HOLA!

Despues de vario tiempo sin publicar nada, me decidi a compartirles esta nueva historia, espero que les agrade y que me acompanien a lo largo de esta nueva Aventura, les recuerdo que mi debilidad esta en la ortografia a pesar de que uso un programa de computadora para corregirla, a las personas sensibles a este defecto pues les recomiendo abstenerse de leer, y a las demas pues las invite a vivir conmigo este "enganio"

Los personajes no me pertenecen... sino ya me habria casado con Albert, jajajajajaja, no en serio, los personajes pertenecen a sus respectivas autoras solo la historia es 100% mia.

ENGANIO

Capitulo 1: El Inicio de una Mentira.

La brisa del mar como pequeñas agujas congeladas le golpeaba el rostro, estiro el cuello de su capa con la intención de cubrirse más, su gorra blanca con visera negra cubría su cabeza y mantenía su mirada oculta, parecía un fantasma en el solitario puerto, el viento invernal balanceaba las esquinas de su ancha capa descubriendo de cuando en cuando su atuendo marino… observo una vez más su hermoso reloj de bolsillo labrado en oro, faltaba casi diez minutos para la hora acordada, sin embargo a él le parecerían un eterno siglo… de pronto el resonar hueco de un taconeo en medio de aquella solitaria obscuridad que cubría el lugar atrapo su atención, su corazón se aceleró cuando sus ojos reconocieron a la persona que se acercaba, llevaba una larga capa que ocultaba su cuerpo, y su rostro estaba casi cubierto por la ancha capucha, solo sus acelerados piececillos se asomaban a cada paso bajo la larga falda obscura, alzo la vista y sus ojos se encontraron unos con otros, el brillo de la luna se opacó bajo aquel que apareció en las pupilas de ese par de enamorados… los definidos labios varoniles se extendieron de una sonrisa ladeada que sin intención de hacerlo derretía a cualquiera del sexo femenino y arrancaba la envidia de los caballeros por su efecto sobre el "sexo débil".

Extendió su mano con ansiedad, y el, la agarro fuertemente y la atrajo hacia si para encerrarla entre sus brazos mientras sus labios encontraban los suyos con ansiedad, sus cuerpo temblaba bajo el nerviosismo, pero estos se trasformaron en pasión, su cuerpo alcanzaba su máxima resistencia cada vez que él la tomaba entre sus brazos y podía sentir el calor que ese fuerte cuerpo le trasmitía, perdía todo pensamiento y razonamiento y se entregaba a la voluntad de el… tal como lo estaba haciendo en ese momento; habían sido interminables horas de tormento los que sufrió momentos atrás tomando aquella decisión, pero su corazón grito más fuerte que su razón, lo que sentía por ese hombre era verdadero, lo amaba con toda la fuerza de sus diecisiete años, no importaba lo que su hermana le aseguro: "Es solo la emoción por ser el primer hombre que te pide salir y te habla de amor", no , él era su primer hombre y seria el ultimo porque ambos se amaban intensamente, quizá fuera el primero que ella conocía en aquellos términos, pero sin duda seria el único, no creía poder amar a alguien más con aquella intensidad, sin importar todo lo que los demás dijeran, incluidos sus primos los Corwell y Anthony quien había sido su amor secreto de infancia, todos estaban equivocados al juzgar al amor de su vida como un mentiroso, alguien que no valía la pena por estar muy lejos de ser un caballero, pues se equivocaban, porque Terrece no solo era un caballero, sino que era el hijo de un duque y aun con todo eso, le gustaba valerse por sí mismo y adquirir su propia fortuna con la flota de barcos que poseía y de la cual el capitaneaba su propio barco. Él era el adecuado, solo el comprendía sus ansias de vivir, solo el comprendía su amor, en definitiva, él era su otra mitad y nadie los detendría.

-No lo Hagas! -la firme y varonil voz a sus espaldas los sorprendió, "alguien" los había traicionado y no podía ser nadie más que su propia hermana.

El la soltó despacio de su abrazo para que ella se girara y pudiera ver a la cara al hombre que cuidara de ella desde que era apenas una niña, no era mucho mayor que Annette, su hermana, pero era la cabeza de aquella importante familia por herencia al ser el único varón.

-no puedes detenerme!- alego ella dirigiéndose al hombre rubio que la observaba en aquella obscura noche en el muelle, pero mirando con rabia a su hermana cuatro años mayor, quien trataba de ocultarse a espaldas de este, no perdonaría su traición.

- No sabes o que estás haciendo, arruinaras tu vida y tu reputación… eso no es lo que mereces…- trato de convencerla acudiendo a lo que cualquier jovencita de su edad dentro de su círculo social temía.

-Si lo sé, y no me importa lo que piensen de mí, yo lo amo!, y me iré con él porque es mi felicidad ya lo he decidido!- afirmo dándole la espalda y aferrándose al torso del hombre que permanecía callado y sonriendo por su triunfo.

-Candice… no me obligues a detenerte…- advirtió, el jamás había sido violento con nadie, no le gustaba abusar de su fuerza y mucho menos de las ventajas que le daba su posición, pero si era necesario llamaría a las autoridades para que detuvieran a aquel hombre que se aprovechaba de la inocencia de su pequeña.

- no me obligues a quedarme, si lo haces te odiare por el resto de mi vida por interferir en mi felicidad… tú no eres nadie para decidir sobre mi vida… no llevamos la misma sangre y no tienes ningún derecho!- en ese instante la joven supo que sus palabras herían al hombre que no hiso más que darle cariño y apoyo en todo momento, sin embargo al escuchar que la llamaba por su nombre, algo que el jamás había hecho… sintió la necesidad de herirlo también, tal como ella se sentía.

- si te dejo marchar… me odiare a mí mismo por el resto de mi vida…- pensó el para sí, sin embargo se sentía desarmado al ver la ira y el desprecio que ella mostro en aquellas palabras, no podría hacer nada, la conocía lo suficiente como para saber que si el la detenía, ella intentaría buscar a aquel joven de nuevo y viajaría sola sin importar que pudiera pasarle.- Pequeña… me estas obligando a vivir en la obscuridad de la culpa…

Ella ya no hiso caso de sus palabras, se tomó de la mano que el joven le extendía para que lo siguiera y camino con el sin volver la mirada, internamente pedía perdón por lo que hacía, pero la decisión estaba tomada, era su felicidad y nadie se la arrebataría.

-Candy…- fue casi un susurro que salió de los labios de su hermana que la vio alejarse junto a aquel al que apena conocieran un par de semanas atrás pero que había cautivado a la pequeña rubia con sus palabras de amor y su rebelde libertad, Candy había hecho lo que jama pensó que se atrevería, se escapaba por las noches para verlo a espaldas de su familia y en el par de fiestas de sociedad a los que habían acudido "por coincidencia", el la acaparaba desde el principio con descaro, ya había habido rumores sobre los jóvenes que estaban rompiendo algunas importantes reglas sociales, pero a ellos no les importo, ahora él debía regresar a su tierras y estaba decidido a llevarse consigo a su pequeña hermana, y la muy tonta había caído en el engaño de un romance falso, sufriría cuando despertara de aquel sueño lleno de engaño.

-Vamos Annie, no podemos hacer nada, si la obligamos a quedarse me temo que cometa una locura peor…- Albert no podía ocultar su abatimiento ante aquel acto de rebeldía que él no pensó llegaría a suceder con "su pequeña" como la llamaba, era una chica alegre, rebelde hasta cierto punto, pero eso era lo que el mas amaba de ella, que no dejaba que nada ni nadie atara sus alas, mas jamás pensó que la perdería de aquella forma en manos de un patán….

kire

El barco zarpaba dejando atrás la tierra que la vio nacer, una lágrima que mostraba su sentir escapo de sus verdes pupilas rebelándose al igual que ella a ser atada…aun cuando su destino no fuera certero y quizá desapareciera en la nada justo como aquella gota de agua salada.

-No te angusties mi vida, yo te daré la felicidad a manos llenas y olvidaras este trago amargo, cuando lleguemos a Londres y seas mi duquesa se arrepentirán de no habernos apoyado…- el joven toma la esbelta cintura y la rodeaba con sus brazos, apoyando su barbilla en el hueco del blanco y lozano cuello, ella sonrió con sus palabras y él supo que su triunfo seria completo, sus ojos hechiceros miraron al muelle lejano, donde un par de figuras se desvanecían con la distancia, el poder de los Andrew no había podido con su astucia.

Tomados de la mano caminaron a lo que serían sus habitaciones, algunos de los pasajeros los observaban de reojo asombrados por la juventud de la pareja, Candy no conocía a nadie dentro de aquella tripulación y Terrece parecía no querer presentárselos, pues pasaba a su lado y sonreía pero no se detenía, seguía caminando con ella dela mano con un rumbo desconocido para ella.

Cuando llegaron a la suite presidencial de aquel barco Terrece abrió la puerta y la tomo en brazos como si fuesen una pareja de recién casados, ella sonrió alegre, el la tomaba como si fuera su esposa, dándole un lugar que todavía no le pertenecía pero que pronto seria suyo, en cuanto llegaran a Londres y el la presentara su padres los duques de Granchester.

Al poner los pies nuevamente en el suelo, y girarse para ver la que ella pensaba seria su recamara… quedo asombrada, era muy elegante, pero eso no era lo que la impresionaba pues gracias a Albert ellas siempre habían viajado en primera clase y en los mejores suites, lo que la tenía con los ojos muy abiertos era la cantidad de rosas que cubrían el lugar, había docenas de ellas que eran alumbradas tenuemente por velas colocadas estratégicamente logrando un ambiente romántico y de ensueño.

-Terry, esto es bellísimo…- se volvía para encararlo y besarlo tiernamente en la boca.

Pero la ternura no estaba en los pensamientos de Terry quien la recibió con ambrosia y comenzó a devorarle los labios… la atrajo a él con fuerza y la estrujo apegándola totalmente a su cuerpo, ella sintió su emoción y su corazón palpitando rápidamente, sintió miedo, con una delicadeza mal disfrazada se alejó un poco negándose a continuar con la dolorosa caricia.

-Es un poco tarde, quizá debamos descansar… mañana estaremos en altamar dirigiéndonos a nuestro futuro…- un poco agitada por el inesperado beso, dio un par de pasos atrás alejándose un poco pero sin desear provocar un malentendido a su actitud ante aquel gesto un tanto agresivo para ella, pero que era tan natural en su amado.

-Tienes razón mi pecosita…- le dijo con cariño pero en sus pupilas había un brillo que ella no vio antes- he dejado un regalo para ti en el baño, espero que te agrade… y me demuestres lo mucho que me amas usándolo esta noche…- el veía el temor en ella, era demasiado inocente, antes nos e hubiera atrevido a besarla como lo había hecho pues eso la hubiera asustado y jamás hubiese tomando la decisión que tomo cuando él le propuso huyeran juntos, pero ahora la tenía solo para él y pronto no habría lugar al que pudiera huir, y menos al haber quedado marginada ante la sociedad por huir con un "desconocido". Nadie sabía quién era, la sociedad américa no sabían de su existencia, pero en aquel barco los pasajeros que viajaba a Londres, la mayoría ingleses, conocían al rebelde hijo del duque de Granchester… por supuesto también conocían su vida, por ello no se arriesgaría mostrando a Candice ni permitiéndole relacionarse con ellos, la mantendría solo para el... como lo había planeado.

-Claro…- la chica se apresuró a la puerta que suponía era el cuarto de aseo, a su paso vio que la decoración de rosas abarcaba todos los rincones posibles de que la habitación, incluso sobre la cama había abundantes pétalos rojos que brillaban bajo la luz de las velas, entro de prisa tratando que la soledad de aquella habitación le diera a su corazón un ritmo normal, pues sentía que este saldría cualquier momento de su pecho por los fuertes latidos que mantenía dentro de su pecho.

En el mueble cerca del espejo había una hermosa caja envuelta para regalo, sonrió llevándose las manos al pecho, Terrece era encantador, la abrió con rapidez y sus ojos no pudieron con la sorpresa… parpadeo con par de veces tratando de creer que aquello fuera posible, quizá terrece se hubiese equivocado o alguien cambiara el contenido de aquel paquete… aunque eso era prácticamente imposible… con manos temblorosas saco la delicada prenda de seda y encaje de entre los suaves papeles que la protegían…entre más veía la prenda más desconcertada se sentía… esta cayo de sus manos cuando vio lo que estaba debajo… no podía ser posible!. El camisón que supuestamente cubriría con pudor su cuerpo… era del mismo material y llevaba anchas tiras de encaje por el frente y por la parte trasera, carecía de mangas y el escote era muy bajo… la tela se apegaría su cuerpo desnudo y la bata que la cubriría no ayudaría mucho para mostrarse decentemente… no, ella no podría usar a aquello, y menos si debía quietar su corsé y sus pantaloncillos… como se acostumbraba para dormir cómodamente…. El llamado en la puerta la sobresalto.

-espero que sea de tu agrado, el color es tu favorito y estoy seguro que la medida es la correcta… no sabes cómo deseo verlo puesto en ti… mi esposa.- el joven sabia como alagar a una mujer… pero ella un no lo era, era una niña rebelde, pero no una descarada.

-Creo… creo que se han equivocado en la tienda… este no es un camisón adecuado…- su voz temblaba, y en el fondo tenía la esperanza de que estuviera en lo cierto al decir que se habían equivocado.

-No mi dulce Candy… yo mismo lo he empaquetado, no hay ningún error… déjame verlo puesto en ti… cuando lo vi en la tienda estaba seguro que sería perfecto para nuestra primera noche juntos… seremos uno para siempre mi amor… y entre nosotros no debe haber nada que nos avergüence… o nos prohíba disfrutarnos mutuamente… además deberás acostumbrarte a llevar ese tipo de ropa… es lo que acostumbran las damas casadas…- la voz de Terrece sonaba con cariño y ternura, parecía que la comprendía y deseaba prepararla para lo que sería su vida juntos.

-Está bien…- respondió aun no muy convencida- tardare un instante…

Volvió a tomar aquella prenda, nunca había escuchado de las cosas que sucedían dentro de un matrimonio, ellos aún no estaban casados, pero lo harían apenas llegaran a Londres… terrece tenía razón, debía preparase para ser una mujer casada… y si el ser una buena esposa incluía vestir aquellas prendas, entonces sería mejor que se acostumbrara, no quería parecerle una torpe a su futuro marido… con torpeza comenzó a deshacerse de su ropa… estaba acostumbrada a atenderse sola a pesar que la abuela Elroy constantemente la regañaba por no permitir que sus doncellas la atenderían como era debido, ahora se alegraba de haber continuado rebelándose ante a aquello, pues por lo visto no habría quien la ayudara ahora que si deseaba compañía.

Su mano continuaba temblando cuando tomo el pomo de hierro que abría la puerta del baño, jalo lentamente de estepar abrirse camino esperanzada en que terrece se hubiese cansado de esperar y se hubiese retirado a su habitación… pero se equivocó, él estaba sentado en la orilla del lecho y miraba fijamente en su dirección… como un guardián, sus ojos azul mar, fueron recorriendo su cuerpo conforme este aparecía, estiro su mano invitándola a cercarse, ella sentía que sus mejillas se quemaban por la vergüenza, agradecía que Terry hubiese apagado algunas velas atenuando la luz que la iluminaria y rebelaría lo que ella no deseaba fuera aun descubierto, tomo la mano del joven en cuanto estuvo a una distancia adecuada, él se puso de pie y la giro apreciando la belleza de sus formas aun no totalmente desarrolladas, pero, muy tentadoras.

-Es perfecto…- sonrió al ver el sonrojo en ella, era preciosa y seria solo para el…- la acerco y la encerró nuevamente en sus brazos comenzando a besarla con una pasión que ya no podía ocultar, ella tembló por completo y eso lo éxito aún más… despacio fue empujándola hasta que el borde de la cama no le permitió avanzar más y cayeron juntos sobre esta, la aprisiono por completo con su cuerpo sobre el de ella sintiendo la suavidad de su piel y la delicia de sus formas bajo la delicada prenda, sus manos cobraron aún más vida y comenzaron a recorrer zonas prohibidas… mas no para él.

Candice temblaba ante lo desconocido de aquel acto, ella jamás pensó que Terrece fuera a actuar d aquella forma, tenía miedo, sabía que su reputación ante los demás estaba arruinada desde que decidió huir con él, pero eso se olvidaría en cuanto se casaran y la sociedad supiera que era la nueva condesa de Granchester. Las caricias de terrece despertaban emociones en su cuerpo, su beso estaba siendo abrazador… y sus manos… sus manos estaba yendo a lugares aun prohibidos para ellos!, no podía fallarse a sí misma, no podía fallarle a la abuela… no podía fallarle a… a quien ya le había fallad demasiado…. armándose de valor uso la cordura y con fuerza empujo a terrece para escapar de su prisión, él se rebeló a bajar de su cuerpo y apretó su busto con fuerza causándole dolor, el grito quedo en la boca del joven que se negaba a liberar sus labios, la desesperación comenzó a adueñarse de ella y el terror la hiso actuar con más fuerza empujándolo hasta lograr escapar de aquellas manos que quemaban en su piel…

-No!, no debemos, aun no estamos casados Terrece!..- será mejor que te vayas….- su pecho subía y bajaba agitado, pero no de excitación si no por el temor que le causaba la reacción de terrece que al parecer no se lo había tomado nada bien pues la miraba con ira.

Él se puso de pie y le di la espalda, se pasó una mano por su largo y castaño pelo mientras respiraba profundamente un par de veces tratando de controlarse… no se volvió a verla.

-tienes razón… me deje llevar por la felicidad que me causa el saber que pronto serás mi esposa… pero me obligare a respetarte hasta que seamos bendecidos ante el altar…- camino decidido hacia la puerta y cerro detrás de él dejando a la joven sola.

El golpe en la madera solida del cajonero mostro su frustración y el dolor en su mano lo distrajo de otro dolor que no podía controlar en su entrepierna, estuvo a punto de hacerla suya, y lo hubiese logrado si se lo hubiera propuesto, pero no quería asustarla, aún estaban demasiado cerca de New York, el barco se detendría un par de veces más antes de abrirse paso en mar abierto, debía esperar, candice era la tradicional jovencita educada para llegar virgen al altar a costa de lo que fuera y no cedería fácilmente, si la forzaba ahora, ella podría huir de él y le había costado demasiado trabajo conseguirla como para permitir que eso sucediera, se controlaría hasta llegar a Londres… y la convencería de entregase por amor.

kire

Candice no había pasado muy bien la noche, las caricias de terrece aún seguían en ella, la había estrujado y temía que la blancura de su piel rebelara algunos moretones, Él era un caballero, no comprendía que pudiese haber pasado… las palabras de su hermana volvieron insistentes a su mente como lo habían hecho la mayoría de la noche y aun en sus sueños había recordado aquel instante en que le rebelo sus planes a su querida Annie.

-Estás loca?- los ojos azules casi se desorbitaban cuando escucho hasta donde había llegado la locura de su hermana.

-No, no lo estoy, estoy enamorada y es la única salida que tengo…- renegó tomando uno más de sus vestido y forzándolo a entrar en la más pequeña de sus bolsas de viaje.

-Eso no es decente… te marcaras para toda la vida, te tomaran por una fulana en cuando la gente se entere…- decía desesperada caminado detrás de ella de un lado a otro dela habitación.

-Nadie lo sabrá hasta que ya esté muy lejos para escuchar sus acusaciones… y si te lo he dicho no es para que me juzgues… sino porque necesito tu ayuda para que nadie se entere hasta que estemos en mar abierto… temo que si lo descubren antes puedan interferir y obligarme a ser infeliz por el resto de mi vida… Albert es demasiado posesivo…- se detenía frente al espejo y se miraba en el… se sentía hipócrita por lo que acababa de decir, eso no era lo que pensaba realmente pero… era mejor que lo creyera de esa forma.

-No, me niego ayudarte en esta locura… él es... es…- Annie s negaba a pronunciar la palabra que tenia en mennte por lo fuerte que era y una dama no usaba quel tipo de expresiones sucias.

-Es un caballero… es el hijo de un duque que me respetara hasta que estemos en Londres donde nos casaremos y estaremos libres de amarnos sin que nadie nos este juzgando.

-Él no es u caballero!, un caballero no te pediría que huyeran en lugar de pedir tu mano y casarse antes contigo… como debería ser. Y el ser el supuesto hijo desconocido de un duque… no le da derecho a tratarte como una fulana sin familia y sin dignidad!.- Annie estaba furiosa.

-No soy una fulana y conque yo lo sepa me basta… además no tengo familia… o ya te olvidaste que somos unas huérfanas que abandonaron en un orfanato y que estamos en esta casa por caridad?.- respondió usando el mismo tono que su hermana al juzgar a terrece.

-Candice!, como puedes decir eso?, William nos ha recibido y tratado como si fuéramos sus hermanas, la Abuela nos ha cogido como sus pupilas sin pensarlo siquiera nos trata como si fuéramos sus verdaderas nietas… y toda la familia nos ha aceptado como tales… porque estas tan rebelde por un simple chico que no te ofrece más que un futuro incierto en un país lejano, lejos de las personas que te quieren de verdad?, que te ha hecho?, dime que ha hecho ese… hombre para embrujarte de esa forma?...

-Me ama, me ama como yo lo amo a él y no me importa lo que digas… me iré con él y seremos felices donde si no lo permitan, donde no lo juzguen de ser un don nadie solo porque no lo conocen y se niegan a creer que es hijo de un duque y no el simple capitán de un barco… nadie lo conoce ni saben su verdad, lo han juzgado solo porque se niega a seguir las estúpidas reglas sociales que se marcan en esta sociedad tan falsa…, y si no pidió mi mano es porque sabe que lo rechazaran al no considerarlo digno de una Andrew… aunque nuestros registros no marquen siquiera ese apellido…, dicen que nos consideran de la familia pero jamás nos adoptaron legalmente… así que porque se sienten con un derecho que no tienen!… no me importa nada Annie, si no deseas ayudarme está bien, pero solo te pido que no digas nada… ahora que sabes a donde voy y con quien me iré… te pido por la sangre que nos une… que guardes silencio, si realmente deseas mi felicidad… guarda mi secreto… por lo menos hasta que me haya ido.

Revivir aquellos momentos durante las cortas hora que pudo mantener los ojos cerrados, le habían dejado una amarga sensación en su pecho… y la mirada de Albert cuando le dio la espalda decidida a irse… estaba grabada en su memoria como una gran cicatriz imborrable… él nunca le perdonaría y era mejor así.

Era casi medio día cuando Terrece apareció en la habitación, no tenía muy buena apariencia y ni siquiera portaba el uniforme como el capitán del barco que era, ella se sintió confundida pero no deseaba hacerlo enojar más, la noche anterior fue claro que el hecho de negarse a estar con el de aquella forma tan íntima lo molesto sobremanera, así que si deseaba ser realmente feliz a su lado debía comenzar por ser un poco más sumisa y cuestionarlo menos sobre sus actos.

-voy a dormir un poco, ya ordene algo para comer así que hazlo en cuanto traigan los alimentos…- paso a su lado sin mirar siquiera su arreglo en el que se esmeró detalladamente para agradarle. El aroma a alcohol le dieron un poco más en lo que pensar, pero no dijo nada, solo asintió y salió dela habitación al saloncillo de estar en el interior de la suite, quizá cuando terrece despertara y se alimentara deseara hablar un poco mientras paseaban por la cubierta y él le presentaba a los integrantes de su tripulación… ser marino debía ser excitante.

En cuanto la comida llego pidió que la colocaran en la terraza, deseaba sentir la brisa del mar, desde niña le había gustado viajar aunque Albert solo las llevaba una vez al año a Escocia, la tierra natal de los Andrew, pero era un viaje lleno de excitación, ver el mar profundo e interminable, sobre todo, escuchar las viejas historias celtas que la abuela relataba y de las que Albert se mofaba por lo dramático que parecían, era tan divertido viajar en familia, Annie siempre hacia un enorme esfuerzo por no vomitar, pero terminaba cediendo al malestar que le provocaba el constante movimiento sobre las aguas azules… observo a lo lejos, que diferentes eran las tonalidades del cielo y el mar… a pesar de que ambos eran azules.

-Por qué no comes?.- Terrece se acercó oliendo a su colonia favorita de maderas exóticas, se había afeitado la naciente barba y había acicalado su pelo atándolo en una coleta, a ella le gustaba más suelto pero comprendía que debía llevarlo atado para una mejor presencia ente sus subordinados, pero aun no vestía el uniforme d capitán que tanto la impresiono la primera vez que lo vio.

-No tengo mucho apetito… creo que tendría más hambre después de una caminata por cubierta…- sugería sutilmente, el sonrió con encanto y ella perdió la noción de lo que necesitaba.

-No, comeremos ahora… pronto nos detendremos nuevamente y la cubierta estará llena de cargadores subiendo el equipaje de los nuevos pasajeros… será mejor esperar a que estemos en mar abierto, la mayoría dela gente prefiere estar bajo cubierta entonces…- se acomodó frente a ella y comenzó a tomar un poco de todo lo que había ordenado, escucho el suspiro desilusionado de Candy pero no le di mayor importancia, ella debía entender que sus decisiones no se cuestionaban, él no era el blandengue que tenía por tutor y que podía ser vencido por unas cuantas palabras.

Desde que lo vio en la fiesta de presentación de Annie ele había caído pésimo, era todo lo que se decía de un "caballero" americano, vestido a la perfección sin que una sola mota de nada empañara su vestuario, peinado impecablemente y sonriendo con superioridad como todos los de su clase, era un engreído, un prepotente que se manejaba con la bandera de poder que le daban sus millones heredados, le dan asco aquellos caballeritos de familia, era como ver una repetición en cada generación… detestables, y cuando trato de hablar con él, lo había visto como si se tratara de una alimaña, si el muy bastardo supiera que era hijo de un duque y no el capitán de barco que aparentaba ser… seguro hubiese derrochado en halagos hacia su persona con tal de negociar con su padre o de rosar con la nobleza inglesa. pero él prefería aparentar ser el capitán de un barco porque las mozas no se negaban ante un hombre de uniforme, y era más fácil desaparecer de la vista de las honrosas familias, había indagado sobre la familia Andrew, y sabía que eran muy importantes, pero nuca espero que tuvieran bajo su protección a ese par de bellezas, candice y su hermana Annette eran sin duda unas beldades, pero annie era un poco más cerrada y apegada a las reglas sociales no así candice, a quien tenía frente a él y era una rebelde de la sociedad… sin duda la mujer perfecta… para él.

-estas muy callada… te has arrepentido de huir conmigo?- pregunto dando un sorbo al humeante café cuyo aroma embriagaba y le devolvía la vida que se le fuera la noche anterior en el cuarto de las mozas.

-Solo… pensé que no querías charlar… creo que pasaste mala noche…- decía tímida bajándola vista y sonrojándose al creer que por su causa terrece no había podido dormir, a ella le había pasado lo mismo pero por diferentes motivos.

-Dormir bajo las estrellas, sobre una banca y sobre el mar… no es muy agradable… pero trate de estar lo más cómodo posible…- mentía, pero sabía que con ello recibiría una grata respuesta.

-Dormiste a la intemperie?- se asombraba, no que a ella no le hubiese agradado hacerlo, a menudo lo hacían en las propiedades Andrew, "El"… era una amante de la naturaleza y le encantaba acampar… realizaba expediciones a campo abierto pero a ellas solo les permitía acompañarlo dentro delas propiedades… decía que no deseaba ponerlas en peligro y que los animales delos bosques que rodeaban las propiedades Andrew no eran peligrosos como los que él veía en sus diferentes viajes... las estrellas siempre habían brillado sobre ellos en cualquier estación del año. Pero Terrece no parecía un hombre que conociera los bosques o durmiera bajo las estrellas, la prueba era la apariencia que habaia tenido en la mañana y ahora sabia el porqué.

-Uno de los marinos se apiado un poco de mí y me dio un par de tragos para que soportara el frio… seguro se preguntó porque estaba durmiendo ahí y no en mi suite con mi esposa, pero no hiso cometario alguno… algunas personas aún me respetan…- desvió la mirada observando a donde ella anteriormente lo había hecho… al mar.

-Terrece… discúlpame… no es que yo… es que… no sé cómo decírtelo…- se sonrojaba, las palabras de Terrece la habían tocado, él se sentía rechazado y humillado y tenía razón, solo que ella no podía ceder sin ser bendecida primero, desea que el la respetara como su mujer y si cedi antes del matrimonio temía que el la tomara por una fulana… después de todo había cedido a huir con él, pero solo porque lo amaba.- yo no estoy preparada aun para ese tipo de intimidad… si me das un poco de tiempo… quizá para cuando nos casemos… las cosas sean distintas, estaré mas acostumbrada a tu presencia y podre aceptarlo de mejor forma…- no se había escuchado muy cerrada o sí?.

-No te preocupes pecosa…- e tomaba la mano con cariño y le sonreía comprensivo- creo que el que estuvo mal fui yo… había bebido unas copas antes de ir al muelle a esperarte… estaba demasiado emocionado de que al fin estaríamos juntos y sin que nadie nos lo impidiera… el verte con ese camisón… me alentó demasiado a creer que ya éramos esposos… no ante la sociedad pero si por nuestro amor…, no volverá a ocurrir… n o hasta que nos hayamos casado como corresponde y de la manera que una princesa como tu merece…- le besaba los nudillos y sintió como ella se relajaba y la tensión que se reflejaba en su rostro desde la noche anterior se desvanecía.

-Terrece… te amo.- convencida con las palabras que él le dijo, se acercó para besarlo dulcemente. La tomo por la cintura y la sentó sobre sus piernas rodeándola después con sus brazos para darle la confianza que ya le había prometido, ella se recostó en su pecho y cerró los ojos renovando sus profundas ilusiones sin poder observar la sonrisa que apareció en los labios masculinos.


Espero que haya sido de su interes y que me regalen un comentario sobre continuo o mejor me retiro...(dudo hacerlo pues ya hise el intent y falle :() estare publicando los lunes un capitulo semanalmente... y bueno pues miles de bendiciones y "nos seguimos leyendo"

AKIREM