N/A: Hola, nuevamente :)

Aquí les traigo lo que será una historia de no más de cinco capis (es mi reto, xDD) así que espero que les guste. Es un Ichihime aunque al comienzo no lo paresca. Lo es y terminará como tal. Es sólo un poco de drama ;)

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DISCLAIMER: Bleach no me pertenece y el fragmento de canción le pertenece a Imagine Dragons de su fabulosa canción It's time.

Espero sus reviews!


PROLOGO

It's time to begin, isn't it?
I get a little bit bigger, but then I'll admit
I'm just the same as I was
Now don't you understand
That I'm never changing who I am

¿Recuerdas cuando nuestra amistad era todo en nuestro mundo? ¿Cuando tú solías arriesgar tú vida para salvarme? ¿Cuando yo curaba tus heridas? ¿Lo recuerdas? Yo desearía que todo volviera a ser como antes... desearía poder viajar al pasado y cambiarlo todo. Desearía que nuestra amistad continuara... que todo sea igual que antes...

Orihime miró la pantalla de su ordenador y dejó de escribir. ¿Cuantas de esas pequeñas estrofas tenía escritas en su ordenador? Ella no tenía idea, pero supuso que debían ser muchas. Escribía cada vez que podía desde hacían tres años y sólo algunas le habían servido como modelos para sus libros de poesía o para hacer sus viñetas de shoujo para la revista mensual femenina.

Todos pensaban que sus palabras eran profundas y que ella poseía una gran imaginación romántica aunque fuera triste. No lo era. La realidad era que todas esas palabras la representaban a ella, era su corazón y su alma los que estaban reflejados en cada una de sus letras. Pero ahora ese fragmento sería el contenido del episodio mensual de un manga shoujo.

Observó con el rabillo del ojo los dibujos que estaban sobre el escritorio. Estaba dejándolos secar del la tinta azul para luego escanearlos y enviárselos al editor. Aun tenía tiempo de sobra, pero a ella le gustaba hacer las cosas con anticipación, para que quedaran bien y para que su editor tuviera tiempo de arreglarlos y colorearlos en el computador.

—Mami, tengo hambre— Orihime se volteó y se encontró con un pequeño de cabello castaño oscuro y grandes ojos grises. Daisuke, su pequeño niño, tenía tres años y era adorable. Sus amigas de la oficina solían decir que él era un "chibi" y por eso le llamaban Daibi-kun. Daisuke se estrujó los ojitos y miró a su mamá con ojos de súplica. —Mi estomago hace ruidos raros, mami— murmuró, llevando uno de sus bracitos a su estomago.

Orihime sonrió, antes de negar la cabeza y mirar la hora. Eran las diez y veinticinco de la noche, demasiado tarde como para darle algo de comer al pequeño. —Dai-kun, es muy tarde para que comas. Sólo te daré leche caliente, ¿vale?— el pequeño murmuro un "awww" pero luego asintió, encogiéndose de brazos. Orihime lo cargó hasta la cocina y antes de colocarlo sobre la barra de esta, le besó la frente.

—Ai shiteru— murmuró sobre su frente. Daisuke la abrazó.

—Ai shiteru, mami— dijo en esa voz tan cantarina que le caracterizaba.

Luego de que Orihime le sirviera su leche caliente, lo llevara a lavar sus dientes y a colocarle unos pijamas limpios (se había vertido leche sobre los que tenía), la joven lo acompañó a su pequeña y modesta habitación. Orihime se sentó a un lado de Daisuke, rodeándolo con sus manos y besandole las mejillas.

—Mami, ¿me cuentas una histolia?— Orihime sonrió, Daisuke a penas podía pronunciar la 'r', por lo que era algo gracioso escucharlo decir "histolia" en vez de "historia".

—¿De que quieres que sea la historia, Daisuke? ¿De robots que protegen el mundo? ¿o de dragones?— preguntó, acomodándose a un lado del niño.

Daisuke frunció el ceño y llevó uno de sus dedos a sus labios. —¡De un caballero valiente que rescata a una princesa!— exclamó. Orihime suspiró y asintió.

—Bien, aquí voy— comentó

»Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivía una joven princesa...«

—¡Tú eres la princesa, mami!— interrumpió Daisuke, provocando que Orihime se riera.

»Esa joven princesa tenía muchos amigos. Ellas los quería muchísimo, pero había uno que ella quería más. Él no sólo era apuesto, sino que era un gran caballero, un hombre de palabra y tan bondadoso, que era capaz de dar su vida por la de los demás. Un día, un malvado hombre llegó a la ciudad y trató de hacerle daño a los amigos de la princesa, por lo que ella decidió sacrificarse e irse con él. Pero el joven caballero no iba a permitir que su amiga sufriera, por eso se fue tras de ella y junto a sus amigos, pelearon por rescatar a la princesa. Al final, el caballero triunfó y salvó a la princesa y todos vivieron felices para siempre.«

—¿Ese es papá?— preguntó Daisuke. Orihime, a sabiendas que la historia que había relatado era más o menos una pequeña versión de lo ocurrido en Hueco Mundo y con Aizen, sintió una ligera punzada de dolor en su pecho.

Negó la cabeza. —No, Daisuke, no lo es— comentó. El pequeño la observó confundido. ¿Cómo no iba a ser su papá? —Y yo tampoco soy la princesa— murmuró en voz baja, besando la frente de su hijo y quedándose en silencio, hasta que este se durmió.


¿Por qué todo tiene que ser de esta forma? ¿Por qué la vida no puede ser como nosotros queremos que sea? Quisiera hacer muchas cosas y todas las quisiera hacer en tú compañía... pero el destino no lo quizo y por eso todo se destruyó...

Las silenciosas lágrimas que se deslizaban por sus mejillas caían sobre el teclado de su computador. Siempre que pensaba en el pasado, un gran dolor se apoderaba de su corazón. La vida en ocasiones era demasiado injusta.

Orihime escuchó el ruido de la puerta al abrirse y suspiró. El infierno comenzaba una vez más. Guardó el documento y cerró su computador, para luego colocarse de pie y encaminarse al pasillo, donde la figura de un hombre caminaba hacia la habitación.

—¿Cómo estuvo tú noche, Daike?— cuestionó cuando su prometido se detuvo frente a ella. Daike poseía el mismo color de cabello que Daisuke, sólo que sus ojos eran verdes y que su mirada no era tan brillosa e inocente como la de su hijo. Daike era un hombre alto y apuesto, pero a pesar de ser muy apuesto, todo lo que tenía en el físico le hacía falta en el interior. Orihime no estaba con él por que lo amase, sino por Daisuke.

Ella había cometido un error y ahora lo estaba pagando caro.

Daike se le acercó y la besó con cierto salvajismo en los labios. Orihime pudo sentir el indiscutible olor a tabaco y a alcohol en sus labios, por eso arrugó la nariz y trató de apartarlo de ella. —Hoy no— comentó cuando él llevó sus manos a sus pechos, apretándolos con rudeza.

Daike se alejó, enojado. —¿Qué demonios? Llegó a mi maldita casa y lo único que deseo es que mi mujer pueda atenderme como me merezco ¿y que es lo que recibo? Un "hoy no". Joder, Orihime, no es si quieres, es tú maldita obligación— le gritó, tomándola por los hombros y estampandola con rudeza sobre la cama.

—No grites, piensa en Daisuke— rogó, mientras sus ojos se humedecían. Ella sabía que su hijo sufría cada vez que ellos discutían por trivialidades. Daike y Orihime eran como el agua y el aceite, demasiado diferentes.

¿Cómo se habían emparejado? Hacían tres años atrás, cuando Orihime estaba demasiado devastada emocionalmente y se sentía sola, ella había visitado sola un bar al que había ido días antes con Matsumoto. Ella no era alcohólica y quizás por eso fue que con tan sólo cinco copas, se había emborrachado lo suficiente como para despertar al día siguiente con Daike. Un mes después ella estaba embarazada y como Daike (aun siendo un bastardo egoísta) era demasiado responsable, se fueron a vivir juntos.

Un grave error.

—Si no quieres que grite, cierra la boca y quítate la ropa— siseó Daike a su oído. Orihime hizo tal y como él le había dicho. Esa no era la primera vez, siempre era lo mismo.

Cuando Daike se durmió, ya entrada la madrugada, Orihime se despertó y se quedó observando el techo de la habitación. "¿Qué demonios estoy haciendo con mi vida?" pensó. ¿Eso era lo que deseaba para el resto de su vida? ¿Esa era la vida que quería darle a Daike? Ella tenía veintidós años y tenía un futuro por delante. Era joven, tenía un hijo precioso que dependía de ella. ¿Por qué tenía que soportar a Daike?

La joven observó a Daike dormir a un lado de ella, desnudo. Ella no sentía nada por él. Ni siquiera, aunque le mortificara, le provocaba placer. Él era atractivo y todo, pero ella no sentía nada, cada vez que terminaban en la cama (casi siempre él la obligaba) ella se sentía mortificada y demasiado interesada en que él se sintiera complacido para así terminar de una vez y por todas.

Eso no era vida y tampoco era amor.

Su único amor era Kurosaki Ichigo y él lo sería hasta la eternidad. Pero todo había terminado de una forma demasiado brusca y ella aun se sentía dolida por lo que había ocurrida.

Hacían tres años, un mes antes de la concepción de Daisuke, ella se le había confesado a Ichigo. Ellos tenían diecinueve años y se habían hecho amigos muy cercanos en la universidad. Los dos estudiaban lo mismo, literatura, sólo que ella tenía una concentración menor en arte. En ocasiones ellos se sentaban juntos en el campus para leer a Shakespeare o para platicar sobre ideas nuevas sobre poesía o libros. Ella jamas había pensado que él, siendo tan explosivo, tuviera una forma tan hermosa de ver la vida.

Por eso ella lo amaba, por que él era diferente en todo el sentido de la palabra.

Pero como ella tanto temió, él no le correspondió. Cuando ella le confesó que lo amaba desde la preparatoria, Ichigo se había quedado sorprendido.

"Yo... Inoue... yo lo lamento..." había murmurado, incapaz de observarla a los ojos.

"Esta bien, K-kurosaki-kun... entiendo..." había dicho ella, con la suficiente dignidad como para sonreír y observarle a los ojos. "Todo estará bien" había murmurado, tragándose las lágrimas que amenazaban con salir.

Nada salió bien.

Ella se fue a un bar un mes después (por consejos de Matsumoto de que saliera a divertirse) y se había emborrachado y había terminado acostándose con un maestro que ni siquiera conocía. Todo empeoró cuando salió embarazada.

No sólo había recibido el increíble y doloroso golpe de saber que esperaba un bebé con alguien que no quería, sino que se enteró que Ichigo salía con una chica que estudiaba enfermería. Esos dos golpes fueron los necesarios para que ella abandonara la universidad y para que consiguiera un empleo en una revista, lejos del campus. Se sentía demasiado avergonzada como para acercarsele a Kurosaki. ¿Qué pensaría él de ella si supiera que estaba embarazada? ¡Ella le había dicho que le amaba y luego se acostaba con otro!

Cambió su teléfono móvil, sus emails, se mudó de Karakura y dejó atrás a todos sus amigos. Ella había comenzado de nuevo. Y quizás hubiera sido feliz si lo hubiera hecho sola. Pero necesitaba dinero, lo poco que ganaba escribiendo para una revista y dibujando mensualmente no le alcanzaba para todos los gastos de Daisuke. Y Daike tenía trabajo y una economía estable.

Su vida con Daike era un completo infierno. Un caos. Él la engañaba con una vecina, ademas de que también salía con una de sus estudiantes. Él no lo negaba y a decir verdad, a Orihime tampoco le importaba. El que él tuviera dos amantes le garantizaba tenerlos contento sexualmente, por lo que ella sólo debía cumplir con su papel de "esposa" una o dos veces al mes, lo que era un alivio para ella.

Orihime sólo deseaba que las ventas de sus libros aumentaran, por que si tenía algo más de dinero, podía abandonar ese estúpido apartamento y comenzar de cero junto a Daisuke. Ella no iba a arrebatarle por completo a Daisuke de Daike, sino que les permitiría las visitas una o dos veces a la semana, pero nada más.

La muchacha suspiró, pensando en como sería la vida de Ichigo. ¿Se abría casado? ¿Tendría hijos?

¿La recordaría?

"Si supieras cuanto te extraño y como desearía que todo esto fuera una pesadilla... preferiría conformarme con ser tú amiga y siempre estar a tú lado a vivir apartados.