Hola regrese, aunque pensé no hacerlo en años de preferencia cuando me gradúe este es mi primer fic serio y cuando digo 'serio' es porque tiene una temática más adulta y no como mi anterior escrito.

n0 HaNa.o0o, te agradezco por leer primero el fic, por ser mi beta reader, y por presionar para que lo muestre, si no fuera por ti jamás presentaría un fic –así que si no les gusta, quéjense con ella XD- Fuyu, pensaste que no recordaría tu nombre eh?... pues hay algo llamado copia y pega xd… Si lees de nuevo, creo que encontraras que cambien cosillas -no me mates- pero volví a cambiar de opinión. Este fic es todo tuyo, creo que todos los que haga serán dedicados a ti –tú eres la que presiona para que los escriba XD-

Disculpen cualquier falta ortográfica o gramatical.


Summary:

Kuchiki Rukia jamás imagino que su mejor amigo se convertiría en su peor enemigo. Esperaba poder vivir una vida libre hasta que tuvo asumir sus deberes como princesa, ahora ha desatado una maldición que se encargara de hacerle pagar los pecados que sin saberlo cometió.

DISCLAIMER: BLEACH NO ME PERTENECE, SOLO JUEGO HA SER ESCRITORA TOMANDO SUS PERSONAJES.

Aclaraciones

* He creado mi propio mundo, así que por el hecho de estar enfocado en la época medieval no significa que seré fiel a la época por lo que habrán situaciones o cosas que nada tenga que ver con ese tiempo.

* La ropa es estilo medieval europea o del antiguo Japón dependiendo a las costumbres de cada país dentro de la historia.

* Los tiempos cambian, pero no son flashback cuando alguno se presente avisare como se lo hace comúnmente.

* Los pensamientos y sueños irán en cursiva. Alguna anotación o evento importante ira en negrita.

* El fic está narrado desde la perspectiva de Rukia e Ichigo y quizá Hichigo pero no será siempre así solo en momentos que considere apropiados; el resto de la narración será en tercera persona. Si la forma de narración por el cambio de perspectivas les molesta por favor háganmelo saber, para poder modificarlos a su gusto.


NOCHES DE INVIERNO

ENTRE BLANCO Y NEGRO

POV RUKIA

A diario me preguntaba ¿Como llegue a este lugar?, la verdad no lo sé, todo era tan complicado, lo único que sabia era que desde hace un mes estaba sufriendo las torturas y humillaciones de un sádico de cabello naranja, de ojos amarillo verdoso, y mirada sádica y burlona, alguna vez fue mi amigo, mi confidente, la persona a quien le confiaría mi vida, pero ya no lo es.

Fue hace poco que fui forzado a venir este lugar, aún parte de mi no aceptaba la cruda verdad, guardaba la ilusión de que todo volvería hacer como antes, sin embargo esas esperanzas se marchitaban por sus acciones, no puedo negar que parte de mi corazón se rompían cada día, lenta y dolorosamente, sangraba por minúsculas heridas cuyas gotas de dolor se convertían en rabia, resentimiento y desesperación, ¡quería mi libertad! anhelaba poder salir de este asquerosa mazmorra , pero aparte del sentimiento frustrante latente en mi espíritu algo más me obliga a buscar respuestas, aquello me obligaba a buscar algo de él, quizá sea un simple: ¿Por qué? Si esa era una buena pregunta, pero creo que conozco la respuesta, reformulándola posiblemente le preguntaría:

¿Por qué es tan cruel? o mejor ¿Por qué dejo de ser mi amigo?

Tantas preguntas que a lo mejor jamás serán reveladas, lo único que sí sé es que por él estoy encerrada en este repugnante agujero, y también sé como comenzó todo, es muy fácil de explicar:

¡Justo en mi boda!

Que escandalosa forma de irrumpir en el matrimonio de otros, aunque en si fue un gratificante e irónico cambio de planes.

Escandalosa, por todo lo que hizo para capturarme.

Gratificante, simplemente porque no quería casarme con mi prometido.

Irónico, porque tuve que ser capturada para evitar el matrimonio. Aún no sé si debía escoger el matrimonio o la maldita prisión en la que me encuentro ahora.

Estaba amaneciendo así que pronto él llegaría, con su voz oscura y metalizada, molestando como siempre haciendo cada uno de mis días en este sitio un infierno, pero supongo que tengo parte de la culpa. Debí haberle aclarado las cosas antes de tomar las decisiones que nos llevaron a esto.

ంంంంంంం

Tres meses atrás.

No podía creerlo ni siquiera pensarlo las letras prolijamente escritas sobre esa carta eran lacónicas y contundentes sin posibilidad de ser refutadas sin falsedad alguna, era una carta sellada, proveniente del Rey en persona, llevada por su mensajero personal, por primera vez en años me había escrito una carta directamente a mi, me sentí emocionada, mi hermano había recordado mi existencia ese fue mi pensamiento cuando la recibí; me lleno la alegría, mi ojos se humedecieron por la emoción, pero la mirada de los presentes era completamente distinta, era de tristeza que preferí ignorar, estaba cegada por el jubilo de aquel gesto de su Majestad, abrí rápidamente la carta con todo el cuidado que podía tener, en ese momento mis manos temblaban por la sobreexcitación, mi nerviosismo era evidente, pero todo cambio en un solo instante en cuanto leí las palabras dibujadas en aquel trozo de papel.

Rukia

Es hora de que asumas tus responsabilidades, serás proclamada mi heredera absoluta, ven al castillo inmediatamente recibas esta nota.

Su Majestad

Kuchiki Byakuya

—¡¿Qué es esto? —dije consternada en voz alta, no entendía solo me ordenaba ¡¿que me dirija al castillo? ¡¿Que salga de mi hogar inmediatamente…? Alguien me saco de mis cavilaciones. —Querida estas bien —dijo, era la sutil y avejentada voz de mi nodriza, quien cuido de mi desde que era bebe la única madre que había conocido.

—Nana —exprese con la poca voz que me quedaba— ¿qué significa esto? ¿No lo entiendo? —interrogue aun más confundida no me lo esperaba, ¿tan pronto? es que no encontraba ninguna razón, estaba asfixiándome en mi incertidumbre.

—Rukia, es lo que dice ese mensaje, tienes que viajar ahora a tú nuevo hogar. —Era la voz de Sir Shiba Kaien, acababa de entrar por la puerta solo lo veía durante la primavera y el verano, desde siempre el Señor Kaien, venía a visitar a su esposa Lady Miyako, quien era mi maestra en las artes demoniacas, no se podían ver muy seguido por mi culpa, siempre tenia esa pena en mi corazón porque ella era mi instructora y él era uno de los caballeros más leales al reino, por lo tanto debía ella quedarse conmigo en este lugar y él ir al servicio de mi hermano; Sir Kaien Shiba, en ese momento era el único que podía responder mis dudas.

—Sir Kaien ¡ahora… tengo que hacerlo inmediatamente! —exigí esperanzada.

—Lo siento mi Lady Rukia, pero es ahora, todo está listo… —Él me dijo con toda la seguridad y frialdad de un soldado, pero sus ojos mostraban lo contrario.

—¡¿Qué? ¡Hablas en serio! ¡Todo esta listo! ¡Entonces por qué diablos me envía esta carta… si ya decidió por mí…! —Caía al suelo estaba decepcionada habían elegido por mi, quería llorar, más tantos años de educación y entrenamiento no me lo permitieron, alguien me tomo por detrás y me levanto lentamente.

—Querida yo te apoyare en todo… estaré contigo en este cambio—. Mi Nana reconfortándome como siempre con sus palabras cálidas y de ánimo, mi siempre compañera, pero en ese momento mi corazón y me mente se enfocaban en alguien más, no podía irme para siempre sin despedirme, pronto el invierno llegaría y el no me encontraría.

—¡Sir Kaien! —dije ante la presencia de este ultimo pensamiento.

—Te lo suplico, unos días más… solo unos días hasta que llegue el invierno… necesito hacer algo… es muy importante —. Suplicar eso era lo que estaba haciendo, pero era mi única salida en ese momento, sin embargo— lo siento, pero no se puede, compórtate como lo que eres, nos vamos —el se marcho con estas ultimas palabras ni siquiera me vio, yo no podía creerlo, Kaien, me había fallado… no, no era eso, era su deber y no lo podía cambiar.

—¿Qué hare ahora? —me pregunte en voz baja más para mi misma, sin embargo recibí respuesta a mi pregunta.

—Obedecer, lo que el Rey, te ordena, no tienes opción ahora eres su heredera. —Esa era Lady Miyako, no podía creerlo, ella también estaba en mi contra.

Con melancolía marcada en mi rostro subí aquel carruaje que me sacaría de la esfera de cristal que mi hermano había creado para protegerme de los horrores del mundo, pero ahora como me enfrentare aquella tierra desconocida, no sabia como, las lagrimas comenzaron a brotar silenciosamente de mis ojos sin poder controlarlas; era la primera vez en años que lloraba, todo se había acabado no pude despedirme, no pude decir adiós, jamás lo volvería a ver, no pude llevar nada de aquello que apreciaba, ni siquiera mi amado conejito Serafín cuanto lo extrañaría, espero que cuiden de él… solo llevaba puesta la ropa que tenia en el momento que recibí la carta, por suerte tenia algo muy preciado para mi, aquella joya, aquel regalo, la primera cosa que alguien me regalaba desinteresada y espontáneamente, era una simple cadena de oro con un dije de media luna con diamantes incrustados, sencilla para alguien de la realeza, pero con un gran significado para mí.

Mientras veía el paisaje que una vez conocí desaparecer ante mis ojos con cada paso del carruaje un escalofrío recorrió mi piel, una inquietante sensación inundaba mi alma.

ంంంంంంం

Tiempo actual

— ¡Amaneció, hora de jugar! —. Se escuchaba una voz cantar entre los pasillos produciendo una tétrica cacofonía; el lugar estaba vacio solo se oía el sonido producido por su maliciosa tonadilla y el paso de sus botas era su acompañante. Doblo una esquina, otro pasillo degastado con un olor nauseabundo en el ambiente que perturbaba los sentidos, a los lados ya no eran armaduras sus escoltas solo eran celdas vacías con uno u otro animalillo rastrero cruzándose o escondiéndose entre las rejas, finalmente llego a su destino la ultima puerta, a diferencia de las otras esta era una puerta de acero forjado con una única cerradura, tomo la llave en su cuello y abrió lentamente el cerrojo.

—¡Hey, no es justo, estas despierta! —vocifero irritado.

Una menuda chica estaba cerca del pequeño agujero que dejaba pasar la luz a su celda, con ropajes andrajosos, con su piel sucia por ceniza y tierra, mantenía su mirada fija en la puerta y sobre todo en su invasor, no demoro en responder ante la molesta exaltación.

—¿Me esperabas dormida? —cuestiono— ¡Acaso para lanzarme un montón de arañas como la última vez, para acosarme, tratar de violarme o mejor aun matarme! —reclamo.

—Lindura, mi princesa, ¡que cruel eres! —. Llevo su mano derecha al corazón—, hieres mis sentimientos, me siento tan ofendido —expreso en forma inocente, manteniendo la sonrisa maligna. Él sabía que las arañas era el único animal que podía asustarla, como había disfrutado escucharla gritar desesperada por librarse de ella, era una experiencia que merecía repetirse, y definitivamente lo haría. Además un sustito no era tortura comparada con el rojo del hierro sobre su blanca piel, por lo tanto ella no debería quejarse.

—¡Maldito bastardo, como puedes actuar así!

Movió lentamente su cabeza inclinándola a los lados, de izquierda a derecha, mirándola curioso, como si lo que había dicho aquella doncella era la cosa más extraña en el mundo, ¿que curiosa puede ser la princesa? se preguntaba para sus adentros. Él era de contextura alta, de piel bronceada, de cabello naranja y mirada profunda, lo único que pudo gesticular en el momento fue una sonrisa fría y escalofriante mientras contestaba la pregunta de aquella tonta chiquilla.

—No entiendo, ¿Cómo actúo?... tus juicios moralistas y dogmaticos me tienen harto, esas porquerías filosóficas solo nos frustran la vida evitando los placeres que esta nos puede dar con sus estupideces de llevar una vida correcta y justa —. Se acerco a ella—. Sabes tus reclamos me perturban, tú solo debes quedarte calladita y ser una linda muñequita con la que pueda jugar ¿entiendes?

Ahora el estaba al frente de ella tan cerca, sabia sus intenciones desde antes de llegar a ese lugar, quería hacerla sufrir, pero también quería divertirse con ella.

—Dime, mi juguete, ¿Hace cuanto tiempo no te he atendido? —Sonrío mientras se acerca más a su rostro.

—¿Cuándo fue tú ultimo sueño? ¡Maldito sucio bastardo! —. Retrocediendo— ¡¿Cómo puedes hacerme esto? ¿Dónde estás, Ichigo… por qué? — susurro lo último

—Desde que llegaste aquí siempre ha sido Ichigo, Ichigo, Ichigo ¡me empalaga ese nombre!, es que acaso no lo entiendes, eres retrasada o demasiado terca —. Salto hacia ella y la toma del cabello haciendo que lo mire directamente— ¡Mírame bien! ¡Ves en alguna parte a tú querido Ichigo! ¡No lo creo! Puedo verme como él, pero jamás seré él, entiendes, soy parte de él, pero a la vez no soy él, soy quien domina sus instintos, soy su poder, quien controla sus deseos, su maldición. Tú aun no lo entiendes que tonta eres. —. La arrojo al suelo provocando que una leve exclamación de dolor abandono los labios de la princesa.

— ¡Te equivocas, lo entiendo muy bien! Pero aun veo al Ichigo que conozco en tus ojos, en el fondo él sigue allí, tú solo eres una parte de él, pero tú lo has dicho no eres él, sé que Ichigo regresare, yo confió en él —. Se levanto lentamente— Yo sé que Ichigo, está molesto y es mi culpa, pero tú no tienes porque tomar ventaja de la situación.

—¿Crees que tomo ventaja de la debilidad emocional del imbécil del Rey? —Se señalo indignado—. Si creo que tienes razón, pero es que me encanta hacerlo, tú sabes, él es tan sentimental que da vergüenza ser parte de él y tú eres un lindo juguete con el que me gusta entretenerme y él siempre lo ha tenido todo... jamás a compartido sus cosas conmigo, es un egoísta, es por eso que tú serás lo primero que compartiremos. —Continuo caminando hacia ella lentamente hasta acorralarla contra la pared— o quizás solo seas mía, después de todo a él no le gusta compartir, ni a mi tampoco.

Estaba cada vez más cerca, tenia ganas de apartarlo y lanzarlo lejos de su presencia, pero sabia que si intentaba algo su reacción sería mil veces peor, por alguna bizarra y enferma fantasía él parecía disfrutar de la resistencia que ella le imponía, quería huir pero ¿cómo?, cada vez se acercaba, cada vez más cerca, podía sentir su aliento, poco a poco sintió sus manos acariciar sus cabello, mientras la otra viajaba desde sus mejillas hasta su cuello, un leve sonrojo la recorrió mientras su mente estaba avergonzada por la reacción inesperada de su traicionero cuerpo, él no era del tipo sutil ni su trato eran tan delicado, hoy parecía diferente ¿más civilizado? o ¿más humano?.

De repente una duda la invadió, el inverosímil comportamiento que él mostraba acosaba sus pensamientos, acaso quería algo, que razón podía hacer que un hombre que había demostrado ser peor que un animal en celo y un sádico bárbaro juntos se comportara de aquella singular manera. Él continuaba repasando cada línea de sus facciones y su cuerpo con sus dedos, apenas tocaba su piel era un delicado y tímido roce, como cuando se toca el delicado pétalo de una rosa solo por sentir su suavidad aterciopelada.

Rukia, continuaba impávida, parecía calcular sus movimientos, cualquier palabra o inquietud sería como despertar a una fiera adormecida, ella lo conocía y sabia lo que podía hacer si se enfurecía de imprevisto, lo mejor era observar y esperar; mientras sus labios eran recorridos lentamente por las yemas de sus dedos, sintió una corriente recorrer su cuerpo; en algún momento los esporádicos e inocentes toques se habían convertido en un exigente beso, algo que no esperaba, había bajado la guardia de la forma más estúpida que podía imaginar, puso sus manos en su pecho tratando de apartarlo, sin embargo fueron forzados a ser retirados por la fuerza de su energía que parecía aplastarla.

El pelinaranja aprisiono sus manos sobre su cabeza mientras exigía más de aquel ilícito tacto, él quería que ella se doblegara ante él, tenerla para él, que suplicase por él, sin embargo ella se negaba, que más le daba, ella no podría hacer nada, en cualquier momento sería solo suya, sin embargo no podía negar que cada vez que se resistía tenia más gana de poseerla, total ella terminaría perteneciéndole en cuerpo y alma sea como sea, donde sea, y cuando quiera, la tendría antes que su antítesis, eso era seguro, sería una buena forma de compensación por tanto tiempo encerrado sin poder disfrutar de los gratificantes placeres y detalles que la vida ofrecía y sobre todo de aquella pequeña fiera.

Cada vez exigía más de ella, ahora no solo sus labios eran poseídos, con su mano libre recorría su cuerpo hasta llegar sobre el listón que aseguraba el corpiño, la jovencilla se alarmo por su repentina acción y tomo todas sus fuerzas para empujarlo más no lo logro, con mayor ímpetu trato de apartar sus manos de ella, sin embargo solo logro caer al piso por el forcejeo, la situación no solo había empeorado ahora estaba en una muy mala posición y no encontraba forma de librarse del agarre de aquel muchacho, cada vez forzaba más y las manos de él eran demasiado curiosas dentro de su vestido, jugando a encontrar el tesoro que aquellas malgastadas telas escondía, por un breve instante sus labios fueron abandonados, lo que le permitió respirar, pero él no había renunciado pese a los golpes en su pecho y al movimiento de la doncella por tratar de apartarlo; sus caricias se habían dirigido a su cuello, buscando marcarla como suya, su cuerpo volvió a traicionarla con un suspiro no podía seguir así, o de lo contrario todo terminaría de una forma que ella no quería ni imaginarse.

—¡Para! —grito, moviéndose incómodamente debajo de él tratando de librarse de aquella prisión, sin embargo no era consiente que lo único que sus frustrados intentos lograban era alimentar su lujuria— ¡Déjame… por favor…!

—No quiero —susurro junto a sus oídos mientras lamia sus mejillas— Quiero que seas mía.

—¡Jamás! —Volvió a gritar, tratando en un vano intento de librarse— ¡Quítate!

—¡Cállate! Solo relájate —. Continúo con los esporádicos besos sobre su rostro y cuello mientras sus manos sujetaban sus delicados pechos, poco a poco se acerco a sus hinchados labios buscando otro roce, él cual lo tomo más posesivamente que las anteriores veces, forzándola a ceder su entrada a ella.

Ella estaba consternada, como quitárselo de encima acaso no habría manera esta vez, no, ella encontraría una forma, las anteriores veces se había librado de su acoso y energúmeno actuar, y esta vez no habría diferencia, ella era Kuchiki Rukia, y como tal, haría valer su nombre, haciendo uso de lo poco que sus neuronas podían procesar en él momento, porque no podía negar que una parte de ella se doblegaba muy fácilmente ante él contacto que la bestia endemoniada que intentaba violarla le proporcionaba. Una parte de ella quería ceder, sin embargo eso no era normal, ¿que clase de mujer sería si hiciera eso? además no podía ceder ante alguien como él solo porque se tenia la apariencia de otra persona, lo detestaba y no había forma de cambiar su parecer, después de una batalla mental entre lujuria y cordura, la ultima fue la ganadora de el día, había encontrado una forma de librarse de él, pero era una carta que no podría volver a jugar, —¡mierda! Pensó mientras repasaba su plan —si no hay de otra.

—¡Ahh! —gimió—…Hichigo

—Vaya, que repentino cambio de opinión, eso quiere decir que si te gusto… solo déjate llevar —susurro— y quizá perdone tu mal comportamientos y tus malos tratos durante tu estadía en mi hogar.

—Yo… no… lo sé —balbuceo sonrojada.

—Solo déjame Rukia, y olvidaras tus rencores hacia mi —pronuncio entre ligeras caricias por su cuerpo, manteniendo la vista en la descubierta piel.

Como tantas veces anteriormente, reclamo sus labios, a diferencia de las veces anteriores esta vez no hubo rechazo, ni reclamos, fue tan fácil, pronto ella correspondió al fascinante trato como jamás lo había hecho.

Una sonrisa de autosuficiencia cubrió su rostro al escuchar los sutiles quejidos de la pequeña muchacha, quizá la pelinegra había comenzado a ceder, de todas formas había que intentarlo, porque desaprovechar la oportunidad.

El beso continuo su ritmo exaltado, la deseaba y la tendría, poco a poco introdujo su lengua en la boca de su posible amante, explorando cada rincón, saboreando su sabor… y fue cuando lo sintió, un fuerte dolor que se extendía a lo largo de su apéndice gustativo, había caído de la forma más ingenua en una trampa y la zorra lo había mordido.

Por efecto del dolor se aparto de ella bruscamente, la sangre corría por los labios de ambos, la mujer impetuosa corrió apenas pudo levantarse a una de las esquinas de la angosta habitación, no podía creer lo que había hecho, pero más aun tenia miedo de la reacción que podía tener aquel demonio furibundo.

—¡Maldita puta! ¡Traicionera, como siempre! —grito enfurecido con una voz entrecortada por él dolor. — ¡Debería matarte, me has engañado… me has herido y dices que soy una bestia!

—¡Tú te lo buscaste, ni oses acercarte a mi, has entendido!

—¿Crees que esto me detendrá en lo que busco de ti? —Comenzó a carcajear mientras probaba la sangre de sus labios, regresando a ella lentamente— Sabes no podrás detenerme solo con eso, sin embargo por ahora es todo,apestas, necesitas un baño, ahora que lo pienso he sido demasiado drástico contigo, ordenare que te aseen

—¿Apesto? ¡Maldito energúmeno! La culpa de quien es… —reclamo— sin embargo por primera vez en mi vida tendré que agradecer el oler mal, me dará tiempo. Una sonrisa apareció de repente en sus labios ante el último pensamiento de la joven.

—No te pongas alegre, ordenare que te bañen, o mejor aún que tal si lo hacemos juntos —le acaricio el cabello.

—¡Jamás! —Se retiro de su alcance—. No necesito un baño

—Eso tú no lo decides, estúpida, escucha te vas a limpiar toda esa mugre que llevas, te bañaras en un delicioso perfume y te pondrás un hermoso vestido porque vas a desayunar conmigo, en silencio, sumisa y educada como lo es una pequeña y linda princesa como tú, ¿has entendido? —Dirigiéndose a la salida—. Aprovecha la oportunidad volverás a comer como lo hacen las personas, no entre ratas y alimañas.

—No creo que haya mucha diferencia —afirmo indiferente.

—Muy graciosa, te espero en el comedor así que no hagas ningún mal movimiento o alguna travesura, que este lugar se encuentra muy bien vigilado —. Abandono la habitación.

En la entrada de la celda se encontraba dos sirvientes, les dirigió una mirada y con un movimiento de su cabeza ellos entraron.

—¡Rukia será mejor que te portes muy bien! —grito en despedida.

—Puedo hacerlo sola, por favor Hinamori, podrías dejarme.

—Pero, su Alteza, no puedo hacerlo si él se entera estaremos en problemas —susurro.

—Yo me encargare de él, pero es solo que no soy la clase de noble a la que sus sirvientes bañan, ¡no me gusta tener público, entiéndeme! —reclamo, claro que ella era una Princesa, pero por favor, tenia la suficiente capacidad como para entrar a una tina y lavarse sola.

—Bien, Princesa —balbuceo— pero yo vigilare, si se acerca no tendré más remedio que entrar.

—Acepto —Abrió la puerta— y otra cosa Hinamori, no me llames su Alteza o Princesa solo dime Rukia.

—Pero eso es…

No dejo que la tímida sirvienta replicara su petición ya que había entrado apresuradamente al cuarto de baño. Aquella habitación era tan lujosa como su antiguo hogar —el castillo de la familia de su hermano— sin embargo este lugar era distinto porque se encontraba en uno de los lugares más altos y difíciles de acceso al palacio —maldito, no puedo ni soñar en saltar desde aquí, salvo que quiera suicidarme — analizo mientras se asomaba por el ventanal de aquel lugar encontrándose que por lo menos eran unos 20 metros hasta el suelo, además que ni había suelo sino un pozo oscuro —¿qué clase de persona puso de moda los pozos en los castillos? — meditaba mientras observaba a su alrededor una tina de mármol tan puro que reflejaba la tenue luz que se colaba por la ventana medio abierta, algunas cosas en una mesita perfumes y jabones de los más sutiles y esquicitos aromas, el agua estaba tibia, al menos lo único que le quedaba era disfrutar ese momento placentero a solas antes de encontrarse con su sádico Príncipe.

—¿Como pudieron cambiar tanto las cosas? —susurro para si mientras se sumergía en el tibio liquido. Poco a poco sus pensamientos se fueron acumulando en otro tiempo y otro lugar, buscando entre recuerdos aquello que estaba apunto de perder.

Flashback

Ichigo —pronuncio con un deje de tristeza –... ¿somos… amigos, verdad? —volvió a decir un tanto dubitativa ante la pregunta y su posible respuesta.

Estaba sorprendido ante tal pregunta, que era lo que debía contestar ¿que lo eran? ¿no es así? siempre lo habían sido desde que se conocieron, sin embargo, porque dudaba tanto al pronunciar esas únicas palabras, tomando valentía de sus labios pronuncio un escueto —…si…somos… amigos —.Retomando la energía en su voz dijo— ¿Por qué preguntas esas tonterías, Rukia?

—¡¿Ehh? —fue lo único que pudo pronunciar la chica había quedado desconcertada ante la simple respuesta de su supuesto amigo ¿Por qué había dudado tanto? Era la pregunta que le rondaba en su cabeza cuando la siguiente pregunta del pelinaranja la saco de sus pensamientos.

—Solo curiosidad… eso es todo —respondió con un deje de indiferencia, actitud que molesto al muchacho.

—¿Cómo qué solo curiosidad? —Esto último lo dijo tratando de imitar en lo más posible su voz

—!¿Qué? —grito la chica ante la represarías del joven—. No seas idiota ¿acaso no puedo hacer una pregunta así?

—No, es eso solo que sonó, como si dudaras de nuestra amistad —pronuncio el joven con un deje decidido pero con decepción en su semblante, acaso su mejor amiga dudaba de la amistad que existía entre ellos, pero quien era él para juzgarla si tan bien sentía lo mismo.

Fin del Flashback.

—Me pregunto si aún somos amigos, Ichigo. —Volvió a sumergirse entre las aguas mientras su mente era inundada de pensamientos y recuerdos hasta escuchar una tenue voz desde la puerta.

—Supongo que mi momento de tranquilidad termino —pronuncio cansinamente mientras abandonaba el calor del agua— pero ahora no tengo idea de que es lo que somos realmente.

ంంంంంంం

Estaba allí sentada en frente de él, justo al otro extremo de la gran mesa del comedor, sus ojos maliciosas la observaban en escrutinio buscando algo fuera de lugar. Sobre la mesa se asentaban variados alimentos, tenues reflejos de luz se observaban por las ventanas, al parecer hoy no llovería en el Valle de los Gritos1, un sitio desolado, en el que solo llovía, rodeado de bosques de la muerte, literalmente, nadie salía vivo de allí, era el peor sitio en el mundo y de casualidad o tal vez por broma del destino era parte del reino de Karakura, por lo tanto ese territorio era el refugio, de su despiadado captor, el lugar perfecto para mantener cautiva a una princesa sin usar un dragón.

—Te aseguro que no tengo nada, tú me has desarmado y has sellado mis poderes ¿los has olvidado acaso?

—La ironía y el sarcasmo, no son lo tuyo, limítate ha ser un lindo adorno, igual que las flores que decoran esta mesa, o las cortinas que cubren la ventana, o la ropa que llevas… no eres más que eso antes mi ojos —dijo arrogantemente mientras bebía el vino de su copa lentamente— además no te he dado permiso para que hables.

Una tonta niña con un título nobiliario, y con una lengua afilada como daga no lo amedrentaría, le demostraría a aquella bruja cuanto valía para él y eso era absolutamente nada, quería disfrutar de su humillación, de aquel sentimiento reconfortante cuando tú enemigo ha caído, después de todo eso era lo que deseaba, su corazón lo pedía a gritos, aunque su alma se inundaba por la incesante lluvia, y todo era por culpa de aquella minúscula mujer, aquel demonio disfrazado de ángel, de apariencia débil pero tan fuerte como el más fiero guerrero, una verdadera fiera con apariencia de cordero, pero tan bella como la joya más preciosa, sus ojos zafiro, sus labios carmesí como la rosa, su cabello color noche y su piel tan blanca tal cual la luna, de grácil apariencia, una belleza celestial, pero tan peligrosa como el más exquisito y mortífero veneno.

—Si has terminado con tú discurso, que para nada va con las bestias, podrías ser tan amable de decirme, ¿por qué he tenido el halago de ser tú compañía tan temprano? —Ironizo, como si solo el hecho de estar frente a él, la enfermara, como podía estar tan tranquilo como si no hubiera pasado nada entre ellos las últimas semanas, incluso hoy, no podía soportar su cinismo, quería estampar su cara contra la pared y golpearlo hasta pulverizarlo, pero ahora no tenía ni el poder de romper una nuez, estaba débil, no solo le faltaban sus poderes, los días carentes de una apropiada alimentación habían hecho estragos en su cuerpo, había bajado de peso, estaba algo enferma solo parecía ser un simple resfriado, pero incluso eso era suficiente para debitarla, y sumándole el acoso y las torturas diarias de aquel salvaje a la perdida de sus poderes (como los extrañaba) era como un indefenso corderito ante la presencia de su depredador, sin embargo lo odiaba por lo último más que por todo lo que le había hecho, él sellar su magia Kidō era como quitarle una parte de ella, el sentirse impotente era como si lanzaran miles de agujas sobre su cuerpo, era el dolor de ver su orgullo herido, ahora solo le quedaba su astucia e inteligencia para salir bien librada de su actual problema, el punto era ¿como lograrlo?

—Sabes, tú hermano ha declarado la guerra al reino de Karakura —dijo apenas viéndola.

—Y eso que me importa, en realidad ya se estaba tardando, ¿Qué harás matarme? ¡Oh! No me digas, tendrás la amabilidad de liberarme… ¡que lindo! —exclamo con un tono meloso, pero molesto.

—¡Silencio, perra! —Golpeo con sus puños la mesa haciendo que algunos utensilios y platos cayeran, ella solo se limito a mirarlo con rencor en los ojos— será mejor que no tientes tú suerte, mi amada, ¿por qué sabes algo? Si tú me cansas o me aburro de ti, simplemente te matare lentamente hasta que supliques que termine con tú agonía y luego entregare tú cadáver a los buitres, aunque dudo mucho que tenga algo que comer —Señalo su cuerpo.

—¿Sabes? Eres tan desagradable, pero prefiero la tortura y a los buitres antes que obedecerte y guardarte respeto, mi hermano…

—¡Tú hermano nada…! —Apareció frente a ella en milésimas de segundo y sostuvo su cuello con sus manos contra el espaldar de la silla, la estaba sofocando— Lo mataré sin dudar si viene hasta este lugar, sabes ¿por qué?

Ella no respondió, no podía hacerlo el dolor en su garganta era tan intenso que sentía que desfallecía, sabia la respuesta, el mataría su hermano sin ningún escrúpulo porque siempre habían sido enemigos, los reinos de Seireitei. y Karakura, jamás habían tenido paz entre ellos al menos desde que ella recordaba; son enemigos a muerte, y no habrá poder que detenga la guerra.

Lo había hecho enfadar y mucho el solo escucharla ser tan leal y esa esperanza que tenia hacia su hermano, hacían que tuviera unas ganas de vomitar, odiaba a ese sujeto más que a nada, tenia unas cuentas pendientes con él, pero lo que más le molestaba era que a pesar de estar siendo tan amable con ella, continuase comportándose como una zorra intransigente.

¡La odiaba!

Pero su espíritu tan bien deseaba de ella todo lo que le pudiera entregar y quitar, no había porque desaprovechar la oportunidad de tener a la joven princesa entre sus brazos, solo para él y nadie más.


Gracias por leer este fic =3