No era novedad el siempre ser molestada, golpeada o catalogada como 'rarita', por su fanatismo con las muñecas.

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No era su culpa el que no compartiese los mismos gustos que los otros.

Soltó un suspiro, cansada. Lo bueno, es que ya no había nadie en su salón por lo que solo iría por sus cosas y rápidamente iría a casa.

A casa, sola... llorando hasta quedarse dormida.

Pero al ir por sus cosas, nunca espero encontrarse con aquello... algo que quizás, cambiaría su vida para siempre.

En su pupitre había una hermosa muñeca junto con una pequeña nota, curiosa tomo la nota.

"No dejes que sus comentarios te afecten, eres especial Montgomery.

Atte. Anónimo."

Lucy guardo la nota en su mochila y abrazo a la muñeca, con delicadeza. Sea quien sea la persona que le haya dejado aquello, la había hecho feliz.

Se fue de ahí, con una sonrisa en su rostro. Ojala y no fuese la última que recibía.