Disclaimer: Todo el contenido que aquí se encuentra es propiedad de Jotaká Rowling. Nada me pertenece en absoluto.

Prólogo

De trapos sucios

— ¿Lo has visto?

— ¿Has notado sus ojos?

—… ¡Escalofriante!

—Pero si es idéntico…

—…a su padre.

Aquél fue el último comentario que Scorpius Malfoy escuchó antes de meterse al primer compartimento vacío que encontró en el muy concurrido tren que acababa de abordar.

Lanzó una fugaz mirada por la ventana mientras se sentaba y pudo observar a sus padres disolviéndose por la barrera de ladrillo que dividía los mundos mágico y no mágico. Obviamente quería alejarse lo más rápido posible del centro de atención del cual habían sido foco unos instantes atrás. El diario el profeta había publicado ese día un enunciado en el cual se señalaba que muchos de los hijos de varios personajes bastante importantes —y de otros no tanto— en la Segunda Gran Guerra se dirigirían por primera vez al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Entre ellos el hijo del intento de mortífago, Draco Malfoy.

Scorpius suspiró con bastante fuerza y dramatismo.

Sabía a la perfección lo que había hecho su padre; se había dedicado a leer casi todos los libros que había encontrado en su biblioteca que se relacionaran con el tema. No porque le gustara la lectura en demasía, sino porque sentía que necesitaba instruirse un poco en el tema por el cual probablemente sería juzgado en cada lugar mágico que pisara. Porque sentía que necesitaba tener los argumentos para defenderse cuando llegara el momento. Y ahora que aquel instante llegaba, sentía que había hecho bastante bien aún cuando no esperaba que la mitad del vagón lo mirara como si fuese el mono más feo de un circo.

Sacó un libro de historia que había encontrado sobre una de las mesas de la biblioteca y comenzó a leer. Trataba sobre una fuerte guerra entre los enanos verdes y rojos que terminó con la extinción de los primeros a mediados del siglo XIV. No era un gran tema de interés común, pero al menos formaba parte de la materia que pasarían en Historia de la Magia aquel año, y si quería ganarse un título que no fuese "hijo de mortífago cobarde", tener buenas calificaciones le parecía un buen punto de partida.

El tren comenzó a moverse y a soltar humo. Muchas madres lloraban destrozadas, con pañuelos en mano, como si sus hijos fuesen a una batalla o algo por el estilo.

Le pareció patético.

La locomotora llevaba ya un buen tiempo en movimiento cuando empezó a escuchar fuertes murmullos afuera, voces jóvenes y despreocupadas. Pudo ver a través del vidrio, que tenía la puerta, una serie de cabezas de distintos colores rojizos y negruzco entrando en el compartimento continuo todas riendo y bromeando. Tres chicos, cuatro chicas. Se sentaron de tal forma que parecían todos cómodos en un espacio que era destinado a cinco personas y no a siete, cosa que Scorpius admiró desde su sitio. Parecía que todos estaban rodeados de luz, cosa que no tenía nada que ver con sus brillantes cabellos, sino que parecía salir de ellos mismos.

Los vio a todos como rodeados de un aura brillante mientras él solo tenía un aura grisácea, descolorida.

Una de las chicas más jóvenes, que parecía ir por primera vez a Hogwarts, lo miró a través de la ventana. Sus ojos eran como dos zafiros brillantes, pero estaban repletos de desprecio, desconfianza y recelo. Su cabello era aún más pelirrojo que el de sus acompañantes, tan rojo como el fuego mismo, repleto de rizos con una textura que a él le recordaba a las nubes. Estaba seguro que había visto esa cara antes en algún lado.

La detestó de inmediato. No tenía idea si era por la mirada que le dirigía, que era un de las peores que había visto en mucho tiempo, o si era por el envoltorio brillante que tenía a su alrededor. Quizá fuese su cabello. Pero no le importaba, la detestaba, le producía náuseas mirarla.

La vio decirle algo a todos sus acompañantes, al parecer algo que pretendió ser casual, pero que causó gran revuelo entre ellos y provocó que todos le mirasen al mismo tiempo como si lo hubiesen practicado ya un par de veces. Solo uno le sonrió: un chico de ojos verdes brillantes que era de los pocos que no tenía cabello rojo, pero si unas mejillas que parecían estar encendidas de forma permanente.

Aburrido de ver a los del compartimento del lado, volvió a centrarse en su lectura ignorando olímpicamente el zumbido de los murmullos que escuchaba en el pasillo y las miradas que sabía que se encontraban sobre su pellejo cada vez que alguien pasaba. No había pasado mucho rato cuando sintió que la puerta se abría violentamente haciendo que él saltara en su asiento y que perdiera su típica compostura por una fracción de segundo.

Sólo por una fracción.

—Malfoy—musitó el primer llegado. Traía una mochila de aspecto pesado en la espalda y su cabello estaba revuelto en sobremanera.

—Nott—replicó él mientras el muchacho entraba en el lugar y tiraba su mochila, sobre el asiento opuesto al que Scorpius ocupaba, con aire cansado, y se sacaba los zapatos sin pudor alguno.

Timothy Nott era un chico alto para su edad, que destacaba por tener los ojos y el cabello de un color negro tan potente que hacía que su tez se viese aún más pálida de lo que realmente era. Era el segundo de cuatro hijos que Theodore Nott había tenido con la antigua amiga de su padre Pansy Parkinson. Scorpius y él tenían lo que podría llamarse una relación ambigua: El primero intentaba ser medianamente amable con el segundo—a pesar de que en su fuero interno consideraba al mocoso insoportable en todas las maneras posibles—y éste intentaba por todos los medios ser apático él. Los Nott parecían tener aún la espina del rencor en cuanto se trataba de los Malfoy. En primer lugar porque los consideraban unos cobardes, traidores de primera, vendidos al mejor postor y todas esas cosas debido a que habían abandonado al Señor Tenebroso cuando éste parecía necesitar el mayor apoyo posible, y en segundo lugar porque su nombre salía unas mil quinientas veces más en los libros de historia en comparación a cuantas veces el apellido Nott figuraba.

Aún así le alegró verlo, tener un aliado en el lugar tan inhóspito en el que se encontraba era una gran ayuda.

Timothy soltó un resoplido tan fuerte que Scorpius podría jurar que la ventana se había movido.

—Esos malditos sangre sucia del pasillo…—refunfuñó Tim— ¡Me jalaron el endemoniado cabello, cuando entré a su vagón, y me obligaron a entrar en el primero que encontrase! ¿Qué se creen, esas escorias de mierda?

El muchacho escupió al piso con ira.

Scorpius no se sorprendía en lo más mínimo con las palabras "sangre sucia" y "escoria", las escuchaba a diario en las reuniones sociales que su padre mantenía con la burguesía mágica, y no las encontraba hirientes del todo. El que se sentía denostado por ellas, lo hacía porque sabía que en parte era verdad. Aquello fue algo que aprendió no de sus padres, pues su madre tenía una extraña manía de aceptar a todo ser por igual y se había empeñado recalcarle a su hijo que lo que importaba no era la sangre que corría por las venas de la gente, sino de cuáles eran los valores que los constituían. Lo había aprendido por su cuenta, pero eso no significaba que él lo anduviese publicando por el mundo.

En discreción le ganaba a Nott por creces.

Timothy miró por la ventanilla del compartimento y vio a los que habitaban el compartimento continuo hacía un rato. Soltó una macabra sonrisa que a cualquiera le daría escalofríos.

—Mira, Malfoy, mira—apremió— ¿Ves esas cosas de allí? Son los que se hacen llamar nuestros salvadores. La manada de Weasleys en persona, frente a nosotros en su ambiente natural.

Lo dijo como quien mira animales en una tienda de mascotas.

Si a Scorpius alguna que otra cara le había parecido conocida, ahora las identificaba prácticamente a todas. Sus intensas lecturas mencionaban en más de una ocasión a la familia que los Weasley—lafamilia salvadora, según los libros más subjetivos o los mesías de Merlín, según los más atrevidos—habían continuado ampliando tras la derrota. Al parecer el haber perdido uno durante el período oscuro hacía que quisieran rellenar el hueco reproduciéndose todos como conejos en celo.

—¿Ese no es…?—empezó Scorpius señalando al que parecía ser de segundo año, tenía el cabello negro y los ojos oscuros.

—James Potter Weasley, sí—dijo Tim, asintiendo con una mueca de disgusto—Aquel a su lado es Fred Weasley Segundo—dijo mirando con fijeza a uno de los pelirrojos—La morena esa, la que está junto a la ventana derecha, es Roxanne Weasley, su melliza. Le lanzó un maleficio mediocre a Theodore el año pasado…

Theodore Nott Segundo era el primogénito de la ya mencionada familia. A cuentas cortas el chico no había heredado ni la astucia ni la inteligencia que su hermano menor poseía, pero si una malicia incontrolable y un carácter temperamental que lo llevaba al extremo de la violencia cuando lo sacaban de sus cabales. Iba en quinto año, tenía dos novias y sacaba las peores calificaciones que había cruzado por Hogwarts, pero aún así se mantenía a flote aunque nadie sabía cómo.

Timothy lo detestaba con demasía. Pero ahora que Scorpius lo reflexionaba mejor el hecho de que Timothy odiase a alguien no marcaba mucha diferencia.

Él chicoodiaba al mundo.

—Aquel mequetrefe con el que tendremos que convivir es Albus Potter—continuó—A su derecha están Lucy y Molly Weasley, tan gordas como su abuela, con razón el tren se inclina hacia la derecha a ratos. Y esa. Esa es la peor—señaló a la chica que a Scorpius desde el primer momento le producía migraña—Esa es Rose Weasley.

Con razón su rostro le resultaba tan conocido. Esa chica era la hija de héroes de guerra, de los compañeros inseparables de Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley. La sangre sucia y el traidor a la sangre.

Su padre le había mencionado algo sobre que no se acercara mucho a ella cuando se encontraba a punto de entrar al tren mientras miraba en una dirección que Scorpius no siguió con demasiada atención. Seguramente porque estaba más concentrado en la multitud de gente que los miraba con desprecio que en una niñata.

No sabía porqué pero repentinamente la chica parecía caerle aún peor.

—Pareces muy informado, Nott—se bufó el joven rubio, con una sonrisa maliciosa.

—Para eliminar a tus enemigos, debes conocerlos—replicó el de cabello oscuro.

Scorpius estaba a punto de añadir que aquel había sido un muy buen uso para un dicho que provenía de raíces muggles lo que, si conocía al chico a su lado, haría que se molestara en sobremanera, cuando la puerta del compartimento se abrió nuevamente.

Esta vez se trataba de una chica ya vestida con su túnica de Hogwarts. Su piel era de un color mulato, con cabello castaño oscuro cayéndole a ambos lados de una cara delicada y afinada, mientras que sus ojos eran de un color verde que pasaba desapercibido si no te acercabas lo suficiente.

— ¡Gracias a Merlín! Te he buscado por todas partes, desagradecido. ¿He de recordarte que prometiste que nos sentaríamos en el mismo sitio, en la reunión que tu madre hizo hace un par de semanas?—dijo todo eso muy rápido, casi gritando, dirigiéndose al rubio quien parecía medio encogido en su asiento.

Nott puso los ojos en blanco.

—Zabini, te ruego que no entres gritando cual sangre sucia, cuando entres en el compartimento que tranquilamente nosotros ocupábamos hace algunos instantes

La chica rodó los ojos con fuerza.

—Buenos días para ti también, Nott. ¡Merlín, ya nadie tiene respecto por las chicas en este mundo!—Scorpius soltó en lo que en sus estándares era considerado una risa— ¿Qué tanto te ríes tú? ¡Eres un mentiroso Scorpius Malfoy!

—Seré honesto contigo, Zabini, lo olvidé por completo.

Ella Zabini era probablemente la chica más genial que había conocido. Era bajita, pero su comportamiento recordaba a un huracán. Era la primera fémina que había en la línea sanguínea de los Zabini desde hacía diez generaciones, lo que la hacía un tanto especial dentro de su círculo. Y si a eso se agregaba el hecho de que la muchachita era divertida, dulce y prácticamente una bomba de energía la mayoría del tiempo podía ser prácticamente considerada un paquete completo.

Claro lo sería si sus padres no hubiesen arreglado ya la unión que se llevaría a cabo al finalizar el séptimo año de Hogwarts entre ella y el segundo hijo de los Nott, que venía de la mano con una obsesión de prevalecer la sangre y aumentar el dinero de ambas familias.

—Eres un desastre, Malfoy—rechinó Ella, manteniendo una sonrisa—Intenté encontrar algún rostro conocido, gracias a la plantada que me diste, pero al único que encontré fue al hermano de este energúmeno besuqueándose con una chica…

—Menuda novedad—musitó por lo bajo Timothy.

—…de Hufflepuff—terminó la muchacha. En lo que trataba de chismes, ella siempre parecía al pie del cañón.

Tim pareció a un pelo de vomitarle encima.

—Mierda, ya está podrido—soltó y a continuación lanzó la más larga sarta de malas palabras que podrían venir a la mente de un chico de once años.

—Al igual que tú lo estas—expresó Zabini—Es cierto que quizá Hufflepuff no tenga la mejor calaña, pero siguen siendo personas y…

—¡Personas que se mezclaron con muggles!

—…no me parece tan malo que nosotros nos mezclemos con ellos.

—Suenas idéntica a mi madre—le dijo Scorpius, algo confundido por la pelea que ellos estaban entablando—"Los que tu llamas sangre sucia también tienen sentimientos, jovencito" siempre me dice eso cuando suelto un comentario sobre el tema.

Ella le lanzó una mirada aguda.

—Creo que tiene razón.

—Yo no lo creo—escupió Nott.

—Los estatus de sangre no influyen en la calidad de las personas.

—Desacuerdo.

—Nott, me importa un comino…

—Tu padre te mataría si quedas en Hufflepuff.

—Ni siquiera hablábamos de eso…

—¿Lo haría, no es cierto? Y tú te sentirías pésimo si llegases a quedar en esa casa…

—Yo…

—¿No es cierto?

—Pero…

—Entonces no veo cual es la diferencia.

Ella abrió la boca como un pez, mirando fijamente al suelo como si estuviese buscando un argumento. No entendía como habían pasado de hablar de pureza de sangre a hablar de casas escolares, pero a fin de cuentas Nott tenía razón. A ella no le gustaría terminar en aquel sitio.

—Punto para Nott—dijo Scorpius siguiendo con el tema de conversación. Zabini le lanzó una mirada que parecía lanzar cuchillos—No sé tú, pero Hufflepuff está en la última de mis preferencias. Según mi padre es donde más sangre sucias hay…

—Obviamente—aceptó Zabini—Pero hay que admitir Gryffindor está casi en el mismo nivel que Hufflepuff.

—Se le suman los traidores de sangre, supongo…—añadió el joven Malfoy

—Te olvidas de todos los Weasley y Potter que rondan la casa esa, Malfoy…

Scorpius asintió. Había leído que todos los Weasley terminaban en Gryffindor. Definitivamente no quería quedar en el mismo lugar que toda la familia "salvadora". No con el pasado de su padre gritando en cada poro de su piel.

—Eso nos deja dos de cuatro—señaló.

Nott lanzó una de sus sonrisas macabras. De esas que congelaban la sangre de la mayoría, quizá porque en sus ojos negros no se podía leer cuan malo era realmente o quizá porque siempre parecía estar planeando algo cuando esa sonrisa aparecía.

—Sabemos cuál es la primera opción.

Si, lo sabía. Siempre lo había sabido y nunca había negado que era la mejor opción que tenía. Era la única que había evaluado siempre, la única que saltaba en los engranajes de su mente, de forma brillante y clara.

Slytherin siempre era la primera opción.

II

Debía admitir que se sintió bastante emocionado cuando puso por primera vez en el gran salón. Había visto fotografías y su madre le había hecho diversas descripciones graficas que de por sí lo dejaban encandilado al escucharlas, pero ahora sentía que no valía cuan mágico era en realidad.

La estancia era inmensa, más de lo que alguna vez habría imaginado, con cuatro mesas de caoba, muy largas, posicionadas paralelamente con las paredes. Las murallas eran de color amarillento, probablemente por la vejez que la estructura poseía, y en el fondo se veía una especie de escenario en la que gente mayor, que dedujo que serían los profesores, estaban sentados mirando al alumnado. Lo más admirable de todo era el techo, que simulaba el cielo nocturno de una forma tan exacta que daba escalofríos. Le hacía pensar que Hogwarts era tan inmenso que llegaba a tocar el cielo, inclusive cuando sabía que se trataba de un hechizo dificultoso que tomaba casi tres páginas de Historia de la Magia.

Repentinamente se sintió diminuto.

Aunque claro nunca lo admitiría en voz alta, ni tampoco lo haría en su semblante.

Se quedó con el rostro indiferente, mientras que el chico que se encontraba su lado daba pequeños saltitos empapándolo un poco. Hace algunos instantes ese chiquillo se había caído del bote y lo había sacado una especie de tentáculo salido de quién sabía dónde, lo cual Scorpius consideró como una buena anécdota que contarle a alguien algún día.

En el medio de todo había un taburete, sobre él un sombrero y tras él un sujeto diminuto, con ojos afables y de aspecto antiquísimo. Cuando todos llegaron a su encuentro y se formaron en un círculo quedando alrededor del banquillo, el hombrecillo sonrió señalando al sombrero. De lejos se veía bastante bien tratado, pero de cerca se notaba inmediatamente que al trapo no lo había limpiado en años—quizá siglos—y que tenía una serie de remiendas considerables.

Entonces el trapujo ese se abrió de una cortada dejando un orificio que parecía simular una boca, se irguió tal y como si fuese un ser vivo. Muchos soltaron gritos ahogados de admiración y sorpresa, que no se compararon en nada a cuando el sombrero empezó a cantar:

La belleza no me ha sido concedida,

pero si de algo estoy seguro, es que no la necesito.

Puedo parecerte horrendo, pero en mis manos está tu destino.

prepárate para escuchar, lo que voy a contar

de aquí vienen las decisiones que algún día tendrás que tomar.

Años han pasado desde aquel día,

en que cuatro magníficos magos en mi confiarían.

Nací de una idea, de gigante una ilusión

de la cual vale la pena hacer mención.

Los cuatro ya dichos querían formar

un colegio, prestigioso, sin dudar.

Diferirían mucho en métodos de enseñanza.

unos daban preferencia a valores, otros mucho más a la magia.

Pero uno de ellos me ideó, pensando que podrían poner

algo de ellos en mi ser.

El valiente Gryffindor fue el primero,

Quería valor, lealtad y osadía.

Un corazón que al mundo devoraría.

El astuto Slytherin quería ambición

Necesitaba pureza, requería razón.

Que sus alumnos no fuesen nada más que lo mejor de lo mejor.

La brillante Ravenclaw quería brillantez.

Una menta abierta, lógica por doquier.

Sabiduría e inteligencia que se veían rara vez.

Y la admirable Hufflepuff prefería la bondad.

Corazones puros, almas trabajosas

Perseverancia y entusiasmo sobre todas las cosas.

Así que pruébame ¡Intenta rebatirme!

En tu mente puedo meterme, no intentes ocultarte.

Tu destino está en mis manos

¡Bienvenidos, primer año!

El salón estalló en aplausos, que Scorpius pensó que aquella cosa parlante no se merecía. La canción había sido horrible y parecía haber acrecentado todos los miedos que rondaban en la multitud.

—En cuanto diga su nombre, ustedes se sentaran en el taburete, les pondré el sombrero sobre su cabeza y éste los seleccionará—dijo. Su voz era aguda, pero melodiosa.

—Preferiría bañarme con gusanos antes de poner eso sobre mi cabello—susurró Nott.

Scorpius sonrió de lado.

—¡Anderson, Peter!

Un chico bajo, con el cabello un tanto grasoso caminó al taburete a paso acelerado. El hombrecito le colocó el sombrero en la cabeza y gritó estruendosamente que el chico había quedado en Hufflepuff.

Conforme a los chicos iban siendo seleccionados, Scorpius, notó que el sombrero tomaba más tiempo con algunas personas. Con Anderson se había demorado prácticamente medio minuto, mientras que con gente como Boyle, Kyle se había tomado unos dos minutos en decidirse. Se preguntó si habría algún caso en el que hubiese un chico que tuviese absolutamente todos los atributos y que hiciera que el trapo ese se quedase sin palabras.

El tiempo pasaba y cuando iban en la jota quedaba casi la mitad, y el nerviosismo había aumentado en el doble. Todos a su alrededor parecían a un pelo de vomitarse encima excepto Nott y él. Ella Zabini parecía al borde del colapso nervioso y él no entendía cómo ella seguía dudando en casa quedaría cuando todos sabían que ellos tres finalizarían en Slytherin.

Scorpius se pasó prácticamente todo el rato mirando el techo esperando ver una estrella fugaz, abatido, mientras escuchaba a una chica a sus espaldas hablar sobre cuántos años habían tomado en hacer que se mantuviese de pie y que viese lo suficientemente real para confundir a la gente al mismo tiempo.

—…creo que tomó cinco años…—empezó ella con voz de sabelotodo.

Él se volteó, sonrió de lado metiéndose repentinamente en la conversación y le dijo con voz arrogante:

—Quince.

Lo había leído mil veces en Historia de la Magia. Creía que si iba a un lugar tenía que saber algo mínimo acerca de el por lo que había investigado bastante, por lo que no pudo resistirse a decírselo en la cara a aquella chica que se creía tan lista cuando obviamente no lo era.

—¿Disculpa?—parecía asombrada. La expresión de su rostro hizo que Scorpius no se arrepintiera de haberse metido en una conversación ajena: una mezcla de incredibilidad y molestia extremas.

—Tomó quince años. Cinco tomó lograr montar los andamios para que el techo fuese firme, diez para que los hechizos que usaron surtiesen efecto real en la estructura.

La chica arrugó la nariz, que acababa de notar estaba plagada de pecas, y soltó un bufido de mosqueo. Scorpius sonrió con soltura, lo que pareció hacer que los humos de la chica se hiciesen más frondosos. Podría jurar que había un vaporcillo en sus orejas saliendo en aquellos instantes.

— ¿Se puede saber quién te invitó a participar en esta conversación?

—Yo mismo—replicó él.

Los ojos de la chica pasaron de un color azul pacífico a un mar turbulento. El chico tenía que admitir que hacer a esta idiota enojar era lo más divertido que había hecho en años.

—Tú pedazo de…

—Nott, Timothy.

Scorpius se volteó sin siquiera dejarla terminar mientras veía como el muchacho subía los escalones de dos en dos, hacia el taburete con el sombrero. No sabía cómo habían pasado de la letra jota a la ene tan rápido, pero no le importaba demasiado.

El trapujo ni siquiera le rozó el cabello. La palabra Slytherin salió de su boca con naturalidad.

Y entonces pasaron a la eme.

—Malfoy, Scorpius.

Escuchó murmullos, demasiados murmullos.

Su corazón se aceleró un latido, pero subió como si nada hubiese ocurrido en absoluto. Se sentó en el taburete y esperó a que el sombrero le dijese que había terminado sin siquiera haber tocado su nuca, como había sucedido con Nott, con su padre, con todos los que estaban en Slytherin probablemente.

Pero eso no ocurrió. El sombrero se quedó callado por dos segundos que al él le parecieron una eternidad hasta que sintió una vocecilla en su oreja.

—Un Malfoy—susurró—Mejor aún un Malfoy interesante. Con ninguno de los tuyos esto me había pasado.

Él no tenía ni idea de lo que sucedía, pero no le parecía un muy buen presagio. Lo único que podía pensar era en que necesitaba que aquella cosa se apurara.

—¿Apurarme?—dijo el trapo como leyéndole la mente—Tengo todo el tiempo del mundo. En Slytherin sin menor duda encajarías a la perfección, pero ¿Qué hay de otras casas? Tienes inteligencia, puedo sentir como tu cerebro la desparrama, Ravenclaw también es una buena opción para ti…

Y él empezó a dudar. No entendía por qué tomaba tanto aquello. Estaba nervioso y repentinamente asustado sin tener idea la razón especifica.

—Gryffindor también me parece buena idea, incluso más que Ravenclaw—musitó el sombrero en su oído, contrarrestando con lo aterrado que sabía que estaba en aquellos instantes—Puede que no se note a simple vista, pero tu corazón destila valentía. Estás asustado ahora y lo sabes. El primer síntoma del valor es aceptar el temor.

Si me metes en Gryffindor te corto en mil pedazos.

—¿Qué sucede si grito Gryffindor en este instante?

Gritaré más fuerte.

Y luego silencio.

—¡SLYTHERIN!—chilló el sombrero al final.

Fue como si una burbuja se reventara en su cuerpo llenándolo de una paz abrumadora. Había sido algo terrible, gracias a Merlín que solo tenía que hacerlo una vez en su vida, porque sino terminaría con un ataque de nervios.

Se dirigió a su mesa no ignorando las miradas que le lanzaban desde varias mesas. Se sintió tentado a hacerles un ademán grosero.

Sentándose junto a Nott, quien miraba su plato de comida se sintió medianamente aceptado en su nueva casa. Algunos lo miraban con una cara de asco, hastío y rabia, pero la mayoría no lo miraba. Había muchos que reconocía por los eventos de su madre y por las influencias de su padre.

La eme pasó sin que llegase ningún otro miembro a Slytherin. La mayoría terminaba en Ravenclaw y en Hufflepuff, cosa que lo sorprendía un poco. Patil, Robin terminó en Gryffindor al igual que Perdemore, Sophie y Pippil, mientras que Porton, Niklaus terminó en Slytherin sin causar mucho revuelo.

—¡Potter, Albus!

La atmósfera de todo el salón cambió radicalmente. Hubo incluso más murmullos que los que hubo con Scorpius y pudo ver a la chica Weasley lanzándole ánimos desde el pequeño grupo que quedaba. Potter se sentó en el taburete y se colocó el sombrero, que le tapaba casi toda la cara, moviendo los pies que colgaban sin cesar.

—¡GRYFFINDOR!

La mesa estalló en aplausos. Literalmente hubo gente que rompió un par de copas por la emoción y muchos se pararon alzando los puños, como si se tratara de una celebración. Como si el chiquillo Potter fuese un héroe.

Sintió una sensación rara en el estómago, pero decidió no tomarle mucha importancia. A su lado Nott decía improperios por lo bajo que en el fondo tenían como base el hecho de que aquellos aplausos estaban restándole demasiado tiempo y que quería comer de una buena vez.

Debían ya llevar media hora de aquel espectáculo cuando solo quedaban seis chicos en el grupo: uno bajo, una de piel oliva fuerte, la Weasley, una chica rubia muy bonita, un muchacho que tenía el rostro igual al de un hurón y Zabini.

Scorpius lo único que quería era irse a dormir.

El hombrecillo terminó la te con Thompson, Jensen, quien quedó en Slytherin al igual que la chica rubia que lo siguió, una tal Scarlett algo. Cuando llegó el turno de la chica Weasley todos volvieron a tensarse tal y como lo habían hecho con su primo, parecía que el ambiente podía ser cortado con el más suave murmullo. Pero si ella estaba nerviosa, no lo demostró. Se dirigió muy erguida, con ese aire de superioridad que la rodeaba incrementado unas dos mil veces, mientras se ubicaba en el asiento que ya habían ocupado unos cien estudiantes antes que ella. Y cuando el sombrero gritó "¡GRYFFINDOR!" al rozarle un milímetro la cabeza, soltó una sonrisita pequeña, como si estuviese orgullosa de haber terminado en la casa en la que se esperaba que ella terminara, tal y como él lo había hecho. Y su mesa volvió a hacer un escándalo enorme una vez más, como la suya no lo habría hecho en un millón de años.

Le lanzó una mirada de odio mientras se sentaba junto a sus familiares, llena de ponzoña y odio.

Quedaban dos chicos y Ella Zabini estaba desfilando en su dirección al taburete. Su apellido causó una conmoción parecida a la que el suyo había causado, aunque disminuida con creces. El Gran Salón se removió incómodo mientras veían a la única mujer de la dinastía Zabini, la única hija de un ex-mortífago públicamente declarado, se sentaba en la silla mugrosa y se ponía sobre su cabeza el sombrero seleccionador.

Y entonces el sombrero seleccionador abrió la boca y gritó:

—¡GRYFFINDOR!

Y Scorpius supo que los leones se la comerían viva.

oOoOoOo

¡Hola! ¡Mi primer longfic! (wiiii)

En primer lugar me gustaría agradecerles a los que han comentado mis historias anteriores. (me ayudan mucho a mejorar con lo que me dicen, en serio) Mil gracias c:

Me gustaría aclarar, antes que nada, que los capítulos venideros se localizarán en Séptimo año. No estaba muy segura de cómo empezar el fic, por lo que pensé que sería una buena forma poner el inicio de los inicios para todos los personajes. Espero que sea capaz de hacer notar el contraste que tienen todos estos niños en relación al Séptimo año.

Quiero pedirles que no esperen a un Scorpius bondadoso o buen samaritano o bff de Rose porque no va a pasar. También no crean que Rose es una chica buena y amigable, amiga de medio castillo ni mucho menos. Y no piensen que Albus es un perrito rastrero ni mucho menos. Con respecto a Albus (aprovecho de aclarar ahora) me sentí muy tentada en ponerlo en Slytherin, pero me he dedicado a leer bastantes fics de la tercera generación últimamente y en casi todos termina en Slytherin, asique creo que el pobre se merecer estar en Gryffindor aunque sea una vez (intento variar un poco fdashfds)

En relación a la estructura del fic, tal y como el titulo lo indica, se trata de un ciclo tal y como el de la mariposa. Esto significa que el fic estará dividido en cinco partes con las cinco partes generales que tienen los ciclos de las mariposas: Incubación, Arrastre, Crisálida, Metamorfosis y Vuelo. En lo que a cuan largos los capítulos sean….No lo sé. Creo que intentaré hacerlos de no más de 3k palabras. Y en cuanto a publicación, yo publicaré cada semana-semana y media. Lo máximo sería dos semanas si los exámenes me agobian mucho :c

Creo que los aburro. Hjdshafj Les prometo que no soy muy parlanchina usualmente, pero ahora estoy emocionada por el fic :)))

Espero que haya sido medio bueno lo que escribí, que les haya gustado, o que al menos sea tan malo que me manden un par de tomatazos, calabazazos o cualquier tipo de verdura, fruta o vegetal que tengan a mano (cactus no, por favor)

¡Mil gracias por leeeeer!

Besos,

c: