Otra vez yo. Me dio un bloqueo de escritor y en mi momento summertime sadness decidí escribir lo primero que me llegara a la mente. ¿Qué me salió? Este inocente drabble.
Por si las dudas, sí, escuchaba a Alessia Cara.
Scars To Your Beautiful
Que se sepa entonces que parecía sólo un insignificante sueño donde la consciencia maniobraba a su antojo el sentir de las sedosas sábanas arropando el propio cuerpo cálido, sintiéndose una broma apenas cada que las miradas se encontraban en el momento exacto para sonreír, y las respiraciones mezclándose por una cercanía única conformarían el auténtico sonido en la gran habitación, yaciendo ambas almas las genuinas presentes; con sus manos acariciando las duras facciones y la barba firme, siendo las cosas favoritas con las que sus malvas orbes, sólo así, expectantes habrían de maravillarlo. Dígasele afortunado de poder pasar escenas gloriosas a lo largo de la oscura recámara, dignándose a observar con atención cada una de las cicatrices que amaba con pasión, rozando con la punta de los dedos la cabellera, y persiguiendo caminos en la desnuda espalda para posar sus manos en los fuertes brazos llenos de marcas. Keith y Takashi, dejando toda angustia a la merced de la consciencia la cual ahora tratarían de ignorar, simplemente bajo el manto apresándose, abrazándose, amándose.
—Sabes que no es necesario que las veas —escuchando el ronco tono en sus oídos, pasando sus labios por la agrietada piel, dirigiendo su mirada fija a los ojos entristecidos frente a él.
—Me gustan —nomás dos palabras salieron por su garganta— Me gustas —fueron las siguientes, y Takashi habría de besar su frente.
La percepción hacia las cicatrices nunca lo cansaba. Estando siempre vulnerable a las preguntas o comentarios que venían con frecuencia en un tono inseguro, intentando en vano que sus labios no tocaran cada una de ellas, y que dicho contacto de la boca hacia éstas se convirtiera en un pasatiempo. Porque aunque Takashi le dijera que eran horrendas, Keith sin verlo de la misma manera, lo acallaría con un lento y profundo beso. Habiendo sido una necesidad de recordarle todo el tiempo, estando acostados relajándose en la misma cama, sobre el cariño con el que se dirigía, Keith y Shiro, nuevamente empezar a debatir las insufribles cicatrices en el cuerpo más grande. Y que se sepa entonces que lo que parecía sólo un insignificante sueño donde los corazones latían acorde los tactos de las manos y los nervios del estómago, sería una de las últimas noches estando juntos.
