Ahora lo entiendes
Un sillón orejero que normalmente ocupabas, un gran cuadro de boda que se partió en dos al chocar con el fondo del contenedor, una maleta vieja que se abrió al caer sobre los restos del cuadro, dejando a la vista tu ropa interior...
- Vete con él, es lo que siempre has querido, ¿no? - gritaba tu aún esposa desde tu - ya no - dormitorio.
No discutiste, ya bastante habías intentado hacerla comprender esta mañana. Le explicaste por activa y por pasiva que Sherlock sólo era tu amigo, tu mejor amigo, pero no te creyó; te acusó de infiel y te hirió. Y te dio un ultimátum, uno que, de conocerte mejor, sabría que no aceptarías.
- O Sherlock o yo - fueron sus palabras exactas. Palabras que tal escuchaste volvieron a lastimarte.
- O Sherlock o yo - repitió de nuevo. Como si no la hubieses escuchado bien. Y no te costó decidir, la respuesta no necesitaba ayuda, pero aun así llegó, en forma de mensaje corto.
- Ven a Baker Street enseguida. Es urgente. - SH
- Tengo que irme - tu tono y tu rostro serios como una estatua.
- Es él, ¿verdad? Vete, vete y no vuelvas - te gritó aunque estabas cerca. Ibas a irte de todos modos, no había duda, nunca la hubo. Esta conversación mental se terminó hace mucho tiempo ya.
Llegaste al 221B. Después de todo lo pasado, después de su muerte y resurrección, después de casarte con Mary y alejarte - pero nunca distanciarte de su corazón -; después de todo, volvías a casa.
Sabías que el mensaje mentía. No esperabas un gran recibimiento, sólo cotidianidad, verle saltando por el salón o tumbado en el sofá en posición pensador.
Entraste con tu antigua llave, aún la conservabas en caso de urgencia - o explosión - . Silencio. Cómo añorabas ese silencio, aunque alguna vez te hubiera exasperado. Y acertaste. Tumbado en el sofá en posición pensante, los ojos al cielo pero en otra parte. No pudiste - ni quisiste - evitar sonreír, y de alguna forma, como siempre, lo supo todo sin ni siquiera mirarte.
- ¿Problemas en el paraíso? - su voz te trajo tantos recuerdos...
Te acercaste y te sentaste en el hueco que por su delgadez dejaba libre, encontrando esa mirada celeste que tanto habías echado de menos.
- Sabías que pasaría - su rostro parece preocupado. No puedes con todo y te derrumbas, dejándote caer con suavidad sobre su brazo ya estirado. Te giras hasta quedar pegado a su pecho, cálido, como si estuviese esperándote. Te envuelve con ese mismo brazo y te acerca más a él. No quieres marcharte, nunca debiste haberlo hecho.
Puedes sentir su aliento en tus labios, y dejas escapar un sollozo involuntario. Notas su contradicción y su receso. Pero ni una queja. Ni una desde que has llegado.
- Tenemos tiempo - escuchaste con menos firmeza a la acostumbrada. Y cayó dormido. No podías verlo pero lo sabías. Había estado esperando para dormir contigo. Y entendiste porqué no había funcionado con nadie más.
O.O.O
¿Les gustó? Espero que sí :D
Este fic se me ocurrió esta tarde viendo cómo mi vecino cambiaba los muebles de su casa y tiraba los viejos al contenedor XD
Reviews por fics, ¿hay trato? Nah, aun sin reviews seguiré escribiendo :) pero se agradecen un montón ^^
