I. TENER UNA MADRE
Gritos de una mujer retumbaban en toda la Mansión Phantomhive, hasta que fueron interrumpidos por los llantos de un bebé.
—¡Enhorabuena, condesa! ¡Ha tenido una niña muy sana!—informaba con una gran sonrisa una enfermera que llevaba en sus brazos un bebé envuelto en una toalla.
—Acércamela… Por favor…—imploró jadeando por el esfuerzo la mujer.
Con mucho cuidado, la enfermera dejó el bebé tumbado al lado de su madre. Está, al verlo, lo abrazó con fuerza mientras lloraba de alegría.
—¡Mi querida hija! ¡Mi querida Claudia!
Fuera, el doctor daba parte al conde sobre el resultado del parto:
—Ha sido una niña, señor. Sana y fuerte, por lo que se ve.
El conde dio un suspiro de resignación.
—Esa mujer no para de darme problemas cada dos por tres. Yo solo quiero un heredero sano y solo me trae enfermos. ¡Seis varones ha traído al mundo y ni uno sano! ¡Y ahora va y me trae una mujer!
—Por favor, señor, no alce la voz tanto o su esposa lo oirá.
—¡Pues que me oiga! ¡Necesito un heredero y ya!
—Señor, con el debido respeto, dudo mucho que la condesa esté ya para traer más vida al mundo. Cada parto es más costoso. Su cuerpo ya no puede más. Si se vuelve a quedar embarazada, podría morir.
—¡¿Y para eso me caso yo con ella?! ¡Solo me ha traído hijos que se desangran al menor roce y lo último que va a dar a luz va a ser una niña! Si se entera la Reina de esto, seré el hazmerreír de toda la Corte inglesa—murmuró malhumorado.
Era obvio su enfado. El "Perro Guardián" de la Reina tenía como misión proteger Inglaterra de cualquier amenaza y, a la vez, tener un heredero que le sucediera. ¡¿Qué sería de este símbolo si quien tuviera que llevar las riendas de la familia Phantomhive fuera una mujer?!
Dentro de la habitación, la condesa oía los gritos de su marido mientras seguía abrazando a su nueva hija, haciendo caso omiso a la sangre que empezaba a regar las sábanas. Alteradas, las enfermeras salieron a buscar al doctor, oportunidad que tuvo la condesa para decirle estas últimas palabras a su querida hija:
—Claudia. Te quiero mucho. Mamá te quiere. Sé cauta, sé fuerte. Vas a sufrir mucho, pero recuerda quién eres. Eres una Phantomhive y los Phantomhives soportamos cualquier dificultad mientras somos fieles a la Reina—sus ojos se inundaron de lágrimas viendo su final—. ¡Más…! ¡Muchas más cosas quiero decirte! ¡Quiero quedarme a tu lado! ¡Te quiero!
Para cuando entró el doctor, solo pudo encontrarse a la madre rodeada de sangre en la cama con el bebé al lado suyo, dormido en sus brazos. Ya estaba muerta.
Claudia siempre quiso tener una madre buena a su lado y no ser la única mujer en una familia compuesta por siete hombres. Quiso una madre comprensiva y que la ayudara a pasar por el arduo camino de una mujer del siglo XIX.
NO PUDO SER.
