Antes que nada Saint y seiya, con todos sus personajes no me pertenecen solo lo hago por diversión y con el fin de hacer volar la imaginación de nosotros los fans, este le pertenece a Masumi Kurumada.
La continuación la tenía prevista desde hace años pero por algunos motivos de otros trabajos no pude hacerla hasta ahora.
…
Capitulo 1: El impacto de la desgracia.
Apenas asomaban unos rayos de sol por el horizonte y las actividades del santuario habían comenzado ya, solo que el aun había decidido dejar dormir al castaño un rato mas, su hermano, el aprendiz para la armadura de leo, descansaba cómodamente en el templo, respectivo para su signo, hacía tiempo que Aioria había perdido el interés por desvelarse, desde que el patriarca Arles había decidido enviar a Mu a seguir su entrenamiento a Jamir. Suspiro cansado viendo el sol erguirse poderosamente sobre el santuario, como habían cambiado las cosas desde que el patriarca Shion había muerto.
-Aioria – Murmuro dulcemente moviendo suavemente al pequeño – Aioria, vamos es hora hay que levantarse – Repitió aun mas suavemente.
El pequeño león solo dio un leve quejido y continuo durmiendo, Aioros se sentó en el borde de la cama, apenas tenía 14 años y tenía tantas cosas que le habían preocupado y no tenía a nadie a quien decírselas.
Como había caído la desgracia en el santuario, primero Kanon había desaparecido sin dejar rastro, justo cuando Shion comenzaba a deliberar a quien dejaría a cargo del santuario al retirarse y debido a que los otros aun eran jóvenes, incluso más joven que él, Saga y él fueron los únicos seleccionados para sucederle el puesto de patriarca.
Pero posterior a la desaparición de Kanon, el patriarca anuncio que él, Aioros de Sagitario habia sido elegido para llevar la sotana y liderar al santuario, Shura le felicito, Mascara de muerte le palmeo en aprobación y Afrodita le sonrió a medias, pero se preocupo por la reacción de Saga, sabía que el gemelo quería el puesto y desde la desaparición de su gemelo, el peli azul se había vuelto más receloso.
-Vamos Aioria – Le sujeto de los pies juguetonamente y comenzó a jalarlo al tiempo, que el niño se sujetaba con fuerza a la cabecera.
-No Aioros es muy temprano – Respondió en un pequeño quejido.
Y se rindió una vez más a la petición de su hermano. Ahora que recordaba antes de morir el patriarca Arles ni siquiera estaba interesado en el puesto, pero al morir el patriarca todo se vino abajo, Saga desapareció, Arles reclamo el puesto de patriarca y el no se opuso a ello, no tenia ánimos para pelear cuando la persona que consideraba su padre había muerto, su hermano desaparecido y no tenia nadie con quien desahogarse.
-Vamos arriba – Tomo a Aioria de la cintura y lo levanto con todo y sabanas, aun lo tenía en brazos y luchaba ferozmente por mantener las sabanas que Aiorios le quitaba. - ¡Es hora de bañarse!
-¡No! – Grito el pequeño león, despertándose por completo, lo que le arranco una sonrisa al sagita - ¡Por favor no, me bañare después de entrenar o mejor aun mañana!
Aioros no se tentó el corazón y lo dirigió directo a la bañera que ya estaba llena de agua y zambulló a su hermano que lucho por agarrarse de todo para evitar ser bañado.
-¡No! – Grito Aioria pero fue tarde el agua le entro hasta la garganta por lo que tuvo que toser, mientras Aioros lo palmeaba suavemente.
-Vamos Aioria – Sonrió
Pero esa sonrisa se hizo tan melancólica que por unos segundo Aioria le miro preocupado, pero luego le arrogo agua en la cabeza y ambos hermanos rieron. Eso le había levantado la primera sospecha, después cuando alejo a los otros doraditos levanto la segunda y cuando alejo a Mu hacia unas semanas lo alerto aun más. Mando a Shura fuera a constantes misiones y mantuvo a Mascara de la muerte como Afrodita cerca de él. Lo que le hizo dudar más, pero la gota que derramo el vaso fue que mintiera acerca de la llegada de Athena.
-Aioros – Lo llamo el pequeño león, porque tenía rato viendo a su hermano perdido mirando el agua. - ¿Estás bien?
-Si Aioria, estoy bien – Le sonrío – Hoy es un gran día.
-¿Para qué es un gran día? – Pregunto dulcemente el león – Entrenar no se incluye en ello ¿Verdad?
-Para todo – Contesto incluso para sospechar del patriarca aquel era un gran día.
El toda las noches iba a velar a la recamara de su diosa, después de un día largo de haber entrenado a Aioria y cumplir con sus funciones, pero aun así el lograba encontrar tiempo para cuidar de ella y la había visto dormir dulcemente durante horas, sin que nadie se lo pidiera ella era su diosa y merecía el protegerla mas que nada en el mundo. Pero aquel día temía enormemente por ella, algo le preocupaba de sobremanera, que por ello retrasaba el entrenamiento de Aioria, así que al final del día, decidió no entrenar a su pequeño hermano de apenas 7 años para vigilar las fronteras del santuario y comprobar que todo estuviera en orden.
La noche cayó sobre la ciudad de Grecia y Apolo cedió el cielo a su gemela, Artemisa para que ella reinara por 12 horas el lienzo que recubría la tierra, Aioros dejo a su hermano en la cama y deposito un suave beso en su frente.
-Te quiero hermano – Menciono Aioria con una media sonrisa y se quedo dormido.
-Yo también – Sonrió y revolvió el cabello del niño juguetonamente, lo tapo hasta el cuello, volvió a besarlo y salió de leo en dirección hacia el suyo, una vez que llego ahí, avanzo para cuidar de Athena, pero en capricornio vio a Shura sentado en las escalinatas contemplando la noche.
-Aioros – Le llamo el español levantándose – He llegado hoy en la tarde, pensaba ir a visitarte pero no sentí tu cosmos cerca, quería enseñarte a excalibur.
-¿La has dominado ya? – Pregunto el castaño, el peli verde asistió y Aioros lo abrazo – Amigo cuanto has avanzado, esa técnica, si la conocí imperfecta no me imagino de lo que ahora es capaz de hacer, tienes que mostrármela.
-Coño Aioros cállate, que me apenas – Rio el español – Claro, mañana vamos a Sunion y ahí te la mostrare, tu serás el primero que vea su poder.
-Bien, es una promesa – Aioros se despidió de su amigo y subió hasta acuario que aun no tenía un dueño y en Piscis, Afrodita ni siquiera se mostro.
La habitación estaba a oscuras, unas pocas velas inundaban la habitación con una luz tenue, las cortinas se mecían por el viento que se enredaba juguetonamente con ellas y las movía a su placer, cuando llego a la habitación de la pequeña Athena la escucho riendo juguetonamente, imagino encontrarse a una de las doncellas que la cuidaban, pero cuando giro para ver a su diosa reír, su corazón se detuvo y sintió su sangre arder.
Ahí frente a él estaba el patriarca, Arles, mantenía una daga a escasos centímetros de su diosa, a la que habían jurado proteger, por la cual desde pequeños habían luchado para poder obtener un lugar entre sus filas y poder mirarla y cuidarla como debían.
Cuando el patriarca lanzo su mano sobre la pequeña Aioros ni siquiera lo pensó lo golpeo en el rostro tumbando la máscara del patriarca, que cayó al suelo en un ruido sordo, se apresuro y tomo a la bebe Athena en brazos y golpeo el muro del cuarto dispuesto a salir de ahí.
Miro la máscara en el suelo y cuando observo a su dueño y él le regreso una mirada tan fría y llena de odio por esos ojos azul violáceo que él conocía tan bien, se sintió desfallecer.
-Sa…Saga – Miro a su hermano ponerse de pie imponentemente - ¿Qué diablos hacías?
Pero una mirada más hacia aquel que se parecía a su amigo de toda la vida y se dio cuenta que el Saga de Geminis el valeroso caballero, justo, honesto y que daría su vida por Athena, no era aquel a quien tenía enfrente, incluso llego a pensar que fuera Kanon, pero él era el único que podía distinguir a los gemelos, al igual de Shion.
-¡Saga! ¿Qué haces? – Le recrimino, pero la mirada del peli azul no cambio.
Lanzo a Athena un ataque por lo que Aioros interpuso su cuerpo entre él y su diosa recibiendo el impacto que lo arrogo por la ventana, cuando cayó rodo para evitar que la bebe se golpeara, permaneció unos segundos en el suelo y volvió a incorporarse desconcertado, miro por última vez por donde había caído y vio a Saga observándolo desde la habitación.
¿El? ¿Cómo un caballero tan justo como Saga había… asesinado a el patriarca y Arles? ¿Todo por poder? No el Saga que conocía no era así, jamás aceptaría algo como ello, pero no encontré ninguna explicación, me dolió en el alma aquella traición, pero el dulce cosmos de mi diosa me reconforto, hasta que me di cuenta que yo sería el traidor para todos.
Llame a sagitario en el preciso momento en que me di cuenta de aquello, Saga diría que era un desertor y mandaría a Shura, Afrodita o Mascara de la muerte a por mí, sabía que solo con alguien de la orden dorada podría detenerme y yo había dado indicios para que cualquiera de ellos tres le creyeran, asiéndose pasar por Arles cualquiera le creería a la perfección.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo al darme cuenta de que si fallaba había dejado a la orden y a todo el santuario a merced de Arles, que Aioria, Shura y los demás seguirían siendo engañados por él… por Saga.
Cuando vi frente a mí a Shura vistiendo capricornio me sentí orgulloso de él, pero me preocupe de lo que estaría pasando por la mente del español en aquel momento, intente explicarle, darle argumentos, le conté todo, pero si yo hubiera estado en la misma posición que el tal vez hubiera hecho lo mismo.
-Shura yo… - Vi su mano tensarse, agradecí enormemente haber escondido a Athena en un lugar seguro, pues en ese momento Shura había caído al igual que yo en la trampa de Arles. Mire a mi amigo, para mi Shura a pesar de tener capricornio aun era un niño, pero al lanzarme por primera vez a excalibur la vi en su apogeo, no dudo ni un segundo a penas y la pude esquivar, me equivoque rotundamente, él había regresado de España siendo todo un santo dorado, Shura ahora era un hombre.
Cuando oí a Shura decir de nuevo excalibur y mire a Athena en el camino de aquel gran poder, me aterrorice y en esa fracción de segundo temí por Aioria, por Shura, por todos los que se quedarían en el santuario a merced de él, Shura se mancharía las manos con mi sangre, Aioria seria conocido como el hermano de un traidor, pero aun así corrí y abrase a Athena recibiendo todo el poder de mi amigo, en ese instante sabía que iba a morir, al fin era un gran día hasta para morir.
Me sentí orgulloso del poder de Shura y su excalibur eran magnifico, pero con toda la madurez que Shura había alcanzado no dejaba de ser un niño, no me mato ahí teniendo la oportunidad, sabia tanto él como yo que moriría así que se giro y dándome la espalda me dijo.
-Cuidare de él– Hizo una pausa y suspiro cansadamente - Al final cumpliste tu promesa me dejaste mostrarte a excalibur.
Shura se retiro de ahí, cuando perdí su silueta en la noche, me incorpore lentamente mientras la noche amenazaba con terminar y corrí con mi diosa en brazos, hasta que mi cuerpo no pudo más y caí, caí miserablemente sin poder sacarla completamente del peligro, en la última lucidez que tenía un hombre se acerco y a mí y le confié a mi diosa, esperando que algún día ella regresara al santuario y salvara a mis hermanos del poder terrible de Arles.
…
-Maestro – Shura entra a la habitación cabizbajo – Esta hecho – Me informa conteniendo las lagrimas al igual que Saga luchaba por hacerlo en ese momento – Aioros de Sagitario está muerto.
-Excelente Shura, has matado a un traidor – Veo tanto en el rostro de Shura y siento como Saga les ha molestado que llame a Aioros, el santo más fiel a Athena de esa forma, pero el peli verde solo se incomoda, me hace una leve inclinación y se retira, sonrío para mí. – Ahora tanto el santuario como Saga son míos. He ganado.
