«-te has vuelto realmente fuerte...- había reconocido ella con su suave y clara voz mientras permanecía con su yukata blanca en el oscuro pasillo de la pensión. El Asakura permanecía sumido en la negrura de su habitación aparentemente durmiendo, por lo que no hubo ninguna contestación al alago que su prometida le otorgo -Yoh... ¿Puedo dormir esta noche contigo?

El aludido, cuyos ojos nunca se habían cerrado permaneció inmóvil mientras mantenía las pupilas fijas en algún punto inexistente de entre la oscuridad de la noche. Tardo solo un par de segundos para finalmente conceder una respuesta a la adolescente que se encontraba aún esperando al otro lado de la puerta de esa callada habitación.

-... Si.»

Tras aquello se oyó a la puerta de la habitación abrirse y cerrarse con suavidad. Los pasos sigilosos de la itako se escucharon recorriendo el tramo que separaba al futon donde el shaman se encontraba de la puerta, y entonces finalmente se halló frente a él. Con inexpresivos ojos negros miro la figura de su futuro esposo a penas vislumbrase entre tanta negrura mientras él permaneció inmóvil por un prologado momento. Sin emitir palabra alguna, la chica rubia se arrodillo sobre su sitio y permaneció en esa posición hasta que Yoh se dispuso a voltear a donde ella y mirarla casi con la misma inexpresividad que ella aparentaba, aunque en realidad no es cómo si pudiesen distinguir muy bien las expresiones ajenas entre todo ese oscuro paisaje.

Ellos lo sabían.

Eran conscientes de la responsabilidad con la que cargaban cómo futuros cabezas de la familia Asakura, y una de esas era dejar descendencia. Cuando Yoh partiera a norte américa para continuar con la pelea de shamanes todo se volvería incierto, las posibilidades de morir eran altas. Era por esa razón que...

-Anna...- dijo el castaño llamando a la itako frente a él- ¿Estas segura de esto?

La inexpresiva adolescente le miro y entonces contesto con firmeza.

-Si.

Otro silencio surgió entre ambos.

Finalmente el Asakura se sentó sobre su cama y permaneciendo con una expresión inanimada torció ligeramente los labios.

- Pero nosotros aún...

-Es nuestro deber. Debemos asegurarnos de que la familia Asakura tenga un heredero... Y el único que sigue en la línea principal eres tú.

Nuevamente el silencio nació.

Anna tenía razón. Sólo de Yoh podía nacer el siguiente cabeza de la familia.

Sin embargo aún era difícil. Tener un hijo a tan temprana edad era demasiado... Y aún más para alguien tan relajado cómo él.

-¿Acaso no quieres?- cuestiono la rubia, cuyo rostro no podía ver debido a la oscuridad que la envolvía. Pero aquellas palabras bastaron para que el rostro del Shaman se enrojeciera.

-N... No es eso, yo... En verdad no tengo idea de que hacer... -confeso mientras agachaba el rostro rojo.

Era verdad. Él nunca se opuso a la idea de tener hijos con ella, después de todo desde hacia años él la hacia escogido cómo su compañera de por vida y ella estaba de acuerdo. Y por muy poco que se apatentase, entre ambos existía un sentimiento romántico desde aquel primer encuentro. Para Yoh, Anna había sido la primera chica a parte de la aprendiz de su padre con la que pudo hablar, además de ser la primera en gustarle de otra forma. Y para Anna, Yoh había sido el primer humano que amo, después de todo la rescato de su solitario y triste mundo.

Su prometida mostró una sonrisa que no pudo ser vista y entonces se acerco un poco más a donde él.

-Eres tonto...-pronuncio-Solo... Hay que dejarse llevar... -murmuro mientras el rostro de ella y el de él perdían la distancia entre ellos.