Capítulo 1. ¿No te gustaría que tu vida fuera como antes?

Habían quedado hacía ya media hora. Un hombre pelirrojo, de nariz grande y ojos azules, estaba sentado en la mesa de una cafetería ojeando unos documentos mientras esperaba. Hacía ya tiempo que se había resignado a que su amigo llegase tarde a todos los sitios donde quedaban, y por eso llevaba algo de trabajo con él por si acaso. Ese día, como otro cualquiera, Ronald Weasley esperaba a su amigo pacientemente, sabiendo que llegaría tarde. No levantó la cabeza cuando él se acercó a la mesa.

- Llegas tarde, como siempre - dijo Ron sin despegar sus ojos de los papeles que tenía delante.

- Lo siento, un atasco, ya sabes cómo son a estas horas.

- Si no me dijeses lo mismo siempre, o casi siempre, te creería, y por cierto, son las 5 de la tarde, a esta hora no hay casi tráfico – dijo Ron tranquilamente.

El pelirrojo levantó la cabeza por fin. Su amigo lo miraba con una sonrisa. Ojos verdes, ocultos tras unas gafas redondas, pelo negro alborotado y, como detalle más relevante, una cicatriz en forma de rayo en la frente. Harry Potter no había cambiado casi físicamente después de tanto tiempo.

- A ver, me has citado aquí por alguna cosa, así que desembucha – lo apremió Harry.

- No te gusta andarte con rodeos, ¿eh?

- Sabes que no, costumbres de trabajo, cuanto más rápido, mejor – dijo Harry bajando un poco la cabeza.

- Sigue sin acabar de gustarte, lo sabes. ¿Por qué no…? – empezó Ron

- Te he dicho mil veces que no, no pienso volver a hacer cosas así si puedo evitarlo. – contestó el moreno con una mueca de rabia. Hizo un gesto con la mano, como quitándole importancia al asunto, y con la otra se deshizo el nudo de la corbata – venga, dime a qué viene la llamada de esta mañana.

- Bueno, verás, ya sabes que Hermione y yo llevamos juntos casi desde que todo terminó…

- Sí, lo sé, ¿pero a qué viene esto?

- Relájate, ¿quieres?. No es fácil... Vale, vale… - el pelirrojo bajó la cabeza abochornado al mirar a Harry a los ojos - Bueno, Hermione y yo… - Le cortó el sonido del busca de Harry. El moreno frunció el ceño y lo miró.

- Mierda… Otro accidente de coche, he de ir al hospital corriendo, Ron. Dime que es rápido, que tengo…

- Hermione y yo nos casamos – dijo Ron sin tapujos y bajando un poco la cabeza, sonrojado.

- Que… Herm y tú… ¡Vaya! ¡Esto hay que celebrarlo, Ron! ¡Por fin os habéis decidido! – Harry estaba eufórico. Miró el reloj y después a su amigo – He de irme, pero nada más que acabe, iré a tu casa y os felicitaré como es debido.

El moreno le dio un abrazo y salió a la carrera, mientras daba saltos de alegría. Ron se le quedó mirando hasta que desapareció y suspiró. Su amigo, aunque había cambiado mucho en algunas cosas, en otras seguía siendo el Harry que había conocido y querido como un hermano. Sonrió al recordar muchas de las cosas que habían pasado juntos. Aún con los recuerdos en la mente, recogió sus cosas y se dirigió a su coche para ir a casa, pensando cómo les daría la noticia a su padre y sus hermanos.

Harry llegó al hospital en 10 minutos. Salió disparado del coche y se abrió paso como pudo por los pasillos del hospital, esquivando a la gente que se quedaba boquiabierta cuando pasaba y lo señalaban diciendo su nombre. Harry, acostumbrado a esto, los ignoraba. Su trabajo, ahora mismo, era más importante.

Llegó hasta el mostrador donde una enfermera le comunicó lo sucedido. Un accidente de coche frontal contra otro vehículo, con la muerte de dos personas, y una en estado muy grave, que necesitaba ser operada de urgencia. Harry se preparó y en menos de 5 minutos estaba dentro del quirófano, listo para la operación. Tras 2 horas, el moreno salió satisfecho con su trabajo. Había contenido la hemorragia interna y había podido salvar a la paciente, una mujer de unos 21 años. Solamente tendría que reposar para recuperarse, aunque también tendría que afrontar que su novio había muerto en el accidente. Harry no había podido hacer nada por él. Había fallecido al instante. El moreno lo sentía de verdad, a la joven pareja les quedaba demasiado por vivir.

Así pues, se duchó, se puso otro de sus trajes y fue hacia casa de Ron y Hermione. De camino, compró una buena botella de vino. No todos los días sus mejores amigos se casaban.

Mientras conducía iba pensando en todo lo que habían pasado juntos, desde sus inicios en el colegio a los 11 años de edad, hasta la caída del dictador gracias a ellos, lo que les había llevado a ser famosos.

Se conocieron en el colegio Hogwarts, resultando ser tres de los alumnos más brillantes de todos los tiempos. Sin embargo, algo ocurrió al final de su cuarto curso. En un torneo entre los colegios más importantes del mundo, donde Hogwarts se batía con instituciones de gran renombre en la final, el colegio francés Beauxbatons y el colegio búlgaro Dumstrang, un joven Harry de 14 años ganó el torneo de forma amarga. Un compañero suyo del colegio y también campeón del torneo, Cedrig Diggory, murió convirtiéndose en la primera víctima del ascenso al poder del llamado Señor Tenebroso, el temible Lord Voldemort, que se convirtió en el dictador del país. Tras varios años preparándose para llegar a la universidad, Harry, Ron y Hermione no pudieron terminar sus estudios en Hogwarts, y fueron obligados a esconderse del nuevo régimen, ya que se les consideraba peligrosos, sobre todo a Harry. Voldemort pensaba que Harry podría ser el único que podría arrebatarle el poder, y con mayor razón si se enteraba de que él había asesinado a sus padres y había intentado matarlo a él, cosa que no pudo concluir, con lo que Harry fue el único superviviente de Voldemort, solo teniendo como secuela una cicatriz en la frente con forma de rayo. Harry terminó por enterarse, y con los contactos que había establecido durante sus años de estudiantes, consiguieron derrocar al tirano de forma completamente legal. Así pues, Voldemort huyó, pero años después, el equipo de Ron de la policía lo localizó y acabó encarcelándolo, con lo que Ron se convirtió en una gran leyenda en el país, casi tanto como Harry, que fue quien dio la cara en el momento crucial. Hermione pudo derrocar todo su imperio financiero con competencias y quiebras de empresas públicas, lo que provocó una grave crisis del gobierno que más tarde se acabó solventando con la ayuda de nuevo de la joven. De este modo, los 3 amigos se convirtieron en el estandarte de la libertad del país.

Y ahora, después de tanto tiempo, Ron y Hermione se iban a casar. Después de todo lo que habían pasado, al fin habían dejado atrás su cabezonería y habían entrado en razón. Harry se alegraba por ellos.

Ron le abrió la puerta, y lo primero que notó fue un abrazo de su amigo.

- Ya tocaba, Ro-Ro – se rió Harry

- No me llames así, sabes que no me gusta nada, me dan arcadas cada vez que pienso en como podía soportarlo – se quejó Ron – Gracias por venir, compañero – sonrió.

- Ni se me ocurriría faltar para ver esto – le respondió el moreno con otra sonrisa.

- Pasa, Hermione estaba esperándote – dijo Ron con cara aburrida y con tono mordaz.

A Harry no le gustó el tono con el que le dijo su amigo. Seguro que Hermione le había preparado algo, algo que suponía que tenía como mensaje "sienta la cabeza".

Pasaron al salón, una estancia grande, con dos sofás enormes y una televisión impresionante, una mesa de madera tallada con sillas a juego, y una lámpara de araña que colgaba de la pared. Nada más entrar, Harry vio, hastiado y ya imaginándose una cosa así, a Hermione con una amiga suya.

- ¡Harry! – Hermione, de pelo castaño igual que sus ojos, se abalanzó sobre él para abrazarlo – Que ganas tenía de verte. Ron ya me ha dicho que te ha contado lo de la boda. ¡Estoy emocionadísima!

- No hace falta que lo jures – dijo Harry poniéndose bien las gafas, que del abrazo se le había descolocado. Sonrió a su amiga y le dio un beso en la mejilla – Felicidades, de verdad… - se acercó a su oído – aunque no me vas a hacer cambiar de opinión.

- Oh, vamos, Harry, ¿no te gustaría que tu vida fuera como antes?- le recriminó Hermione.

- La verdad, no – sonrió Harry. Se resignó y dejó que Hermione le presentase a la chica.