Disclaimer: Pokémon no me pertenece.
Adieu
"Siempre estaré a tu lado, te lo prometo" Aún recuerdo tus hermosas palabras que alguna vez dijiste en el pasado, simples pero llenas de sinceridad, en ese entonces, lo creí ciegamente; cegado en el amor que te tuve, lo creí.
Al igual que un tonto, creía tontamente en cada palabra que salían de tus bellos labios rosados, eran cautivadores y a la misma vez sofocantes, verdaderos y a la misma vez ocultados por una mentira. Fue en aquel tiempo que yo seguía siendo un niño ignorante del amor. Niño, esa palabra me queda perfecta.
Fue simple nuestra relación, adornada de la palabra "novios" supuse que lo nuestro era verdadero. Mas sólo tú me hiciste caer en un juego tonto. Tonto... Vagamente lo pronuncio, ciegamente lo vuelvo a repetir, ferozmente aquella palabra se oye en todo mi entorno. Bajo la tenue luz del sol, bajo las incesantes gotas caídas del cielo, suena… Tonto.
"¿Estás bien?" "Yo te cuidaré" "Confía en mí" Y nuevamente me engaño a mí mismo, anhelo que me lo vuelvas a repetir, no obstante esas palabras nunca más serán repetidas ni pronunciadas, aunque en mi cabeza aún deambula tu despedida.
Adiós. Fue la última palabra que pude oír de ti antes que me dejes abandonado a mi suerte, sin embargo no lo puedo olvidar.
Gente caminando de un lado a otro, ajetreada y estresada por la vida común que lleva en la gran ciudad, son pocas las personas que notan la presencia de alguien que pide a gritos ser ayudado, es ahí en donde me encuentro, parado y sin ningún rumbo fijo. Las angostas calles del centro de la ciudad al parecer quieren guiarme, detenido en la multitud de paraguas alzadas al cielo, soy el único sentenciado a la soledad, es ahí que me doy cuenta de lo tan duro que es crecer.
"¡Papá, quiero ser un entrenador como tú!"
En mi andar, aquella vocecilla acalla por completo mis pensamientos, la expresión alegre del padre es envidiable, pero aún más la del pequeño infante. "Quiero ser un Maestro Pokémon" Esas fueron mis tan perdurables palabras cuando yo apenas tenía los 10 años y hasta cierto punto de mi juventud lo fueron siendo; hasta ese día del inicio de la primavera.
Sin ninguna expresión en mi rostro, oculto en un pequeño alborcillo podrido por el tiempo. La escueta silueta de alguien rechazado es objeto de burla de la gente inconsciente de mi desdicha. Triste y real, es así de claro, claro como las gotas que chocan en mi rostro y a veces confundidas con mis lágrimas. Prometí no llorar más, no vale la pena, pero siguen cayendo, quisiera ver la noche y por fin dormirme, quisiera haber dicho no en su momento, quisiera alejarme por completo de esta soledad, impregnado de los sollozos de mi corazón, como todos los días después de su partida, el inicio de la primavera no fue tan cálida y acogedora para mí.
Hace 16 días
Era el primer día alegre después del frío invierno, el brote de las hermosas flores que decorarían toda esta estación era el admirar de los niños, entre ellos estaba yo, era simple mi felicidad y no podía pedir más, me agradaba mi vida; quizás en lo profesional no me iba tan bien, sin embargo el tener a esa persona a mi lado me bastaba. Llevábamos más de seis meses saliendo, aunque solo fueron unas cuantas semanas que estuvimos completamente juntos. No es fácil el trabajo de un entrenador y una coordinadora.
Tal vez el viajar a cuanta región desconocíamos haya sido el peor problema en nuestra relación. Quizá lo haya sido para ella, nunca lo entenderé, yo en cambio siempre quise estar a su lado, a veces la distancia entre nosotros no era excusa para mí. "Eres la única para mí" Fueron tantas veces que lo dije que apenas puedo contarlos. Creía que era la primera y la última que entraría en mi tonto corazón de niño, pero ya sé que eso fue un estúpido sueño.
Esperaba pacientemente en una de las tantas plazuelas de la ciudad, estaba inquieto y nervioso; me maldecía mentalmente por no haber escuchado perfectamente su mensaje. "Tal vez dijo martes. No, no, no, es lunes ¡Rayos!" No estaba seguro del día exacto de su llegada, pero aún así le esperaría en esa plazuela.
El reloj de mi pequeño aparato marcaba las once y treinta cuatro de la mañana, suponía su arribo al mediodía, me estaba equivocando, ¿pero qué más podía hacer? Solo era cuestión de esperar. En ese tiempo los minutos me parecieron horas, y para el colmo el rugido de mi estómago era incontrolable. Para estos casos extrañaba profundamente a mi amigo.
"Un helado, por favor."
Y es ahí que lo escuché, un pequeño niño pidiendo ese cono de nieve, no lo pensé dos veces, hacia bastante calor y tenía hambre, mataría a dos pájaros de un solo tiro, después de unos minutos disfrutaba del incomparable sabor de un helado de vainilla. Fue ahí que perdí la noción del tiempo.
Pensaba en cada momento que pasé junto a ella, eran pocas pero lo disfrutamos al máximo, no salía de mi impresión, fue en esa desastrosa actuación mía en Kalos que nos volvimos a ver nuevamente. Te volvía a mirar, y al igual que en el pasado mantenías esa sonrisa alegre, y no solo eso, cumpliste con tu meta. Dos Festivales en tu haber, eras bastante conocida, pero en cambio yo, las derrotas consecutivas adornaban mi nombre en varias ligas y peor aun mi reciente participación en Kalos.
Estaba totalmente frustrado y enojado conmigo mismo, de esa tristeza ella pudo liberarme, nuestra amistad era inalcanzable y pronto evolucionaría; no fui yo el que lo propuso, era incauto a la nueva palabra que mencionaba a cada momento… Amor.
Había pasado algunos días y ya formalizamos nuestra relación, era rápido, pero estaba seguro de quererte, guardaba ese sentimiento desde el momento en que nos separamos, no lo comprendía perfectamente, pero estaba seguro que ella me lo enseñaría. Y fue así que nuestros rostros era la portada de todas las revistas de espectáculos. Yo no soy de las personas que llaman mucha la atención, sin embargo la realidad era otra para ella, adoraba la atención, quizás mi nombre a lado suyo era la imagen perfecta para que despegue nuevamente su fama.
En ese entonces la estrella era ella, a mí no me molestaba en lo más mínimo, era todo lo contrario, estaba feliz, sin embargo realmente a veces pensaba que me utilizaba para su propio beneficio.
"¡No ves qué solo eres su muñeco de trapo!" Una de mis amigas me advertía a cada momento, más solo la ignoré a tal punto que quedamos peleados y no fue la única, fue con todos mis amigos.
Yo sabía que ella no me usaría.
Después de algunos meses la fiebre del pequeño entrenador que conoce a la princesa perfecta se había esfumado. Era así como nos llamaban los medios de la farándula, lastimosamente no indagué sobre el asunto, me sentía tranquilo de ya no ser acosado por periodistas que a cada momento querían sacar a la luz nuestra vida íntima, y en cambio trataba de aprender cada parte de la nueva personalidad de mi novia; era difícil a veces de entenderla, cambiaba bastante rápido. Cariñosa en frente de las cámaras y enojada cuando estaba a solas conmigo, pero yo así la seguía amando.
Fue en invierno que teníamos que separarnos, lo entendí en ese momento, no andábamos bien en nuestra relación, darnos un pequeño tiempo quizás sería la mejor opción. En el inicio del invierno felizmente te decía un hasta pronto, te deseaba con todas mis fuerzas éxito en el próximo festival al que ibas, y yo intentaría probar suerte en esta ya conocida liga.
Pasaban los días y entrenaba con todas mis fuerzas, estaba aislado, por primera vez en mi vida viajaba sin nadie, pero aquella soledad se desvanecía con cada llamada que recibía por parte suya, al principio fueron diarias, luego semanales y por último escasos días del mes, y fue hace dos días atrás que recibí su mensaje de su arribo, era en la misma ciudad en donde nos dijimos un hasta pronto donde nos volveríamos a ver, estaba al extremo de la región, pero con la ayuda de mis pokémon pude finalmente llegar a tiempo, sin embargo el único problema era el día de su llegada. ¿Era un lunes o un martes?
Río, finalmente la volveré a ver, quiero abrazarte y decirte lo tanto que le extrañé, de un salto, me levanto, miro la hora, son las seis de la tarde, parece que soñé despierto, y parece que ella dijo que llegaría el martes. No me importa, por un momento pude comprender lo tanto que la amo.
En el camino de regreso, por extraño que parezca, siento curiosidad de ir al muelle, —tan desdichoso es mi destino— entre el día y la noche por última vez cae pequeños copos de nieve dando así el final del invierno y el inicio de la primavera. Entre la multitud de personas que admiran el bello manto blanco caído del cielo me encuentro yo, a pocos pasos de los navíos, quiero observar el inmenso océano, quisiera estar junto con mis pokémon en estos momentos para no ser el único de mirar tan asombroso espectáculo, entre la sombra nocturna de la noche, un barco se acercaba, pensaba irme, pero fue pura casualidad que quise quedarme un poco más.
¿Debí alejarme o seguir con esta mentira?
Bajaban varias personas, lo que más me entretenía ver eran los variados pokémon que los acompañaban, estaba a segundos de irme, pero fue ahí que escuché su risa, inconfundible ante la multitud de voces. Me di la vuelta, y la encontré; llevaba puesta un abrigo rosado, acompañado de su tan familiar cartera roja. Te encontré.
Realmente estaba feliz de verla, no obstante no me di cuenta hasta unos pasos más adelante que por fin pude mirarla mejor y lo vi todo; aquella risa y alegría en su rostro demostraba lo tanto que querías a ese hombre, no era la misma sonrisa que me lo mostrabas a mí, forzada y a la misma vez cerrada, en algunas ocasiones pensaba que lo hacías sin ningún afecto.
Me quedé estupefacto, paralizado, no lo creía y jamás lo iba a creer, pero fue ese beso lleno de tu alegría hacia él que me hizo reaccionar, no quise ver más. Salí lo más rápido que pude de aquel lugar, mis piernas temblaban, agitado por el miedo a perderte quise olvidar ese día, ese instante, ese beso, pero era imposible.
Debía de encarar la verdadera realidad. ¡Ella no me haría algo así! ¡No lo haría! Alguna vez en una revista que leí acerca del amor indicaba que la confianza hacia tu pareja es el mayor lazo que podía existir entre dos personas que se aman, lo entendí en ese momento, y yo confío ciegamente en ella. Y eso a sido mi principal problema.
Regresaba lentamente, pensaba en cada palabra que diría y a la misma vez cada pregunta que ella me hiciese. Pero todo había acabado antes de comenzar; lo nuestro jamás existió, si alguna vez estuvo atraída por mí eso quedó en el pasado, lo importante ahora es su propia carrera.
Esa noche la encontré al frente mío, callada por un largo momento al igual que mí, sin embargo ese tipejo seguía acariciando tus delicadas manos, abrazaba con ternura su cuello, en ningún momento lo soltó, esperaba alguna reacción, una bofetada tal vez, pero él aún seguía con sus acciones, lo aceptaba.
Tal vez las palabras no iban a servir de nada, con rabia, me abalancé a ese tipejo, para mí mala suerte era astuto, quería hacerlo pagar por tocar a mi novia, lo molería a golpes, no obstante no me di cuenta del bochorno que realizaba en la calle, una gran cantidad de personas se reunían alrededor de nosotros, llamaban insistentemente a alguna oficial cerca, yo en mi afán de golpear a ese miserable no percibí nada, no fue hasta que me derrumbaron sobre el frío cemento de la acera, dos policías rápidamente me sujetaron.
"Ese delincuente empezó la pelea" "¡Vaya! Qué descarado ese mocoso" "Lo golpeó sin ninguna razón" ¿A quién defenderían? ¿A mí, o a ese estúpido con la nariz rota? Jamás en mi vida había estado tan enojado, actué sin pensar, y a pesar de todo lo que hice por ella, me abandonó.
"Por favor traigan una ambulancia" "¿Estás bien?" "Solo aguanta un poco más" Cómo hubiera querido que me dijeras esas palabras a mí. Esa noche lo pasé dentro de una cárcel. Al día siguiente esperaba una respuesta suya, pero nunca pasó, y jamás pasaría, no fue hasta el quinto día de encierro que me liberaron bajo fianza, quien lo pagó fue ella. Pero no era por mí, estaba siendo presionada por los medios de prensa que irremediablemente fue obligada a pagar la multa, porque al fin de cuentas seguía siendo su novio para la televisión.
Salía, en medio de la entrada varios periodistas preguntaban a cada rato lo sucedido, curiosamente no la encontré a ella, más tarde ese día supe que se iba.
Y claro sólo había una cosa que podía hacer.
"Lucha por lo que amas" Esas palabras lo había aprendido a lo largo de todos mis años de travesía alrededor del mundo —Era tonto e iluso, sí ahora lo sé— seguía queriéndote y no te abandonaría. Corría con todas mis fuerzas, y te alcancé, no me alejaría de ti. El amor hacia ti era verdadero y sincero, pero tú me usaste como un muñeco que fácilmente era desechable, era fácil de utilizar, fácil de engañar, es por eso que el pseudónimo de niño tonto me queda perfecto.
:.:.:.:
"No importa si todo esto lo hiciste por tu fama, yo todavía te sigo amando."
"¿No lo entiendes Ash? Acabó, lo nuestro nunca existió, fuiste tú el que tontamente creyó que esto alguna vez sucedió, lo lamento."
"¿Qué es lo que me dices?" ¿Acaso no fuiste tú la que me prometió estar a mi lado? ¿Acaso no fuiste tú la que me dijo que me amaba? En verdad que no te entiendo, creía conocerte, pero aquella niña con la que pasé grandes aventuras en el pasado ya no existe."
"Cierto, tienes razón Ash, aquella niña que conociste ya no está aquí, ¿ahora lo entiendes?"
"¿Qué es lo que quieres que entienda? Hice todo lo posible para estar a tu lado, aun así, tú me rechazas, ¡¿dime qué es lo que hice mal?!"
"No tengo tiempo para decírtelo, hasta luego Ash."
"¿Es así como quieres terminar? ¡No! Yo quiero estar a tu lado, sé que en estos momentos nuestra relación esta inestable, pero podemos recuperarlo, lo sé… Yo…
"Adiós."
:.:.:.:
Esa tarde comenzó una torrencial lluvia, frente a mis ojos ella se alejaba para siempre, serena, firme. ¿Es qué nunca sintió algo hacia mí? En cambio yo, no paraba de llorar, golpeaba insistentemente el duro piso, repitiendo una y otra vez su nombre, fue en esa ocasión que me prometí jamás volver a repetir los errores del pasado, fue en ese entonces que me volví un solitario, deambulaba por las calles, dejé a mis pokémon en el Centro y nunca más volvería a ser un entrenador para ellos.
¡Qué tonto!
Es así que quince días después me encuentro todavía esperando la llegada de la noche, la lluvia apaciguó un instante, me alejo lentamente, finalmente decidí olvidarlo todo, pero por ahora lo primero es dejar a mis pokémon con el profesor Oak, los abandoné a su suerte, ni para ser su entrenador sirvo, pero qué más da, por ahora quiero estar tranquilo.
En el camino pienso acerca de la advertencia que me dijo una amiga antes, si, ella estaba en lo correcto, era un simple muñeco de trapo, no lo había pensado pero por esa palabra me peleé con todos mis amigos, y ahora no tengo a nadie a mi lado.
Llegué al CP, entré cautelosamente, ahora debo ser el chico más estúpido del mundo, es así como me llama la gente, el único afectado del alboroto de hace algunos días fui yo, y ella y ese idiota quedaron como los buenos de la historia a tal punto que gracias a su grandísima bondad, ayudaron a liberar a un chico de pasar dos años en la cárcel.
Es así de cruel el mundo actual, no puedes tener siempre lo que más quieres, al llegar a la recepción una amable enfermera me atiende.
"¿En qué puedo ayudarte?"
Y con toda sinceridad le explico mi situación, para mi fortuna, me entiende, no demoro mucho en recuperar a mis amigos, suerte que están en sus pokébolas, a excepción de uno… Pikachu.
No hace falta explicar a mi amigo lo que sucedió en estos días, y es así que aquella noche pude por los menos dormir, pero aún teniendo en mente mi decisión de abandonarlo todo.
A la mañana siguiente me levanté temprano. Fue bastante difícil engañar al profeso Oak el porqué le enviaba a mis pokémon, pero lo hice, aunque realmente tuve que mentir mucho. El único a mi lado era mi Pikachu, todo ya estaba preparado, abandoné el CP y empecé a alejarme, no fue antes de salir que la enfermera Joy salía a toda prisa en mi busca.
Me encontró y con una sonrisa me entregaba un sobre rosado, dijo que había llegado hace un par de días y debido a que recién me había encontrado, me lo dio recién hoy. Para ser sincero nunca esperé una carta de nadie, ni siquiera de mi madre, nadie sabe sobre mi actual situación y dudo que alguien se interese. Lo empezaba a romperlo pero fue ahí que mi Pikachu intervino. ¿Quería que lo leyera? Yo no lo quería, pero las chispas saliendo de las mejillas rojas de mi pokémon hicieron cambiar mi decisión, en ese aspecto yo no había cambiado, seguía siendo el mismo niño de cuando salí de pueblo Paleta hace 9 años, aunque quizás de ahora en adelante cambiaría totalmente.
Esperaba una gran carta llena de párrafos, lo imaginaba, porque para que alguien me envíe una carta debió tener razones muy fuertes, pero la primera y única palabra escrita es…
Hola
Sabía que decir un adiós era para no volver a ver a la persona a la que se lo decías, pero un hola era todo lo contrario, significaba un reencuentro, quizás alguien siempre estuvo esperándome…
