Disclaimer: Frozen no me pertenece.
7 Días.
Primer Día… Saturno.
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"Mi planeta protector es Saturno, el planeta del silencio"
-Sailor Saturn.
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Sábado 18 de Diciembre.
Se miró en el espejo de aquel cuarto hecho de madera, el vaivén del barco se volvió más suave hasta casi desaparecer, el llamado del capitán anunciando la llegada al puerto de Arendelle lo hicieron suspirar de alegría, odiaba ese maldito barco.
Miro sus verdes ojos con determinación, se sentía algo nervioso por el hecho de saber que se encontraba tan cerca de su hermano, se pasó las manos por sus azabaches cabellos despeinándolos, él sabía que no era muy bien visto que un príncipe tuviera desordenado el cabello, pero le importaba muy poco aquello, ¿De qué le servía peinarse si se lo despeinaría en menos de unos segundos?.
Movió la cabeza de un lado al otro admirando su semblante, sus cabellos cortos y ondulados se movieron con gracia, su nariz y mentón puntiagudo se hicieron notar ante el movimiento, se acomodó el cuello de su traje antes de aplicarse un poco de loción.
Salió entusiasmado de tocar de nuevo tierra, el frío viento por el invierno no lo desanimaron, y con una sonrisa les ordenó a sus hombres a descansar mientras que el capitán (su guardián) se disponía a seguirlo, el peli-negro le pidió que esperara junto a los hombres nuevas órdenes pidiéndoles que descansaran y que disfrutaran del pueblo como visitantes, no eran más de 8 hombres los que se encontraban a su disposición.
Fue recibido por los guardias de Arendelle a quienes les mostro la invitación para la fiesta de navidad.
Pidió el permiso de la guardia real de poder caminar hacia el castillo, y aunque tardaron decidieron acceder al pedido del príncipe quien camino gustoso por las calles de Arendelle, la gente lo miraba con curiosidad, pues a pesar de su atuendo real, el que estuviera acompañado por la guardia de la reina lo hacían más visible que el fuego en invierno.
Saludo a los que se le quedaban mirando, no porque se sintiera importante, sino porque eso era lo que él hacia cuando alguien lo miraba, les dirigía sonrisas y ladeaba la cabeza a modo de saludo, recordó los tantos regaños de su padre cuando lo atrapaba haciendo eso.
No tardó mucho en llegar al castillo, de una bella arquitectura, un poco más pequeña que la de las Islas del Sur, pero sin duda más hermosa que la de su hogar, lo hicieron esperar en una de las salas cerca de la entrada del castillo, aunque intuía que la Reina ya sabía de su llegada porque no tardó en aparecer.
Esa fue la primera vez que la vio, entrando por las enormes puertas de aquella sala junto a la entrada del castillo de Arendelle, con el cabello platinado en una trenza que caía naturalmente por su hombro izquierdo, la piel de un suave color cremoso que le recordó a la vainilla, con esos ojos de un hermoso azul cielo que le recordó su lugar de nacimiento en pleno verano, el vestido que traía ella puesto era como de hielo, recordando las palabras del almirante que fue encomendado para el viaje a Arendelle por su padre.
"La Reina de las Nieves" dijo con un tono neutral mientras dirigía a los hombres, sin mirarlo, y sin la intención de seguirle hablando.
Escucho todos los rumores que corrían de ella con atención, no creía en ellos por completo, pero su madre siempre le decía que los rumores tenían algo de verdad, ya sea una invención por envidiosos, o por un malentendido, habían cosas en el rumor que no eran del todo mentiras.
Los rumores eran los hijos de la leyenda.
Aquella hermosa joven que aparentaba tener la edad de su hermano Hans le pareció sumamente admirable, el poder de hacer algo tan hermoso como un vestido con sus poderes le quitaba la ferocidad a estos, sin duda mostraba un dominio envidiable sobre su don ya que no era fácil conservar un vestido de hielo fresco y sin derretir.
Pensó en la posibilidad de que su tacto fuera frio, pues si su cuerpo emanaba frio era más sencillo que este no se consumiera en el calor, se preguntó si aquella nívea piel podía llegar a quemar de lo frío que estaba, o si se encontraba tan fresco como una bebida en verano y a pesar de que no la podía tocar, deseo sus manos rozar, preguntándose si ese deseo le nació por la curiosidad que desde niño le atormentaba o si era porque aquella rubia-platinada era la mujer más hermosa que había visto.
-Majestad –reacciono reverenciándose hacia la Reina- Soy James, Doceavo Príncipe de las Islas del Sur.
-Pero tienes el cabello negro –escucho una cantarina voz detrás de la platinada.
Fue cuando se dio cuenta que no se había percatado de las otras dos personas que entraron junto a Elsa, él sabía que no era muy observador, pero le pareció sumamente absurdo no haber notado a aquellas dos personas en partículas, pues la peli-roja le pareció de una personalidad muy agradable y divertida, pudo reconocerla como la princesa, pues también había escuchado de ella por parte de su padre al contarle lo que había causado en Arendelle su hermano menor.
El otro que venía junto a la peli-roja era un rubio alto y fornido, el pretendiente de la princesa, "un simple recolector de hielo" recordó lo dicho entre sus hombres, esos ojos ambarinos demostraban una personalidad fuerte y cautelosa, solitario.
"Tienes el cabello negro" conservo la calma para no reír, aunque le fue difícil debido a que le comenzó a doler el estómago ante tal comentario, era la primera que se atrevía a decir algo sobre su cabello, apenas la había visto pero aquella joven princesa ya le caía de maravilla, anotando mentalmente en su lista de personas a quienes seria agradable conocer como la segunda en la lista, pues aquella rubia platinada se encontraba en el primer puesto.
-Herede el cabello de mi abuelo –comento sonriente James tratando de evitar reír a carcajadas, el peli-negro noto la mirada reprobatoria que le dirigió la Reina a la princesa.
-Disculpa el comportamiento de mi hermana, Soy Elsa Reina de Arendelle, ella es Anna Princesa de Arendelle –la presento y ambos se saludaron inclinándose en una formal de reverencia- y él es Kristoff Bjorgman Maestro y Portador Oficial de Hielo de Arendelle, además del cortejador de Anna –el tono con el que dijo aquello ultimo le pareció a James que era una advertencia de que no se encontraba de humor para otro príncipe de las Islas del Sur, lo que lo hizo preguntarse si lo habían malentendido al llegar demasiado pronto.
Lo que lo llevo a querer explicarle los motivos de su pronta llegada a la Reina; conservadora, esa fue la palabra que se le vino a la mente en cuanto se vio caminando tras de ella rumbo al estudio para poder platicar de manera tranquila, tan callada y pasiva, miro la capa fina y larga de la reina, de un delgado y hermoso hielo, escarcha, brillante y sumamente hermoso.
Estiro su mano inconsciente y lo toco con cuidado, el frio que envolvió sus dedos masculinos fueron tranquilizadores y refrescantes, bajo la mano recordando que se trataba de una reina, y aguanto la risa por su inocente contacto, recordó que era un príncipe y debía de comportarse como tal, aunque lo único que quería era dedicarse a la salud de las personas como sanador.
Subieron las escaleras en forma de caracol y el peli-negro tuvo la oportunidad de ver mejor y más de cerca los copos de nieve de la capa, más detallada que los bordados reales, se preguntó cuánto tiempo le había tomado a Elsa hacer tan hermosos grabados naturales, ¿unos cuantos minutos o segundos? ¿lo pensó o simplemente lo sintió?.
Estaba fascinado por esos hermosos poderes, pero opto por desviar la mirada recordando que un caballero no debía ver tan ensimismado los atuendos de una dama, se concentró en los detalles de las paredes para distraerse.
No tardaron mucho tiempo en encontrarse en el estudio y el peli-negro miró extrañado lo vació que se encontraba el pasillo de este, miro a la reina, si se tratara de otra persona, uno dispuesto a matarla ya lo habría hecho y nadie se hubiera percatado de ello, frunció el ceño con molestia antes de fijarse de nuevo en el vestido de la reina.
Ella parecía una muñeca de porcelana, de esa pálida piel y rostro exquisito, rasgos finos y enormes ojos, cabellos peinados y de un hermoso rubio platinado, con esas manos pálidas y delgadas, pero, algo le decía que ella era un diamante, hermoso por fuera, pero fuerte por dentro, pero solo era una simple observación, una especulación.
Él no juzgaba a las personas, no creía en las primeras impresiones y pensaba que nunca se terminaba de conocer a una persona, sin embargo ella le parecía sumamente interesante, y no sabía si era por el aspecto recatado, firme e independiente, su serio semblante y su calculadora mirada.
Al entrar al estudio un hermoso reloj llamo su atención, las suaves campanadas que dio el reloj resonaron en el estudio de la Reina, remarcando las 4 de la tarde de ese día de invierno, la campanada provino de un viejo reloj situado al lado de las enormes puertas, perteneciente a generaciones y regalado por uno de los países bajos como muestra de aprecio a los difuntos Reyes, estaba muy bien conservado, de un suave color café chocolate, madera de caoba y aun impregnado con el olor a viejo mesclado con el de montaña, uno de los relojes más pequeños pero valiosos de todo el castillo, el favorito de Elsa al poseer tan hermosos grabados, pues era el único reloj que no tenía tallados de flores o pájaros, era un reloj donde se veían tallados pinos y nieve.
-Es un hermoso reloj –comento la profunda y algo ronca voz perteneciente al príncipe James quien observaba aquel sonoro reloj, al entrar a la habitación ese reloj había reclamado la atención sonando con ese suave campanear que acompañaban el sonido de la nieve como un cantar hipnotizando con su pequeña pero hermosa figura.
-Es mi favorito, fue un regalo de los países bajo –dijo Elsa mientras se sentaba en su cómoda silla tras el escritorio.
Tan pequeño pero hermoso, marcaba la hora suavemente, un reloj precioso que mereció su atención por mucho tiempo, los profundos ojos verdes dejaron de observar el reloj para posarse en la hermosa rubia-platinada que se encontraba observando también el reloj, la mirada perdida de la Reina y sus labios ligeramente separados le hicieron pensar que esta se encontraba recordado o pensando en algo, se dispuso a caminar hacia la Reina para explicarle su llegada, sus motivos, no quería ser malentendido, sabiendo la posición en la que se encontraban las Islas del Sur a los ojos de Arendelle.
-Primero que nada, pido disculpas por mi tan inesperada visita –se disculpó el peli-negro inclinándose un poco- Cuando llegue a las Islas del Sur y me entere de la situación no pude evitar el venir, pero si a usted le incomoda puedo buscar un lugar en el pueblo donde quedarme o me puedo quedar también en el barco –la forma tan formal en la que hablaba le pareció a la Reina muy forzado de su parte, como si este no estuviera acostumbrado o cómodo hablando de usted.
Él no se consideraba un experto en modales, estuvo tanto tiempo fuera de ese mundo de lujos, pero recordaba lo que le enseño su madre sobre aquello, las normas y reglas, se sentía extraño al momento de tratarla como "usted" no solo porque ella era dos años menor que él, sino porque la veía como alguien con quien se podría congeniar con facilidad teniendo una buena platica.
La sola mención de las Islas del Sur hizo a Elsa alzar la barrera, todos sabían que el doceavo príncipe de las Islas del Sur había dejado el Reino por un largo tiempo, nadie sabía el motivo de este y el Rey solo aludía a decir que eran por asuntos políticos, Elsa no era de las que no confiaba en las personas, pero se concentraba en ser cuidadosa y calculadora cuando a su Reino y hermana se trataba; sin embargo el príncipe era un invitado, por lo cual no lo podría tratar fríamente como a Hans, decidió tomarse unos minutos antes de hablar calmadamente.
-No se preocupe por eso, usted viene en representación de los Reyes así que es un invitado, siéntase bienvenido –le contesto serenamente Elsa mirando como el joven se sentaba en la silla frente a ella con el escritorio de por medio.
-Mi motivo para tan pronta llegada es mayormente mi hermano menor, de ante mano le pido una disculpa por su comportamiento –se disculpó sinceramente James.
-Toda su familia ya se ha disculpado y como usted está enterado el príncipe Hans está cumpliendo sentencia y servicio a Arendelle –dijo Elsa tratando de no sonar aburrida por la conversación.
El príncipe pestañeo divertido, aguanto en su cabeza las tantas bromas y chistes que podía hacer mención ante ese argumento por parte de la reina, pero recordó que apenas ella lo estaba conociendo y podría llegar a ofenderse o enfadarse ante tal comportamiento, lo consideraría irrespetuoso aunque sentía que el algún momento su personalidad lo delataría, respiro tranquilamente antes de proseguir con la conversación.
-Me entere de ello –le afirmo James serenamente acomodándose en la silla para mirar mejor a la rubia-platinada- Majestad, la segunda razón por la que vine fue por usted.
Los zafiros agrandados un poco por la impresión de tan repentina confesión la hizo perder un poco la compostura, pero en menos de un segundo Elsa volvió a su estado neutro, aunque esos ojos color jade la perturbaron un poco, había recibido una que otra propuesta de matrimonio durante los últimos 3 meses pero todos y cada uno de ellos habían venido en forma de carta, esta sería la primera vez que tendría que rechazar a alguien en persona.
-¿Por mí? –pregunto Elsa algo confundida, deseando que no fuera una propuesta de matrimonio.
-¿Y si le dijera que se cómo inhibir sus poderes de hielo? –pregunto el peli-negro sonriendo un poco logrando que Elsa lo mirara completamente sorprendida y avergonzada por pensar que de una propuesta de matrimonio se trataba, James desvió su atención a la única planta en toda la habitación- Vera, yo obtuve poderes de pequeño, pero los míos no fueron de nacimiento como los de usted, lo mío fue por hechizo –confeso el peli-negro alargando la mano hacia la pequeña planta que adornaba el escritorio de la Reina.
La hermosa plantita de un verde brillante fue perdiendo color y vida al ser tocada por los largos dedos del príncipe, hasta volverse completamente negra, podrida, sin un rastro de vida, el peli-negro quito la mano antes de que la planta se hiciera cenizas y miro la cara de Elsa, la expresión entre sorprendida y preocupada de la Reina por la planta que no hace mucho Anna había colocado en el estudio hizo sonreír un poco al príncipe, James volvió a tocar la planta y a esta le regreso la vida que le había quitado, la albina suspiro aliviada al ver su plantita verde y radiante de nuevo, incluso le pareció que estaba más hermosa que antes.
La mirada azulada de la Reina se posaron sobre la planta, la cual tomo entre sus manos para mirarla de cerca, la inspecciono completamente, verde, brillante y sobretodo viva, la perfección en la que se encontraba la planta la sorprendió de gran manera pues hace menos de unos minutos estaba completamente negra.
-¿Cómo… –pregunto Elsa observando curiosa y fascinada al joven dejando la planta en el escritorio.
El peli-negro miro la expresión de la reina con cierto orgullo, pues eso mismo sentía él por los poderes de ella, busco las palabras correctas para explicarle el origen de sus poderes, sin llegar a asustarla, lo que más deseaba él era conocerla y si ella lo rechazaba entonces no tendría tiempo de saber más sobre tan bello don de hielo.
-Puedo quitar de apoco una vida, consumiéndolo en dolor y enfermedades o también de manera rápida como a la planta, fue muy traumático para mí, no podía tocar nada ni a nadie sin temer matarlo –respondió James melancólico.
Se golpeó mentalmente ante tan mal uso de palabras, confeso su mayor debilidad y miedo pero pensó que podría llegar a ser bueno empezar de esa manera y ahorrarle la sorpresa de los horribles que podían ser sus poderes.
-El hechicero que me maldijo había sido un empleado en el castillo, un fiel sirviente hasta que lo sorprendieron robando las joyas de mi madre, nadie sabía que era un hechicero hasta que mi padre lo condenó a muerte y ya en la horca el apunto a mi madre embarazada diciendo "maldigo al hijo que traes al mundo, tocar para morir, tocar para sobrevivir" –cito esto último con voz de viejito chochando lo que hizo casi imposible para Elsa el mantenerse seria.
-Pero usted le regreso la vida –le recordó Elsa mirando la plantita.
James sonrió aliviado, ella miro el lado bueno de todo aquello que le conto, la miro por un breve momento que le pareció eterno, ella era de las pocas personas que no le rehuían por tal maldición en sus venas, tal vez porque ella también tenía sus propios demonios.
-Eso lo aprendí no hace mucho, aunque no puedo hacer nada una vez que se haga cenizas –le respondió sonriente mientras jugaba con una de las hojas de la planta entre sus dedos desnudos- ahora no solo hago enfermar, también curo heridas y enfermedades, ahora no solo mato, también puedo dar vida –la felicidad que emitían sus labios lo mostraron también los ojos jade que brillaron al momento- aunque de pequeño no contaba con esta capacidad –confeso suspirando- mi madre mantenía cierta distancia sabiendo lo que ocasionaba mi tacto, no la juzgo, sé que me ama, como ama a todos y cada uno de sus hijos.
-¿También lo obligaron a usar guantes? –pregunto Elsa curiosa a lo que James asintió.
-¡Esos malditos guantes! Daban demasiado calor en verano –se atrevió a bromear, para luego continuar alzando la vista hacia los ojos de Elsa- el único que nunca me tuvo miedo fue Hans, bueno, yo tenía dos años cuando él nació así que crecimos juntos, jugamos juntos, por mi culpa él enfermaba a cada rato y yo no sabía porque, estaba matando a mi hermano sin darme cuenta, a los 8 años mis padres me dijeron por que le ocurrían cosas malas a las personas que me rodeaban y me pidieron que tratara de no tocar a nadie.
-Comprendo cómo se siente –contesto Elsa bajando un poco la mirada.
-Deje mi casa a los 15 años, escuche un rumor por el pueblo de una hechicera que vivía en los bosques así que les informe a mis padres y me fui, mi madre me lo quería impedir pero mi padre pensó que era lo mejor para el pueblo y yo quería encontrar a la hechicera para que me quitara la maldición, me tarde 4 años en encontrarla y lo único que me dijo fue "lárgate niño solo el hechicero que te embrujo puede quitar el hechizo"
-Debió ser muy frustrante para ti –comento Elsa apoyando su mentón en sus manos olvidándose completamente de las formalidades por su interés en la plática.
-Lo fue, me puse a llorar de rabia y frustración –comento entre risas el peli-negro- le di tanta pena a la hechicera que me dijo que buscaría entre sus libros algo que me ayudara, al final ella pudo darme el hechizo de contrarrestar el otro embrujo, por eso ahora mis manos ya no son tan peligrosas, hasta hace una semana regrese a mi casa con los poderes controlados, esperaba ver a mi hermano pero me vine enterando de todo esto.
-¿La hechicera te ayudo a controlarlo? –pregunto curiosa Elsa.
-Sí, me tomo como aprendiz y me enseño todo lo que sabe de hechizos, me regalo uno que otro libro también –comento algo orgulloso el peli-negro a lo que Elsa sonrió.
-¿Entonces dices que puedes inhibir mis poderes? –la pregunta de la Reina ocasiono que el peli-negro dejara de jugar con la planta para observarla con sus ojos color jade.
-Podría, solo si tú lo deseas claro, solo funciona en los poderes de nacimiento –respondió sonriente- Ya lo he hecho antes, ayude a otros cuantos pero aun no estoy seguro si es permanente, por el momento solo te aseguro algo temporal…
Elsa miro al peli-negro pensar, parecía concentrado y no pudo evitar sonreír aliviada, si le hubieran dado esta posibilidad de desaparecer sus poderes hace un año lo hubiera aceptado sin dudar, pero hace apenas unos meses vio que sus poderes traían más felicidad que desgracias, había descubierto que era hermoso y daba vida también, sin sus poderes Olaf no existiría, las tardes patinando, los muñecos de nieve con su hermana por las noches en el salón de baile, sin darse cuenta, recordó cuanto amaba sus poderes de niña.
-Muchas gracias, pero creo que los conservare –respondió Elsa con una sonrisa.
El peli-negro miro a la Reina sonreír sinceramente y no pudo evitar el regresarle el gesto animado, era la primera que aceptaba sus poderes, había lidiado con unas cuantas personas, hombres y mujeres, con diferentes habilidades pero todas y cada una de ellas aceptaron sin dudar la propuesta del joven.
-Eres la primera de unos cuantos que acepta sus poderes –le comento sonriendo mostrando sus blanquecinos dientes- Creo que eso es muy bueno y bello de tu parte, aceptarte tal y como eres.
-Gracias –agradeció algo sonrojada por el alago del príncipe- ¿Hay más gente como yo? –pregunto ansiosa esperando atenta a la respuesta del peli-negro.
-Si, anduve viajando con la hechicera para poder controlar mis poderes y aprender de hechicería, así que se empezó a expandir un rumor sobre nosotros, nos empezaron a llegar hombres y mujeres de diferentes estilos de vida y poderes sorprendentes, fuego, agua, rayos, viento, cristal, arena… todos tenían algo en común, sus poderes eran de nacimiento ósea naturales, buscaban ser normales y se veían muy solos, pero, tú eres diferente, te ves feliz y creo que tu hermana es la causante de eso –comento observando fijamente los ojos de Elsa, quien tímidamente le sonrió.
Quieto, tranquilo, esas palabras no entraban en su vocabulario, tenía que estar completamente concentrado en una cosa para permanecer en un lugar por tanto tiempo y Elsa le dio aquella razón, una gran charla sobre la magia y la vida de ella, como la de él, riendo con las anécdotas del peli-negro fue que escucho aquella sonora risa, su modo de hablar era tranquilo y bajo, así que se sorprendió cuando ella se carcajeo en un tono más alto con el que hablaba con normalidad.
Ella lo escuchaba atentamente y con tanto interés que lo motivaron a seguir hablando y hablando sin llegar a omitir ningún detalle de lo que lograba recordar, se paraba y daba vueltas por el estudio mientras hablaba haciendo mímica con las manos también, con expresiones y tonos de voz para poder narrar mejor aquellas escenas en su cabeza.
La fluida platica se volvió amena y serena, ni el Príncipe ni la Reina se dieron cuenta que se trataban con normalidad e informalidad, preguntándose mutuamente sobre la magia, la rubia-platinada escuchaba fascinada todas y cada una de las respuestas de las preguntas que le lanzaba y el peli-negro trataba de responder lo más sinceramente posible y con lujo de detalles cada pregunta que le hacia la Reina.
Elsa entendió de apoco la personalidad de aquel individuo sentado frente a ella, parecía ser una persona seria pero hablaba de forma natural, cortes y cálidamente, le gustaba pasarse la mano por los cabellos negros revolviéndoselos y despeinándoselos aún más, era sin duda una persona agradable y sumamente curioso ante todo, cuando platicaba lo hacía honestamente, se había parado una que otra vez mostrando su lado impaciente y aunque sus modales no eran perfectos mantenía la compostura lo mejor que podía, además de que cada vez que citaba a alguien lo hacía imitando la voz de esa persona, juguetón, esa era la palabra para describirlo y a Elsa se le hacía difícil recordar que era hermano mayor de Hans.
-No creo que Hans te odie –le reconforto Elsa jugando con una pluma.
El peli-negro estuvo a punto de reprochar pero unos toques en la puerta hicieron que ambos desviaran la vista hacia esta, la puerta se abrió y la cabeza de Gerda se asomó sonriendo algo nerviosa, observo a ambos jóvenes y alegre les informo que la cena ya estaba servida, Elsa sorprendida volteo a mirar el reloj que marcaban las 9 de la noche, habían pasado más de 5 horas platicando.
La cena fue agradable, conoció mejor a la hermana de la reina y el rubio aunque en un principio parecía tenso e incómodo por su presencia termino agarrando confianza y participo con uno que otro comentario, logrando que el ambiente fuera ligero y agradable.
Fue después de la cena cuando por fin pudo visitar a su hermano, el frio y la oscuridad que invadía las mazmorras hicieron dudar a James de que su hermano estuviera en ese lugar, el olor a metal oxidado, lo mareo un poco, se revolvió los cabellos con su mano derecha ya que la izquierda la tenía ocupada con una lámpara de gas que le había dado el consejero de la Reina, la soledad que se sentía en ese lugar (dado a que Kai se había salido con los guardias para darle privacidad) le causo un escalofrió que le recorrió toda su espina dorsal.
Camino con pasos pausados hacia la celda donde le habían indicado que se encontraba el prisionero, tomo la llave que le dieron la cual mantenía encarcelado a su hermano y abrió la puerta asomando la cabeza, la luz de la luna que entraba por una pequeña ventana enrejada iluminaba el lugar con tonos azulados, un bulto oscuro en una de las esquinas llamo su atención.
-¿Hans? –pregunto temeroso de que esa mancha obscura fuera su hermano, dolido por verlo en ese lugar y triste al saber los motivos por los que estaba en ese estado.
El peli-rojo se encontraba con los ojos cerrados tratando de conciliar el sueño cuando lo escucho, no logro reconocer la voz, al principio pensó que se trataba de algún guardia, pero estos no eran para nada educados con él como para nombrarlo por su nombre, abrió los ojos topándose con el peli-negro iluminado por la poca luz que entraba a la celda.
En los primeros 5 años después de la partida de su hermano deseo mirar de nuevo esos cabellos negros como el carbón, esperó pacientemente porque este volviera a su lado, soportando las burlas y los maltratos de sus demás hermanos completamente solo, con la esperanza de que su hermano James, su mejor amigo volviera, pero conforme pasaron esos 5 años la esperanza desapareció y los últimos 3 años se limitó a seguir con su vida.
-¿James? –la voz profunda de Hans casi del mismo tono que la del peli-negro le hicieron afirmar al príncipe que se trataba de su hermano, la incredulidad con la que salió la voz del peli-rojo hizo al peli-negro entrar a la celda.
Toda duda desapareció al ver a su hermano hecho un ovillo en esa esquina, entro apresurado y dejando la lámpara a un lado se limitó a acercarse a él, había extrañado a su hermano en todos esos años, había entrenado duro para volver con él, no hubo día en que no pensara en su hermano, recordando las lágrimas saladas que empapaban las mejillas de un Hans de 13 años "no me dejes solo" recordaba esas palabras tan claras, aun cuando fueron dichas en susurros.
-¿Así que viniste lo más rápido que pudiste solo a burlarte de mí? –le pregunto el peli-rojo de forma tosca, raspante y fría logrando que James parara en seco mirándolo a los ojos gracias a que la luz de la lámpara de gas lograba iluminarle la cara a Hans, esos ojos del mismo color que los de él, pero a la vez tan diferentes, una mirada que James no pudo descifrar, ni reconocer.
-No vine a burlarme de ti –le contesto el peli-negro sin aliento, extrañado ¿Dónde estaba su hermano menor? ¿Quién era ese hombre frente a él?- Hans ¿Qué paso?
-¿Tiene eso importancia? ¿Cuándo te importo a ti lo que pasara conmigo? –le escupió cada pregunta cual acido en cara.
-Siempre me has importado –confeso confundido James logrando hacer fruncir el ceño al prisionero.
-¡Claro que no!, nunca te importe, al final fuiste igual que los demás –alzo la voz el peli-rojo, el sonido de cadenas, le hicieron ver a James que su hermano se encontraba esposado de las muñecas y de los pies- ¡tú me abandonaste! en esa casa, en ese infierno –exclamo liberando el enojo, frustración y dolor de 8 años, atravesando a James con su afilada mirada.
-¡Tú sabes porque me fui! –le contesto James desesperado, sabiendo de antemano por que lo odiaba, con el deseo de abrazarlo, ¿Qué le hicieron a su querido hermano al que tanto protegió?.
-¡Y no volviste! –le reclamo Hans- Así que deja de comportarte como un hermano preocupado que ese papel no te queda.
¿Por qué demonios no volvió? ¿Por qué se tuvo que quedar con la hechicera a entrenar más? Tardo solo dos años en dominarlo, pero su deseo por saber más de la magia, su satisfacción de conocer aún más de lo que pocos conocían lo había impulsado a seguir estudiando, ¿Había sido egoísta? ¿Había sido una mala decisión? ¿Cuándo se había hecho tan codicioso, tan ambicioso? ¿Todo era culpa de él? ¿Qué su hermano estuviera encerrado, podía culparse por eso también? El pecado cometido por haberlo abandonado sabiendo lo aburridos que estaban sus hermanos como para molestar al menor de los hermanos, finalmente, él nunca lo protegió debidamente.
-¿Y qué hay de ti? –pregunto exasperado el peli-negro- ¿Cómo pudiste tratar de matar a Elsa y engañar a su hermana solo para convertirte en Rey? –le objeto decepcionado.
-¿Elsa? –pregunto el peli-rojo ignorando todo lo demás con una sonrisa ladina- Así que eres cercano a la Reina, bueno, supongo que se entienden perfectamente ¿no? ¿Te alegro encontrar a otro anormal?
-Mide tus palabras –le gruño James.
-¿O qué? –lo reto el peli-rojo- Dejaste de ser mi hermano hace más de tres años, ¡solo vete! –le grito Hans, con el sonido de las cadenas cual música de fondo entonando la tensión en el ambiente.
Jade y jade peleaban en una lucha, entrecerrados, enojados, James termino por desviar la mirada creyéndose el responsable por lo que se había convertido su hermano, dio media vuelta y cerro de un portazo la pesada reja, al salir de las mazmorras le arrojo a un guardia las llaves, no escucho cuando fue que Kai dejo de perseguirlo en su camino, ya que el secretario de la Reina comprendió lo que pasaba por la mente del joven príncipe, quien con la mirada en el suelo cargada de rabia y frustración se fue caminando a ciegas, en un abismo sin rastro de luz.
"No me dejes solo".
Camino por los muy poco iluminados pasillos revolviéndose los cabellos con ambas manos, exasperado salió del castillo respirando el aire frio y fresco, inhalando y exhalando fuertemente, cerró los ojos para calmarse desabotonándose los primeros dos botones de su camisa y se limitó a caminar por el jardín disfrutando de la tranquilidad de esta, tratando de resolver su lucha interna.
En esos ocho años de separación jamás pensó en que esto pasaría, "No me dejes solo", los recuerdos lo carcomían, caminaba arrastrando los pies por el suelo, sintiendo la nieve fría sobre la tela de sus pantalones y zapatos, dejando un camino pronunciado por sus pies enterrados, nunca antes había sentido tanto vacío como la vez que se enteró de lo que sus manos ocasionaban, todo estaba muerto, enterrado, se odiaba, había traicionado la esperanza de su hermano, la promesa.
"No me dejes solo".
El relinchar de un caballo llamo su atención, cuando se dio cuenta ya se encontraba dentro de los establos, se paseó contemplando la tranquilidad y paz con la que se encontraban los caballos, se sintió horrible, su hermano estaba sufriendo, estaba perdido, quería enojarse con Hans por tratar de hacer algo descabellado como aquello que lo había condenado a prisión, pero no podía.
Los recuerdos de su hermano sonriendo y riendo lo invadieron, siempre le había gustado hacer reír a su hermano, en un principio al enterarse de lo que le hizo su hermano a Arendelle se sintió decepcionado, pero por más que quiso seguir con ese sentimiento no lo lograba, paso de la decepción a la confusión, su hermano no sería capaz de hacer eso, lo quería excusar, quería encontrar algo que lo hiciera perdonar esa conducta tan inadecuada, ese acto de violencia pero no lo encontró, un largo suspiro salió de sus labios.
"Dejaste de ser mi hermano hace más de tres años, ¡solo vete!"
Esas palabras dichas con tanto veneno y resentimiento le calaron en lo más profundo del alma, sentía que se merecía el desprecio de Hans.
-¿James? –el llamado lo saco de sus pensamientos.
El peli-negro volteo hacia dónde provenía aquella voz encontrándose con Kristoff, notando impresionado al enorme reno tras el güero, camino hacia ellos tranquilo, era la primera vez que veía un reno.
-¡Oh! Perdón, pensé que no habría nadie por aquí –se disculpó James tratando de que su voz no saliera entrecortada por el nudo en su garganta, se acercó al reno- ¿Es tuyo?
-Es mi mejor amigo, se llama Sven –se limitó a contestar el rubio sacándole una sonrisa al peli-negro- ¿Estás bien? –pregunto al ver a James tan decaído pues en la cena había estado de lo más animado, había platicado con una facilidad tan natural que Kristoff olvido que lo acababan de conocer.
De hecho el rubio se había sorprendido de lo bien que se la había pasado, al principio estaba algo incómodo, pues se trataba de un príncipe, un extraño y el hermano mayor de Hans, pero el chico se las arregló para poder hacer un ambiente completamente agradable, se habían tardado en terminar de comer dado a las risas y platicas que se llevaron a cabo durante la velada.
Pero aquel joven bromista estaba en esos momentos tan serio como él, los ojos verdes se veían apagados, el cabello negro estaba completamente despeinado (más de lo normal), tenía la corbata desanudada y desabotonados los primeros 2 botones de su camisa, Kristoff no era experto en sentimientos, ni mucho menos en hablar, pero era observador y estaba más que claro que algo había ocurrido con el peli-negro.
-Si –contesto el príncipe pero al ver la ceja levantada del rubio bajo la mirada- no –suspiro- Ya sabía que él me odiaba, lo presentía, pero tenía la esperanza de que no fuera así.
-Creo que no seré de gran ayuda para ti, no tengo hermanos –le advirtió el rubio algo apenado.
-Solo distráeme un poco para que se me pase esta amargura –pidió sonriendo un poco el príncipe acariciando la cabeza de Sven, el reno miro al rubio insistente para que este hablara con el peli-negro, Kritoff miro al reno de vuelta y rendido se dedicó a tratar de levantarle el ánimo a James.
-Uh, no soy muy bueno hablando, pero hace poco tuve una pelea con Anna, así que creo que comprendo tu amargura –comento Kristoff lo primero que se le vino a la mente sintiendo el golpe que Sven le dio con una de sus astas, "¿Es lo mejor que pudiste decir, en serio?" fue lo que Kristoff escucho en su mente al ver la mirada que el reno le dedico, a lo que el rubio se encogió de hombros.
El peli-negro observo divertido al rubio, cuando entro en el comedor pudo observar la burbuja en el que se encontraban sumidos aquella pareja, pues aunque no se tocaban, aunque no lo decían, las simples miradas que le dedicaba la princesa al rubio cuando este hablaba, la atención que prestaba a los minúsculos comentarios de Kristoff; la mirada del rubio hacia Anna, la sonrisa que le surgía al escucharla decir su nombre, era una pareja que podía envidiarse muy fácilmente, se notaba el amor entre ellos, más no era empalagoso, era una pareja digna de ver.
El hecho de pensar en una pelea entre ellos dos, aun cuando apenas los conocía le pareció algo extraño, pero hasta las mejores parejas tenían problemas, supuso que había sido una pelea algo tonta de enamorados pero no pudo evitar estar curioso, y es que así era James, el peor de los curiosos, uno de sus mayores defectos.
-¿Por qué pelearon? –pregunto apoyándose contra la pared del establo.
El rubio miro avergonzado al peli-negro, no sentía propio el hablar con otras personas acerca de su relación con Anna, pero esta era su oportunidad para tener la opinión de alguien de su mismo género, además de que no tenía pensado entrar en detalles.
-Ella quiere que valla al baile pero yo no me sentiría a gusto con tanta gente importante –confeso después de vacilar un poco.
-¿Y Anna y Elsa que son? –pegunto divertido el peli-negro soltando una carcajada, haciendo que el rubio se avergonzara un poco, James se dedicó a ponerse serio para no incomodar a Kristoff- Anna es muy linda, es carismática y sabe entablar una buena conversación, se puede pasar un buen rato estando con ella sin tener que hablar mucho, ¿No crees que algún otro lo notara?
El rubio ensancho los ojos, eso no se le había pasado por la cabeza en ningún momento, todo ese tiempo pensó en su comodidad, olvidándose de lo hermosa que era la peli-roja, ella fácilmente se abrió camino a su corazón, rompió las barreras que con el tiempo él formo, algún otro podrá apreciarlo también, ¿Cómo pudo omitir algo tan importante como eso? Le había molestado cuando ella observo lo guapo que era el príncipe, pero en el baile habrían demasiados por dónde escoger, además de herederos, solteros, con buenos modales y excelentes bailando.
-Van a venir muchos solteros como yo, aunque no tan guapos –se atrevió a bromear al ver la cara del rubio, quien al parecer estaba meditando las palabras del príncipe- probablemente buscando una pareja y una solitaria peli-roja, risueña y además de eso princesa no pasara desapercibida para ellos.
-No había pensado en eso –se sinceró el rubio rascándose la cabeza.
-Es obvio, se nota la confianza que se tienen a leguas –le comento James dándole unas ligeras palmaditas en el brazo al rubio- pero no estaría de más el que sepan que alguien ya la corteja.
-¿De qué sirve que un recolector de Hielo la corteje? –bufo el rubio.
-No eres un simple repartidor, recuerda que tienes un título –le apunto el peli-negro recordando el titulo con el que lo había presentado la Reina- los títulos valen entre nosotros, sin importar el origen, el ahora príncipe de Corona antes era un ladrón –le recordó James logrando sacar una sonrisa al rubio.
Platicaron otro buen rato, disfrutando del calor del establo, el peli-negro agradeció en silencio al rubio por haberle ayudado a pasarse aquel mal trago, aunque sabía que tendría que encarar de nuevo a su hermano, no dejaría las cosas así como así, "no me dejes solo" sin duda aunque era tarde, cumpliría su promesa.
Lalalalalalala~
Un Mini-Fic de 7 capítulos, sobre la semana de James y Elsa, y como se conocieron, este capitulo algunos lo conocerán por haber leído mi long-fic "El Amor Es..." y bueno, tal ves este capitulo lo reconozcan, pero a pesar de que le quisiera agregar o quitar cosas no podía xDDD porque así es como pasan el primer día Elsa y James.
Aunque ya los siguientes días los desconocen :BB
Los capítulos van por orden de los días:
Saturno= Sábado.
Sol= Domingo.
Luna= Lunes.
Marte= Martes.
Mercurio= Miércoles.
Júpiter= Jueves.
Venus= Viernes.
Aclaro por si les quedaba la duda de por que le había puesto "Saturno" al primer capitulo xDDD
Como en mi otro fic no pudieron ver detalladamente el proceso de James y Elsa hice este pequeño fic por si se quedaron con más ganas de ellos dos, para los nuevos y que apenas conocen a James pues solo espero que les haya agradado mi OC xDD
Sin más me despido :BBB
Recuerden que los comentarios siempre motivan a seguir escribiendo c: Acepto las criticas destructivas...digo constructivas xD
Solo tienen que ceder a 5 minutos de su tiempo. Gracias.
