—No llores mi amor— le susurro ella mientras su delicados dedos acariciaban por última vez su mejilla, trazando suavemente el camino que sus bigotes marcaban, los bigotes con los que a ella tanto le gustaba jugar —Toda va estar bien— su sonrisa era la más grande que había visto, incluso ante esta adversidad nada parecía desmoronarla —Se feliz…— susurro arrastrando las últimas palabras encerrándolo en un abrazo cada vez más suave, cada vez más fría, con sus fuerzas desvaneciéndose con cada segundo que pasaba.
—No me dejes… no lo hagas por favor—rogo el a sus oídos —No soy tan fuerte— sus lágrimas comenzaban a caer a montones empapando la camisa de la chica con algo más que sangre —No puedo perderte a ti también—bajo su mirada en dirección de sus manos, al pequeño bulto entre ellas, bulto que estaba cubierto en telas de sangre.
—No llores— le dijo con aquella convicción, aceptando su destino sabiendo muy bien que de esta no podría escapar —Te amo, siempre te he amado— fueron sus últimas palabras dichas con la sonrisa más grande que le había visto, dejando caer sus mano, cualquier signo de vida en su delicado cuerpo había cesado por completo.
"Siempre te amare" pensó el sabiendo que había perdido la batalla, les había fallado y lo que más dolía era que los había perdido a los dos, sus dos personas más preciadas, el primero el amor de su vida su razón de ser y el segundo su primogénito, su pequeño niño que no será capaz de cumplir su primer día de vida, nunca.
—Espérame, no tardare en unirme— prometió en un susurro sabiendo muy bien que no estaba escuchándole, acaricio suavemente un mechón de pelo que cubría su todavía tibio rostro, sintiendo las heridas en su cuerpo "cuida de ella campeón" pensó colocando el bulto que cubría el cuerpo de su niño entre los brazos de su difunta madre tengo que acabar con alguien.
Recuérdame
Capítulo 1
"Despertar"
La primera vez que tuvo conciencia intento levantarse, fallando en rotundamente.
Tranquilo le susurro una voz empujándolo suavemente obligando que recostara la espalda contra el suave alivio que parecía esparcirse por todo su cuerpo solo fue una pesadilla le repitió la voz, calmándolo con su cálido tono de voz acurrucándolo con la seguridad que parecía emanar, suaves caricias confrontaban su dolor un suave calor comenzó a expandirse por su abdomen, aliviando el terrible dolor del que apenas se había percatado gracias intento decir pero las palabras parecían no querer escapar de su boca, sus ojos reusaban a abrirse y su cuerpo se negaba a responderle, intento reunir sus fuerzas deseando alcanzar la voz, saber que estaba ahí que no era su mente imaginándola, intento alcanzarla solo para ser detenido a mitad de camino, nuevamente una calidez parecía expandirse Debes descansar le ordeno la voz asegurándolo en la comodidad, dejándolo en su soledad, alejándose y con ella la calidez que la acompañaba, dejandolo ahogar de nuevo en esa oscuridad, esa oscuridad que solo traía dolor, mucho dolor.
Cada vez que escucha la voz la oscuridad parecía desvanecerse, las pesadillas se calmaban pero nunca dejaban de ocupar su mente, imágenes, incidentes, destellos de batallas lejanas, voces que no podía recordar, de un mundo envuelto en fuego y sangre, de sufrimiento y dolor, solamente dolor pero las voz podía ahuyentarlas con sus suaves melodías, canciones que alivian su espíritu, cada vez que sentía su presencia a su lado todo parecía más cálido, su mente parecía aliviarse, pero con el pasar del tiempo la voz se volvía a ir y cada una de sus visitas parecían tan alejadas como una eternidad.
La segunda vez que pudo retomar conciencia plena su cuerpo parecía responder ante sus pedidos, lentamente abrió los ojos al mundo siendo su sentido inundado por la claridad sus ojos al parecer debían de tener tiempo sin ver algún tipo de luz, antes de poder terminar de abrirlos tuvo que volver a cerrarlos sabiendo que sería inútil forzarlos.
Luego de pasar un par de segundos ajustando su visión, comenzó a chequear el lugar en el que estaba, claramente estaba en alguna clase de sótano si su vista no le engañaba, un frio piso de piedra cubría el lugar, aunque estaba muy poco iluminado pudo distinguir a la lejanía un par de mesas de madera apilas una sobre la otra mientras una decena de cajas de madera adornaban las paredes adyacentes siendo acompañadas por un largo grupo de sillas, la pared donde estaba su cama estaba cubierta por una larga pizarra que alojaba entre sus estantes diferentes alimentos preservados así como diferentes ingredientes, especias e implementos de cocina, por lo visto el sótano funcionaba como un almacén de algún tipo por lo cual debía estar en alguna clase de establecimiento.
—Urgg—dejo escapar por lo bajo, sintiendo un fuerte dolor desgarrar su abdomen, con sumo cuidado de no moverse más de lo debido bajo la mirada hacia la zona del dolor sorprendiéndose al ver su todo su torso cubierto en vendas "¿Qué me sucedió?" pensó intentando recordar como había llegado a ese lugar solo para darse de cuenta que su memoria estaba en blanco, intento recordar su nombre y nuevamente el vacío fue su respuesta, tomo una gran bocanada de aire ignorando el dolor al sentir sus nervios acelerarse "Calma" se repetía para sus adentros intentando calmarse, nuevamente intento recordar su nombre y nuevamente nada parecía venir a su mente, algo estaba mal muy mal.
Armándose de valor y al mismo tiempo de fuerza e ignorando todas las alarmas que su cuerpo parecía gritarle intento levantarse de la cama solo para ser detenido a mitad del recorrido al sentir como sus piernas fallaban y dejaban caer todo su cuerpo contra el duro piso.
— ¡Maldición!— grito al aire al sentir todo su cuerpo gritar en dolor ante la fuerza del golpe, chequeando rápidamente su cuerpo noto un par de manchas de sangre comenzar a formarse y expandirse en las vendas que cubría su torso, el golpe debió de abrir un par de heridas o eso suponía, pero su mayor duda era de donde provenían esas heridas.
Buscando algo con lo que apoyarse para levantarse noto la pequeña mesa de noche que había pasado por alto a un lado de su cama, levantándose con dificultad y tomando varios respiro en el camino pudo volverse a poner de pie apoyando la mayoría de su cuerpo en la mesita, notando en ella una lámpara de mesa, un vaso limpio a su lado un jarrón lleno de agua un par de medicamentos que no puedo reconocer, un par de vendas limpias, alcohol y algodón seguramente para sus heridas, dejando a un lado la mesa comenzó a avanzar hacia las escaleras que no estaban muy lejos, apoyándose en la pared sintiendo el frio que emitían , dio sus primeros pasos tímidos sintiendo el esfuerzo que le costaba dar cada uno. "Vamos" se animó caminando con paso firme pero cuidándose para no repetir otra caída.
"Qué diablos me paso" se dijo claramente molesto con el estado de su cuerpo, cada paso era como escalar una montaña, cada segundo que pasaba el dolor en su cuerpo aumentaba como también lo hacia las manchas de sangre en las vendas, apurando el paso pudo llegar a a la entrada del lugar solo para maldecir nuevamente al ver que el resto de camino antes de la puerta era unas escaleras las cuales él podía jurar comenzaron a burlarse apenas lo vieron sabiendo muy bien que subirlas sería un infierno —Te odio— maldijo entre dientes a nadie en particular o tal vez a la persona que puso esa escalares, decidiendo descansar un momento para recuperar sus fuerzas paso su mirada a sus alrededor notando mejor el lugar, detectando a pocos pasos un espejo reposando en una de las cajas de madera acercándose a él pudo ver su reflejo mirándolo directamente.
Un hombre de pelo amarillo corto en punta le devolvía la mirada, un par de ojos azules claros como el cielo miraban interesado, tres marcas como bigotes adornaban cada uno de las mejillas dándole un toque felino a su rostro, terminando con una barbilla cincelada y cuadrada mostrando claramente que no era más un niño además de decorar una barba insípida en crecimiento.
— ¿Este soy yo?— susurro sin poder creer lo que sus ojos veían, sintiendo como si esta fuera la primera que veía su rostro —¿Por qué no puedo acordarme como lucia?— dijo tomando el espejo con ambas manos acercándolo a su cara, sintiendo un vacío formarse en su estómago al no poder recordar nada, la sola idea de no saber quién era lo aterraba —¿Quién soy?— le rogo al espejo esperando que este pudiera brindarle algún tipo de respuesta, solo para ser decepcionado al no recibir ninguna.
"Era de esperar" se dijo colocando el espejo en su lugar dándose cuenta de una cicatriz en su rostro que había pasado por alto, mostrando un color rosa indicando que era muy reciente, cruzar su ojo izquierdo "¿de qué será?" se preguntó anotando la duda mentalmente para después, con su mano derecha intento seguir el camino de su cicatriz solo para llevarse la sorpresa de que su mano nunca llego, viendo como a esta le faltaba la mitad inferior del brazo.
— ¡Ahhh!— grito el asustado al ver como la mitad de su brazo no estaba, comenzando a entrar en pánico salió apresurado en dirección de las escaleras, indiferente del dolor comenzó a luchar contra los escalones subiéndolos como podía urgido de respuesta ante lo que estaba pasando.
"¡Vamos!" se gritó, intentando ganar la batalla interna, luego de un par de minutos logro llegar a la puerta, sudando, cansado y muy adolorido —esto fue una muy mala idea— dijo sintiendo el insoportable dolor y la humedad que cubría su abdomen señalando claramente que algo está mal con lo que estaba cubriendo la vendas.
Con lo último de sus fuerzas logro forzar la puerta dándole vista a una total sorpresa.
—Ven acá idiota.
Fue el grito que lo recibió, lo que espera que hubiera sido algo calmado y sereno como un tienda o establecimiento, incluso una enfermería en realidad era todo lo contrario, un mar de personas, mesas, sillas y prendas de vestir se encontraban en lo que el suponía era una guerra a gran escala o eso parecía, todo el mundo contra todo el mundo. Golpes, patadas, e insultos era lo que la mayoría se repartía entre sí, pero lo más sorprende era la sonrisa que todos parecían mostrar en sus rostros.
—Wow— dijo con un silbido viendo el desastre que era el lugar, notando que debía de estar en una clase de salón de comer o bar, ya que en frente una barra se podía ver así como distintos brebajes que el presumían eran alcohólicos en su mayoría, mientras una chica espalda a el la cual no podía distinguir muy bien estaba detrás de la barra observando la batalla campal que se desarrollaba.
Reconociendo que esa era la única persona la cual podría ayudarlo ya que era la única no envuelta directamente en la lucha — ¡Hey tú!— intento llamar su atención pero el ruido del lugar no dejaba que ella la escuchara con su débil voz "no puede oírme" concluyo, comenzó a caminar en dirección de ella solo para caer nuevamente al suelo habiendo perdido el apoyo de la pared, por lo menos esta vez el piso era de madera.
— ¿Pero qué fu…— Intento decir la chica dándose vuelta en su dirección, congelándose en su lugar al ver el estado en que él se encontraba —Tu no debes estar aquí— pudo escuchar claramente la chica lo reconocia mientras una mano cubría su boca ante la sorpresa, recobrándose rápidamente salió en su dirección.
Delante de el una muy hermosa chica lo observaba, una delicada cara, pelo blanco como la nieve tan largo que llegaba hasta el final de su espalda mientras dos grandes mechones cubrían los laterales de su rostro mientras una cola recogía el mechón del frente hacia arriba le daba un aspecto muy peculiar, ojos azules como el cielo lo más grandes ojos azules que había visto lo miraban con mucha preocupación terminando con una pequeña nariz.
—¿Quién eres?— logro decir el entre los gemidos de dolor, grabando el aspecto de la chica.
— ¡Oh no tus heridas se volvieron a abrir!— dijo alarmada observando las manchas de sangre en las vendas, esto le permito reconocer la voz como la de la última vez, esta chica era la calidez que parecía calmar sus pesadillas, el bálsamo que aliviaba sus dolores.
— ¡Eres tu— dijo el llamando la atención de la chica interrumpiendo sus pensamientos que giro a verlo a los ojos extrañada —tu eres la voz— susurro el más calmado sintiéndose seguro ante su presencia, levanto su mano izquierda deseoso de poder tocarla de sentir que era real que su mente no la había inventado para escapar del dolor y las pesadillas —gracias— susurro acariciando la mejilla de la chica sintiendo la calidez que había extrañado intentando trasmitir todo su agradecimiento en ese simple gesto, algo que la chica no esperaba recibir si sus mejillas sonrojadas eran algún indicativo.
Ello solo lo observo sin murmurar palabra alguna. Su cuerpo ya sintiendo el cansancio pasar factura gracias a su pequeña escapada comenzó a fallarle, sus miembro parecían no responderle nuevamente quejándose del dolor, sus ojos pesados comenzaron a cerrarse y el no pudo más que dejarse llevar por la ola de sueño que pareció invadirlo lo último que pudo recordar con los ojos entre abierto fue la chica girar gritando.
— ¡Maestro ayuda!
Recuérdame
Capítulo 1
Fin
