verano, el mayor de los hermanos Black, se había mudado a casa de su mejor amigo James Potter porque no soportaba a sus padres. Él lo sentía por su hermano Regulus porque no quería dejarlo solo pero ya hacía un tiempo que los hermanos no se hablaban.

Peter Petigrew comía tocino como si fuera su última comida y James Potter comentaba con Sirius algunas jugadas de quidditch.

Una muchacha pelirroja de ojos verdes los observaba con el ceño fruncido. No le gustaban nada esos chicos y creía que en algún momento harían una de las suyas.

El desayuno terminó y los Gryffindors de séptimo se dirigieron a las madmorras a clase de pociones con el profesor Slugorn.

James y Sirius trabajaban juntos y detrás trabajaban Remus y Peter.

Black había notado que su hermano James estaba algo retraído y no sabía bien por qué. Se reía y hacía bromas pero ya no era tan alegre como antes. Los merodeadores le preguntaban pero él siempre les decía que no era nada, que eran imaginaciones suyas.

Pero Sirius sabía que algo le pasaba. Incluso sabían que por las noches lloraba.

Lo sabían, porque por las mañanas James tenía los ojos rojos e inchados.

A finales de quinto y durante todo el año pasado estuvo saliendo a urtadillas durante la mayor parte de las noches del curso. A menudo los merodeadores bromeaban diciéndole a James que quién era la chica con la que se veía pero él decía que no había chica alguna. Pero para evitar que lo vieran, se llevaba el mapa del merodeador y la capa invisible.

Pero en este curso no salía por las noches más que las de luna llena y cuando tenía que cumplir algún castigo por alguna broma que no eran muchas. Más que nada las hacía porque los otros merodeadores las hacían también. Se le notaba desganado. Incluso había dejado de poner todo su empeño en el quidditch.

Sirius estaba realmente preocupado con su amigo. Había pensado en utilizar la legeremancia con él pero decidió que no era buena idea. No quería abusar de la confianza que James tenía en él.

La clase de pociones pasó sin incidentes por parte de los merodeadores. Aunque misteriosamente, la poción de Rabastan Lestrange había explotado y también la de Lucius Malfoy. Los Slytherin miraron mal a los Gryffindors y se fueron a la enfermería a que les quitaran el pelo que les había salido por toda la cara y las manos.

Salieron de la clase de pociones y se dirigieron a encantamientos y por el camino los merodeadores vieron algo que ellos describirían como siniestro y escalofriante. Lily Evans y Severus Snape se estaban besando junto a un cuadro de unos hipogrifos que atravesaban sobrevolando unas montañas nevadas y un arrollo del cual un unicornio bebía apaciblemente.

¡Joder! -gritó Sirius asomrado.

La pareja se separó y Lily miró a los merodeadores desafiante.

¿Tienes algún problema Black?

¡Joder Quejicus! ¿Cómo has conseguido novia? ¿Está contigo por pena?

Snape lo miró como si fuera un chicle en su zapato y dijo mirando a James:

Pues no Black. Al menos Yo no me oculto como otros.

James lo miró sin expresión y Sirius lo miró confundido.

Si tú no lo sabes Black, no seré yo el que te lo diga.

¡lárgate de aquí Snape! -gritó James.

Lily y Severus se alejaron por el pasillo dejando confundidos a tres de los cuatro merodeadores.

¿cornamenta estás así porque descubriste que ese pelo grasiento estaba con la pelirroja?

No Sirius. Sinceramente me importa muy poco lo que Evans y Snape hagan.

¿Pero los has visto?

Sí los he visto y al igual que tú considero que es una averración de la naturaleza y si algún día tienen hijos, a saber lo que sale de ahí pero... sinceramente, me da igual.

¿Qué ha querido decir con eso de no ocultarse? -preguntó Remus.

A saber. Seguro que son tonterías suyas. -contestó James.

En encantamientos les enseñaron el hechizo desilusionador. A los merodeadores les salía la primera menos a Peter.

-No te preocupes Peter yo te ayudo. -Dijo Remus amablemente.

tienes que mover la barita haciéndo un círculo. Pero no tiene que ser tan ancho como el que haces tú, tiene que ser más pequeño.

Remus le mostró lo que decía moviendo su barita lentamente para que Peter lo viera.

-Ahora prueba tú.

Peter lo hizo y el encantamiento finalmente le salió bien.

-Enhorabuena Colagusano. -dijeron James y Sirius a coro.

El chico más bajito se sonrrojó y se ocultó detrás de su libro de hechizos.

El profesor Flitwick le dio a Gryffindor veinte puntos y la clase terminó. El enano se despidió de sus alumnos que salieron de su clase sonriendo y algunos alborotando.

Lily Evans miró reprobadora a los merodeadores pero no les dijo nada.

Los animagos y el licántropo iban camino a clase de historia de la magia. Iban golpeándose y riendo como siempre cuando de pronto Sirius se detuvo mirando al frente. Puso cara de asco y frunció el ceño.

Delante de los cuatro Gryffindors, había dos chicos besándose con verdadera pasión y sin vergüenza. Eran dos Slitherins de Sexto.

-Oye hermanito no me importa lo que hagas en tu tiempo libre pero... no me apetece ver a dos serpientes haciendo... esas cosas.

-No es de tu incunvencia lo que hago y donde lo hago Sirius. Además, ya no somos hermanos ¿recuerdas? tú mismo lo dices siempre que tienes oportunidad.

-Muy cierto pequeña serpiente. Pero sigo sin querer ver un espectáculo así. Me da asco. Además creo que a tu madre no le hará ninguna gracia saber que te follas a cualquier tío y haces escándalo público con hombres y además que no sean sangre limpia.

-Vete con esos a los que llamas amigos y déjame en paz.

James poter llevaba un rato observando sin decir nada.

-¿Disfrutando la vista Potter? -Preguntó Regulus con sorna.

-Por supuesto que sí. -Dijo con hironía. No tengo otra cosa que hacer que mirarte a ti y a Simons comeros la boca como si os la quisiérais arrancar a mordiscos.

-Claro porque a ti te gustaría ser el que besara ¿verdad? Ahora ¿váis a dejarme seguir a lo mío? ¿o váis a quedaros a mirar?

Y sin esperar respuesta, Regulus besó al otro chico con fiereza.

Los Gryffindors miraron con cara de asco menos uno que tenía en la cara una mueca de sufrimiento.

Se dieron la vuelta y se fueron a su clase.

En historia de la magia, todos hablaban en voz baja y reían.

-Hoy hemos tenido una mañana algo desagradable.

-Tienes razón Lunático. Ha sido una mañana asquerosamente horrible. Primero la pelirroja y Snape y después Regulus y Simons.

-Espero no tener más sorpresas desagradables hoy. -dijo James.

Pasó la tarde y cuando bajaron a cenar después de haber hecho los deberes se encontraron a dos chicos. Uno acorralaba a otro contra una pared y el segundo forcejeaba para liberarse. El que tenía al chico acorralado era un chico fornido de piel morena y pelo castaño y el que estaba contra la pared forcejeando era un chico menos musculoso que el primero, de piel blanca y pelo negro.

¡Te he dicho que no Jack! ¡Suéltame! ¡Me haces daño!

Sirius fue corriendo donde estaban los dos chicos y dijo:

¿Qué te crees que estás haciendo?

¡Suéltalo ahora mismo gilipollas! -gritó James.

Oh mira Regulus han venido tu hermano y sus estúpidos amigos lameculos a salvarte. ¿No es maravilloso?

Regulus gimió en respuesta.

Sirius se acercó pero antes de que pudiera hacer nada, James ya le había dado al chico que sujetaba a Regulus un puñetazo en la cara haciéndole sangre.

¡Te dije que lo soltaras! -siseó James furioso.

Sujetó a Regulus con delicadeza y le miró los brazos. El chico sangraba y no se resistió cuando James lo apartó de la pared apoyándolo en la pared opuesta.

¡sirius! -llamó James. ¡Está sangrando!

Sirius miró a su hermano con preocupación y después le dio una patada al chico castaño en las costillas.

¡Remus sujétalo antes de que sea tarde! -dijo James.

Regulus volvió a gemir de dolor. Remus apartó a Sirius de Jack y se acercaron donde James, Regulus y Peter estaban.

Dámelo. -pidió Sirius a James. Lo llevaré a la enfermería.

James dejó que Sirius cogiera a su hermano en brazos y se lo llevara. El chico de gafas retrocedió y acercándose a Jack le dijo:

Si vuelves a acercarte a él maldito Ravenclaw, te mandaré tantas maldiciones que no te reconocerás en el espejo. ¿entendido?

El chico gimió en respuesta.

Ahora haz honor a tu casa y sé inteligente y vete. Aunque... no has sido muy inteligente de meterte con uno de los Black. Si su hermano te encuentra... solo espera y vigila tu espalda.

Y dándole una última patada en el estómago corrió hasta alcanzar a sus amigos.

James le mandó una sonrisa maniaca a Sirius y éste correspondió de la misma manera.

Es el nuevo Quejicus. -dijo Sirius con desprecio.

Va a saber quienes son los merodeadores. -dijo James.

Regulus volvió a quejarse.

Tranquilo Reg ya estamos llegando. -susurró Sirius.

Estúpido Ravenclaw... -masculló James con asco y rabia.

En la enfermería, la señora Ponfrey le había dado a Regulus una poción para que pudiera dormir y le cerró las heridas con hechizos y algo de Díctamo.

-¿Oye Regulus por qué ese Ravenclaw te estaba acorralando contra la pared? -Preguntó Sirius.

-¿A caso te importa Sirius?

-¿Si no me importara crees que estaría aquí?

-¿Y ellos tres qué hacen aquí? -Dijo señalando a los tres merodeadores restantes.

-Porque quieren supongo. -Contestó Sirius.

-Pues por mí como si os váis todos. No necesito a unos Gryffindors.

-¿Pero por qué te estaba molestando ese tío? -Preguntó James con impaciencia.

-No soy un niño que necesita ayuda.

-Nosotros no hemos dicho eso. -Dijo James.

-¿Y a ti qué te importa Potter? -Preguntó el Slytherin escupiendo la última palabra con todo el desprecio del que fue capaz.

-Solo te ha preguntado. -Dijo su hermano mayor.

-Nadie le ha pedido que lo haga. -Respondió cabreado.

-Eres la amabilidad personificada. -Murmuró Sirius.

-¡Bien y ahora largo los cuatro! ¡No necesito niñeras!

Los merodeadores salieron de la enfermería y se dirigieron a su sala común.