Bonnie Hopps aún recordaba ese día como si hubiese sido ayer.
Fue uno de los mejores y más felices días de su vida. El nacimiento de su camada más reciente y más numerosa hasta el momento, nada menos que de seis hermosos conejitos. Ahí estaba ella, descansando en una cama del pequeño hospital de Madrigueras, tratando de tranquilizar a su marido, o hacer que al menos parara de llorar aunque fuera un momento para hablar con las enfermeras. Un par de conejas de pelaje blanco, ambas vestidas con uniforme rosado, esperaban pacientemente junto a la cuna donde permanecían los bebés; cada uno envuelto en una manta del color correspondiente a su género.
-"¿Ya han decidido los nombres?"- preguntó una de ellas.
Stu dio un sorbo y una respiración muy profunda antes de contestar.
-"Por supuesto…"-.
La enfermera sostuvo en brazos al primer bebé para que fuese nombrado. Era un conejito con una muy fina capa de pelo color canela con manchas oscuras en el hocico y orejas, envuelto en una manta azul.
-"Definitivamente: Johnny…"-.
La segunda enfermera escribió el nombre en un pequeño brazalete azul de plástico y lo colocó en la muñeca del bebé. Así prosiguieron con el resto de los conejitos.
Una conejita también color canela…
-"Maude"- dijo Bonnie.
Una conejita gris claro…
-"Julie"- dijo Stu, tratando de no llorar.
Otro conejito color canela...
-"Manny"-.
Otra conejita gris, aún más clara…
-"Megan"- dijo Bonnie.
Finalmente, llegó el turno de la última conejita. También era de color gris aunque más cerca del tono de pelaje de su madre, tenía el hocico blanco y unas manchas negras en la punta de sus orejas. Gracias a la revisión de ojos que las enfermeras les habían realizado a todos los bebés, Stu y Bonnie sabían que esta pequeñita en particular tenía ojos color violeta.
-"Tal vez deberíamos llamarla Bonnie Jr."- propuso Stu con una gran sonrisa.
-"No estoy segura…"- respondió Bonnie.
-"¿Por qué…? De nuestras hijas es la más parecida a su madre. Puede que hasta sea igual a ti cuando crezca"-.
-"Stu, no creo que sea correcto nombrarla así. Sería casi como decir que la amamos más que a nuestros otros hijos sólo porque se parece a mí"-.
-"Mmm… Sí, supongo que tienes razón"- respondió Stu entre razonable y desilusionado.
Luego de pensarlo, ambos padres se pusieron de acuerdo con un nombre:
-"Judith Laverne Hopps"-.
