La trama, narrativa e idea son totalmente de mi autoría, los personajes y descripciones de los mismos se los debo a la gran Stephenie Meyer.
Se supone que uno recuerda y lamenta los hechos que marcan nuestra vida de manera vil. Algunos viven con aquél recuerdo como si jamás pudieran superarlo, otros, se asemejan a la realidad, recordando de manera fugáz. Obligándose a ver un lado positivo entre tanta Injusticia.
ocho años atrás.
- Bells, vamos, es tu lección del día -exclamó su padre al pie de las escaleras
Ella despertó abruptamente y prácticamente corrió a vestirse torpemente, tropezando con varios muebles de su habitación.
No la subestimen, la pequeña a sus cortos diez años tenía luz propia, era lo suficiente independiente como para asustar a su madre y lo bastante autodidacta para el orgullo de su padre. Charlie. Él siempre vió a Bella con tal admiración por ser su pequeñita, por ver algo creciendo en ella, por verla capáz de todo, totalmente decidida a querer copiar sus actos, estaba orgulloso de su niña. No más su madre. Reneé jamás había demostrado demasiada comprensión hacia su hija, sólo se limitaba a verla de lejos disfrutar con su padre, y las típicas tareas de una madre, aún así algo le decía que Isabella jamás la valoraba lo suficiente, tal vez sea por eso que preferían la distancia mutuamente.
Bella bajó de corrida la escalera de la sala y divisó a su padre sentado ya en el piano, señalándo una parte de su asiento para que ella se sentara allí. La pequeña sonrió y corrió a su lado maravillándose por lo que aún no había oído.
Charlie movió sus dedos ágilmente por las teclas, entonando tal melodía que resonaba en toda la casa y alteraba de manera extraña el corazón de la pequeña a su lado. Bella rió mientras su padre continuaba alternando sus dedos más rápidamente, aumentando también la velocidad de la melodía.
Cuando su padre finalizó la canción miró a su hija y le sonrió.
- Ahora te toca aprenderte ésta.
La niña rió juguetonamente
- Ni modo papá, es demasiado para mis dedos...
Su padre negó rápidamente.
- Jamás te creas incapáz de nada, sabes bien que eres increíble con el piano, supongo que te enseñé bien. Imagina cuando crezcas, a tus dieciocho ya podrás entrar a un conservatorio Bells, serás tan feliz ahí, recordarás todo lo que te he enseñado a lo largo de tu vida y seguiremos prácticándolo juntos, tendrás los mejores profesores, serás la mejor, tienes música en tu corazón pequeña, no dudes en escucharla, hazme caso.
Bella asintió, desde la primera vez que su padre la sentó en un piano que tiene ese discurso de memoria, y vaya que ya quería tener dieciocho y hacer todas las cosas grandiosas que su padre hizo, pero debió abandonar por ella.
Cuando Reneé quedó inesperadamente embarazada de Bella, Charlie tuvo que casarse y mantenerlas a ambas, puesto a que aún era demasiado joven, debió dejar varios sueños a medio cumplir, pero sabía muy bien que su pequeña haría todo por él, sería algo así como su conejillo de indias, aunque él no lo viese así.
El día y la tarde continuaron como siempre lo hacían, almuerzo piano, descanso, piano, merienda, piano, y así hasta el anochecer, Charlie reía al ver el enfado de su pequeña cuando alguna nota salía más allá de sus dedos y debia hacer todo denuevo.
- Cariño, deberías ir a comprar ya la cena de mañana, recuerda que iremos con tus padres y debemos llevar algo -le recordó Reneé a Charlie mientras éste revolvía el cabello de su hija.
- Oh si, voy antes de que cierre.
Charlie se levantó del banco de madera el cual luego de tantas horas le había matado la espalda y sintió enseguida un cuerpecito abrazándose al suyo.
- No papi, no vayas, quiero seguir practicando.
Él suspiró y se alegró de la insistencia de la niña.
- Bells, sólo será un minuto, cuando regrese continuamos, sino sigue, tu madre sabe bastante también, puede ayudarte.
Bella miró a su madre, quien asintió con una sonrisa. Y a regañadientes dejó ir a su padre, sin siquiera imaginarse como son las vueltas del destino con algunas familias.
- Bien, ¿con qué empezamos? -preguntó Reneé sentándose en el lugar recientemente ocupado por su marido
- Con papi tocamos ésta -dijo felizmente Bella mostrándole las notas enteras que la niña tocaba. Era una canción muy dulce, melódica. Instintivamente los ojos de Reneé se llenaron de lágrimas y recordó que esa era la canción que Charlie le tarareaba a Bella desde pequeña, con aquella la niña había aprendido a tocar, y cada vez que crecía, Charlie le enseñaba una pieza más de aquella preciosa canción, que él había escrito para su hija, su tesoro.
- ¿Como se llama la canción, Corazón? -preguntó a su hija
La niña se encogió de hombros.
- No lo sé, sólo se que papá la escribió- paró un segundo provocando que sus ojos brillaran de emoción ante la próxima pregunta-, ¿Porqué, tu lo sabes mami?
Reneé sonrió.
- "Piece of Haven", Es tuya Bella, es tu canción, él la tarareaba para tí cuando eras una bebé, incluso cuando estabas dentro del vientre, es tuya.
La niña no pudo evitar emocionarse ante aquello y abrazar a su madre, sorprendiéndola y sorprendiéndose también.
- ¡Tengo una canción, papi me la regalo! -exclamó cantando.
- Creí que lo sabias hija, tu padre me matará si sabe que te dije y aún no sabías.
- Tranquila mami, no le diré nada a nadie acerca de la canción -juró Bella cerrando sus labios imitando un cierre con sus manos.
- Vamos a dormir pequeña traviesa, ya es tarde, y tu padre se enojará si no estás dormida para cuando regrese.
- Esta bien -admitió caminando hacia las escaleras-, te quiero mami.
Reneé sintió sus ojos humedecerse.
- Yo también corazón, duerme bien.
- Tu también.
Y corrió escaleras arriba, se puso su pijama, entró a la cama y se durmió plácidamente con una sonrisa en el rostro abrazándo su peluche favorito.
La inocencia de los niños, nunca sospechó lo que pasaba a tan solo nueve calles de su casa.
Despertó con un llanto particular que la quitó de su ensueño, el llanto de ¿su madre?. Sin siquiera importarle que es lo que había sucedido corrió escaleras abajo pisoteando el peluche con el que había dormido sin darse cuenta, y cuando llegó al pie de la escalera la escena la desesperó.
Dos policias hablaban seriamente con su madre, quien se encontraba de rodillas en el piso totalmente rota. Jamás había visto a su madre de esa forma, y la mataba a ella también, después de todo, estaba aprendiendo a quererla cada vez más. Ahora, ¿dónde estaba su padre?
- ¿Mami? -llamó Bella caminando asustada hacia ella.
Los oficiales se voltearon a ver a la pequeña, negando la cabeza con pena. ¿Que rayos...?
- Oh mi Bella, pequeña -lloriqueó su madre lanzándose a abrazarla.
- ¿Qué está pasando mami?, ¿Dónde está papi?
Aquella pregunta destruyó aún más a Reneé que hundió su rostro en el cabello de la niña.
- Cariño, papi no está...
- ¿Que quieres decir?, ¿Aún no regresó de hacer las compras?, debe haberse retrasado...
Al ver que Reneé no pensaba contestar mucho uno de los oficiales se acercó despacio hacia la niña y le habló con pleno tono de tranquilidad.
- Pequeña, tu padre fue a comprar a la tienda a nueve calles, unos ladrones intentaron asaltarlo y él se resistió -suspiró para continuar-, recibió dos disparos en el pecho, estuvo muy mal herido, y él murió hace unas horas...
- No -murmuró Bella apartándose de él -, usted me miente señor, papi va a volver, me prometió que iremos juntos al conservatorio, tiene que contarme que la canción era para mí, él no puede morir, papi no puede irse, no puede dejarme, no puede...
La pequeña no se dió cuenta de su increíble manera de llorar hasta ese día. Se consolaron mutuamente cuando Bella, luego de varias horas cayera en cuenta de que en realidad no era una pesadilla, su padre no regresaría.
El entierro fue más triste de lo que aún se temía. Por primera vez Bella no se alegraba de ver a sus abuelitos, ni a sus primos, mucho menos que le hablaran del piano. Cuando regresaron del entierro Bella abrazó a su madre y entre sollozos le pidió por favor que ocultara en alguna habitación el piano, lo cubriera o simplemente lo vendiera, sólo le traía pena. Su madre se disgustó y discutió un poco con ella, su padre hubiera querido que persiguiera aquél ahora olvidado sueño, pero realmente comprendía a la niña, estaba demasiado shockeada como para poder contra todo.
Presente (ocho años después)
- Sé que haremos, Corazón -Dijo Reneé
Bella levantó la vista de sus tareas escolares y se sorprendió al ver la sincera sonrisa de su madre.
- Oh dime ya, tengo miedo de tu cara -bromeó
Reneé rió.
- Nos mudaremos, encontré una bonita casa en una bonita ciudad, blanca, con ventanas azules, tienes baño propio, mucho espacio, harás nuevos amigos y vaya que te gustará Bella.
- ¿Dónde queda? -preguntó
- Washington, es Forks, el clima es algo dificil de llevar, pero que más da, el estilo de vida de allí es precioso, además tiene una magnífica escuela de...
- ¿Cuando nos vamos? -interrumpió Bella
- Si dices que si la semana próxima.
La muchacha, que acababa de cumplir la mayoría de edad asintió.
- Si, me gustaría cambiar de ambiente, éste me recuerda mucho a papá -admitió, provocando un estremecimiento de parte de su madre.
Ambas hicieron sus maletas la tarde siguiente. Reneé compró los boletos de avión mientras sonreía. Bella se limitaba a pensar en positivo, quizá allí encuentre amigos que en Arizona nunca encontró. Tal vez la acepten con su expresión tortuosa luego de la pérdida de su padre. Con un poco de suerte la ayudarán a volver de a poco, aquello que ocurrió hace ocho largos años era aún una herida palpitante en el corazón de Bella.
- Mamá -llamó la atención mientras cerraba una de las cajas con cinta.
- Dime cariño -respondió Reneé desviando la vista de las demás cajas hacia su hija.
- ¿Crees que aunque nos mudemos lejos seguirán con la investigación de la muerte de papá? -preguntó preocupada.
Su madre suspiró. Bella se había demostrado demasiado interesada en querer descubrir el asaltante que le quitó la vida a su padre, quería encerrarlo, hacerle pagar, matarlo de a poco, y eso no era suficiente, él había sido el asesino de las ilusiones de una pequeña niña de diez años, y la esperanza de una de ahora deciocho.
- Espero que lo hagan, seguiremos en contacto con la policia mientras estemos en Forks. Pasó mucho tiempo Bella...
- No me importa, prometeme que no renunciaremos hasta encontrarle y hacerle pagar -pidió la muchacha desesperada.
Reneé asintió, los deseos de su hija eran tan fuertes como los de ella misma.
- Bien, ahora quiero saber que tan grande es mi habitación en Forks -rió Bella mientras ayudaba a su madre a cargar un par de cajas más a la camioneta.
Bueno, les traigo una nueva locura que soñé, la vengo escribiendo desde antes de ayer, y creo que ya tengo tres capitulos, pero todo está en mi cabecita, si leen, espero sus RR y gracias por apoyarme en este nuevo fic, uno de los tantos que se merecen ser sacados de mi cabeza y escritos. Sólo advierto que la vida de Bella en este fic no es muy feliz. Espero no hacerlas llorar mucho, aunque yo lloré escribiendolo.
Mawee.
