Disclaimer: Todo esto no me pertenece, si no a la genial J.K. Rowling.

Este fic participa del reto especial "Olores de Amortentia" del foro "Amor de Tercera Generación"


De combinaciones explosivas

-Rosas-


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Fred asomó la nariz discretamente para inspirar el vaporoso olor del caldero. Frunció el ceño primero, como sorprendido y curioso, y luego lo hizo de nuevo frunciendo la nariz con placer. Parecía gustarle lo que olía.

James arqueó una ceja divertido.

¿Qué estaría oliendo su primo? Era la primera vez que eran expuestos a la Amortentia, aunque aún estaban en quinto y era algo para sexto, pero el profesor había decidido hacer una excepción porque eran los mejores alumnos que podía tener, dignos hijos de sus padres (citaba sus palabras), y porque estaban cerca de San Valentín, algo que había puesto las hormonas en revolución. Suponía que era un placer discreto para el profesor de pociones volverlos locos con las incógnitas que surgirían después de que cada uno oliera los aromas que identificaban a las personas que les atraían.

Aguantó la risa y fingió tomar apuntes mientras todos (especialmente las chicas) miraban idiotizados el vapor en forma de espiral que ascendía de cada caldero que hervía a fuego lento. James no tenía ningún motivo para idiotizarse como todos, él sabía muy bien quien le atraía.

Aunque en ese momento lamentablemente no estaba con él, pero sabía que Ravenclaw seguro también llevaría esa clase especial. Esperaba que Mariet oliera a algo que le identificase a él.

Sonrió ladino solo de pensar en eso y copió las iniciales de su nombre en el pergamino vacío.

M.W.

— ¿Y bien? —le dijo Fred después de unos minutos mientras el profesor Sulghor explicaba los peligros de aquella aparentemente inocente poción.

— ¿Y bien qué? —preguntó James mirando en dirección a donde Dominique seguía oliendo el vapor de su propio caldero con disgusto, como si quisiera obligar a la poción a oler de otra manera.

— ¿Qué aroma sientes? —preguntó Fred rodando los ojos.

—Es Mariet —aseguró James sin preocuparse por la poción —. ¿Para qué quiero confirmar algo incuestionable?

—Para saber si algo te espera a la vuelta de la esquina, primo —respondió él burlón —. ¿De verdad piensas esclavizarte a una sola mujer?

—Ah, no me digas —James le retó — ¿Tu no?

—Por supuesto que no.

—Me pregunto qué opinará Juliana de esto.

—Me pregunto si de verdad tienes tanto miedo.

Se observaron a los ojos con desafío.

—No tengo miedo —dijo James con seguridad.

—Demuéstralo —Fred arqueó una ceja señalando el caldero de su mesa. — ¿O piensas que tu amorcito no será Mariet Windsor?

—Mariet y yo estamos hechos el uno para el otro. Solo que ella no lo sabe aún —dijo con aire sabihondo pero aceptó.

Se inclinó sobre la mesa y rodando los ojos se dejó seducir por el suave y atrayente aroma que penetró sus sentidos. Se embobó un segundo mientras el olor le traía a la mente una nostalgia y un extraño instinto.

Se sentó y ladeó la cabeza.

— ¿Qué es?

—Rosas, lirios —nombró extrañado y formando una sonrisa divertida — y…gasolina.

— ¿Gasolina? —repitió Fred antes de romper en carcajadas.

El profesor se detuvo un momento en su charla acerca de las combinaciones de los olores de acuerdo a la persona y los miró de hito en hito, divertido.

— ¿Algo que comentar, Señor Weasley?

—Solo una cosa, señor —dijo su primo conteniendo apenas la risa — algunas combinaciones son…explosivas.

Al profesor le brillaron los ojos cuando le miró.

—Supongo que esas combinaciones son peligrosas, hay que tener cuidado…Señor Potter.

Todos rieron.

—No hay diversión sin peligro, Señor —contestó guiñando un ojo a todas las chicas que suspiraron entusiasmadas y sonrojadas.

—No, sin duda, no. Bueno, continuemos, como bien he dicho la poción…

—Sin duda es una fiera —dijo Fred en voz baja sin quitar la sonrisa burlona —, mira que oler gasolina.

—Que quieres, es digna de mí —dijo vanidoso —. Tiene que ser la mejor, la más fuerte y la más…

—…desquiciada, si quieres mi opinión. No sé cómo te las arreglarás si huele así para ti.

James se encogió de hombros.

—Los otros olores son más…calmados, así que es un buen equilibrio —En realidad lejos de atormentarse por eso, James se sentía a más a gusto por lo que había percibido en aquel penetrante aroma. Sabía que la dueña de sus pensamientos era también la dueña de aquella combinación tan certeramente bizarra.

Y de hecho cuando terminó la clase se lo expuso a la aludida.

Mariet le miró como si fuese un bicho, pero él sonrió encantador.

—Es el destino, no lo niegues, Windsor. Tu yo para la eternidad y todas esas cosas. Es más, Mariet Potter suena fenomenal. Sin duda mi apellido es genial.

La pelirroja le fulminó con la mirada aunque su grupito de amigas reía tontamente detrás de sus libros. James se pasó la mano por el cabello y le pidió otra cita.

— ¿Quieres que te lo escriba en un pergamino, Potter? —siseó con voz iracunda — ¡No! ¡N-O!

— ¿Y qué tal un sí? ¿Una S y una I?

— ¡No saldría contigo jamás ni aunque mi vida dependiese de eso! —chilló roja de rabia antes de irse mascullando insultos a diestra y siniestra.

James sonrió satisfecho mientras la veía irse furiosa. Percibió claramente el suave aroma a rosas que emanaba su cabello rojo oscuro. El peinado pulcro, alto y bien sujeto que no dejaba escapar ni un solo rizo (nada que ver con su hermana) estaba impregnado del seductor aroma.

—Rosas —dijo con una sonrisa boba.

—Shampoo de rosas de hecho —dijo una de las amigas de Mariet dejando escapar una risita tonta —. Mariet y Rosiet usan Shampoo de rosas, su tía les compra frascos para cada una de ese aroma, Mariet no los dijo —le informó sonrojándose cuando la miró.

Después corrieron tras Mariet y se perdieron entre la multitud de alumnos que iban hacia el Gran Comedor.

Su sonrisa se ensanchó.

—Excelente. Shampoo de rosas.

Windsor no iba a poder seguir negando por mucho tiempo el destino. De eso James se encargaría ya luego.