CAPITULO 1
El despertador había sonado ya hacía un rato, pero no quería levantarme. Es sábado por favor, quiero seguir durmiendo!. Pero tenía que espabilar, el día iba a ser muy largo y tenía muchas cosas que hacer.
Hoy celebrábamos la famosa fiesta benéfica de la empresa. Desde hace 3 años, Cullen Architectures, organiza esta fiesta para alguna buena causa, este año el dinero recaudado iría para el ala de oncología pediátrica del hospital de Seattle. Es algo muy bonito, y me parece un gran gesto, pero ¿por qué tengo que ir? No me apetecía nada, pero todos los empleados estábamos obligados a asistir, "tenemos que poner todos nuestro granito de arena" nos decía siempre el jefe. Bueno, jefe, mejor dicho el dueño, Carlisle Cullen era un gran hombre, serio en su trabajo, y muy bueno por cierto, pero además se preocupaba por sus trabajadores y por supuesto por los más desfavorecidos.
Para ser el dueño de la empresa, siempre se ocupaba de conocer a todos sus empleados, decía que hay que conocer a quien se mete en casa! Para él su empresa era su familia, y como tal nos cuidaba, no nos podíamos quejar.
Menos, claro está, cuando nos obligaba a ir a esas estúpidas fiestas. Yo ya le había dicho que hacía un donativo, enviaba lo que hiciera falta, o incluso iría al hospital de voluntaria, pero que mejor me quedaba en casa sin ir a la fiesta. Y siempre me decía que no.
Señorita Swan no consiste solo en eso. Esta fiesta es para que todos estemos juntos haciendo algo que no sea para nosotros, es para los demás. Además, es algo que se hace fuera de la oficina, hay que cambiar de ambiente, algo menos serio, más alegre y tranquilo.
Pero Señor Cullen, entonces ¿por qué no organizamos una barbacoa benéfica? Dónde podamos ir en vaqueros, algo campestre. No entiendo que tenga que ser de etiqueta.
Porque no solo involucramos al personal de la empresa, hacemos que el resto de empresas y vecinos se unan a la causa. Y ya sabes que hay gente – se paró antes de seguir hablando, recapacitó y siguió – gente que está más acostumbrada a este tipo de ambiente selecto, y que no apreciaría una buena hamburguesa y una cerveza! – dijo medio riéndose - pero necesitamos sus donaciones.
Ok, lo entiendo, ¿pero seguro que tengo que ir? – hice un último intento.
Sí, tú y todos los demás – se puso entonces algo más serio – Nos vemos mañana por la noche señorita Swan, y venga puntual, que no crea que me he olvidado que el año pasado llegó tarde – entonces sonrió - y sé que lo hizo adrede. Este año no hay excusa que valga.
Allí estaré señor Cullen, puntual como un clavo – y le sonreí con la sonrisa más irónica que pude.
Así que después de recordar esta conversación, decidí que ya era hora de ponerme en movimiento. Había quedado para desayunar con mis mejores amigas y compañeras de trabajo, Alice y Rosalie, a lo que le seguiría la sesión de peluquería y maquillaje que habían organizado. Y puedo jurar que esas 2 no iban a dejar que me volviera a escaquear de su super sesión de puesta a punto!. El año pasado no fui, y casi me matan, así que esta vez se han asegurado de que no les falle.
Estaba a punto de meterme en la ducha cuando sonó el teléfono.
¿Diga?
Buenos días Bella.
Hola Rose, ¿qué tal va todo?
Bien, ya estoy de camino a casa de Alice para recogerla así que en unos 20 minutos estaremos ya en la cafetería.
Rose ¿no es un poco pronto? acabo de levantarme.
¿Acabas de levantarte? Por Dios Bella, mueve el culo, ya sabes que habíamos quedado para desayunar y de ahí al spa. No quiero que luego se retrasen con los tratamientos y lleguemos tarde a la fiesta.
Vale Rose, me ducho en cinco minutos y estoy ahí en nada – bufé mientras pensaba en el día que me esperaba.
Deja de bufar Bella, hoy va ser un día genial!-
Sí, sí, seguro. No sé por qué me da que yo no lo voy a pasar tan "genial" – dije con sarcasmo.
Venga, anda ponte en marcha. Nos vemos en 20 minutos. Besitos.
Besitos.
Hoy iba a ser un día largo, muy largo. No me gustan las fiestas elegantes, con esos vestidos pomposos que parece que vas disfrazada. Y qué decir de los tacones, te dejan los pies hechos polvo, al día siguiente los tengo tan hinchados que no puedo ni andar con chanclas! Y luego está la peluquería y maquillaje. La última vez me libré, y conseguí hacerme yo en casa un recogido algo más informal, porque por favor, por qué tengo que ponerme un peinado super elaborado, ¿no puedo ir con el pelo suelto? En fin, que esta vez no me libraba, y menos si Alice y Rose estaban cerca, iban a acabar decidiendo ellas, siempre hacen lo mismo!
Me duché, me puse unos vaqueros, una camiseta y unas sandalias y salí pitando hacia la cafetería. Iba riéndome sola acordándome de la última vez que fui a un spa con las chicas, aquel día todo había salido mal, el tratamiento consistía en un peeling con sales marinas y luego un masaje con aceites especiales. Y tanto que especiales, me dieron alergia y me empezaron a salir manchas y no podía parar de rascarme!
No me fijé por dónde iba hasta que me choqué con algo y me caí de culo al suelo.
Mierda, quema, quema!.
¿Estás bien?
El café, me has tirado el café encima y quema un montón! – grité sin mirar siquiera a quien estaba gritando – joder, tienes que tener más cuidado – seguí mientras me despegaba la camiseta para no quemarme más.
Lo siento, pero no te vi. Saliste de esa esquina sin mirar por dónde ibas y no me dio tiempo a esquivarte. Deja que te ayude a levantarte.
No tranquilo puedo sola – dije mientras me ponía de pie.
De nada, solo pretendía ayudar. Y siento que te hayas quemado pero no ha sido culpa mía – me dijo con un tono bastante molesto.
Entonces le miré, era un chico muy alto, con el pelo despeinado de un castaño miel muy brillante, llevaba vaqueros, una camiseta blanca, y gafas de sol oscuras, no pude verle los ojos pero pude intuir que me estaba mirando mal. Estaba serio y su boca cerrada en actitud molesta. Cierto, acababa de chillarle y echarle la culpa de nuestro choque.
Lo siento. No pretendía ser borde. No te he visto y el café calentito me ha dejado fuera de juego – intenté disculparme con mi mejor tono.
Vale, pero no era necesario gritarme, no te he visto – siguió diciendo.
Lo sé, de verdad que lo siento. Venía pensando en mis cosas, ando un poco liada así que no me fijé por dónde iba.
Pues deberías tener más cuidado, te lo podía haber tirado en la cara y no en la camiseta.
Entonces me miré la camiseta, estaba toda manchada. Mierda, era una de mis favoritas, con lo mal que sale el café! La compré con Alice y Rosalie en el viaje que hicimos a España hace 2 años. Cuando la vi en el escaparate de aquella pequeña tienda me encantó, de un color azul eléctrico con unos dibujos en blanco y negro. Era preciosa, con tirante ancho y se pegaba lo justo.
No te preocupes, frotando bien sale. Y si no en la tintorería seguro que te la dejan como nueva – me dijo sonriendo. Por lo visto mi cara debía ser un poema.
No, no pasa nada – intenté quitarle hierro – es una camiseta sin más. Seguro que se quita sin problema – entonces sonrió, creo que no me creía – que sí en serio, no pasa nada. Ha sido culpa mía, y tampoco me gusta tanto.
Entonces me alegro, hubiera sido una pena estropearte tú camiseta favorita – dijo sonriendo.
Sí, lo hubiera sido.
Y me quedé allí callada mirándole, mientras sujetaba la camiseta y pensaba en la pena que les daría a Alice y a Rose que se me estropeara, ellas se compraron la misma pero en otros colores, verde y roja. Las teníamos mucho cariño, era el recordatorio perfecto de unas magníficas vacaciones.
¿Estás bien?
Eh? Perdona, sí estoy bien – Dios ahora va a pensar que soy tonta – Por cierto, huele bien este café, ¿de dónde es? – solté así sin más, sin pensarlo.
Entonces sonrió, y se quitó las gafas de sol. Tenía los ojos verdes, un verde impresionante. La verdad es que el chico no estaba nada mal.
Es de Tony's, sirven el mejor café de la ciudad. Siempre que puedo vengo hasta aquí para tomarme uno – miro hacia su vaso y luego a mí – bueno, aunque creo que hoy me voy a ir sin tomármelo.
Bueno, así el próximo te sabrá mejor – y volví a soltar sin pensar. Tonta tienes que disculparte que se ha quedado sin café por tú culpa– Bueno, quería decir que estás a tiempo de tomarte otro, si quieres yo te invito, te lo pago. Y un bollo también para compensar – dije cogiendo carrerilla.
No gracias, no puedo, tengo mucha prisa y ya no me da tiempo a volver. Está a 5 manzanas y ya llego tarde por cierto.
Ah, vale, entonces nada. Que, lo siento de nuevo y eso.
Tranquila, yo me quedo sin cafeína y tú sin tú camiseta favorita.
Eh? Que no, que no es mi camiseta favorita – intenté poner cara de indiferencia – me la compré en un mercadillo, cuatro duros – y tiré de ella como si fuera una baratija.
Me miró y sonrió con una media sonrisa de esas un poco cínicas, pero muy atractiva la verdad.
Bueno, adiós.
Adiós
Y se marchó, siguió caminando con paso rápido en dirección contraria a la mía. Me quedé mirando como se alejaba, tenía un andar tranquilo pero rápido. Vi como tiraba el vaso del café en una papelera y se quedaba pensativo. Y luego siguió y le perdí de vista.
Igual iba a Tony's a probar ese café…mejor no, mejor no desviarme o tendría que vérmelas con la señorita sargento y la enana si me retrasaba mucho más. De verdad que cuando querían eran insoportables! Otro día iría, espero que valga la pena y sea tan bueno como ha dicho, así no me dará tanta pena perder mi camiseta si la maldita mancha no se quita.
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