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Hola a todos, aquí me tienen con una loca historia de nuevo, sé que probablemente voy a recibir tomatazos de los lectores de mis otras historias por publicar una nueva y no actualizar las otras, pero no fue culpa mía, sino de mi loca inspiración. Se preguntarán que quiero decir con eso, pues muy simple: siempre que se me pasa por la cabeza una idea para una historia y esta es buena, al menos en mi opinión, mi inspiración queda bloqueada para todo lo demás hasta que esa idea se plasma en palabras, lo curioso es que las dos veces que me ha ocurrido eso no han sido de la nada, sino que los libros han estado involucrados de alguna forma. Un ejemplo: la idea de mi segunda historia, Harry Potter y el instituto Merlín, se me ocurrió apenas cerré el 5 libro al terminar de leerlo y esa noche me mantuvo mucho tiempo despierta hasta que el argumento del primer capítulo estaba listo en mi cabeza, de manera que al día siguiente lo escribí y lo envié a (no la envié a Harry Argentino por la misma razón que temía publicar esta: tenía temor de los reclamos que vendrían por no actualizar la que estaba escribiendo en esos momentos: HP y los Cuatro de Hogwarts) Merlín leyó el primer cap. en esa web y me propuso ser co autor de ella, lo que yo acepté y no me arrepiento de haberlo hecho, ya que la historia no estaría ni a la mitad de lo que está si no fuera por él, pero eso es otro tema...

El caso es que esta se me ocurrió luego de ver HP y El prisionero de Azkaban, formé en mi cabeza la idea del principio de la historia y busqué información sobre Liechtenstein (eso lo entenderán leyendo el siguiente cap.) para complementar mis ideas. Bien, creo que ya los aburrí con tanta palabrería, disfruten de la historia...

DISCLAIMER: Casi se me olvida, en la historia he utilizado los textos de Rowling, copiados textualmente de los libros, les aviso para que luego no me demanden.

Prólogo: Los Fugitivos

-¡VEN AQUÍ! ¡REGRESA Y ARREGLA LO QUE HAS HECHO!...

-Tía Marge se lo merecía. Se merecía lo que le ha pasado. No te acerques... Me voy. Ya he tenido bastante...

Oh, sí... Esta vez sí que se había metido en un buen lío. Acababa de utilizar la magia de forma seria, lo que implicaba, con toda seguridad, que sería expulsado de Hogwarts. Había infringido tan gravemente el decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad que estaba sorprendido de que los representantes del Ministerio de Magia no se hubieran presentado ya para llevárselo.

Le dio un escalofrío. Miró a ambos lados de la calle Magnolia. ¿Qué le sucedería? ¿Lo detendrían o lo expulsarían del mundo mágico? Pensó en Ron y Hermione, y aún se entristeció más. Harry estaba seguro que, delincuente o no, Ron y Hermione querrían ayudarlo, pero ambos estaban en el extranjero, y como Hedwig se había ido, no tenía forma de comunicarse con ellos

Tampoco tenía dinero muggle. Le quedaba algo de oro mágico en el monedero, en el fondo del baúl, pero el resto de la fortuna que le habían dejado sus padres estaba en una cámara acorazada del banco mágico Gringotts, en Londres. Nunca podría llevar el baúl a rastras hasta Londres. A menos que...

Miró la varita mágica, que todavía tenía en la mano. Si ya lo habían expulsado, (el corazón le latía con dolorosa rapidez) un poco más de magia no empeoraría las cosas. Tenía la capa invisible que había heredado de su padre. ¿Qué pasaría si hechizaba el baúl para hacerlo ligero como una pluma, lo ataba a la escoba, se cubría con la capa y se iba a Londres volando? Podría sacar el resto del dinero de la cámara y... comenzar su vida de marginado. Era un horrible panorama, pero no podía quedarse allí sentado o tendría que explicarle a la policía muggle porqué se hallaba allí a tantas de la noche con una escoba y un baúl llenos de libros de encantamientos.

Harry volvió a abrir el baúl y lo fue vaciando en busca de la capa para hacerse invisible. Pero antes de que la encontrara se incorporó y volvió a mirar a su alrededor.

Un extraño cosquilleo en la nuca le provocaba la sensación de que lo estaban vigilando, pero la calle parecía desierta y no brillaba la luz en ninguna casa.

Volvió a inclinarse sobre el baúl y casi inmediatamente se incorporó de nuevo, todavía con la varita en la mano. Más que oírlo, lo intuyó: había alguien detrás de él, en el estrecho hueco que se abría entre el garaje y la valla. Harry entornó los ojos mientras miraba el oscuro callejón. Si se moviera, sabría si se trataba de un simple gato callejero o de otra cosa.

-¡Lumus!- susurró Harry. Una luz apareció en el extremo de la varita, casi deslumbrándole. La mantuvo en alto, por encima de la cabeza, y las paredes del N° 2, recubiertas de guijarros, brillaron de repente. La puerta del garaje se iluminó y Harry vio allí, nítidamente, la silueta descomunal de algo que tenía ojos grandes y brillantes...

Se acercó lentamente para verlo más de cerca: era un perro, enorme es verdad, pero no dejaba de ser más que un perro, con su grueso pelaje negro y sus brillantes ojos ¿azules? "Que extraño..." pensó Harry "Los perros negros no suelen tener los ojos azules..." El animal lo seguía mirando fijamente, Harry bajó un poco la varita y se fue acercando a él, éste lo miró durante unos segundos y luego empezó a caminar por el callejón que había frente a ellos, dio unos pasos y luego se volvió a Harry, como indicándole que lo siguiera. Él pensó que la situación era curiosa, pero la suya no podía empeorar así que siguió al perro, aún con la varita encendida y con el baúl a rastras. El perro caminó hasta detenerse al final del callejón, a poca distancia de Harry y, ante los ojos asombrados de éste se transformó en un hombre, con la cara demacrada, una larga barba y una revuelta cabellera que le llegaba hasta los codos. De la impresión, Harry estuvo a punto de dejar caer la varita...

-Por favor, no tengas miedo...- dijo con voz ronca, como si no la hubiera utilizado en años- No te haré daño...

-¿Cómo sé que lo que dice es cierto?- preguntó Harry- Lo vi hoy en el noticiario... Usted es un fugitivo, todo el país lo está buscando...

-Eres la última persona a la que le haría daño, Harry...

-¿Sabe mi nombre?- Bueno, esa era una pregunta realmente tonta, estaba claro que ese hombre era un mago, lo supo en cuanto tomó su forma humana, así que debía conocer quien era- ¿Cómo pudo notar mi cicatriz en medio de la oscuridad?

-No te reconocí por tu cicatriz, Harry... Me pegaste un buen susto, ¿sabes?- sonrió amargamente- Por un momento pensé que eras James que había regresado de su tumba para guiarme hacia ti...

-¿Usted conoció a mi padre?- preguntó Harry interesado

-¡Conocerlo...! James Potter fue el hermano que siempre deseé tener...

-¿En serio? ¿Y quién es usted?

-Sirius Black- respondió- Cuando naciste, tus padres me eligieron como tu padrino...

-No sabía que tenía un padrino...

-No me sorprende que no te lo hayan dicho, después de todo lo que pasó. Tu padre y yo nos conocimos en el expreso cuando fuimos a primer año y nos hicimos grandes amigos. A pesar de que las circunstancias no eran las mejores...

-¿Por qué?- preguntó Harry, olvidando que estaba en medio de un callejón oscuro con un fugitivo de la justicia muggle y que él mismo había salido de su casa huyendo del ministerio de magia

-Porque nuestras familias no podían ser más diferentes... Tus abuelos eran buenas personas, de una larga tradición de sangre limpia, al igual que mis padres. Pero había una diferencia entre ellos: mis padres despreciaban a los muggles y a todo lo que tenga que ver con ellos. Nunca se unieron a Voldemort, pero creían que estaba en lo correcto. En cambio los padres de James pensaban que un mago de origen muggle valían tanto como uno de sangre limpia, los dos combatieron a Voldemort desde el primer momento... Fue por eso que él ordenó matarlos...

-¿Mis abuelos... fueron asesinados... por los seguidores de Voldemort?

-Unas semanas antes de que tu padre y yo saliéramos de Hogwarts... James iba a dedicarse al quidditch. Era un buscador muy bueno, ¿sabes?, probablemente el mejor que haya pasado por Hogwarts- Harry no pudo evitar que una sonrisa de orgullo cruzara sus labios- Antes de que la temporada de quidditch terminara ya tenía ofertas de varios equipos. Pero la muerte de sus padres lo cambió todo y decidió entrar en la Academia de aurores conmigo y tu madre...

-¿Aurores?- preguntó Harry extrañado

-Cazadores de magos tenebrosos... Tus abuelos también lo eran, los mejores de su época...

-Es extraño... Usted es la persona que más me ha dicho sobre mi pasado...

-¿No sabes mucho sobre tus padres?

-Lo único que sé es que Voldemort los asesinó cuando yo tenía un año, que trató de matarme a mí también, pero no pudo...

-¿Tus tíos no te han dicho nada sobre ellos?- Harry no pudo evitar reír

-¿Decirme sobre ellos?- preguntó- Hasta hace dos años, estaba convencido de que mis padres habían muerto en un accidente de auto. Entonces empezaron a llegar las cartas de Hogwarts, los primeros días llegaba una diaria, pero luego empezaron a llegar cada vez más, hasta que un domingo la casa se encontraba llena de ellas... Entonces Tío Vernon empezó a huir de ellas como si fueran la peste, hasta que Hagrid fue a buscarme y me dijo que era un mago...- Harry lo escuchó murmurar algo parecido a "Estúpidos muggles"- ¿Qué hay sobre usted? ¿Por qué estuvo en una cárcel muggle?

-¿Una cárcel muggle? ¿Piensas que me fugué de una cárcel muggle?

-Bueno, salió en el noticiario muggle, dijeron que iba armado... y que era muy peligroso

-Los muggles...- dijo Black- Realmente el ministerio debe estar desesperado para llegar a esos extremos. No me escapé de una cárcel de muggle, Harry, estuve en Azkaban durante años...

-¿Por qué? ¿De qué lo acusaron?

-De asesinato, de matar a doce muggles y a un mago- Harry lo miró fijamente, no sabía si ese hombre era en verdad su padrino o no, pero definitivamente no tenía la pinta de un asesino...

-Usted... no parece ser un asesino...- le dijo, él sonri

-Me alegra que pienses eso, porque no lo soy... Fui a Azkaban siendo inocente...

-¿Cómo?

-Es una larga historia, y ciertamente este no es el lugar apropiado para contártelo. ¿A dónde te dirigías cuando me encontraste?- eso le hizo recordar a Harry la razón por la que estaba fuera de su casa a esas horas de la noche...

-Yo... Bueno, la verdad es que acabo de convertir a la hermana de mi tío en un globo...- dijo avergonzado- Ya recibí una amonestación el año pasado y seguro esta vez me expulsan. Hagrid me dijo que cuando eso pasa parten la varita en dos y...

-Quieres mantener tu varita a salvo- dijo Black- Es una decisión muy sensata. No entiendo en realidad porqué las rompen al expulsar a un mago de Hogwarts. La mía está intacta, y eso que el ministerio me considera un mortífago muy peligroso...

-¿El Ministerio lo considera un qué?

-Un mortífago, así es como se llamaban a sí mismos los partidarios de Voldemort. Yo no soy uno de ellos- se apresuró a añadir- Pero el ministerio piensa que sí... Y bueno, ¿qué pensabas hacer entonces? Los funcionarios del ministerio ya deben estar en la casa de tus tíos...

-Pensaba encantar el baúl para hacerlo más ligero... Tengo una escoba de carreras, y pensaba atar el baúl a ella e ir volando a Londres, cubierto con la capa invisible de mi padre. Quiero sacar el dinero que tengo en Gringotts y empezar una nueva vida supongo...

-Eso es muy astuto de tu parte- dijo Black- Pero hay una forma más fácil de ir a Londres, ¿no has escuchado hablar del Autobús Noctámbulo?- Harry negó con la cabeza- Es el transporte de los magos, sólo tienes que alzar tu varita y aparecerá enseguida. Veo que llevas una jaula vacía, ¿tienes una lechuza?- Harry asinti

-Pero está en con mi mejor amigo, que no está en el país- añadió- Iba a regresar a casa mañana...

-Sabrá encontrarte, no te preocupes, las lechuzas suelen ser muy inteligentes... Pero no puedes ir a Gringotts, seguramente el ministerio estará vigilando el banco...

-Pero necesito sacar dinero de mi cámara...

-Sí, eso lo sé, pero no es necesario que vayas, tienes tu llave, ¿verdad?- Harry asintió otra vez- Entonces con eso será suficiente, le entregarás a tu lechuza la llave con una nota indicando cuanto dinero quieres sacar de tu cámara, los gnomos tienen métodos para reconocer tu letra. Y nunca hacen preguntas, así que no te preocupes...

-¿Pero que haré hasta entonces?- preguntó Harry- No tengo a donde ir...

-Si quieres... Podemos ir a mi casa. No es gran cosa, pero es prácticamente imposible que nos encuentren allí...- Harry se sintió aliviado. Sus instintos le decían que debía confiar en Sirius Black, mientras hablaban le había invadido la sensación de que lo conocía de antes...

-¿En serio... en serio puedo ir a su casa, Sr. Black?

-Claro que puedes ir conmigo- dijo él- Pero por favor llámame Sirius, y trátame de tú...

-Está bien. ¿Y como llegaremos a su... a tu casa?

-Ya te lo dije: en el autobús noctámbulo...

-Pero el ministerio te está buscando, te reconocerán...

-El ministerio está buscando a Sirius Black, un hombre de treinta y cuatro años, no a "Hocicos", un perro negro que viaja con su dueño...- dijo sonriendo

-¿El ministerio no sabe que te conviertes en perro?- Sirius negó con la cabeza- Bueno, eso hará las cosas mucho más fáciles... ¿Cómo dijiste que llamo a ese autobús?

-Alza la varita, pero no aquí, sino en la calle donde estabas antes. Escucha: cuando el cobrador te pregunte a dónde quieres ir, pídele que te lleve a Grimmauld Place, Nº 11, en Londres...

-Grimmauld Place, Nº 11...- repitió Harry- Está bien...

-Y otra cosa: trata de esconder tu cicatriz; e invéntate un nombre. No te lo tomes a mal, pero lo que menos necesitamos ahora es llamar la atención...

-Lo entiendo- dijo Harry- Bien, será mejor que nos vayamos- Sirius se transformó en perro de nuevo y Harry tomó sus cosas y regresaron junto a la calle Magnolia. Una vez allí, Harry alzó la varita y al instante sonó un estruendo, seguida por una luz cegadora...

-Un segundo más tarde, un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido frente a él. Era un autobús de dos plantas, pintado de rojo vivo, que había salido de la nada. En el parabrisas llevaba la siguiente inscripción con letras doradas: AUTOBÚS NOCTÁMBULO. El cobrador, de uniforme rojo, saltó del autobús y dijo en voz alta sin mirar a nadie:

-Bienvenido al Autobús Noctámbulo, transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte. Alargue la varita, suba a bordo y lo llevaremos a donde quiera. Me llamo Stan Shunpike. Estaré a su disposición esta noche...

-Hola- dijo Harry amablemente- ¿Cuánto costaría ir a Londres?

-Once sickles- dijo Stan- Por trece te damos además una taza de chocolate y por quince una bolsa de agua caliente y un cepillo de dientes del color que elijas- Harry rebuscó otra vez en el baúl, sacó el monedero y entregó a Stan unas monedas de plata. "Hocicos" subió delante de ellos y entre los dos cogieron el baúl, con la jaula de Hedwig encima, y lo subieron al autobús.

No había asientos; en su lugar, al lado de las ventanas con cortinas, había media docena de camas de hierro. A los lados de cada una había velas encendidas que iluminaban las paredes revestidas de madera.

-La tuya es ésta- susurró Stan, metiendo el baúl de Harry bajo la cama que había detrás del conductor, que estaba sentado ante el volante- Éste es nuestro conductor, Ernie Prang. ¿Cuál es tu nombre?

-Neville Longbottom- respondió Harry, dando el primer nombre que se le vino a la cabeza

-Bien. Vámonos, Ernie...- Se oyó un estruendo y al momento Harry se encontró estirado en la cama, impelido hacia atrás por la aceleración del autobús noctámbulo.

Durante el tiempo que duró el viaje, Harry no pudo dormir. Por una parte estaban todos los ruidos que hacían las personas que viajaban con ellos, y por otro lado, el autobús viajaba a la velocidad de un rayo, esquivando postes, árboles y objetos, con un conductor que no parecía dominar el volante. Cada vez que una persona se bajaba, Ernie pisaba el freno a fondo, haciendo que las camas se deslizaran medio metro hacia delante, para arrancar luego con la misma velocidad. Al final, cuando sólo él quedó en el autobús, Stan le preguntó a donde iba. Harry le dio la dirección que le había dicho Sirius, que dormía en su forma de perro, y luego de pocos minutos Ernie pisó el freno a fondo y pararon. Stan lo ayudó con el equipaje y el autobús partió enseguida. Cuando hubo desaparecido, Sirius volvió a tomar su forma humana, caminó hasta el espacio que había entre los números 11 y 13, sacó su varita y pronunció unas palabras que Harry no alcanzó a escuchar. Al instante, una puerta bastante estropeada surgió de ningún sitio entre los números 11 y 13, inmediatamente seguida por unas paredes sucias y unas ventanas sombrías. Era como si una casa extra se hubiera inflado, desplazando de su camino a las que estaban a sus lados. Harry se quedó boquiabierto al verla. Se volvió a Sirius...

-Vamos- dijo él- Antes de que a algún muggle se le ocurra asomarse a la ventana...- Harry subió los peldaños de piedra y se quedó de pie ante una puerta que acababa de materializarse. Sirius la golpeó una vez con su varita y Harry escuchó clicks metálicos y lo que parecía ser el estrépito de una cadena. La puerta se abrió con un crujido y entraron- Hace años que no vengo a este lugar. Entremos, rápido...- Traspasaron el umbral de la puerta para adentrarse en la más absoluta oscuridad del recibidor. Podía oler la humedad, el polvo y un olor dulzón que parecía arraigado al lugar; el sitio daba la sensación de ser un edificio abandonado. Sirius cerró enseguida la puerta

-Enciende la varita- dijo- Aquí no podrán detectar tu magia... ¡Lumus!- pronunciaron los dos al mismo tiempo. Luego Sirius fue prendiendo una a una las lámparas de gas y el lugar se fue iluminando- Vamos arriba, deja aquí el baúl. Y trata de no hacer ruido...- dijo mientras pasaban por unas cortinas cubiertas de moho. Fueron hasta una puerta cercana y la abrieron...

-Sirius... ¿Cuánto tiempo vamos a permanecer aquí?- preguntó Harry. Estaban en una habitación grande, amueblada con un inmenso guardarropa, una cama y un tocador, todos ellos muy antiguos

-Sólo lo necesario- respondió él mientras revisaba los cajones- No te preocupes, a mí tampoco me agrada venir... Lo hacemos porque es la única opción- guardó en su túnica lo que había sacado de los cajones y salió de la habitación seguido por Harry- Ahora iremos a un lugar más agradable,- dijo cuando llegaron abajo- mi verdadero hogar... Toma tus cosas- Harry obedeció y siguió a Sirius hasta una sala que se veía igual que el resto de la casa. Sirius se acercó a la chimenea y miró dentro de una maceta- Casi nada, pero será suficiente para los dos. Harry, ¿sabes utilizar los polvos flu?- él asintió- Bien, viajaremos con ellos...

-¿Es necesario?- preguntó con una mueca. Sirius rió...

-Me temo que es la única forma. Yo iré primero con tus cosas, tienes que decir "Padfoot's Place"- Harry asintió. Sirius tomó un poco de polvos flu y se paró en el fuego- ¡A PADFFOT'S PLACE!- gritó antes de desaparecer

-¡A PADFFOT'S PLACE!- dijo Harry, enseguida empezó a girar muy rápido e instantes después aterrizó de bruces e el suelo. Sirius se apresuró a ayudarlo

-Bien, aquí estamos- dijo. Estaban en una sala no muy grande, con tanto polvo como el lugar en el que habían estado antes, pero esta no se veía tan lúgubre- Esta era mi casa antes de que fuera a Azkaban...

-¿Y la otra? A la que fuimos antes...

-Esa era la mansión de mi familia, y como soy el último de los Black, pues ahora me pertenece. Pero no he ido allí desde hace tiempo...

-¿Por qué?

-Es una larga historia, mañana te la contaré. Ahora será mejor que durmamos, ya es muy tarde. Ven, acompáñame...- lo guió por unas escaleras hasta el segundo piso. Abrió una puerta que daba a una habitación pequeña, ocupada solo por una cama con una mesita a su lado. Sirius agitó la varita y el polvo desapareció- No es mucho, pero mañana podrá mejorarse...

-Está perfecta, gracias Sirius- dijo Harry sonriendo.

-No tienes que dar las gracias- dijo él- Si las cosas hubieran sido diferentes...- murmuró tristemente- Yo estaré en la habitación a tu derecha, si necesitas algo me llamas- Harry asintió- Bien, Buenas Noches, Harry...- dijo dirigiéndose a la puerta

-Buenas Noches, Sirius- dijo Harry antes de que él saliera.

En cuanto se cerró la puerta, Harry abrió su baúl, puso todos los libros a un lado hasta que encontró lo que buscaba: el álbum de fotos que Hagrid le había regalado al final de su primer año. Pasó las páginas hasta detenerse en la foto de su bautizo. Su padre saludaba con la mano, con una amplia sonrisa. El pelo negro y alborotado que Harry había heredado se levantaba en todas direcciones. Su madre sonreía a su lado. Y allí, con él en brazos, estaba Sirius. A pesar de los años, si prestaba atención, podía darse cuenta de que el hombre de la fotografía era el mismo que se había despedido de él momentos antes: Sirius Black, su padrino. Cerró el álbum y lo acomodó de nuevo en el baúl junto con sus cosas. Después de esto, se tumbó en la cama y se durmió...

Lo despertaron unos fuertes pellizcos en su oreja derecha, abrió lentamente los ojos y vio a su lechuza a su lado. La acarició en forma de saludo y luego se cambió antes de bajar con su lechuza en su hombro. No le costó mucho trabajo saber donde estaba su padrino, ya que el olor lo guió hasta la cocina. Una vez allí, vio a Sirius frente a la estufa, se había rasurado y cortado el pelo, lo que lo hacía parecer mucho más joven. Harry pudo reconocer en él al hombre que le sonreía en la foto de su bautizo...

-Buenos Días, Sirius

-Buenos Días- saludó su padrino sonriente- ¿Qué quieres desayunar? Aunque, si lo deseas, puedes esperar hasta que esté el almuerzo...

-¿Almuerzo?- preguntó Harry- ¿Qué hora es?

-Casi medio día- respondió Sirius- Tu lechuza llegó hace una hora, estaba exhausta. Le he dado agua y algo de comida y luego ha subido sola a buscarte... Veo que te ha despertado

-Y menos mal, porque de lo contrario me hubiera quedado allí todo el día. ¿Por qué no me despertaste tú? Has arreglado la cocina sólo, hubiera podido ayudarte...

-No era necesario, la cocina se arregló con un movimiento de varita, y tú te veías muy cansado. ¿Has estado durmiendo bien las noches anteriores?- preguntó preocupado

-La verdad es que no. En las noches es cuando hago las tareas, mis tíos ni siquiera saben que he sacado mis libros de donde los habían puesto bajo llave.

-Dime la verdad, Harry, ¿tan terribles son? Lily dijo que su hermana casi no le hablaba desde que se enteró que era una bruja, y cuando se casó con James las cosas empeoraron...

-Durante años creí que mis padres habían muerto en un accidente, eso fue lo que me dijeron. "No hagas preguntas" replicaban cuando pedía los detalles, así que me acostumbré. Fue raro llegar a Hogwarts y descubrir que todo el mundo sabía más de mi vida que yo mismo...

-Me lo imagino. De por sí llegar a Hogwarts por primera vez es raro, y eso que yo había crecido escuchando los planes de mis padres acerca de lo que debía hacer como buen Slytherin...

-¿Tú fuiste a Slytherin?- preguntó Harry impresionado

-Por supuesto que no- se apresuró a responder su padrino- No hubiera sido amigo de tu padre de haber sido así; pero toda mi familia había ido a Slytherin por generaciones, así que ya te puedes imaginar la que se armó cuando supieron que había ido a Gryffindor... Pero de todas formas yo no había recibido mucho cariño por parte de ellos, así que me dio igual...

-¿Cómo era Sirius?- preguntó ansioso- ¿Cómo era mi padre? No me refiero al aspecto físico, sino a él como persona... su carácter, sus hábitos...

-No sé lo que te habrán dicho, Harry, pero lo que yo te puedo asegurar es que tu padre era una gran persona... Estaba loco, es verdad, los dos lo estábamos cuando íbamos a la escuela. Si preguntas a cualquiera, te dirán que nosotros cuatro fuimos los más grandes alborotadores que hayan pasado por Hogwarts. No encontrarás a ningún Slytherin que haya coincidido con nosotros y que no haya sido víctima de nuestras bromas, aunque no estuviera en el mismo año...

-¿Por qué mencionas a cuatro?

-Porque éramos cuatro: James, Remus, Peter- a Harry le pareció notar una nota de desprecio en su padrino al decir ese nombre- y yo. Lo hacíamos todo juntos, éramos inseparables...

-¿Y qué pasó con tus otros amigos?

-Uno de ellos ya no lo es- dijo su padrino con amargura- Te voy a contar lo que sucedió Harry, lo que verdaderamente sucedió la noche en que murieron tus padres...- tomó una silla y se sentó a su lado- Tus padres no ignoraban que Voldemort iba tras ellos. En ese entonces, Dumbledore dirigía un grupo que se dedicaba fervientemente a luchar contra él: La Orden del Fénix. A ella pertenecíamos tus padres, Remus, Peter y yo, y también un mortífago que se dedicaba a espiar los movimientos de Voldemort para nosotros. Nadie conocía su identidad excepto el mismo Dumbledore. El caso es que él le aconsejó a James que se ocultara con tu madre y contigo. Si hubiera estado soltero él jamás lo habría hecho, habría insistido en seguir en la lucha. Pero tenía una familia por la que debía velar así que siguió su consejo... Bueno, seguramente sabes que Voldemort no es alguien de quien uno se podía ocultar fácilmente. Así que decidieron utilizar el encantamiento "Fidelio". Es un encantamiento por el cual se oculta cierta información en la mente de una persona, que es el guardián secreto. Mientras el guardián secreto se negara a hablar, Voldemort podía registrar el pueblo en el que ustedes se escondían y no hallar rastro de ustedes, aunque tuviera la nariz pegada a la ventana de su casa. Así que el guardián secreto debía ser una persona en la que el dueño de la información confiara plenamente. Obviamente pensaron en mí, y todos sabían que así sería... Pero también había un mortífago en la Orden, alguien que estaba muy cercano a tus padres, pero no sabíamos quien era, aunque yo creí saberlo... y fue allí donde me equivoqué. Uno de nuestros amigos, Remus, es un hombre lobo, lo descubrimos cuando íbamos a Hogwarts, pero eso no nos importó y seguimos siendo amigos. Cuando ocurrió lo que te cuento, yo me dejé llevar por mis prejuicios, creí que Remus era el espía de Voldemort y dejé de confiar en él...

-¿Y no lo era?- preguntó Harry

-No, nunca lo fue. El traidor fue la persona que menos nos imaginábamos... Tu padre estaba preocupado por mí, sabía que una vez que se ocultaran yo me convertiría en el blanco de Voldemort, así que al final... Al final convencí a tus padres de hacer un cambio

-¿Un cambio?- preguntó Harry interesado- No lo entiendo...

-Les dije que Voldemort pensaría que yo soy el guardián secreto, y que con esa ventaja podríamos elegir a otro para ese puesto, alguien de quien Voldemort ni siquiera sospecharía...- Harry empezó a comprender. Cuando Sirius le explicó el encantamiento, no entendía como era que Voldemort los había encontrado, pero si el guardián había sido otro... La ira se apoderó de él...

-¿Quién fue?- preguntó con rabia- ¿Quién era el traidor?

-Peter Pettigrew...- respondió su padrino con odio- Aún no entiendo como no sospeché de él desde un principio. Siempre fue un parásito, era el más débil físicamente entre nosotros, y siempre buscó amigos corpulentos para que lo protegieran... El caso es que la noche en que murieron tus padres había decidido vigilarlo, asegurarme de que todavía era de fiar. Pero cuando llamé a su guarida ya se había ido. No había señal de pelea alguna. No me dio buena espina. Me asusté. Me puse inmediatamente en camino a la casa de tus padres. Y cuando la vi destruida y sus cuerpos...- una lágrima resbaló por su mejilla- me di cuenta de lo que Peter había hecho. Y de lo que había hecho yo...

-¿Qué sucedió con él, Sirius?- preguntó Harry al borde de las lágrimas- Dime que lo atraparon... Dame el consuelo de saber que el asesino de mis padres está pagando por lo que hizo...

-Eso es lo que más me gustaría hacer, Harry, decirte que ese maldito traidor fue a parar a Azkaban de por vida... Pero entonces te estaría mintiendo. Esa noche, cuando llegué a tu casa, Hagrid ya estaba allí, había ido con órdenes de llevarte con Dumbledore. Al principio insistí en llevarte conmigo, sobre todo después de que Hagrid me dijo que Dumbledore pensaba llevarte con tus tíos. Bueno... Hagrid le tiene gran aprecio a Dumbledore, y está dispuesto a acatar todas las órdenes que él le da, así que no pude convencerlo. Pensé en ir después y hablar con Dumbledore, tus padres habían dejado un documento nombrándome tu tutor si a ellos les pasaba algo, así que era casi seguro que tú te irías a vivir conmigo. Pero, en ese momento, tenía algo más importante que hacer: atrapar a Peter, así que dejé que Hagrid te llevara y fui tras él. No fue muy difícil encontrarlo, lo arrinconé en un callejón muggle y estaba dispuesto a matarlo yo mismo... Pero entonces hizo su último acto de cobardía: empezó a gritar a todo pulmón que yo había traicionado a Lily y a James, para que toda la calle lo oyera... Después, se cortó un dedo, tomó su forma animaga (una rata) y con la varita en la espalda abrió la calle, matando a todos los que se encontraban a siete metros a la redonda y se metió a toda velocidad por la alcantarilla, con las demás ratas...- Harry estaba en silencio, sin saber que decir...

-¿Por eso fuiste a Azkaban?- preguntó luego de varios segundos- ¿Te acusaron de matar a Pettigrew y a todos esos muggles?

-Y de traicionar a tus padres...- añadió Sirius- Nadie sabía del cambio de guardián secreto, nadie excepto Peter, James y yo. Todo fue tan apresurado que ni siquiera se lo dijimos a Dumbledore. Por eso todos me odian, creen que fui yo quien los traicionó. Y en el fondo no están equivocados del todo...- dijo con tristeza- Indirectamente, fui yo quien los entregó a Voldemort... Lo hice cuando los convencí de que utilizaran a Peter, soy tan culpable como él...

-Eso no es cierto- dijo Harry con firmeza, su padrino lo miró fijamente- Tu error fue confiar en la persona equivocada, sólo eso, no debes culparte por la muerte de mis padres...

-¿Lo dices en serio?- preguntó Sirius esperanzado- ¿En verdad crees eso, Harry? No me importa si todo el mundo cree que soy un asesino si tú piensas lo contrario, si tú me perdonas...

-No tengo nada que perdonarte- dijo Harry- Pero si eso te tranquiliza, sí, te perdono, y no te culpo de nada. Confié en ti desde el primer momento, a pesar de que no eran las mejores circunstancias lo hice, y me alegro de que haya sido así- Sirius lo abrazó y Harry le correspondi

-Te compensaré por todos los años perdidos, te lo prometo- le dijo- No sé como, pero lo haré...

Los dos sonrieron y luego se sentaron a almorzar. Mientras lo hacían, Harry bombardeó a su padrino con preguntas sobre su padre, a las que él respondía con entusiasmo. Luego lavaron juntos los platos y sacudieron el polvo de toda la casa, lo que los tomó casi toda la tarde. Estaban cenando muy entrada la noche cuando Harry se dirigió a su padrino...

-Sirius...

-¿Sí?

-¿Qué haremos ahora?- preguntó dudoso- Quiero decir... Esta casa es muy agradable y muy cómoda, pero no podemos quedarnos aquí para siempre...

-No lo sé, Harry. Cuando escapé lo hice con un objetivo: velar por ti, cuidar que Peter no te hiciera daño... Está más cerca de ti de lo que crees...

-¿Qué quieres decir?- su padrino sacó de su túnica una página arrugada del periódico, la alisó y se la enseñó a Harry. Era la foto de Ron y su familia que había aparecido en el diario "El Profeta" hace unos días. Mostraba a toda la familia Weasley y a Scabbers sobre Ron

-Éste es Peter- le dijo Sirius indicándole a Scabbers con su dedo- Lo reconocí enseguida, no en vano lo he visto transformarse cientos de veces... Fíjate en su pata delantera...

-Le falta un dedo...- murmuró Harry. Ahora recordaba haber visto esa particularidad en la mascota de su amigo, pero nunca le dio importancia- Hay algo que no entiendo. Si la rata de Ron Pettigrew... Ha estado durmiendo en mi dormitorio durante dos años, ¿cómo es que no ha intentado hacer algo en mi contra?

-Porque Peter no haría nada a menos que le reportara algún beneficio. No es tan tonto como para cometer un asesinato delante de de Dumbledore a menos que Voldemort esté lo suficientemente fuerte como para protegerlo... Pero cuando lo vi en esta foto comprendí que estaría en Hogwarts... contigo... en una situación perfecta para actuar si oía decir que su amo recuperaba fuerzas... Lo hubiera hecho, Harry, no lo dudes... Yo era el único que sabía que estaba vivo, el único que sabía el peligro que corrías... Y tenía que hacer algo, por eso escapé...

-Gracias...- dijo Harry- Gracias por preocuparte por mí...

-No tienes que dar las gracias, Harry, era lo menos que podía hacer. Le prometí a tu padre protegerte con mi vida si era necesario, y eso haré...- los dos sonrieron- Pero la verdad es que tienes razón, debemos buscar que hacer ahora. Mi vida no será fácil, Harry, soy un fugitivo tanto para la justicia mágica como para la muggle. Tendremos que salir del país...

-¿Cómo? ¿A dónde? ¿Cuándo?

-¿Cómo? Con identidades falsas por supuesto, actuando como dos muggles. Tú tienes mejor -experiencia con eso así que deberás ayudarme. ¿A dónde? Tengo varias opciones, luego te las diré. ¿Cuándo? Lo más pronto posible...

-¿Cómo piensas conseguir identidades falsas?- preguntó Harry con curiosidad

-Conozco un lugar. En la Orden del Fénix había toda clase de personas, entre ellas estaba Mundungus Fletcher, era muy útil a la orden gracias a sus contactos... Era la clase de contactos lo que molestaba a muchos, no eran del todo... limpios. Se relacionaba con gente que no era muy de fiar, y sus negocios no eran muy legales que digamos, la mayor parte eran cosas de dudosa procedencia, tanto mágicas como muggles. Una vez lo acompañé mientras hacía "negocios" en un barrio muggle de Londres, y creo que allí podré encontrar lo que necesitamos. Pero primero necesitamos dinero, ¿crees que tu lechuza pueda llevar el encargo a Gringotts?

-Claro que sí, mañana se la daré. ¿Cuánto dinero piensas sacar? Así yo también sacaré un poco...

-No quiero que gastes tu dinero, puedes llegar a necesitarlo algún día...

-Pero tampoco puedo permitir que corras con todos mis gastos- protestó Harry- Tengo cerca de un millón de galeones en mi cámara...

Está bien, como quieras. Pensaba sacar quinientos mil de la mía, pero ya que insistes en sacar tú también algo, manda por cien mil, yo pondré los cuatrocientos mil restantes...- Harry supo que de nada servía replicar, así que se conformó con eso...

-¿Y de qué nos servirá el dinero mágico en el mundo muggle?- pregunt

-No tendremos dinero mágico. En la carta tendrás que mandar indicaciones pidiendo que te lo cambien a dinero muggle, del país que desees. Aunque por ahora es preferible que lo hagas a la moneda inglesa, luego veremos a que país vamos...- Harry estuvo de acuerdo en eso y terminaron de cenar tranquilamente...

Los siguientes días pasaron muy ocupados. Sirius se ausentó gran parte de los tres primeros días para arreglar todo lo que se refería a sus nuevas identidades y, según le dijo a Harry cuando regresó, vender algunas de las joyas de su familia que había traído de la casa de sus padres, por lo que regresó de su primera salida con varios miles de libras, ya que las joyas eran muchas. Gracias a que tenía alguna ropa muggle que había utilizado cuando era joven, no tuvo ningún problema con la vestimenta. Al tercer día ya lo tenía todo listo: no le había sido muy difícil conseguir nuevas identidades para él y para Harry. Había conseguido carnets de identificación para los dos y un acta de nacimiento de Harry, en la que constaba como su hijo. Al principio, se preocupó de que su ahijado se molestara por esto último, pero se tranquilizó cuando él le dijo que no tenía ningún problema en eso. También había conseguido los documentos respectivos de una escuela muggle, para que así Harry pudiera ir a una en el lugar donde se instalaran. Lo que si tuvieron que obtener legalmente fueron sus pasaportes, ya que Harry le advirtió a su padrino que los muggles eran muy quisquillosos en esa clase de documentos y que no les convenía arriesgarse a viajar con documentos falsos, así que fueron un día a la oficina encargada de entregarlos y los obtuvieron enseguida.

Lo único que faltaba era empacar, trabajo nada fácil debido a que Sirius consideraba que Harry no debía descuidar sus estudios, así que decidió encargarse él mismo de darle las clases, por lo que entre su equipaje incluyeron montones de libros que Sirius había utilizado en Hogwarts y que le servirían a Harry, además de unos cuantos extra, especialmente de D.C.L.A.O. ya que los dos eran conscientes de que, tarde o temprano, el muchacho tendría que regresar al mundo mágico. Es así, que una semana después los dos estaban empacando sus cosas para partir a Londres, desde donde tomarían un avión que los llevaría a París, y de allí irían en tren hasta el país que sería su nuevo hogar... Lo habían decidido hace unos días, no era un lugar muy grande, pero tenían la seguridad de que allí podrían hacer una vida tranquila, sin temor a que los descubrieran...

-¿Sabes?- dijo Harry mientras terminaba de meter en su maleta la ropa que le había comprado su padrino días atrás, todo de su talla- Esto me recuerda a la escena de dos años atrás, cuando fui a Hogwarts por primera vez... Sólo que esa vez tenía menos equipaje, y en la sala mis tíos estaban deseando que llegara el día siguiente, aunque no tanto como yo...

-¿Dos años atrás?- preguntó su padrino- ¿Qué hay del año pasado?

-El año pasado escapé de casa...

-Vaya, como que se te hizo costumbre, ¿verdad?- dijo burlón- ¿Qué hiciste esa vez?

-Nada... Yo no tengo la culpa de que un elfo doméstico se haya aparecido en mi habitación, hiciera magia en casa y el ministerio me echara la culpa a mí...

-Así que por eso fue la primera amonestación...

-Sí, pero eso no fue lo peor. Cuando regresé de mi primer año, se me olvid decirles a mis tíos que no podía hacer magia fuera del colegio, así que no se metían conmigo. Pero gracias a esa lechuza me encerraron, pusieron barrotes en mi ventana y dijeron que no volvería a Hogwarts...

-¡¿Qué hicieron qué?!- preguntó Sirius enfadado- Harry, en cuanto se arregle todo este lío, recuérdame hacerle una visita a esos Dursley...

-No te vas a meter en problemas por mi culpa- dijo Harry- Además, Ron y sus hermanos vinieron a mi rescate en el auto volador de su padre... Y ya que estamos hablando de Hogwarts, aún no te he dicho quién es mi profesor de pociones, ¿verdad?- preguntó sonriendo, no necesitaba razonar mucho para saber que si Snape era enemigo de su padre, lo era también de Sirius

-No sabía que habían cambiado de profesor de pociones- dijo su padrino- El nuestro era un viejo cascarrabias, pero al menos trataba a todas las casas por igual...

-Pues yo no puedo decir lo mismo del mío- dijo Harry- Me ha echado el ojo desde que entré a Hogwarts, y busca cualquier pretexto para expulsarme. Ahora debe estar celebrándolo...

-Ya veo que le tienes cariño...- dijo Sirius sarcásticamente- ¿Quién es el capullo?

-Severus Snape...- respondió lentamente, para disfrutar el efecto de sus palabras

-¿Snape? ¿El pelo grasiento?- preguntó Sirius horrorizado- ¡Por Merlín! No puedo creer que Dumbledore les haya echo eso... No quiero imaginarme como te trató, después de todas las bromas que le hicimos tu padre y yo...

-Creo que me voy haciendo la idea de porqué me aborrece tanto...- siguieron hablando de Hogwarts y de los profesores de Harry durante un buen rato, hasta que los equipajes estuvieron listos y encogidos, gracias a Sirius

-Bien, creo que ya está todo listo- dijo- Ahora será mejor que vayamos a dormir, mañana tendremos que partir temprano...- Harry asintió, se despidió de su padrino y fue hasta su habitación. Como estaba muy cansado, se quedó dormido casi enseguida. Fue despertado por su padrino poco después de que amaneciera...

-Harry... Ya es hora...- dijo sacudiéndolo suavemente. Él se espabiló enseguida y empezó a vestirse. Quince minutos después estaban afuera de la mansión de los padres de Sirius, a donde habían llegado por polvos flu. No les fue fácil encontrar un taxi que los llevara enseguida al aeropuerto, donde desayunaron y estuvieron hablando de los distintos artículos muggles que Sirius desconocía hasta que se escuchó un anuncio por el altavoz...

-Los pasajeros del vuelo 694 con destino a París, por favor abordar por la puerta 2...

-Ese es el nuestro- dijo Sirius- Vamos...- los dos tomaron sus equipajes y emprendieron su viaje hacia su nueva vida, fuera del mundo mágico...