Él no solía visitar esos lugares por dos motivos, el primero, podía tener a la chica que quisiera en el momento que quisiera; el segundo, no le gustaba el ambiente de esos bares. Pero por motivos de negocios, había terminado en un bar donde la principal atracción eran las hermosas chicas que desfilaban sobre un escenario, bailando sensualmente y bastante ligeras de ropa. Era típico de los hombres de negocios terminar las juntas administrativas que habían llegado a buen fin, en lugares así, y esa vez no iba a ser la excepción. Aunque le desagradaban esos tipos, era su fortuna familiar la que estaba en juego (cosa que tampoco le hacía mucha gracia, a él le interesaba ser fuerte, ser el mejor shaman, poco tenía que ver el negocio con sus intereses, pero bueno, de alguna forma se sentía obligado a hacerlo). El calor del lugar sumado al estupor provocado por el vino, lo habían sumergido en una profunda confusión. Ahora miraba a una chica en particular -la única que había llamado su atención desde que entró al lugar- mientras su mente y su hombría le jugaban una mala pasada.
- Creo que el señor Tao ha encontrado a la chica a la cual llevar al hotel esta noche.- Dijo uno de los hombres ahí presentes, de al rededor de 40 años. Len creía que eran todos unos fracasados y que no estaría hablando con ellos de no ser por el hecho de que su padre había comprado una de su empresas y lo mandaba a él en representación suya.
- No digas idioteces, además en este bar no son prostitutas, simplemente están aquí animando el lugar.
- Es que no lo sabe? Todo es comprable en este mundo. Es un pensamiento al cual se tiene que acostumbrar, señor Tao. Es más, creo que con el buen negocio que acabamos de hacer, nosotros podríamos invitarle esta noche, eres joven, 23 años? Debes disfrutar! Acabas de hacer un buen negocio, podría terminar la noche dándose un pequeño gusto.- Dijo otro de los hombres, este más joven que el anterior, pero ante los ojos de Len, igual de desagradable. Hey, mesero! Podría hablar con el dueño? Tengo una oferta que hacerle.
Len no entendía mucho de la situación, volvió a mirar a la chica que ahora estaba sentada en un costado del escenario. Su cabello negro caía hasta su cintura expuesta. Un top negro, una pequeña falda del mismo color y unas medias de red eran las únicas prendas que la muchacha llevaba. Volteó a ver a sus compañeros y estaban hablando con otro hombre, el dueño del lugar seguramente, intentando negociar por la muchacha. Seguro que eso pasaba seguido, pensó Len. No tenía ganas de discutir con los idiotas con los que había negociado y tampoco quería quedar mal frente a ellos, así que aceptó la oferta. Además, lo cierto era que tanto mirar a la muchacha había despertado un extraño y fuerte deseo en él. De repente, vio cómo el dueño del bar se acercaba a hablarle a la muchacha al oído, ella hizo una expresión que Len no pudo decifrar, pero definitivamente no se mostraba de acuerdo con el trato que habían hecho con su cuerpo. Hablaron unos minutos, en los cuales Len pudo sentía que sus socios le hablaban sobre lo bien que la iba a pasar, sobre su buen gusto en cuanto chicas, y demás cosas que no podía terminar de entender porque súbitamente todo le zumbaba. "No debí haber tomado tanto" pensaba.
La chica se acercó su mesa, con cara compungida, pero aún así, se buena manera. Se sentó en el regazo de Len y por un momento se miraron a los ojos. Sus ojos eran de un hermoso azul, su tez era blanca como la nieve, y de cerca era aún más hermosa. Len jamás había visto a una chica tan bonita, y su cuerpo tembló de deseo en cuanto la sintió sentarse sobre él. La chica se le acercó y le susurró algo referente a irse lo más rápido posible. Parecía nerviosa, cosa que provocaba ternura en el chino y a la vez lo hacía desearla más.
- Un momento, preciosa.- Dijo con un tono seductor que en raras ocasiones había utilizado. -Debo terminar unos asun...
- Pero, señor Tao, por favor, no deje esperando a la hermosura que lo acompaña, vayase ya. El negocio ya está cerrado.
Pilika palideció al escuchar el apellido del hombre que había pagado por pasar la noche con ella. Tao? Le había resultado familiar su rostro al acercarse, pero realmente no se había fijado mucho en él (no solía mirar mucho a los hombres que frecuentaban el bar). a ella le pagaban por mostrarse un poco y mover el trasero, pero esa noche las cosas habían ido más allá... y de todas las personas que podrían haber llegado allí esa noche, se encontraba sobre Len Tao. Una mezcla de verguenza y tristeza la embargaron. Odiaba su trabajo, odiaba a su jefe, odiaba su vida, pero en ese momento más que nunca. Se volteó a verlo a la cara y pensó que, más allá del miedo que sentía, podría haber sido mucho peor. El hecho de que un conocido la encontrase en aquel lugar la avergonzaba, pero seguramente Len no la reconocería e iba a tener que improvisar... La verdad era que no sabía qué iba a hacer. En eso, sintió una palmada en la cadera, como en señal de que se levante. Así lo hizo y contempló al joven despedirse de sus socios, y luego lo siguió hasta su auto, sin cruzar palabra.
Una vez en el auto, sus miradas se cruzaron fugazmente. Ambos se sentían algo incómodos, Pilika temerosa, esperando que de un momento a otro Len la reconociera y Len, lejano a esta posibilidad, simplemente no sabía cómo actuar. Había estado con varias chicas, algunas de ellas habían sido intentos de pareja fallados impuestos por su padre y otras chicas con las que había salido casualmente, pero era la primera vez que estaba con una chica que se lo tomaba como un "trabajo" y eso lo hacía no saber cómo reaccionar. Pilika notó la tensión en él, y si bien era la primera vez que estaba en esa situación, sí había tenido que tener que hacer "contacto" con algunos de los clientes frecuentes del bar, no pasaba nunca de unos besos en el cuello, unos masajes... pero bueno, era una forma de romper el hielo. Se acercó lentamente a Len y apoyó la cabeza en su hombro, mientras le acariciaba el cuello con la nariz y le daba pequeños besos, que hacían que Len soltase algún que otro suspiro. Él la tomó de la cintura y acercó la cara de ella a suya, para poder besarla. Se besaron con pasión y ternura a la vez, él se encontraba ya bastante excitado y pensaba en todas las cosas que podría hacer con ella al llegar al hotel. Cosa que le hizo caer en la cuenta de que todavía estaban en el auto, así que, con dificultad se autocontroló y suavemente alejó a la chica de su lado. La miró y le sonrió sensualmente, a lo que ella respondió mordiéndose las labios. Rayos, realmente le gustaba! No era algo que hubiese esperado e incluso eso la confundía aún más. Desde que conoció al amigo de su hermano que había sentido algo por él, algo no tan fuerte como un enamoramiento y muy inocente para llegar a ser deseo. Pero ahora ya no tenía 12 años, tenía 19, y no podía evitar querer continuar con lo que había empezado. Sin embargo, y esto la torturaba, él la veía simplemente como a una puta. No quería que las cosas fuesen así, pero tampoco tenía otra opción. En esto pensaba la muchacha mientras su acompañante manejaba hacia el hotel en el cual se hospedaba.
- Oye...- Dijo de repente. - Nos conocemos de algún lado?
Pilika se sonrojó y lo miró como pidiéndole perdón.
- Realmente creo que ya te he visto antes, pero a la vez siento que nunca en mi vida había visto a una mujer tan hermosa como tú.
Eso sí era extraño, ella jamás pensó que Len era de esa clase de hombre que hablaba con tanta soltura. Aunque tampoco creía que fuese el tipo de hombre que iba por una mujer a un bar, así que llegó a la conclusión de que en realidad no lo conocía.
- No vas a hablarme?
- No es eso, es que... es que... todo esto es muy extraño.
- Para mí también lo es. Es la primera vez que estoy en esta situación y realmente no sé cómo actuar. Lo siento.
- (?) No tienes que... disculparte.- Dijo Pilika y río. -Yo tampoco sé cómo actuar, de cualquier manera...
Llegaron. Subieron hasta el 4to piso en silencio y al entrar, Len sacó un vino blanco y unas copas y sirvió para ambos. Bebieron un poco, también en silencio, cuando repentinamente Len se acercó a ella e hizo que se pare de la silla, le tomó la cara con las manos y se acercó lentamente a ella.
- Eres hermosa. Te lo habrán dicho cientos de veces, pero realmente lo eres.
La miró a los ojos y ella no pudo evitar sonrojarse y temblar. Se besaron de nuevo, esta vez con menos tensión y más deseo. Len se quitó la camisa con un rápido movimiento y comenzó lentamente a sacarle el corset corto que tenía puesto, encontrándose con los senos descubiertos de la muchacha, lo cual provocó que esta se sonrojara más e intentase cubrirse con las manos, cosa que él impidió quitándolas y ubicándolas alrededor de su cuello. Aprovechó esto para acortar aún más la distancia que los separaba rozando así sus cuerpos y comenzó a besar ahora él su cuello, haciendo que ella se relaje cada vez más. Él bajó en dirección a uno de sus pechos y comenzó a mordisquearlo suavemente, lo que provocó que ella lanzase unos pequeños gemidos, que solo aumentaron la excitación del joven. La llevó hasta la cama y la recostó en ella, sacándose los pantalones antes de ubicarse sobre ella para continuar besándola. Sus manos fueron directamente a su falda, y habilmente se la quitó. Para Pilika, todo ocurría demasiado rápido. El poco vino que había tomado había hecho su efecto y estaba bastante más desinhibida, pero aún así le costaba seguirle el ritmo al muchacho. Acariciaba su espalda y amagaba con sacarle el boxer, pero no se terminaba de animar. Aun así, a Len no parecía molestarle este hecho, y continuaba devorando su boca, y apretando uno de sus senos con una mano. La otra la dirigió hacia sus bragas, y comenzó a tocarla por arriba de estas... La joven no pudo evitar lanzar un gritito pero a la vez había algo que no la terminaba de convencer.
- Es.. espera, Leeen.
Él se detuvo en el acto y la miró a los ojos, extrañado.
- Creo que en ningún momento te dije mi nombre, o sí?
Pilika, que estaba ya de por sí bastante agitada y colorada, palideció de golpe y se agitó más.
- Lo siento... yo...
Len la miró atentamente, queriendo descifrar quién era la chica que tenía adelante. Realmente le resultaba conocida pero, de dónde?
- Dime, quién eres, dime tu nombre...
- Pi.. Pilika.- Respondió, luego de titubear.
Len puso cara de desconcierto, mirándola más penetrante, pero en el acto cayó en la cuenta, era la hermana pequeña de HoroHoro! Por dios, había crecido mucho pero su cara tenía aún los mismos rasgos, incluso la inocencia en su mirada era la misma. Estaba convencido de que la hubiese reconocido en el acto si su cabello hubiese sido de su color original.
- Lo siento, yo.. te reconocí en el bar, cuando te llamaron por tu apellido. Tenía la esperanza de que no me reconozcas y hacer como si esto nunca hubiese ocurrido entre nosotros- Dijo, mientras se sentaba y buscaba su minúsculo corset, cosa que los nervios le impedían. - Te devolveré el dinero en cuanto pueda. sabes? yo solo recibo el 10% de las propinas que me dan los cliente y aunque esta sea la primera vez que me pagan por algo así, ya que usualmente las chicas del bar no nos vamos con los clientes, no creo que sea la excepción. Lo siento.
- Diablos! No quiero el dinero, Pilika, de cualquier forma no era mío, y no me interesaría ni aunque lo fuese.- Dijo, mientras se pasa la mano por la cara, sentándose el también.- Me lo hubieses dicho de antemano y toda esta situación no hubiese ocurrido... Es la primera vez que estás .. en esta .. situación?
- ... sí.
- Pero no me refiero .. con un cliente, es decir, alguna vez haz estado con...
- No.- Contestó la chica antes de que terminara la pregunta. - Soy virgen, si a eso te refieres. Dijo, no sin algo de pena.
- Lo lamento. En serio...
- Está bien, me dejé llevar, además... no pasó nada malo ni mucho menos. Tú no sabías, es decir, menuda decepción. Creo que estas no eran tus expectativas para esta nocha, ja.
Ella ya se había vestido y estaba dirigiéndose a la puerta, cuando el chino le hizo otra pregunta.
- Por qué trabajas ahí?
- Porque estoy sola y no tengo otro remedio, mi hermano desapareció hace años en una tormenta y como sabrás, éramos huérfanos. se podría decir que me engañaron. En fin.. adiós.
- No! No te vayas. Quedate! No tienes que volver a trabajar ahí. Yo tengo dinero. Demasiado, quizás. Quedate.
