Disclaimer: Los personajes aquí representados son obra de J.K. Rowling
Este fic participa en el reto off-Scorse de Octubre "Escala de Grises" del foro El Escorpión Que Coleccionaba Rosas
El relato que leerán a continuación forma parte de la historia iniciada en La Llamada del Elegido.
Blanco: Orgullo
Negro: Cobardía
—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—-—- —-—-—-—-—
Estar delante de un fuego, en el salón de su casa, sin sentir la espada de Damocles por encima de tu cabeza era una sensación nueva y reconfortante. Ni siquiera saber que su padre está en Azkaban de por vida puede nublarle esa visión idílica de la paz reinando a lo largo del infinito tiempo que le depara el futuro.
Draco se relaja en la butaca, sus pies descalzos agarran la moqueta deleitándose en lo esponjoso de la textura. Cierra los ojos y apoya la cabeza en el respaldo. Es una sensación tan anhelada que le parece irreal. Entonces siente la mano de su madre sobre la suya y sabe que lo que está ocurriendo es real y que lo que ha vivido esta en un pasado real.
Abre los ojos y se encuentra con el cabello dorado y apagado de una mujer que en su día fue resplandeciente pero que su llama se vio apocada a la extinción por culpa de una guerra que no era la suya y por decisiones sobre su vida tomadas por otros. Pero aun había algo brillando bajo capas y capas de una vejez impuesta por extraños. La esperanza y algo más resplandecían en lo más profundo.
— Draco… Mi querido Draco. No imaginas lo avergonzada que me siento ahora mismo. He sido una madre pésima. Nunca debiste vivir lo que has vivido.
— Madre… — Empezó Draco levantándose del sillón y arrodillándose a la altura de Narcissa.
— Draco, no. No intentes empañar la verdad. Debí haber huido contigo hace años. Tenía que protegerte. Era tu madre y aun así deje que te usaran como peón en su absurda guerra. Tú padre estaba tan obcecado en su triunfo personal y en la oportunidad de hacer brillar su apellido que olvido que tú eras nuestro futuro. Debió cuidar de ti y no de un estúpido nombre enmarcado en un trozo de pergamino viejo. Los Malfoy ya eran la familia más importante del país. Los Black ya estaban en franco declive, solo tienes que ver a tu tía para comprobarlo. Los Weasley nunca intentaron sobresalir en ese ámbito y no les culpo. La vida es más sencilla sin tanta pretensión. Los Potter y los Longbottom han tenido el mismo problema. Estar en el bando contrario a unos asesinos con ansias de poder. — Narcissa hablaba sin parar, incapaz de parar algo que llevaba mucho tiempo en su interior.
— Madre, creía que compartías la creencia de que los sangre-pura merecíamos algo más. — Inquirió Draco con cierto nerviosismo por la nueva postura de su madre que le tomaba por sorpresa.
— ¡Oh, Draco! Tienes mucho que aprender, hijo mío. Nada es fácil en esta vida, ni todo es lo que parece. ¿Qué querías que hiciera una chica de alta cuna emparejada con alguien antes incluso de que le empezaran a salir los dientes? Fui la versión cobarde de mi hermana Andrómeda. Tenía su misma postura pero no el valor para realizar tal sacrificio. Así que fingí. Me convertí en la perfecta señorita que sabe que solo debe callar y obedecer. Al final me lo acabe creyendo. Tenía fama, fortuna y solo debía sonreír y asentir. Era fácil. Me divertí durante años, incluso empecé a pensar que tal vez con Voldemort no estaríamos tan mal. Luego naciste tú y lo cambiaste todo. Absolutamente todo lo que configuraba mi fachada se desmoronó por completo. Te vi sujetando mi dedo con tus manitas, intentando chuparlo y enfurruñándote por no atinar. Me transformó, algo en mi interior se agitó. No supe que fue hasta que hace unos años tuve la discusión más amarga y violenta que he tenido con tu padre. Trató de inscribirte en Dumstrang . Su alegato era estremecedor, como no, tu tía Bellatrix estuvo detrás de aquello. Querían alejarte de Hogwarts y de su insana influencia. No querían que te contaminases con los ideales de su loco director. Eso fue lo que tu padre dijo. Quería un mortifago descerebrado, lo intuí nada más mirarle a los ojos. Tuve que sacrificar algo que no esperaba sacrificar por salvarte de esa vida.
— ¿Qué hiciste…? Madre por favor no llores. — Draco empezó a preguntar cuando su Narcissa rompió en llanto.
— Algo que espero que nunca tengas que hacer hijo. Yo… Tuve que ayudar a mi hermana con algo horrible que aun me carcome. Aun veo ojos rojos en la oscuridad. Lo que vi hacer a Bella… No podré olvidarlo nunca. Ni siquiera tuve que hacer nada y aun así el recuerdo es como una costra de suciedad en mi alma.
— No necesitas decirlo. Sé que tía Bella no es seguidora de la piedad, la compasión o cualquier otro atisbo de bondad. Nada bueno puede salir de ella.
— Precisamente por eso que dices es por lo que mereció la pena enviarte a Hogwarts. Puedes tener tus defectos. Demasiados. A pesar de ser tu madre se que tienes muchos defectos que espero que logres enmendar. Pero veo tú potencial. Igual que Dumbledore lo vio. ¿Crees que dejo entrar al hijo de un mortifago por caridad? Todos vosotros, esa generación concebida en la sombra de la guerra eran los luchadores de mañana. Los que habitabais las mazmorras de Slytherin erais los futuros mortifagos. Dumbledore lo sabía y esperaba que pudiera enmendaros antes de que destruyerais vuestras vidas por una guerra que ni siquiera era vuestra. Eso fue lo que me permitió ingresarte en Hogwarts. Lo sé porque Dumbledore y yo lo vimos así durante nuestra reunión. Y me demostraste hace muy poco que mis esperanzas estaban garantizadas contigo como paladín de las virtudes de la familia. Por eso estoy orgulloso de ti, cariño. Eres lo que yo no tuve valor de ser. A pesar de tu pasado y tu familia lograste vencer a los dragones de la sangre y forjar tu propio destino en base a tu propio criterio. Viste la diferencia entre el bien y el mal y a pesar de tenerlo todo en contra te pusiste a favor del bien. Sé que como madre nunca te hubiera permitido hacer eso, pero también sé que jamás podre estar más orgullosa de ti. Hiciste lo correcto por encima de lo que pudiera pasarte. Te libraste de la losa que cargabas sin saber.
— Madre, yo soy el que está orgulloso de ti. Sé que sin ti nunca hubiera podido ser lo que he acabado siendo. Sé que no soy perfecto y dudo llegar a serlo. Demasiadas taras son las que cargo pero hare todo lo posible para que estés orgulloso de mi, madre.
— Draco. Ahora si eres un orgullo para nuestra familia. Te quiero, hijo. — Narcissa rompió de nuevo a llorar y abrazo a su hijo con fuerza. Dumbledore siempre supo que el amor era la clave del verdadero poder y Draco es la prueba de ello.
