UPDATE 01/04/2011: Empecé esta historia en Octubre del 2007 y por varias razones murió en el olvido. Años más tarde, puedo decir que tengo muchas ganas de revivirla y darle un final. No sé con qué periodicidad puedo hacer esto pero trataré de hacerlo lo mejor posible. También, al estar más crecidita mi manera de escribir cambió un poco y algo me avergüenza cuando leo lo viejo. Si bien ahora no escribo como para un premio de literatura, creo que es un poco más comprensible y más descriptivo.
Si hay alguno que haya leído esta historia anteriormente le pido mil disculpas por abandonarlos hasta el momento. Si estás por ahí y querés darme otra oportunidad te invito a volver a leer estos viejos capítulos ya que seguramente no recordarás nada. No modifiqué lo esencial de los capítulos, tienen básicamente la misma historia pero explicado más detalladamente así que tampoco es necesario que lo leas de nuevo si no tenés ganas.
Lo que aparece en negro debajo de esta aclaración es el texto original que acompañaba el capítulo.
Desde ya muchas gracias al que se tome un poco de su preciado tiempo para leerme. Espero terminar de updatear los viejos pronto para poder subir el nuevo capítulo. ¡Besos, besitos!
Welcome to the chongo! Ah, perdón. Me equivoqué.
Todo iba bien en mi vida hasta que dos amigas me volvieron a meter en FF...
Es como una adicción que nunca acaba así que... como yo se que me estaban esperando (ja, ja) volví pero con una historia nueva en un género nuevo.
Disculpen mi mal empezar... hace años que no escribía nada. Empiezo con algo cortito y veré que haré en el futuro.
Tengan un lindo día y si leen esto, seguro tendrán el mejor.
Ah, si sí. Las aclaraciones. ¿Realmente tengo que decir que CCSakura no es mio?
Creen que si fuera mio escribiría esto gratis? Oh, mundo ingrato.
Capítulo 1
Amor adolescente
El instituto, bendito instituto. ¿Por qué la vida se lo habría creado? Nunca lo sabría.
Lo que si sabía era que si volvía a tener otra llegada tarde su madre no se lo perdonaría. Y es que Nadeshiko Kinomoto, viuda del magnate escritor Fujitaka Kinomoto, podría ser una verdadera fiera detrás de su apariencia tranquila.
¡Maldita lluvia! ¿Por qué tiene que llover en los momentos menos oportunos? Sakura no podía evitarlo. La lluvia y esos sueños...
Últimamente sueños sobre el pasado derribaban a cualquier despertador.
Lo cierto es que poco necesitaba para quedarse en la cama pero estos sueños la superaban. Esas imágenes que volvían para torturarla. Cosas que ya quería olvidar.
Él.
Aquella persona protagonista de esos relatos imaginarios que le bajaban el ánimo y no la dejaban descansar...
«Él»
Sakura Kinomoto decididamente se encontraba muy sumida en sus pensamientos porque no notó cuando tropezó con alguien y su maletín salió volando.
- "¡Oh, no! ¡Mi maletín!" - se quejaba mientras lo buscaba desesperada.
Una mano le proporcionó el objeto de su búsqueda.
Agradeció sin mirar y volvió a emprender camino hasta que una voz la asustó.
-"Vaya. Hasta perdiste los modales, niña."
«Niña». Odiaba aquella palabra. Solo una persona en toda su vida supo cómo lograr que esa palabra sonara tan despectivamente y no perdonaría aquel que lo secundara.
-"Oye, niña. ¿También vas a ignorarme? Tu sí que no cambias." - Agregó el desconocido en un tono burlón.
Esto fue lo que Sakura necesitó para dirigir sus miradas a aquella persona insolente que le sonaba familiar. No necesitó mucho tiempo para recordar esa cara. Esas apuestas facciones que conformaban a ese muchacho de ojos marrones y pelo castaño.
«Shaoran»
¿Era una visión? Si lo era sería una mala broma de sus ojos. Pasó sus manos sobre los ojos esmeraldas dos veces tratando de borrar aquella imagen. Evidentemente algo no estaba bien. Sería un espejismo, o no había despertado del todo. Tenía que ser una pesadilla.
-"Parece que algo te inquieta, pequeña Sakura."- Una sonrisa irónica se curvo en los labios del muchacho.
Sakura no pareció percatarse del todo. No entendía bien dónde se encontraba parada. Su nombre en su voz sonaba como una dulce canción. La desconcertaba. Le traía recuerdos, muchos recuerdos. Bellos encuentros y amargos momentos. No podía permitirse recordarlos.
Casi imposibilitada para hablar se disculpó, dio una vuelta y salió hacia el instituto lo más rápido que pudo sin mirar atrás.
La sonrisa de Shaoran hizo en su cara una mueca extraña mientras observaba a Sakura marcharse. Pensativo se dio vuelta y emprendió de nuevo su camino. La lluvia siempre le traía recuerdos melancólicos. Este lugar también.
Ya en la escuela, Sakura parecía muy concentrada en sus pensamientos y Tomoyo no entendía qué podía haberle pasado. Llegó tarde, como era costumbre, y ni se inmutó bajo los retos de su maestro y las amenazas de una nota para su madre.
Tomoyo sabía que su amiga le tenía mucho miedo a su madre enojada pero no entendía porque hoy no parecía molestarle y eso si que le preocupaba.
Conocía a Sakura desde que recordaba. Nadeshiko era su tía y mejor amiga de Sonomi, su madre, así que las visitas a las casas de los Kinomoto eran muy frecuentes.
Las jóvenes primas de la familia Daidouji eran conocidas por su temible carácter. Claro, que si bien su madre, Sonomi, tenía exactamente el mismo malhumor y compartía el placer de torturar a su hija como Nadeshiko, Tomoyo había aprendido a manejarlo con sus años.
No sólo su madre no la molesta sino que además, la adora. Al estar su familia compuesta sólo por las dos, están mucho más unidas. Tomoyo sabía que nunca sentiría la falta de un padre, porque su madre estaría ahí siempre con ella cada vez que la necesitara.
En cambio, Sakura y su madre son otro asunto completamente diferente. Nadeshiko no sólo se dedica a hacerle la vida imposible a Sakura, además lo disfruta. «Qué loca eres, tía» pensó Tomoyo mientras una sonrisa se le curvaba en el rostro.
A pesar de todo esto, nada parece derribar el aura feliz que rodea a Sakura. Ella siempre fue una chica alegre y nunca se deprimía. Excelente en los deportes, buena compañera y la más bonita de la clase, aunque ella no lo notara. Porque eso tampoco le falta, Sakura es muy despistada cuando se trata de ella misma.
Nadie podía afirmar que había visto a Sakura derrumbarse. Nadie. Excepto Tomoyo, claro. Una vez, sólo una vez...
Sakura suspiró nuevamente interrumpiendo sus pensamientos y Tomoyo no aguantó la curiosidad. Levantó la mano para llamar la atención del profesor y le dijo " Disculpe, ¿podría llevar a Sakura a la enfermería? No se encuentra bien."
Al escuchar su nombre, la recién mencionada levantó la vista sin entender qué estaba pasando. Tomoyo obtuvo la aprobación del profesor y arrastró a su amiga hacia los pasillos mientras unos ojos celestes las observaban.
-"Oye, Tomoyo... "- Empezó a llamar mientras su prima la tironeaba del brazo - "¡Ey!" - No parecía prestarle atención - "¡Tomoyo!" - Insistió y finalmente parecía que su prima le dirigía la mirada - "¿Qué pasa? No recuerdo haberte dicho que me sentía mal..."
Los ojos de la morena se concentraron en su amiga.
- "Pues claro "- suspiró con desaprobación - "¡Si no me has dicho absolutamente NADA!" - Y ante la desconcertada mirada de la castaña agregó - "Ahora... ¿puedes explicarme que te pasó para que estuvieras tan ausente toda la mañana?"
-"Pero... ¡¿Cómo?"- Sakura no lograba entender cómo era que Tomoyo la conocía tan bien. Siempre, no importaba como tratara de ocultarlo, su amiga se daba cuenta de cuando algo le molestaba o le incomodaba.
-"Ay Sakura "- Tomoyo dio vuelta sus ojos en un signo de que estaba clarísimo -"Soy tu mejor amiga. No hay nada que puedas ocultarme."
Sakura estaba confundida. ¿«Nada» había dicho? ¿Su amiga sabía «todo»? ¿Ya no podía ocultarle nada? ¿Nada, nadita? Hoe, qué extraño poder tienen las mejores amigas...
Tomoyo hizo un gesto de poca paciencia y su amiga tuvo que volver a la realidad.
Bajó la mirada. No quería hablar de lo sucedido esa mañana. Esperó mucho para superarlo... ya no quería recordar...
-"Sakura..." - insistió su amiga. Estaba claro que no iba a dejarla escapar hasta que le hubiera contado todo.
-"Lo vi..." - dijo finalmente. Tomoyo no captaba a quién se refería. "¿Qué viste?" - Insistió
Sakura seguía con la mirada en el piso. No se atrevía a mirar a su amiga. De hecho, no quería mirar a nadie. Tenía muchas ganas de encerrarse en algún lugar oscuro y que nadie la pudiera encontrar. Juntó valor y con una fuerte opresión en el pecho finalmente dijo - "A él".
Definitivamente algo andaba mal y Tomoyo no entendería nada si su amiga no dejaba de lanzar las palabras como un crucigrama. - "Sakura," - la llamó de nuevo - "Si no eres más clara, si no me dices a quién te refieres no voy a poder entenderte. ¿De quién estamos hablando, amiga?"
Con un susurro, no tuvo más remedio que decirle a su amiga a quién se refería - "S-Shaoran..."- tartamudeó.
Tomoyo de repente, palideció - "Ay no... ¿Qué ha pasado?" - Se arrepentía de haber interrogado a su amiga. Vaya a saber qué le habría hecho esta vez.
-"Cuando venia corriendo hacia aquí me topé con él en la calle." - explicó. Tomoyo no entendía nada - "Pero, ¿qué es lo que hace en Japón? ¿No se había ido al exterior?" - Hizo una pausa - "Sakura, ¿es la primera vez que te encuentras con él?".
Sakura asintió con la cabeza -S-si. Yo no sabía nada. Mi padre me había comentado que estudiaría en Inglaterra.
Tomoyo no supo hacer otra cosa que mirarla con preocupación. A Sakura le había costado mucho superar todo aquello. Ese hombre ¡¿qué se proponía? Todo esto le crispaba los nervios. Su amiga descansó la cabeza en su hombro izquierdo -"Tomoyo" - susurró- "no sé qué hacer..." - y rompió en llanto.
No era para menos, Shaoran Li traía todo menos buenos pensamientos. No había nada bueno en un hombre tan calculador e inescrupuloso como él.
Sakura levantó la cabeza - "¿Te acuerdas, Tomoyo?" - preguntó con los ojos llenos de lágrimas – "como lo conocí..."
Claro, era imposible no acordarse. Sakura siempre le contaba todo. Y sabía cómo habían ocurrido las cosas perfectamente. Todo empezó cuando Sakura tenía todavía catorce años y su padre todavía estaba vivo. Su padre…
El padre de Sakura, Fujitaka Kinomoto era un famoso escritor de novelas románticas. No había un libro que él no convirtiera en un rotundo éxito. Felizmente casado y padre de dos hijos adolescentes no podía pedir nada más. Bueno, si... Tal vez que su hijo mayor Touya de 24 años dejara de molestar a su hija menor Sakura de 14. Todos los días había actividad en la casa de los Kinomoto y esto era gracias a estos dos hermanos que no paraban de pelear.
Y ahí venía el mayor gritando en este preciso momento - "¡Si no te sale bien porque eres un MONSTRUO IGNORANTE!" - El mayor de los Kinomoto se dirigía con furia a su hermana menor que lo venía siguiendo por la escalera - "¡Ya cállate, Touya! - le contestó la voz chillona de su hermana menor que luego se dirigió a su padre que los observaba desde el living - "¡Papá, dile que se calle!"
Una mano se posó sobre el hombro del hombre - "Ay, amor..." - suspiró su mujer - "Esto no puede seguir así."
Nadeshiko. Madre de sus hijos. La luz de sus ojos. ¿Qué haría si ella no estuviera a su lado?
Su mano se posó sobre la de ella y sonriente le comentó que ya tenía una solución para este problema.
Con resolución llamó a sus «hijitos»- "¡Sakura, Touya! Vengan aquí, por favor."
Entre empujones y pisotones se dirigieron hacia donde estaba su padre. Fujitaka los miró sin perder la sonrisa e inmediatamente ambos chicos se quedaron quietos.
-"Debido a que Touya" - éste al escuchar su nombre un pequeño escalofrío le pasó por la espalda - "no puedes cumplir con el favor de enseñarle física a Sakura" -la segunda hizo burla al primero- "y Sakura no puede estudiar sin quejarse" - al dirigirse la mirada de su padre a ella en tono de desaprobación, tragó fuerte - "he decidido que un profesor particular capacitado es lo mejor"- concluyó.
-"¡Pero si yo puedo hacerlo perfectamente!"- saltó Touya ante la repentina decisión de su padre.
Fujitaka lo miró y muy tranquilamente le contestó - "Si, claro. Yo no dudo de que puedas, hijo, pero tienes que prepararte para encargarte de la empresa de tu abuelo en el futuro. En unos meses tendrás que viajar a China con él y ultimar detalles."
Touya estaba acorralado. Sabía que su padre había rechazado la empresa familiar para no ser tomado por un trepador pero nunca se imaginó que ÉL tendría que ocupar su lugar.
-"Sakura... "-siguió Fujitaka- "la semana entrante vendrá tu nuevo profesor de Física. Espero que esta vez no lo hagas salir corriendo."- Sakura rió por lo bajo.
Ella era una chica buena pero ¡odiaba tanto física! No quería que NADIE le enseñara así que se las había arreglado para ahuyentar a todos los profesores que su padre quiso encargarle. Hasta que Touya fue elegido y ese ya fue otro asunto. La menor de los Kinomoto no pudo hacer otra cosa que aceptar entre dientes porque su padre era bueno pero detrás de él se veían los ojos de su diabólica madre.
Nadeshiko le dirigía una mirada de «Si lo arruinas esta vez no vivirás para contarlo». Y Sakura la creía capaz. Claro que sí.
A pesar de la incorporación a su vida de un profesor particular, igualmente Sakura tenía que concurrir como todas las mañanas al instituto. ¡Instituto! Si había algo que Sakura sabía que iba a odiar toda su vida era ese lugar. El día concurrió horriblemente. Los profesores no pararon de acumularle tareas y Sakura volvió a su casa extremadamente cansada. Tomoyo, al enterarse de que hoy iría su profesor nuevo de física, no había querido acompañarla bajo la excusa de "no distraerla".
Eso sí, le había dejado muy en claro que el día siguiente quería absolutamente todos los detalles.
Al llegar a su casa se detuvo unos momentos delante de la puerta. La puerta. Aquella puerta que la separaba de ¡dos horas de tortura! No quería cruzarla.
Una voz irrumpió en sus pensamientos -"¡Oye, niña! - le gritó la insolente voz - "¡si no vas a tocar timbre apártate del camino!"
Sakura volteó para ver quién era la persona irrespetuosa que se atrevía a tratarla así en su propia casa y se encontró con un par de ojos marrones que sabía que no olvidaría en toda su vida.
Una voz familiar le hizo cambiar el enfoque de su atención, era su madre que parecía que había vuelto de algún lugar. – "Oh, Maestro Li"- la escuchó decir.
Él sólo sonrió amablemente y le respondió el saludo a su madre – "Sra. Kinomoto"-
Y que sonrisa. Definitivamente sonreía de una manera...
Su madre volvió a traerla a la realidad con una tos muy evidente, luego le explicó- "Sakura, recuerdas la charla con tu padre de ayer. Él es tu nuevo profesor particular, Shaoran Li".
-"Mucho gusto, pequeña" – la saludo Shaoran, acto seguido le estrechó la mano.
¡Al demonio los buenos modales! ¿Esta era la misma persona que la había tratado vulgarmente segundos atrás? Ya no importaba.
Sakura estaba anonadada. ¡Este profesor era todo un sueño! Ella estaba acostumbrada a señoras mayores llenas de arrugas y hombres con barbas kilométricas. ¡Woa, este sí que era un cambio extremo! La camisa blanca que había escogido este «Shaoran» para adornar su bello torso evidentemente trabajado y esos jeans negros bien ajustados le contorneaban bien las piernas. Ya estaba esperando el momento de subir las escaleras hasta su cuarto y poder observar si esos pantalones producían el mismo efecto en la parte trasera.
Además, ¡qué ojos! Shaoran tenía unos hermosos ojos celestes que sonreían de la misma manera que lo hacían sus labios. Sakura no entendía por qué su padre insistía tanto con los profesores particulares pero si entendía que este «en particular» iba a ser muy difícil de ahuyentar.
Con tan buena compañía el tiempo pasó bastante rápido. Seis meses. Tomoyo no entendía cómo era que en seis meses Sakura no había ahuyentado a su profesor particular. Bueno, tal vez si entendía y aquello la divertía demasiado. ¡Su amiga estaba tan embobada por aquel hombre!
-"¡Tomoyo!" - Su nombre la despertó de sus pensamientos. Ah, cierto. Tenía club y estaba con Yue practicando la canción que interpretarían en la obra de la escuela.
Yue Tsukishiro. Qué buen intérprete de piano. No había escuchado a un intérprete tal desde... Claro, «él». Tomoyo rió. Siempre había un «él». Un «él» para ella. Un «él» para Sakura. Claro que Sakura tenía mucho que ver con su «él» ya que era el profesor de piano de su amiga.
Al ser la nieta del gran Amamiya de Amamiya Enterprises, Sakura tenía que tener excelentes notas y muy buenas aptitudes para ser una señorita de sociedad. Por eso, el verano anterior su madre le habría contratado a Eriol Hiiragizawa, su profesor de piano. Sólo por ser Sakura, las clases se extenderían demasiado ya que no tenía maña para la música como su amiga Tomoyo.
Aunque, en momentos como ése, Tomoyo hubiera deseado haberse dedicado al piano en vez del canto. El canto le traía sus satisfacciones pero no eran tan gratas como la de tener un profesor de piano como el Sr. Hiiragisawa. Su profesora era de un volumen bastante llamativo y para nada atractiva. De todas maneras, la torpeza de su amiga le vendría excelente y tendría más oportunidades de ver a aquel apuesto profesor. ¿Quién no caería ante aquel aire misterioso, ese pelo oscuro y esa media sonrisa seductora?
Realmente tendría que ser de piedra para no caer rendida y eso que no entendía cómo era que su mejor amiga no se le había lanzado encima en alguna oportunidad.
Una pequeña risita salió de sus labios desconcertando a Yue que la observaba preguntándose en qué planeta estaría su compañera del Club de Música en ese momento.
Tomoyo se sentía precoz a sus catorce años. ¡Pero es que Sakura era tan inocente que seguro ni se fijó en ese excitante ejemplar!
Evidentemente, hay cosas de las que este par de primas no hablaban porque la morena no sabía que tan inocente estaba siendo Sakura en estos momentos. Había conseguido que su «Maestro Li» la acompañara a «distenderse» por tanta presión en sus clases de física. «Oh, pobre de mí» - murmuraba Sakura para sus adentros mientras devoraba con la mirada a su profesor particular. Veinte deliciosos años habían hecho de él un espectacular ejemplar de lo que era un hombre y ella no pensaba perdérselo.
- "Pequeña, ¿pasa algo?" - preguntó él al encontrarla tan concentrada. Evidentemente Sakura no sabía disimular su mirada y su profesor se había percatado de que lo estaba mirando demasiado. Oh, ese «pequeña». Ella adoraba ese «pequeña».
-"No, nada." - dijo al fin. Había pasado toda la tarde sonriendo como una idiota en su nube. ¡Que alguien la detenga!- "Sino terminas ese helado temo que tendré que comerlo yo" - le advirtió jugando Shaoran.
-"¡No! ¡Es mío! Tú tienes el tuyo, profesor" - le recordó Sakura haciendo un puchero - "No tengo la culpa de que te lo hayas acabado tan rápido y sólo te quede ese poco. No sabes disfrutarlo".
Ambos rieron, ante la exclamación de la chica.
Dulces días. Dulces y hermosos días. Quién iba a esperar que pasara todo lo que... Mejor no recordarlo.
Tomoyo no entendía como esa dulce relación entre Sakura y su profesor había derivado en esta Sakura que no para de llorar en su hombro. ¿Qué hacía ese hombre aquí? ¿Por qué había vuelto? Tomoyo no sabía las respuestas.
La que si estaba más cerca de tenerlas era Nadeshiko Kinomoto. Flamante ama de casa y ¿amada? madre. En este momento se encontraba muy feliz. Había recibido una llamada del Instituto. Hace unas semanas dio la orden a unos profesores que le avisaran apenas su hija llegara tarde. Y así lo hicieron.
Y así lo va a disfrutar cuando su preciosa hija de 18 años llegue al hogar.
-"Jojojojoo, qué buena madre soy" - exclamó mientras acomodaba unos papeles. La casa se encontraba sola ya que vivían ella y su hijas solas. Extrañaba a su hijo mayor y se sentía algo nostálgica a veces, por eso necesitaba entretenerse de laguna forma. No podía esperar a la vuelta de Sakura.
El timbre sonó. ¿Quién sería? Todavía faltaba para que Sakura volviera a la casa y no esperaba a nadie esa mañana. Al abrir la puerta no esperó encontrar a lo que sería el motivo de pensamientos de su hija ese día.
-"Sra. Kinomoto" - dijo firmemente el hombre que se encontraba en la puerta -"Oh, Prof-" - se interrumpió ella misma. Por supuesto, ese hombre ya no era un profesor.
-"Por favor" - le recordó él- "ya no soy profesor ¿lo recuerda?"
-"Si, disculpe... Es la costumbre "- estaba confundida. No esperaba esta extraña visita ese día. De hecho, no la esperaba nunca - "¿qué necesitaba?" - Definitivamente Nadeshiko sabía que algo extraño debía pasar para que este hombre estuviera allí parado frente a ella.
-"¿Puedo pasar?" - Pidió amablemente Shaoran al mismo tiempo que iba entrando a la casa antes de que Nadeshiko diera su aprobación. Nadeshiko se preguntaba qué pretendía este muchacho con tantas confianzas. Al verlo ya adentro de su hogar sólo puedo susurrar un «Oh, claro. Adelante» de manera sarcástica.
Luego cerró las grandes puertas de la Mansión Kinomoto.
Sakura había llorado demasiado y Tomoyo la dejó hace un momento cerca de su casa. Quería correr a su habitación pero su amiga le pidió que la esperara mientras arreglaba asuntos del Club de música.
No se veía un alma en la calle, parecía que el tiempo se había detenido -"Sakura... ¿qué te pasó?" - suspiró en voz alta a sí misma apoyada en una pared - "Eso, Sakura... ¿qué pasó?"- preguntó una voz familiar que salió de la nada. No esperaba que otra persona que no fuera Tomoyo la viera en ese vergonzoso estado pero se equivocó. Yue estaba allí. Parado frente a ella y parecía que le había estado observando desde hace un rato.
-"¿Qué se le ofrece?"- insistió Nadeshiko mientras le servía café a su inesperado invitado. Era como la quinta vez que le preguntaba y Shaoran seguía sin responderle. Y no sólo eso, había entrado a su casa sin su permiso, se acomodó en su sillón y casi la había obligado a prepararle el café alegando que como el de ella no había otro.
Nadeshiko torció la boca. Este muchacho parecía querer tomarse todo el tiempo del mundo.
-"Supongo que usted sabrá" - dijo Shaoran por fin - "hoy en día, los negocios que dejó pendiente su padre, ¿verdad?" - Nadeshiko suspiró fuerte, ahora entendía a qué venía este chico a su hogar.
-"Sé lo necesario, Señor Li."- hizo una pausa - "Verá, de eso se encargaba mi padre y mi esposo pero como usted sabrá ambos fallecieron hace tres años en un accidente y revisar sus negocios no fue lo primero que quise hacer luego de enterrar sus cuerpos."
Shaoran la estudió por un momento y respondió- "Entiendo, no se preocupe. No vine a presionarla." - A Nadeshiko esa actitud soberbia la molestó - "No viene a presionarme pero si vino a reclamar lo que es suyo, ¿verdad?"- increpó.
Shaoran tomó un sorbo de su taza de café y siguió - "No puede culparme. Su padre me vendió sus empresas y propiedades incluyendo esta casa. Tengo que reclamar lo que es mío."
Nadeshiko entendía la situación y también entendía que necesitaba algo de tiempo. Este chico no era ningún tonto y necesitaba ir con la verdad si quería que le creyera. -"Si, lo entiendo. Mi hijo Touya todavía está negociando en el exterior otros asuntos que mi padre dejó. Le agradecería si, como amigo de mi familia que ha sido desde hace años su padre, puede esperar a que él regrese."
Shaoran hizo un gesto de relajación con la mano –"No hay apuro. Solo quería saber si usted recordaba el asunto."
-"No lo olvidé ni un segundo" – aseguró Nadeshiko. Él siguió tranquilamente tomando de su taza de café y comenzó a observar la casa. Las cortinas habían cambiado pero el resto del entorno seguía siendo el mismo. En el ambiente se podía sentir una fragancia que a Shaoran se le hacía cocida. Muy conocida. Esa fragancia le traía muchos recuerdos que le hacían pensar en alguien en particular.
"-¿Y, Sakura?" - preguntó Yue una vez más impacientemente. Su amiga se negaba a darle una respuesta y sólo lograba balbucear unas cuantas palabras.
-"Ya volví" - anunció Tomoyo oportunamente y Sakura sólo pudo agradecerle internamente por haberla librado de ese interrogatorio tan incómodo. –"Disculpa, Yue" – continuó la morena- "Sakura y yo tenemos cosas que hablar. Nos vemos más tarde." – Tomoyo agarró rápidamente del brazo a su amiga y huyeron antes que el chico pudiera acotar algo. El pobre Yue sólo pudo gruñir pegando patadas en el suelo.
El silencio incómodo ocasionado por el malhumor de Nadeshiko y la hora según pudo ver en su reloj, hicieron que Shaoran se levantara de su asiento – "Creo que ya es hora de que me retire"
-"Si" - coincidió Nadeshiko con desdén – "le abriré la puerta"
A Shaoran pareció no importarle la evidente descortesía de su anfitriona-"Volveré la semana próxima para ver cómo anda todo."
-"No creo que a usted le importe eso demasiado." – Atacó la madre de Sakura. ¿Es que este hombre pensaba venir seguido? No quería ni pensarlo.
-"Es rutina, usted sabe." – Shaoran debía ir tanteando lo que podría ser su futura propiedad y asegurarse de que el terreno no necesite reparaciones. Nadeshiko lo comprendía. Sabía cómo eran esas cosas. –"Si"- aceptó resignada.
Sakura y Tomoyo al fin llegaron a la casa de la primera. –"Gracias, me salvaste de las preguntas de Yue" – Sakura no quería darle explicaciones a nadie en ese momento. No importa cuán buen amigo fuera Yue. No tenía el estado de ánimo.
-"Si, hoy lo hice pero nada te asegura que lo pueda hacer mañana. Así que piensa que le vas a decir... sabes que le preocupas mucho."- La castaña no dijo nada, solo se dedicó a sacar las llaves de su casa. Un ruido en la cerradura la sobresaltó. Alguien estaba abriendo la puerta desde adentro.
Lo que Sakura no podía imaginarse es que un sobresalto mayor vino cuando vendría al salir la figura del hombre con quién se había cruzado esa mañana.
-"Hola, pequeña" – lo escuchó decir. Sakura estaba tan nerviosa ante la presencia de Shaoran que no podía emitir palabra. Sin contar la vergüenza de haber estado hablando sobre él hasta hace un momento-"h-hola"- atinó a decir mientras enfocaba la mirada a otro lado – "con permiso." - arrastrando a Tomoyo como un rayo, Sakura se encerró en su habitación.
Aprovechando la entrada rápida de su hija, Nadeshiko se despidió de la indeseable visita-"Hasta la próxima, Señor Li" – y cerró la puerta.
Shaoran sonrió ante la extraña actitud de las Kinomoto y emprendió marcha hacia la calle – "Vaya. ¿No importarme? Si yo vine a recuperar lo que es mío".
