Capítulo I: Regreso
El fuego seguía ardiendo, había estado mirando la llama desde hacia una eternidad, parecía como si nunca fuera extinguirse, había veces en que tenía la impresión de que por fin iba a desaparecer y dejaría toda la cueva a oscuras, cosa que le daba algo de pánico… cualquier paso que diera en falso podría costarle la vida. Y seguía viendo, sin parpadear. Volvió a sentir como una piedra caía al vacío, esperaba escuchar algo… pero nada, era como si la caída jamás terminara.
Estaba en una especie de cueva, en el borde de un abismo y al frente tenía lo único que alumbraba el lugar. Parecía una cámara extra por la que no podía ni subir ni bajar, ni entrar ni salir, y aún así él estaba allí. Había un pilar enorme en el medio y en la parte superior ardía un fuego de color dorado.
Él quería saltar y verlo más de cerca, pero tan pronto miraba hacia abajo se arrepentía. Tampoco tenía varita para atraerla ni una escoba para volar, era tan imposible acercarse como lo era salir de ahí, así que se dejó caer al suelo. Y así siguieron pasando los interminables minutos. Se preguntaba hasta cuándo iba a estar metido ahí sin que nadie se diera cuenta de su ausencia.
Entonces oyó un estallido no muy lejos de donde estaba, por unos momentos se alegró por que pensó que estaban buscándolo, pero estaba muy equivocado.
Se echó hacia atrás lo más rápido que pudo para no caer, la orilla se despedazaba abruptamente, las rocas se desprendían y caían al abismo, pero tampoco se oía su golpe contra el suelo… nada.
Albus Potter abrió los ojos esa mañana con una extraña sensación, tenía deseos de aventura… algo se había despertado en él. Había algo nuevo ese año, tenía la impresión de que cosas importantes pasarían. Eso, pensó, era lo que lo estaba poniendo tan deseoso de volver a Hogwarts. ¿Qué cosas importantes, qué era lo que pasaría? La intriga hizo que su estómago se contrajera de la emoción.
Sus ojos divagaron un tiempo en el techo de su habitación color verde crema (¿Cómo no? Si le hace juego con sus ojos verde brillantes) y luego miró el reloj en la mesita de noche en el lado derecho de su cama. Anunciaba las 09:55 AM, su rostro perdió su expresión relajada, y casi al instante se levantó de un salto de la cama y dio tres zancadas hasta la silla dónde había dejado un lote de ropa para ese día y luego salió rápidamente (Casi corriendo) de la habitación. Sabía que si no se apresuraba James le ganaría el baño (Estaba seguro que sería James porque Lily siempre se levantaba más temprano para cultivar el pequeño jardín que tenía escondido en la casa y que ni sus padres sabían que existía, o al menos los tres hermanos creían eso) y después tendría que esperar que él terminara de darse su muy larga ducha para que él pudiera si quiera mirar la llave del lavabo.
-¡lento!-escuchó que decían a su lado, el cuerpo de su hermano le tapó el camino y aunque intentaba adelantarlo él era más rápido y se lo impedía, a veces se lamentaba esto una y otra vez, era el más rápido en el aire, pero algo lento en tierra.
Hubo un portazo y Albus se quedó parado frente a la puerta del baño diciendo una que otra palabrota en voz baja.
-¡iba yo, James!-se quejó levantando la voz.
-eres lento-le respondieron desde dentro.
-¡era mi turno!-volvió a quejarse. Albus era un chico bastante apuesto, muy parecido a su padre, Harry Potter, tenía los ojos verde brillantes como él, pero estos no estaban ocultos tras unos anteojos, y a pesar de su gran parecido, él estaba mucho mejor alimentado de lo que lo estaba su padre a su edad y se notaba, aunque fuera un poco, que era un poco más alto que él cuando tenía quince años. Y a veces se enojaba con facilidad, especialmente si su hermano James lo pasaba a llevar, como ahora.
Pateó la puerta al escuchar el agua de la ducha correr y bajó las escaleras gruñendo maldiciones a su hermano mayor como si se fuera a acabar el mundo.
Entró a la cocina, allí estaban tres personas más un viejo elfo domestico. Su padre, su madre y su hermanita ya estaban vestidos y tomaban el desayuno. Kreacher daba vueltas, con unos guantes y un delantal de cocina, frente al horno, que de seguro le había dicho su padre que se comprara para que no ensuciara su ropa habitual, ahora visiblemente limpia y bien cuidada.
-¡amo Albus!-dijo al verlo-¡buenos días, señor, siéntese!-le decía. Albus le sonrió e hizo lo que pedía.
-buenos días para ti también-le dijo al terminar de acomodarse, dejando la ropa a un lado.
-¿volviste a perder, verdad?-dijo Lily, que ya contaba con trece años de edad. Albus soltó una especie de gruñido a la pregunta.
-tranquilo, Al, es solo un baño, no te alteres-decía su madre con esa típica sonrisa conciliadora.
-supongo-dijo.
Harry posó los ojos en su hijo, que ya había empezado a comer. Estaba algo inquieto, esa mañana se había despertado con un mal presentimiento, de esos que, desde la caída de Lord Voldemort, no había tenido. Era su hijo el que le preocupaba, tan solo verlo entrar le había provocado un dolor inexplicable en el corazón… como advirtiéndole que no lo dejara solo por ningún motivo.
-¿te pasa algo, papá?-Albus le devolvía la mirada, desconcertado, y con la cuchara a medio camino de su boca. Lily también lo miraba, con una ceja en alto y Ginny entrecerró los ojos como diciéndole 'te preocupa algo ¿cierto?'.
-no sucede nada, Al-contestó con simpleza mientras volvía a fijarse en su tasa de café.
Kreacher dejó un instante sus idas y venidas frente al horno y se dirigió presuroso a donde su amo y dijo:
-¿se le ofrece algo, amo?-preguntó-Kreacher puede ayudar si el amo necesita alguna cosa-decía. Harry lo miró un instante y le sonrió, había aprendido a convivir con ese bribón, de hecho, le ayudaba bastante y lograba que su trabajo fuera menos estresante de lo que ya era. Kreacher se había convertido en una especie de mano derecha en la casa, tanto para sus hijos como para Ginny y él, y de cierta manera se lo agradecía. Y todo había cambiado por un simple relicario que el elfo aún llevaba colgado por el cuello.
-estoy bien Kreacher, no te preocupes-parecía como si las asperezas entre ambos hubieran desaparecido-hazme un favor y dile a James que salga de la ducha y que baje a desayunar-
-como ordene, amo Harry-Kreacher hizo una reverencia exagerada, hasta el punto que su nariz se aplastaba contra el suelo y luego volvió a enderezarse y se esfumó haciendo un estruendo y luego otro cuando apareció escaleras arriba.
-huele rico-decía Lily, ella amaba cuando Kreacher cocinaba galletas.
-ya casi están listas, pero solo se los llevaran de merienda si están tibias para cuando salgamos-advirtió Ginny dulcemente
-¡señor James, señor!-escucharon que Kreacher llamaba desde arriba-¡baje, señor, lo esperan!-
-¡ya salgo, Kreacher!-le respondió James. Segundos después se escuchó que el agua dejaba de caer.
Albus volvió a centrarse en su desayuno, tomó una tarta de melaza que había en el centro de la mesa y comió un pedazo.
Harry volvió a sentir como su corazón se oprimía. Ginny lo tomó de una mano tratando de entender que sucedía.
-¿te sientes bien, querido?-le dijo bajo, pero audible para él, para que los niños no escucharan.
-absolutamente-le contestó de igual forma, dispuesto a no revelar su temor no infundado.
Dos estallidos más y Kreacher apareció de nuevo en la cocina, frente al horno.
-el niño James ya baja, señor-le informó a Harry y volvió hacer una reverencia exagerada, luego tronó los dedos, el fuego que había debajo del horno se apagó al instante, y lo abrió para sacar las galletas recién hechas.
James entró a la cocina secándose el cabello con una toalla que terminó sobre la cabeza de Albus.
-¡James!-dijo mientras se quitaba la toalla de enzima. Y se terminó su desayuno.
-hola ma', hola pa'- saludó mientras se sentaba a un lado de Lily, a quien desordenó el cabello (Como pensarán, James es el hermano cool).
-no fastidies, James-le advirtió su hermana.
-antes te gustaba que te desordenara el cabello-le reclamó intentando sonar dolido.
-¡no es cierto!-Lily se llevó la cuchara a la boca.
-James tómate el desayuno y no molestes-James se fijó en la mirada de su madre y sin decir ni una palabra más tomó su desayuno y comenzó a tragárselo, literalmente.
Albus se levantó de la mesa y fue a dejar su tasa al lavaplatos, suspiró.
-valla que tienes hambre-comentó Lily al ver el desastre que dejaba el mayor de los hermanos Potter al comer.
-James, compórtate, por favor-recalcó la madre-sabes, no estamos en un corral lleno de cerdos para que comas como lo estás haciendo-su voz sonaba severa.
-permiso-emitió débilmente y salió de la habitación, presuroso para ir a bañarse. Valla comienzo de día.
De camino a la estación todos conversaban animadamente mientras él miraba por la ventana u observaba a su padre dirigirle miradas por el espejo retrovisor. Sabía que se estaba preguntando el por qué de esa actitud tan repentinamente lejana, pero es que todo el ánimo con el que se había levanto esa mañana había desaparecido en el mismo momento en que vio a James cerrarle la puerta del baño en sus narices, en realidad tenía una pero ese no es el punto. Albus apoyó la frente en el vidrio de la puerta, observando con expresión aburrida el ir y venir de los autos y la gente. No había nada de interesante en su vida, el Quidditch era lo único que lo salvaba de sus recurrentes depresiones Post-James-Potter, definitivamente, su día se había fastidiado desde el momento en que se topó con su hermano. Tarde o temprano se iban a topar, después de todo viven bajo el mismo techo, a lo que se refería era a la forma del encuentro. Para nadie es agradable que te quiten el baño cuando es tu turno para usarlo ¿no? Es fastidioso. Necesitaba una snitch y su escoba, necesitaba volar un rato para despejar todo ese fastidio, pero un auto no era el lugar indicado para eso. Bueno, ya se le pasaría, era tan solo un enojo pasajero que desaparecería al ver a Rose y a Esc.
-¡Al!-lo zarandeó Lily.
-¿Qué?-atinó a decir.
-ya llegamos-el auto se había detenido. James y sus padres estaban sacando las maletas y las lechuzas. Lily y él eran los únicos sentados aún en sus puestos.
Le sonrió a su hermanita, tan radiante como siempre, pelirroja y con pequitas, la bebé de la familia. James y él se negaban a creer que su pequeña niña tuviera trece años y que ahora una montaña de chicos empezaría a fijarse en ella como una adolescente en todas sus reglas, ahora deberían estar más pendiente de ella. En eso ambos concordaban a la perfección, proteger a su hermana era su prioridad. Y siempre lo iba a ser, como hermanos mayores.
-¿Albus?-llamó ella ahora con una ceja alzada, extrañada.
-nada, Lils, no pasa nada-dijo él con una sonrisa relajada. La presencia de su hermana lo tranquilizaba, le hacía olvidar los malos momentos.
Si, es cierto y ahora ser acordaba. Lily también lo ayudaba a sacarse ese aire fastidiado. Albus empujó levemente a la Lily quién le sonrió de medio lado antes de ir hacia la salida. Por otra parte, él quitó el seguro de la puerta y salió del auto por su lado. Asegurándose de dejar bien cerrada la puerta cuando la puso devuelta en su sitio. Se estiró un poco y fue a ayudar a cargar los carros (Que traía James) ante la mirada extrañada de muchos Muggles que miraban principalmente a las lechuzas alborotadas sobre los baúles.
Albus entrecerró sus ojos un poco más para poder ver entre la humareda del andén, iba con su carrito enfrente y a su lado iban James y Lily empujando otros con sus respectivas lechuzas alborotadas, quizá enojadas, por todo el ajetreo. Albus miró hacia atrás, sus padres venían unos metros más alejados que ellos y parecían buscar a alguien.
-¡Al!-gritaron, era una voz conocida para él así que buscó con la mirada a esa personita que conocía tan bien.
-¡Rosie!-le contestó al verla y se detuvo en seco. Ésta vez abrió y cerró la boca varias veces antes de hablar-te cortaste el cabello-le dijo mientras veía con incredulidad a su prima. Rose Weasley era pelirroja, con ojos azules y piel blanca y con los pómulos llenos de pequeñas, y casi invisibles, pecas. Rose siempre había llevado el cabello largo y tomado en una trenza y había jurado jamás cortarse el cabello porque le gustaba largo, pero parecía haberse contradicho porque ahora el largo de su cabello no pasaba sus hombros-¿Qué te dio por cortártelo? Dijiste que te gustaba largo-alzó una ceja.
-te vez bien, Rosie-habló Lily que había dejado su carrito de lado y la inspeccionaba como a una muñeca.
-gracias-contestó suavemente-le pedí a mamá que me lo cortara, quería probar algo nuevo-contestó la pregunta de Al con una sonrisa de oreja a oreja.
-valla sorpresita…-atinó a decir James.
-¡Rosie, te has cortado el cabello!-esa era la voz de su madre. Albus miró hacia atrás nuevamente, sus padres estaban un paso más lejos que ellos.
-hola, tía Ginny-saludó.
-¿Dónde están tus padres y Hugo?-preguntó su padre que miraba de un lado a otro.
-más allá, estaban subiendo las cosas de Hugo y yo vine a buscarlos, mamá dijo que se estaban tardando demasiado-comentó y las mejillas se le tiñeron de rojo al decir la última frase. Su padre rió.
-¿eso dijo Hermione?-le preguntó-bueno, de todas formas tiene razón, salimos tarde hoy-comentó rascándose levemente la mejilla con un dedo.
-si… porque alguien se tardó mucho en el baño-James movió su cabeza y miró directamente a Albus.
-era mi turno después de todo-gruñó. Ahora volvía a enojarse. Frunció el ceño.
Estaba molesto, James era esto y era aquello… siempre lo molestaba, a veces se preguntaba si no tenía algo mejor que hacer que estar todo el tiempo diciéndole estupideces. No siempre peleaban, eso era cierto, pero odiaba la forma de ser de su hermano, lo quería, pero lo odiaba, a veces le daban ganas de estrujarlo y tirarlo contra la pared o darle una gran cantidad de pastillas vomitivas y otras de ayudarlo a hacer sus típicas bromas. Pero en ese preciso momento no le estaba cayendo nada bien, de hecho ese día estaba de muy mal humor, por lo menos hasta ese entonces lo estaba.
-¡Jimmy!-era Fred, su primo, de cabello oscuro, ojos claros y piel morena. Venía corriendo y llevaba en su mano derecha una pequeña caja de cartón.
-¡Eh, Freddy!-devolvió el saludo.
-ya habían tardado demasiado-dijo sonriente al llegar a su lado.
-es que alguien se quedó mucho tiempo bajo el agua-comentó. Albus lo miró, pero no dijo nada. No iba a caer en su jueguito de nuevo, no se iba a rebajar… no le iba a contestar, iba a ignorarlo, se repitió mientras volvía a fijarse en el resto de la gente que estaba apareciendo detrás de la cortina de humo que en ese instante se disipaba, aunque fuera un poco.
-Jimmy, mira…-decía Fred mientras alzaba la caja de cartón-es el nuevo invento de papá-agregó cuando le pasó la caja.
-¿Qué es?-preguntó con total interés. Broma era el tercer nombre de James (El segundo es Sirius).
-es una acromántula falsa, solo obedece a su dueño… se le da una orden y ¡ZAZ! Quedas envuelto en telaraña-decía mientras evitaba que James abriera la caja.
-así ¿eh?-
-no crece y tiene el tamaño de una tarántula. A Roxanne no le gustó que empapelara su pieza de telaraña-
-¿la vas a llevar a Hogwarts?-preguntó entusiasmado. Albus pudo ver que una expresión media maliciosa se formaba en su rostro y estaba seguro de que era por qué ya estaba planeando su primera broma para el año escolar.
-mamá me lo ha prohibido-contestó.
-de eso yo me encargo-le dijo por lo bajo.
-¡James Potter!-exclamó su madre-ya estás planeando algo… por las barbas de Merlín, un día de estos te van a expulsar, el año pasado armaste un desastre en el despacho del Director, no voy a permitir que armes más-dijo con severidad mientras apartaba con algo de brusquedad a su hijo y extendía la mano hacia Fred-Freddy, dámela-dijo con autoridad. James estaba algo inquieto, se le notaba, quizá porque sentía algo de remordimiento por lo que hizo el año pasado o… por simple miedo a Ginevra Potter. Fred se separó con algo de esfuerzo de su caja de cartón pero, cuando lo hizo, Ginny volvió a sonreír y a ser la misma madre radiante ante cualquier cosa.
-George estaría de acuerdo en que se la llevara-le comentó al oído mientras los demás estaban distraídos en el trayecto para encontrarse con el resto de la parentela.
-Harry…-le dijo en tono de reproche.
-admítelo, si estuviéramos aún en Hogwarts te hubiera encantado ver a esa cosa suelta por el castillo-sonrió.
-quizá-dijo con una sonrisa que la delataba.
-te conozco Ginevra Potter-le comentó mientras pasaba uno de sus brazos por su cintura.
-¡OH, por Merlín, ya empezaron!-se quejó Lily con embarazosa expresión mientras aceleraba el paso con la cara media roja.
-¡OH, Lily!-rió su madre.
Albus también se había sonrojado, no los había visto, pero tanto cuchicheo a su espalda lo ponía algo nervioso. Así que el también aceleró el paso junto a su prima. Alejándose de sus padres, de James y de Freddy que estaban tratando de pasar el incómodo momento contándose chistes.
Harry dejó de sonreír al ver cómo se alejaba, perdiéndose de vista entre la gente y el humo junto a su prima. Una nueva presión en su pecho, como si fuera a perderlo para siempre. Esa sensación que no había experimentado por tantos años estaba ahí de nuevo. En esa época, cuando estaban en guerra, su inseguridad era por el miedo de perder a sus seres queridos, especialmente a Ginny, a Ron y a Hermione. No era por menospreciar a los otros, que también ocupaban gran parte de su corazón y alma, pero ellos eran sus más cercanos. Dicho de otra forma, tenía miedo de perder a los que se convirtieron en su familia. Pero ahora, que estaban en tiempos de paz, no entendía por qué sentía tanto temor por el mediano de sus hijos, Albus, era inexplicable, pero sentía que no debía dejarlo partir esa vez, sentía que debía obligarlo a quedarse en casa con él y lejos de Hogwarts por alguna razón que no entendía.
¿Por qué?
-¡por fin!-exclamó tío Ron al verlos aparecer con los carritos. Aunque solo fueran tres los que hubieran llegado.
-¡hola!-saludó con tono animado. Tío Ron se acercó con una sonrisa, desordenando el cabello de Rose con cuidado.
-¡papá!-se quejó Rose con una sonrisa.
-¿Cómo te va, Al?-preguntó.
-bien, supongo, si no contamos a James-dijo mientras sacaba de encima de su baúl la jaula que contenía a su lechuza.
-ustedes no pueden parar de discutir-comentó Tío George, a quien le faltaba una oreja, y que subía con tía Angelina las cosas de Freddy al tren.
-quince años viviendo con él y todavía no me acostumbro-contestó con media sonrisa. Tía Hermione revoleó la varita y el baúl flotó por sobre el carrito hasta perderse dentro del tren.
-es normal entre hermanos, ¿verdad, Ronnie?-preguntó con burla tío George.
-sí, así es, Georgie-contestó de igual forma.
-por cierto, Al, ¿ya vieron la acromántula en miniatura?-preguntó con una sonrisa radiante.
-mamá se la quitó a Fred porque se dio cuenta de que estaban planeando algo-contestó.
-¿Ginny?-dijo él-ser madre se le subió a la cabeza-dijo mientras movía la cabeza de un lado a otro-cada vez se parece más a mamá-decía más para sí mismo.
-¿George, intentabas que James llevara esa cosa a Hogwarts?-preguntó tía Angelina con el ceño fruncido mientras levantaba a Roxanne en brazos. La pequeña de siete años, tenía el cabello negro, ojos oscuros como la noche y tez morena. La niña miraba con ansiedad la locomotora escarlata, todos sabían que añoraba ir a Hogwarts, ella era la más pequeña de la familia, la más pequeña de los primos. En orden temporal de mayor a menor, Victorie, Dominique, Louis (Que eran los hijos de tío Bill y tía Fleur. Victorie era la más bonita de los tres, con el cabello rubio y ojos azules, Dominique tenía el cabello rojo llameante y los ojos iguales a los de su hermana; es menor que ella por un año; y Louis, el menor de los tres, era dos años menor que Victorie y también era pelirrojo y de ojos azules), Molly y Lucy (Hijos de tíos Percy y tía Audrey, Molly tiene el cabello ondulado y rojo, con ojos cafés, es la mayor de las dos y salió de Hogwarts hace tres años, y Lucy, quién salió de Hogwarts hace un año, tiene el cabello liso y castaño claro y los ojos color miel), luego venían James, Rose, Albus, Lily y Hugo; por último, los primos menores, eran Fred (que iniciaba Hogwarts ese año) y Roxanne que todavía anhelaba ir al castillo.
-para nada-sonrió. Tía Angelina alzó una ceja.
-tú no cambias, sigues siendo un niño-le dijo con media sonrisa.
-mamá, cuidado-se quejó Rose de repente. Albus miró a su prima, la pelirroja intentaba no hacer muecas cuando su madre le ajustaba los pinches que llevaba en el cabello.
-ya está cariño, se te había caído un poco-dijo tía Hermione.
-¡llegó el rey!-gritó James, ya no traía el carrito ni la lechuza. Albus dedujo que por eso se habían tardado, seguramente Jimmy se había parado a subir sus cosas en otra parte del tren.
-ya nos hemos dado cuenta-sonrió tía Hermione.
-¡Ginny, eso es material productivo, por favor entrégalo!-dijo tío George quien se había separado de su esposa para acercarse a su hermana.
-no te lo devolveré hasta que el tren se marche, George-dijo ella alzando una ceja.
-no puedo creer que estés perdiendo tu sentido del humor, hermanita-decía lamentándose-cómo es posible de que Ginevra Weasley Potter esté perdiendo su más flamante don, casi ni reconozco a la chica rompecorazones rebelde de Hogwarts-
-¿rompecorazones rebelde?-preguntaron todos, al menos los niños.
-No puedo creer que la chica que se volvió contra el sistema se haya convertido en una versión nueva de Molly Weasley-
-¿mamá?-preguntó James con una sonrisa irónica en los labios.
-George, estás exagerando-dijo ella media azorada.
-¿enserio?-preguntó él.
-no debías soltar tanta información de una, George-comentó Harry divertido.
-pero ya lo hizo así que qué más da-comentó Hermione antes de acercarse a Ginny y abrazarla como saludo.
Harry revoleó su varita e hizo levitar el baúl de su hija, dejando la lechuza a un lado, hasta que desapareció en el tren. Lily se había vuelto a enfrascar en una conversación con Hugo, ambos reían.
-¿has visto a Gwyn?-preguntó por lo bajo a su prima.
-no, pero debe estar cerca, Al-contestó Rose-Esc está adentro esperándonos en el pasillo-agregó. Albus sonrió.
Sonó la bocina del tren. Había llegado la hora. Roxanne abrazó con fuerza a su hermano mientras lloraba y decía que lo extrañaría y él le contestaba que volvería pronto y que le enviaría cartas todas las semanas. Freddy se despidió de su madre con un beso y de su padre con un fuerte abrazo antes de saltar dentro del tren y desaparecer. Lily y Hugo hicieron lo mismo, tan pronto se despidieron subieron riendo al vagón. James abrazó a su madre y ella instintivamente dejó fuera de alcance la caja.
-no vengas con tretas-dijo ella sonriente. James se rascó la cabeza.
-valió la pena intentar-contestó y después de despedirse de su padre, saltó dentro del vagón y desapareció como los otros.
-cuídate, Rosie-tío Ron le daba un fraternal abrazo mientras su madre acariciaba el cabello de su hija.
-lo haré-les contestó.
-saca buenas notas, cariño-le sonrió su madre. Ella rió y saltó dentro del vagón, pero no se apartó mucho, esperaba que Albus subiera.
-nos vemos en vacaciones de Navidad-le dijo su madre cariñosamente. Albus asintió y le dio un beso en la mejilla como despedida.
-cuídate, mamá-le dijo con cariño antes de voltear a ver a su padre. Él lo miraba con seriedad y ensimismado. Albus alzó una ceja, extrañado por esa actitud.
-necesito hablar contigo, Al-dijo su padre con tono grave. Todos parecieron extrañarse ante esto y los miraban con expectación. Albus caminó hasta él y él lo llevo un poco más alejado de la familia.
-¿papá?-le llamó cuando se detuvieron-¿Qué pasa?-
-necesito pedirte algo, Al-dijo él con el mismo tono de voz que antes-necesito pedirte que no te metas en problemas este año, apártate de ellos no importa lo que pase. Por favor, no causes problemas-
-¿Cómo?-dijo él aún sin creerse lo que escuchaba-eso deberías decírselo a James, papá, él es el que se mete en problemas siempre, no yo-dijo indignado por las palabras de su padre, que seguía igual de serio que antes.
-te lo digo a ti porque es a ti a quien debo advertir-contestó él.
-¿Por qué?-preguntó mientras se cruzaba de brazos, molesto.
-solo prométeme eso, Al-dijo él, antes de suspirar-prométeme que no te meterás en problemas aunque tengas muchas tentaciones de hacerlo-Albus abrió varias veces la boca, aún sin poder tragarse las palabras de su progenitor. Sin embargo, ante el rostro de preocupación de su padre, él lanzó un suspiro y aflojó los músculos que se habían tensado por todo eso. Se volvió a escuchar la bocina. A lo lejos, las puertas se cerraban a lo largo del tren.
-¡Al!-escuchó a su madre.
-te lo prometo, papá-contestó resignado. Su padre sonrió aliviado y ambos se dirigieron corriendo hasta la locomotora.
-nos vemos en vacaciones, hijo, cuídate-le dijo antes de abrazarlo como despedida. Albus sonrió y le devolvió el abrazo. Luego saltó dentro del vagón justo antes de que la puerta se cerrara.
-¿sucede algo, Harry?-preguntó Ginny a su lado. Volteó a verlos, todos lo miraban extrañados mientras la locomotora empezaba su marcha.
-no lo sé realmente-contestó.
Se miraron, sus rostros estaban turbados. No les agradaba el hecho de escuchar a Harry decir eso… no les agradaba nada.
Albus salió al pasillo a encontrarse con su prima que estaba apoyada leyendo un libro viejo sobre la magia en el siglo diecinueve.
-Esc debe estar por ese lado-dijo al cerrar el libro, indicando con su mano libre hacia la derecha.
-de acuerdo, vamos-dijo él mientras tomaba su s cosas, imitando a su prima. Se dirigieron a paso tranquilo, mirando por las ventanillas por si Esc ya se hubiera instalado en uno de los compartimientos del Expreso de Hogwarts.
-¡Al, Rose!-Albus dirigió su vista hacía la persona a la que pertenecía esa voz. Sonrió, allí, con medio cuerpo asomando fuera de un compartimiento, estaba Scorpius Malfoy, su mejor amigo. Él era rubio y de ojos grises y tenía una sonrisa que derretía a la mayoría de las chicas de su Casa.
-¡tanto tiempo sin verte!-dijo Albus con entusiasmo mientras dejaba el equipaje y la lechuza en medio del pasillo para hacer un saludo medio raro con los puños, invención de ambos.
-todo el verano, amigo mío-contestó él con una sonrisa.
-es bueno verte de nuevo, Esc-le sonrió Rose antes de abrazarlo.
-a mí también me da gusto verte-le dijo con una sonrisa boba en el rostro. Albus alzó una ceja sonriendo de medio lado, a veces se preguntaba cuándo iba a ser el día en que Esc se atreviera a declarársele a su prima. Scorpius pareció sentirse observado y alzó un poco el rostro para verlo, después de un segundo y de que sus mejillas pálidas se tiñeran levemente de rojo, se separó de Rose algo nervioso.
-bueno, vamos adentro-dijo aclarándose la garganta.
Rose sonrió y buscó sus cosas rápidamente para meterse en el compartimiento.
-cobarde-le susurró con diversión mientras tomaba el baúl y la jaula con cuidado.
-¿y tú?-contestó el rubio-aún no veo que Gwyn sea tu novia-bromeó mientras le arrancaba la jaula de la manos-¿tú qué opinas, Zeus, es un cobarde nuestro amigo Albus?-preguntó a la lechuza que ululó con entusiasmo.
-gracias por tu apoyo-respondió con sorna mientras arrastraba el baúl hasta el compartimiento.
-las mascotas no mienten, Al-le contestó mientras lo seguía hacia dentro. Rose estaba sentada y se había vuelto a enfrascar en su lectura anterior.
Ella miró por sobre el libro a ambos que habían acomodado las cosas por sobre la rejilla y se sentaban en los asientos frente a ella.
-lo estoy molestando-dijo Scorpius, como adivinando lo que ella estaba pensando.
-no lo hagas, tuvo una mala mañana-contestó ella quién volvió a fijarse en el libro.
-¿otra vez James?-preguntó.
-cuándo no-contestó Albus mientras cruzaba los brazos tras su cabeza.
-pero tú sabes cómo es, olvídalo, no te compliques la vida-
-como eres hijo único-Albus cerró los ojos.
-Albus, yo tengo un hermano y no hay tanto problemas entre nosotros-intervino Rose.
-Hugo es más tranquilo que James. Jimmy es un alborotador-
-que no te escuche diciéndole Jimmy, tu sabes que solo a Freddy y a Lily le tiene permitido decirle así-agregó alzando una ceja.
-pero no está aquí, así que no hay problema-contestó.
- por la varita de Merlín, como se nota que quieres competir con él-dijo ella.
-estoy algo enojado, pero no es nada, ya se me pasará-dijo lanzando un suspiro.
-eso espero, porque si no te saco a patadas de aquí-rió Scorpius.
-como quieras-le dijo de igual forma-¿Qué hiciste en verano? Dijiste que irías a España por un mes ¿Cómo es?-cambió de tema abruptamente.
Se podía decir que ya iban a mitad de camino, Albus había sacado una revista de Quidditch y la miraba junto a Scorpius, comentando algunas jugadas del último partido de la temporada mientras comían algunas grageas de todos los sabores cortesía de la Sra. Del carrito. Mientras tanto, Rose seguía enfrascada en el libro del cual ya llevaba la mitad leído.
La puerta del compartimiento se abrió rápidamente. Rose se separó del libro unos centímetros y sonrió a la persona que había aparecido en el umbral. Esc le dio un golpe con el codo disimuladamente en su costado derecho y él se quedó observando a la chica que había aparecido en ese momento. Menuda, con espeso cabello rojo oscuro, ojos color del cielo y piel blanca. Gwyn Silvermoon les sonreía con esos labios carnosos y llamativos.
-¡hola, los andaba buscando!-saludó.
-¡hola, Gwyn!-Rose dejó su faceta de intelectual empedernida y se levantó para abrazar a la chica, quien le correspondió cariñosamente.
-es bueno verte, Rosie-le dijo-mamá me ha comprado un libro que quizá te interese-le comentaba sin perder su sonrisa.
-¿estamos pintados?-Albus pensó que Esc había hablado al notar que él parecía haberse paralizado de repente.
-lo siento, Esc-le dijo ella separándose de Rose-¿Cómo has estado?-preguntó después de besarle, como amigos, la mejilla derecha.
-muy bien, gracias ¿y tú?-dijo en tono formal. Ella rió.
-igual-contestó.
-hola, Gwyn-dijo bastante bajo y tímido. Odiaba esa faceta suya, parecía que el valor se le congelaba.
-¡a ti te esperaba ver!-exclamó ella con emoción mientras buscaba algo en el bolsillo de su chaqueta.
-¿a si?-preguntó algo nervioso. Tragó duro.
-sí, mira cuando lo vi me acordé de ti así que lo compré y… aquí está-dijo mientras sacaba una cadena de oro con una snitch dorada del tamaño de la real-le grabé tu nombre atrás, espero que te guste… como regalo de cumpleaños atrasado-agregó mientras la estiraba. Albus se levantó un poco avergonzado, no por el gesto que era de lo mejor y le hacía soñar que tenía una oportunidad con ella sino porque todo eso pasaba enfrente de su prima y su mejor amigo.
-gracias-dijo tímidamente mientras la recibía-me gusta… gracias Gwyn-dijo mientras se la colocaba ante las miradas expectantes de sus amigos-¿Cómo supiste que estuve de cumpleaños?-preguntó con curiosidad.
-tu hermano me lo comentó-sonrió. Pero a Albus pareció caerle un balde de agua fría porque su sonrisa se borró rápidamente de su rostro-de todas formas igual te lo hubiera regalado, te queda bien siendo el Buscador del equipo-
-¿me lo hubieras regalado igual?-preguntó como idiota.
-¿claro, por qué no?-contestó ella. Él sonrió de nuevo y la emoción de ambos se fue calmando poco a poco.
-¿Dónde están Fiona y las demás?-preguntó Rose desviando el tema.
-en unos compartimientos más allá-contestó sin ánimos esta vez.
-¿sucedió algo?-siguió interrogando.
Albus miró de su prima a Gwyn. Scorpius también lo hacía, algo extrañado.
-OH, es que me peleé con Sarah-admitió dando un suspiro y luego agregó-nada importante, solo que a veces me aburre su actitud arribista-
-sabes Gwyn, a veces me pregunto por qué eres amiga de esa chica… es demasiado presuntuosa-le comentó-sin ofenderte, claro-
-no me ofendes-rió-yo también pienso lo mismo-agregó antes de acercarse a la puerta-¿podría quedarme con ustedes?-
-hay espacio para todos-respondió Esc por todos. Ella salió un momento del compartimiento y regresó con su baúl y su gata, Selene, de oscuro pelaje negro y ojos amarillentos.
-gracias-dijo ella cuando Albus tomó el baúl junto Esc y lo puso sobre la rejilla.
-deberías dejar de juntarte con esa tipa, no trae nada bueno-comentó Albus.
-a mí no me culpes, nunca me ha agradado, pero a Fiona, Leila y a Shirley… ellas la idolatran-comentó lanzando un suspiro-cada vez se están volviendo más insoportables-comentó más para sí.
-bueno, si no se dan cuenta supongo que tu les dirás sus cuantas verdades-dijo Esc-es lo que te caracteriza después de todo-
-ya lo he intentado… si no entienden por las buenas entenderán por las malas quizá más adelante-dijo-esto es muy deprimente, cambiemos de tema-dijo repentinamente, haciendo sonreír a los demás.
Albus se sentó frente a ella con una enorme sonrisa, tenía una facilidad para dejar los problemas atrás que envidiaba y no es que los rehuyera, porque sabía que ella los enfrentaba con fuerza, sino el hecho de que parecieran no afectarle o los metía en una cajita para no contagiar a los demás su estado. Algún día le preguntaría su secreto.
-mira este es el libro del que te hablaba-Gwyn se había subido en el asiento para poder hurgar dentro de su baúl, de él sacó un librito de grueso mediano. La portada era de un dragón de color dorado, mirando con ojos rojos un punto fijo al frente (Como si te estuviera mirando directamente) recostado en lo que parecía un trono de piedra y frente a él, mucho más cerca y un poco más abajo del dragón, ardía un fuego del mismo color de la criatura sobre un pilar. Albus se quedó mirando la portada embobado, la imagen le parecía conocida, pero no recordaba de dónde. Luego leyó el título: La Llama del Dragón Dorado, escrito por: Sir Alan Creagan.
-no existen dragones dorados-comentó Esc.
-lo sé-dijo ella-es un libro muggle, Esc, en algunas culturas se creía que el más poderoso y benigno de los dragones era el Dragón Dorado, el Señor-agregó con sutileza.
-estás bien informada-comentó Rose mientras miraba el libro con fascinación.
-me interesan este tipo de novelas-comentó haciendo un movimiento de hombros antes de pasarle el libro-yo ya lo leí y me encantó, a ver qué te parece a ti-
-lo veo interesante-dijo entusiasmada. Gwyn rió levemente-lo juzgo a secas antes de leerlo… que estúpido-
-es el efecto de la portada-dijo Gwyn.
-igual no existen-siguió diciendo el rubio.
-Esc…-gruñó Rose-es un libro muggle… no conocen a los verdaderos dragones. Ellos no tienen idea que los dragones son bestias demasiado feroces y que no podrían ser benignos aunque quisieran-lo hojeó rápido y luego agregó-ellos son ignorantes de nuestro mundo como tú lo eres del suyo… si te hiciera la pregunta quién es Cenicienta y porqué tiene zapatillas de cristal, tú…-
-¿Qué cosa?-
-exacto-
-es un cuento muggle, Esc, se lo solía leer a Rosie y a Lils-le comentó Albus sonriendo. Él pareció comprender y abrió la boca para decir 'Aaaah'.
-¿entendiste?-preguntó Gwyn-es solo cuestión de cultura-
-¿Cómo saltamos del Quidditch a los cuentos Muggles?-preguntó dos segundos después. Albus y Gwyn se echaron a reír por la pregunta tan…
-conversando, Esc, conversando-le contestó Rose con una sonrisa.
-eso ya lo sé-
-entonces ¿para qué preguntas?-
Hace media hora que Rose y Gwyn se habían quedado dormidas, unas apoyada en la otra.
Scorpius apoyaba la cabeza en la pared con los ojos cerrados.
-¿Qué le encuentras de interesante?-preguntó al abrir los ojos. Albus observaba el libro como si fuera una reliquia, no lo abría ni lo hojeaba, simplemente observaba la portada.
-nada-contestó sin mirarlo, aún no podía despegar su vista de la tapa.
-¿entonces?-preguntó.
-no lo sé, se me hace conocido-
-¿qué cosa?-
-la imagen, pero no sé de dónde-contestó antes de pasar la mano por su cabello.
-quizás en una tienda muggle-contestó.
-no, no lo creo-dijo.
-puede que…-pero Esc no alcanzó a formular la frase. El tren frenó de una manera brusca, Rose y Gwyn se despertaron bruscamente y se aferraron a lo primero que encontraron, Selene se escondió bajó los asientos y las lechuzas ulularon inquietas. Albus vio cómo Scorpius no alcanzaba a agarrarse del asiento y se iba de boca al suelo antes de que las luces se apagaran.
-¡¿Esc?!-llamó Rose.
-me pegué en la frente-se quejó.
-¡Lumos!-la varita de Gwyn iluminó un poco el compartimiento. Albus dejó de sujetarse del asiento y se levantó algo sacudido y ayudó a levantar a Scorpius entre su prima y él.
-tienes un poco rojo-comentó Rose mientras lo observaba con más detenimiento. Albus buscó en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó su varita.
-¡Lumos!-dijo él también-¿Por qué nos detuvimos? Aún falta para llegar-dijo al acercarse a la ventana. Ya era de noche y las nubes tapaban la luna.
-no lo sé-respondieron los demás.
Gwyn y él esperaron a que Rose sentara a Scorpius para acercarse a la puerta y abrirla de un jalón. Ambos se asomaron con las varitas en alto, viendo hacia todos lados, otros estudiantes también habían tenido la misma idea y husmeaban fuera del compartimiento. Pronto se escucharon las puertas cerrarse en ambas direcciones, las luces lejanas de las otras varitas desaparecían de repente, por otra parte, otra luz se acercaba y los pasos resonaban en el pasillo por sobre los cuchicheos dentro de los demás compartimientos.
-vuelvan a sus lugares-comentó una voz profunda. Albus y Gwyn miraron hacia la izquierda, la puerta se cerró rápidamente y un hombre alto de cabello negro y crespo y de ojos oscuros se acercó a ellos.
-¿Por qué nos detuvimos?-se atrevió a preguntar Albus.
-no se preocupen por eso, entren y cierren la puerta, no tiene porqué preocuparse-dijo el hombre.
-¿hubo una avería?-preguntó Gwyn.
-la están reparando, ahora entren-ambos se miraron e hicieron caso a las palabras del sujeto, cerraron la puerta y tras un silencio incómodo Albus habló.
-me da la impresión de que no hay ninguna avería-
-¿verdad que no?-dijo Gwyn.
-ese hombre me dio escalofríos-comentó Rose mientras pasaba un paño húmedo, seguramente lo había hecho aparecer, por la frente de Esc, específicamente en la parte inflamada.
-deben estar registrando el tren. Papá me comentó una vez que, cuando tenía trece años, el tren también se paró de un momento a otro y que quienes lo registraron fueron los dementores. Buscaban a Sirius Black-
-¿pero por qué ahora?-comentó Esc.
Las luces volvieron a encenderse y el tren volvió a ponerse en marcha provocando que Albus y Gwyn tambalearan un poco al principio.
Albus se subió en el asiento para ver mejor a las lechuzas.
-Sue está bien-le dijo a Rose-solo está algo desorientada y Zeus igual está bien-agregó.
-gracias, Al-contestó su prima.
-¿y Falcon?-preguntó Esc.
-igual que siempre, tranquilo-contestó y se bajó.
Gwyn tenía a Selene en su regazo y le acariciaba para calmarla.
-¿está bien?-preguntó.
-solo un poco asustada-dijo ella mientras la seguía acariciando suavemente.
El tren aminoró la marcha de a poco hasta que ya no avanzó más. Habían llegado a la estación.
Hogwarts seguía tan imponente como siempre, aquel castillo no tenía comparación. Se alegró de regresar allí, ese lugar era, lejos, lo mejor que había pasado en su vida. Y seguía observando desde el carruaje las luces que se acercaban a cada paso. Freddy debía estar navegando en el río en ese momento, pensaba, igual que él hace cuatro años.
Hogwarts, la imponente, testigo de cosas que uno no podría creer si no hubiera estado en el momento en que ocurrieron.
El carruaje se detuvo frente a la escalinata de piedra. Rose, Esc, Gwyn y él se bajaron tomando aire profundamente.
Habían regresado.
Continuará...
Bien, este es el primer capítulo de La llama del dragón dorado, espero que les haya gustado, aquí mas que todo presenté personajes y esa clase de cosas, pero bueno, por algo se debe empezar, espero lo hayan disfrutado.
Dejen reviews!! (si quieren XD)
