Katekyo Hitman Reborn! No me pertenece.


Idílico

Prólogo

Era un domingo de madrugada y Roma se alzaba tranquila y expectante, a la espera de un día no tan bullicioso. El sol que normalmente danzaba en lo alto del cielo, apenas daba indicios de querer aparecer. La ciudad brillaba gracias a las tenues luces de faroles y lámparas de calles pero, en esa zona alejada de la urbanización, todo estaba oscuro. Justo ahí se extendía la mansión –una de las tantas- de la familia con más renombre en el cruel mundo de la mafia, la Famiglia Vongola. La falta de luz se debía, primordialmente, a la cantidad de árboles perennes que rodeaban por protección a la casona y la mantenían oculta.

En el interior solo había silencio y un tenso aire cargado con el aroma de sangre y rosas. Ese peculiar aroma provenía de la masacre que tuvo lugar sólo unos minutos antes dejando cuerpos inertes por doquier y grandes charcos del líquido borgoña, tan similares a los pétalos del arreglo de flores que yacían dispersos por todo un corredor que, daba a una puerta, la puerta de la oficina del líder.

A Sawada Tsunayoshi la lámpara araña no llegaba a iluminarlo por completo, pero a él, estas luces a unos varios metros de altura lo hacían el centro de atención.

El Neo Vongola Primo no tenía intención de recriminarle por sus actos, porque sabía muy bien que antes de desplomarse sin vida, las palabras eran un gran esfuerzo que debería de prescindir para poder llegar a escucharlo. El chico no tenía prisa, después de todo, era dueño del mundo.

-Sabes, ha sido demasiado fácil -se mofó-. Quizás hasta más, pero qué va lo teníamos planeado hace meses, viejo.

Su sonrisa altanera fue reemplazada por una mueca que quizás demostraba lástima o quizás indulgencia por ese hombre que según había escuchado, fue obligado a ser la cabeza del grupo con más fama de asesinos en Italia siendo que él rechazó el puesto a primera instancia y que juró que destruiría su propia Famiglia por no querer aceptar el pecado que conllevaba generaciones atado a la historia de Vongola. Pero aún así se hizo líder. Aún así no hizo nada para cambiar la reputación ni limpiar su nombre. Aún así siguió siendo un débil.

Tsunayoshi apenas se mantenía de pie. La sangre que brotaba de su pecho, avanzaba lentamente para tocar el suelo como pequeñas gotas que explotaron al mínimo contacto. Sus orbes caramelo perdieron el brillo de la vida. Su piel se hizo pálida.

-Bueno ya que soy Dios… -comenzó a decir y luego carraspeó un poco para 'despertarlo'-. …en la próxima vida, las cosas serán como tú quieras ¿vale? Todos se merecen una segunda oportunidad. -y sonrió como si no fuera horrible lo que sus ojos captaban. Luego optó por abandonar la habitación y cuando la puerta estuvo entornada, Tsunayoshi se dejó caer exhausto. Entonces fue que también sonrió antes de suspirar con pesadez por última vez y bajar los párpados para no volver a abrirlos jamás.

¿Cómo sería su próxima vida?

¿Conocería a sus guardianes, a sus amigos, siquiera a su familia?

Como él quisiera ¿no?


Mini arco introductorio: Nuestra nueva vida.

Capítulo 1: Tres hojas de malva real.

Era lunes y eso significaba un día de clases largo y aburrido. Para colmo hacía frío, la lluvia pasajera hizo de las suyas al caer sin remordimiento sobre la ciudad de Namimori. Las calles estaban húmedas y resbalosas pero él se evitaría tomar la molestia de caminar a la escuela.

En una amplia colina, en lo más alto se encontraba la mansión de los Tokugawa. De pronto las rejas se abrieron y una limosina blanca salió sin mucha prisa. Sus vidrios eran oscuros y no permitían ver a la persona que viajaba en el coche, el joven empresario Tsunayoshi. Después de unos minutos recorriendo los paisajes aledaños, al fin entraron en la zona urbana, lugar donde se congregó una multitud de personas que esperaban por él. La limosina paró antes de lo normal, tenían una muchedumbre que no los dejaría pasar hasta que él saliera, pero no fue necesario.

-¡Queremos ver a Tsuna-sama! -gritaron eufóricas un grupo de chicas de secundaria pero fueron reducidas por la policía que estaba de 'paso' por ahí. Una de ellas se abrió paso a tientas mientras nadie la veía y aprovechó para acercarse hasta el auto pero unas rápidas esposas la retuvieron justo antes de cumplir su cometido-. ¡No es justo! -chilló molesta al tiempo que luchaba por liberarse inútilmente–. Hoy es el primer día de la semana y… quería ver a Tsuna-sama para que me trajera suerte. -confesó con voz rota, quizás así la policía sentiría pena por ella y la dejarían verlo.

Su captor también era una chica, tenía apenas 14 años, el cabello largo cobrizo juntado en una coleta alta y los ojos de un brillante tono miel. Iba vestida con un traje enterizo pegado al cuerpo de color azul oscuro con un cinturón negro, guantes sin dedos blancos y converse gris. Cabía destacar su gorra de policía colocada de lado y un anillo de platino y oro entrelazado que colgaba de una cadena atada en su cuello.

-Hay una cosa de la que te equivocas -dijo, ignorando por completo su farsa–. El domingo es el primer día de la semana. -concluyó luego de dejarla a unos compañeros que tenían controlado el tráfico. Ella fue hasta la limo y se acercó a la ventana, ésta bajó dejando a la vista a un hermoso adolescente, con el cabello castaño avellana desafiando la gravedad y los ojos de un caramelo claro, él sonriendo le habló.

-Muchas gracias por su esfuerzo, teniente Sasagawa. ¿Nos vemos en la escuela? -preguntó de mera casualidad cuando la saludó con una seña típica de dos dedos en la sien.

-Bueno, Ceo Tokugawa. -saludó ella también y luego al ver que su compañero se iba, gritó-. ¡Llevaré a alguien!

El chico captó el mensaje aún con todo el parloteo de todas esas personas que lo idolatraban, usó el levanta vidrios y dio la orden a su chofer que acelerara sólo para perder de vista a esos individuos. No lo molestaban ni le hacían sentir como si fuera lo más, él sólo quería comenzar, por una vez, un lunes tranquilo.

Tsuna bajó del coche y se arregló el traje carísimo que traía puesto, despidió a su chofer –quién le abría la puerta así como cerraba donde quisiera que fueran- y entró a la escuela, sin toparse con nadie que le causara problemas. La escuela era un edificio majestuoso, contaba con tres plantas y ocupaba varias hectáreas de terreno. El recibidor era un lugar que ostentaba lujo en cada esquina. Desde mesas de vidrio con finos jarrones hasta cortinas de terciopelo con grabados hechos con hilo de oro, era todo un orgullo. Tsuna se dispuso a llegar a su salón, dobló algún que otro recodo y deslizó la primera puerta de entre tantas otras que había por un pasillo muy bien iluminado.

-¡Maestro Tsuna! -los niños que hace un momento jugaban con bloques de construcción y otros juguetes, dejaron esas cosas y se arrinconaron alrededor del joven. Todos estaban felices de volverlo a ver luego de tanto tiempo, Tsuna se agachó para estar a su altura y abrazó a los infantes, a los que tenía más cerca obvio, eran demasiados.

-¿Se portaron bien con la señorita Miura?

-Sí. -dijeron al unísono y algunos fueron a buscar-alabar-abrazar-mordisquear unos peluches muy tiernos con forma de animales, seguro obras de la maestra suplente Haru. Los niños tuvieron hora de recreación mientras su maestro hojeaba (o algo parecido) las acciones de su empresa que un ordenador le facilitaba. Nada había cambiado, estaban en lo alto de la ola dentro del comercio exterior y compañías farmacéuticas hacía más de un año, justo cuando él se hizo presidente.

-La señorita Miura cose muy bien. -Tsuna escuchó a sus peques alumnos hablando de la pelicafé y sólo se limitó a sonreír, ella era una experta en agujas que mataría al primero que osara lastimar a un ser querido. Glup, tragó duro, ese no era un muy buen motivo para sonreír.

-Escuché que tiene una relationship con Yamamoto-sensei. -Bueno… si sabía qué tan rápido Haru perdía el interés en los chicos, mejor le hubiera correspondido cuando todavía 'eso' no había pasado. Ahora estaba solo y a pesar de ser el soltero más codiciado, no era feliz en su estado de individualidad.

Dos horas después, ente chequeos de las tareas y revisión de los planos para un nuevo centro de exportación, tocó el timbre de cambio de profesor y de paso, hora de volver al trabajo. Saludó a los niños con un fuerte abrazo –rápido- a cada uno *Los veré mañana…si Dios quiere* y salió del salón. Afuera, muy puntual, se encontraba Hayato Gokudera, el profesor de música y dueño de las siguientes 1 hora con 30 minutos. Tsuna pasó de largo al italiano de ceño fruncido sin respirar y una vez lejos, se tranquilizó inhalando y exhalando como en los ejercicios anti estrés.

El peliplata no le resultaba para nada aceptable, por los accesorios personales que usaba –y que estaban fuera del reglamento-, su actitud pandillera que demostraba por qué siempre terminaba en la comisaría y su relación con Kyōko Sasagawa; esta última quizás era la razón detonante. La teniente eligió al de ojos verdes y no a él y ahora lo veía como un simple amigo fuera del trabajo, o un VIP que debía respaldar en los eventos privados y/o públicos… y ese fue el primer –gran- fracaso de toda su vida, *El TAN aclamado Tsunayoshi Tokugawa no puede conseguir novia* pensó frustrado. *Pero se casará a la fuerza cuando cumpla la mayoría de edad* pensó con mucha ironía aunque, era cierto que en 3 años él tendría ya los 18 y se casaría con alguna 'dama' de buena familia y sería obligado a tener hijos –seguro unos pobres infelices- y la empresa cruzaría el océano y se expandiría hasta el infinito y…

-Ceo Tokugawa. -llamó sacándolo de sus estresantes pensamientos. Era Kyōko, su ex amor de toda la vida que ahora abogaba a un delincuente (según él)-. ¿El profesor Hayato se encuentra con los niños? -preguntó en un tono neutro que Tsuna sabe, ella solo usa cuando está en la escuela, está de servicio o cuando habla con él (luego, claro, de lo que pasó).

-Sí. -respondió tajante pero esa no era su intención–. Digo, sí, se encuentra en el salón -dijo nervioso mientras se rascaba la nuca y le sonreía de forma poco verosímil–. Me tengo que ir, jeje. Que tenga… buenos días teniente Kyōko. -estuvo a punto de salir cuando escuchó de ella un *es Sasagawa, no Kyōko* bastante alegre pero contrario a ella, se volvió para sonreírle triste y, marcharse por la puerta de entrada.

-Momento de distenderse.

Continuará


Este capítulo será editado como el siguiente, perdonar. 19/02