Se sabía mas que de memoria el camino que estaba haciendo en esos momentos. Y no era justamente por ser uno que recorriera en muchas ocasiones, sino más bien porque llevaba días recorriendo esa ruta sobre el mapa en su ordenador. Una y otra vez. Era interesante lo diferentes que se veían las calles de día en comparación a como eran en cada noche de patrulla. De noche las calles significaban un peligro constante que en días como ese, soleado y despejado, nadie se imaginaría.
Igual que las calles cambian de un día a otro, para Damian otras muchas cosas lo habían hecho de la misma forma. Demasiado pronto como para hacerse a la idea de otro cambio ahí estaba. Su padre había muerto, cuando al fin conoció a ese hombre volvió a perderle. Y aunque Drake lo afirmara, lo creyera firmemente y tuviera una fe excesivamente ciega para su propia cordura nadie más que él pensaba lo contrario. Su padre estaba muerto, eso creyó al menos, y no podía tener la misma fe que Drake. Había crecido en parte mas dura y oscura del mundo, y era eso lo que veía día a día a pesar de todos los intentos por cambiarlo de todo el mundo a su alrededor. Era algo que conocía demasiado bien. Por eso…¿De qué servían las esperanzas en algo que no podía ser?
Pero se equivocó.
Aunque con la familia a la que ahora pertenecía a menudo se equivocaba.
Cuando quiso darse cuenta tuvo que obligarse a levantar la vista del suelo para sacar su mente de sus propios pensamientos antes de de que se perdiera aún más. Ahí estaba el edificio que estaba buscando justo frente a su mirada. Durante un tiempo pensó en hacerlo pero al final nunca daba el paso hacia adelante para ir a ese lugar. A pesar de que quisiera y una vocecita, pequeña y molesta, le susurraba una y otra vez que lo hiciera de una maldita vez. Por eso se sabía el camino de memoria tras investigarlo y descubrir exactamente dónde estaba. No se molestó en preguntarle directamente a pesar de que de sobra sabía que no se negaría a darle la dirección. Porque Grayson era así, estúpido e ingenuo y demasiado blando para su propia seguridad.
Finalmente llegar al piso que buscaba fue lento y tranquilo. Las escaleras estaban bien y aun necesitaba tiempo por lo que desechó la idea del ascensor. Aún así el momento en que llegó frente a la puerta pareció demasiado pronto, como si la cantidad de pisos y escalones para llegar no fuera en absoluto la equivalente a 5 pisos.
Pero ahí estaba con la mirada clavada sobre la madera, analizándola. Hizo el recuento de todas y cada una de las formas que sabía cómo atravesar esa simple puerta sin que el dueño la abriera para él. Todas ilegales si le preguntaban. Y al cabo de un rato termino por apartar la mirada para apoyarse en la pared que estaba a un lado. Con lentitud se dejó resbalar hasta que estuvo sentado en el suelo. Joder aun le dolían las heridas del último combate y sus dedos se quejaron con un grito mudo cuando los forzó a aguantar su peso.
Esos últimos días estaban siendo duros aunque no lo dijera en voz alta. Ver a su padre nuevamente cuando lo había dado más que por perdido fue raro. Acostumbrarse nuevamente a él y a su extraña relación también. Volvía a sentirse un extraño a su lado, como si gran parte del tiempo que pasó con esa familia se hubiera borrado de golpe. Su padre estaba de vuelta y Grayson se había ido volviendo a su ciudad, dejándolo atrás, por decirlo de algún modo. Lo mas seguro es que solo él lo viera de esa manera, pero no sabía exactamente el porque lo sentía así y era un sentimiento extraño que se mezclaba con demasiadas cosas como para entender exactamente que estaba pasando. El problema era que después de ese año a su lado, que le hizo cambiar más de lo que nadie pudiera creer, llegó a acostumbrarse a él y su presencia. A ese Batman que brillaba con luz propia y que por un tiempo, aunque nadie mas lo supiera, había sido su luz guía en medio de la oscuridad.
Con un suspiro frustrado apoyó la barbilla sobre sus rodillas cerrando los ojos.
Estaba ahí por algo, no podía evitarlo… le echaba de menos. Era su refugio, el único en el que podía pensar. Fue el primero en confiar en él, en abrirle las puertas. El primero con quien podría decir que abrió su corazón un poco y quien intentó enseñarle cosas que no entendía sobre el mundo. Lo peor es que estaba tan seguro de que el idiota al otro lado de esa pared no tenia la mas mínima idea de la huella que había dejado…
Aun a pesar de necesitarlo, de querer verle y extrañar su compañía seguía ahí. Sentado simplemente fuera de su apartamento a un lado de la puerta pensando en todo y en nada. Quería entender del todo que era esa necesidad por él y no estaba seguro de como demonios hacerlo. Y no saberlo solo aumentaba las ganas de no verlo.
Pero aún así necesitaba verle, oírle. Necesitaba sus risas tontas y sus acercamientos estúpidos que sabia mas que de sobra que acabarían con un golpe. Necesitaba un poco de su luz porque estaba tan confundido últimamente… que la única persona que pasó por su mente no fue más que él. Nunca pensó ni por un segundo que matar a una persona llegaría a hacerle sentir de esa manera. Su entrenamiento desde siempre fue el de un asesino, y había matado a tantas personas en el proceso que podía hacerlo sin ni siquiera tener que pensarlo. Pero ahora tenía todos esos sentimientos contradictorios… y eran tan maldita y jodidamente molestos… que apretaban en su pecho subiendo por su garganta casi obligándole a contener las ganas de gritar. Estaban ahí y dolían como nunca había dolido algo. Todo lo hizo por su padre y todo lo que representaba. Por ese hogar que nunca pudo llamar hogar y del que ahora formaba parte. Si su padre no podía hacerlo… sería el mismo quien lo hiciera para cuidar de todo eso. Ya estaba manchado, roto y sucio, y podía estarlo un poco mas si así se encargaba de proteger todo lo que significaba. Porque siempre, siempre quiso ser como él. Sabía tantísimas cosas sobre su padre gracias a su madre...
Era tan curioso que tan solo diez años de vida pesaran tanto.
Escondiéndose en uno de sus brazos acabó por revolverse el pelo frustrado. Lo mejor sería solamente mancharse y punto. Era más sencillo y menos molesto de esa forma. El problema es que cuanto lo pensó, rindiéndose a tocar la puerta para olvidarse de todo ese viaje y de verlo para volver a la mansión, una mano se apoyó sobre su cabeza sobresaltándolo.
-Damian…-
Su voz llegó de nuevo a sus oídos y pensó más que nunca que lo había extrañado demasiado.
