N/A: ¡Hola! Cuánto tiempo sin pasarme por aquí...bueno, primera incursión en el fandom de Fire Emblem, y espero que no sea la última. Me ha dado una fiebre extraña por el IkeSoren y probablemente lleguen más fics. Quizá algún HaarJill, ya se verá. No sé muy bien donde situarlo, pero supongo que a finales de la parte tres de Radiant Dawn. Es un drabble bastante sinsentido pero que ya llevaba tiempo queriendo escribir. ¡Espero que os guste!
Disclaimer: Fire Emblem: Radiant Dawn no me pertenece.
Cuestión de tiempo
Lo suyo nunca fue un secreto. No era porque fueran descuidados, o muy obvios, o lo proclamaran a los cuatro vientos. Ike y Soren siempre habían sido discretos y callados respecto a su relación, pero aún así hay cosas que no se pueden esconder. Quizá tenía que ver con la forma en que Ike le sonreía a Soren, como si volcara su vida en cada sonrisa, o como en las batallas Soren siempre se situaba a dos pasos de Ike, atento a cualquier golpe y siempre dispuesto a sacrificarse con toda la docilidad del mundo mientras eso mantuviera a Ike a salvo.
A veces, cuando organizaban la estrategia y Soren se inclinaba sobre los mapas y los apuntes para explicar algo la forma en que su cuerpo rozaba el de Ike y los ojos del comandante vagaban por el cabello del estratéga era suficiente para darse cuenta. E incluso gente como Skrimir, con menos sensibilidad que una cuchara, podía darse cuenta del aura de felicidad que emanaban al estar juntos. Lo extraño es que mientras que aquellos que no los conocían lo percibirían como algo enfermizo y repugnante, sus amigos y familiares no podrían sino aceptar que estaban echos el uno para el otro. Que se pertenecían mutuamente, que era correcto y natural que estuvieran juntos.
Por eso nadie dijo nada cuando en un banquete tras otra victoria con Daein Ike besó a Soren en un arrance de felicidad, allí frente a todo el ejercito y sin importarle lo que nadie pudiera decir. Las reacciones fueron diversas, y mientras Ranulf alegaba haberle ganado una apuesta a Tibarn, Aimee lloraba en rincón y Mist comentaba emocionada lo adorables que eran. Shinon gritaba que se buscaran un hotel, y Rolf escondía la cara ruborizado detrás de Óscar. Pero nadie dijo nada desagrable, nadie quizó matarlos ni prenderles fuego como pasaba en lugares menos tolerantes.
Quizá porque estaban en familia. Quizá porque lo que ellos dos tenían, Ike y Soren, era algo demasiado preciado y real para ser mancillado con palabras y gestos vanos.
Gracias por leer. Comments are luf (:
